El gato se revolvió y se lanzó sobre sus agresores desorganizando su columna justo en el momento que varias decenas de jinetes se lanzaban sobre ellos.
Creo que yo tengo una idea que quizás pueda funcionar. dijo Amara dirigiendo la vista hacia el hielo que cubría la ladera unos trescientos metros por encima de sus cabezas.
No entendía cómo había sido tan tonta. Creer que ella y Sardik podían... Se sentía la mujer más estúpida del mundo.
Cuando se sentó sobre la silla un relámpago de dolor le recordó la noche de sexo brutal con un poco de nostalgia. No sabía cómo sería la vida de una concubina, pero no se imaginaba follando salvajemente con Manlock todas las noches hasta el punto de que le resultase difícil sentarse.
La luz de la luna penetró en la habitación y atravesando la densa nube de polvo que había levantado iluminó a su deliciosa compañera de baile. La lechosa luz del astro resbaló sobre su cara y su cuello haciéndolos refulgir.
Quiero que te esmeres con él. le dijo mientras se acercaba a ella y le cogía de la mano para entregarla al cliente Compórtate como una gata en celo y no le des descanso. Hazle todo lo que desee y todo lo que no se atreva a pedir y luego dale conversación.
Sin añadir nada más continuaron corriendo. Amara miró un instante a Sardik, aquel hombre la interesaba. Hablaba muy poco, pero cuando lo hacía sabía lo que decía. Su rostro elegante y afilado, con una perilla cuidadosamente recortada no ocultaba la oscuridad y tristeza que expresaban sus ojos. Quizás por eso le atraía tanto.
Quiero que hagas lo que mejor sabes. dijo él desplazando las manos hacia arriba a la vez que tiraba de la falda de su tenue vestido Quiero que seduzcas, quiero que ames, quiero que sometas. Quiero saber que pasa por la cabeza de los lideres de Komor.
Gazsi volvió a cerrar los ojos satisfecho y se separó un instante para dejar que la esclava respirase antes de cogerla por el pelo y empezar a penetrarla repetidamente, descargando todas sus frustraciones en aquella boca.
Al entrar en la estancia se encontró con una docena de miradas que oscilaban entre el escepticismo y la hostilidad. No tenía ni idea de para qué le habían mandado llamar, pero cuando vio el rostro arrugado y serio de Aselas supo que era por algo grave.
Sin descalzarse se dirigió de nuevo al dormitorio y estaba recomponiendo un poco la cama cuando oyó un golpe sordo y un gemido proveniente de la cocina.
Neelam tembló ligeramente y simuló seguir hablando con su vecina de mesa. No había esperado suscitar tanta atención por parte del gobernador y ni se les había ocurrido idear una historia.
Obligándose a mantener la mirada al frente sintió los pasos apresurados del abogado a su espalda, mientras imaginaba el impacto que causaría en el verla allí sentada con la espalda al aire y el torso ligeramente girado...
Con un suspiro se tocó el lugar donde la oreja de Albert había reposado, justo sobre su pecho izquierdo. Una oleada de deseo la invadió con todos aquellos recuerdos. Aquel desconocido que había comprado en un mercado de esclavos le había salvado la vida y ahora lo tenía a su lado, desnudo.
La oleada de alivio que la recorrió fue tan grande que casi se olvido de preguntar quién era el asesino. En ese momento le daba igual. Lo único que importaba era que la pesadilla había terminado.
Cada noche se acostaba fantaseando con que aquel hombre interrumpiese sus sueños tumbándose sobre ella y haciéndola el amor. Cada noche se imaginaba agarrándose a su cuerpo musculoso con brazos y piernas mientras él empujaba en su interior arrasándola de placer.
Aquello le hizo sentirse sucia, además de culpable. Mientras le daba dos besos a la joven y le decía lo mucho que estimaba el trabajo que Dani hacía en la empresa se sentía como una vulgar puta.
Cuando terminó de almorzar aquella sensación se diluyó un tanto, pero solo tardó una hora en ver sus temores confirmados. Dos inconfundibles figuras a caballo acercándose desde el camino hicieron que se le encogiese el corazón.
Él se mostraba respetuoso en todo momento, pero intentaba mantener las distancias y aquello la hacía sentirse insegura sobre como terminaría todo aquello. A pesar de ello no había cambiado de opinión y pensaba darle la libertad en cuanto llegasen a Komor.
El día, a pesar de ser fresco, era luminoso y no corría apenas aire así que decidió dar un largo paseo hasta su casa. Cuando llegó se puso cómoda en el sofá, dispuesta a leer un poco y encendió el móvil sin pensar. La llamada no tardó más de cinco minutos.
Bueno, ¿A qué te dedicabas antes de convertirte en un...? empezó sin atreverse a terminar la pregunta. ... Esclavo. la terminó él Soldado, pirata, amante, esclavo huido... Elige la ocupación que prefieras.
Hasta que no se vio allí, dejándose llevar por la música no se dio cuenta de cuánto lo necesitaba. El alcohol y la música contribuyeron a producir en ella un estado entre mareado y excitado muy placentero.
Casi había llegado el mediodía. La puja estaba a punto de terminar cuando lo sacaron. En ese momento las palabras del viejo Aselas cobraron sentido.
El guarda le dijo que no necesitaba nada y se despidió. Mientras se dirigía al coche pudo sentir la mirada del segurata fija en su culo y a pesar de que no le resultaba un hombre atractivo para nada, no pudo evitar sentirse excitada. La soledad le estaba pasando factura.
El joven se acercó con aire desenvuelto como si ella no fuese más que una campesina más a la que violar e hizo una torpe reverencia antes de coger su mano y besársela.