La satisfacción y la tranquilidad duraron hasta que llegó a casa. Estaba a punto de entrar en la ducha cuando sonó de nuevo el teléfono. Era la llamada que más temía. Aun más que las del pirado.
Vamos, hija. No llores más. Este debería ser el día más feliz de tu vida. Neelam suspiró y trató de controlarse. Le era muy difícil pensar en la felicidad cuando su futuro esposo era tan anciano.
Miró a su alrededor. La casa estaba hecha un desastre. Ella estaba hecha un desastre...
Antaris entró en la casa y se sacudió la nieve que casi le cubría entero a pesar de que había estado el tiempo justo para echar una meada. Era lo que faltaba, pensó mientras se sacudía la nieve que se le había quedado pegada aquella tormenta en pleno verano había hecho que las temperaturas bajaran por debajo del punto de congelación.
Cuando cesaron las arcadas seguía sintiéndose sucia y atemorizada. Con las piernas temblando se metió en la ducha y dejó que el agua ardiente escurriese por su cuerpo y se llevase aquella perturbadora sensación.
Según el mapa se estaban acercando a Sendar. Allí esperaba encontrar una techo donde acogerse y descansar unos días, pero las nubes parecían cada vez más espesas y amenazadoras y un viento helado, procedente del norte, les animó a apretar el paso buscando una de las paradas de la caravana para refugiarse.
Tras lo que le pareció una eternidad se separaron y se miraron a la cambiante de luz de una noche tormentosa. Nina sintió como la mirada del abogado resbalaba por su cara y su cuello y se fijaba en sus pechos que se transparentaban en la blusa mojada...
En cuanto se alejó un par de metros, el gato volvió a aparecer, le miró y rugió de nuevo, enseñándole unos enormes colmillos y saltando por encima de la presa para interponerse entre Albert y ella...
Un torrente de emociones recorrió su cuerpo mientras charlaba con Ricardo; deseo, excitación, miedo, remordimientos...
Nada de todo aquello le impresionó tanto como la enorme muralla que el sol del ocaso perfilaba al otro lado del río. La enorme pared se izaba hasta una altura casi inverosímil perdiéndose en las nubes.
Nina intentó apartar la mirada, pero aquellos ojos grandes color avellana la atraparon. No sabía qué hacer, quería disculparse y explicarse, pero en vez de ello se estableció un incómodo silencio.
Afortunadamente, tarde o temprano llegaba Dairiné y le sacaba de aquellos tristes recuerdos. Aquel atardecer se acercó y le dijo que el Gran Druida le estaba esperando. La elfa lo acompañó hasta la base Albaudil y le indicó que debía subir solo.
Eres un estudiante que se va de Erasmus a una desconcida universidad alemana. Todos dicen que estás como una cabra, pero guardas un oscuro secreto... Este es un relato interactivo Tus elecciones determinan tu destino e incluso puede que el de la humanidad. Tiempo estimado lectura. 15-30 min.
Parecía mentira que aquellas manos grandes de dedos rechonchos pudiesen trabajar con aquella precisión. Su mente divagó y cómo no, acabó pensando en que sentiría teniéndolas sobre su cuerpo. Amasando sus pechos y penetrando en la ranura de su vagina.
No había desafío, no había dignidad ni orgullo de raza. Aquella mujer era hermosa, pero la esclavitud había acabado con su espíritu. Aquella mujer no era Dairiné. Quizás debería buscar una mujer entre algún rico mercader o noble local y dejarse de experimentos.
El abogado las recibió con una amplia sonrisa. Besó a Bianca y Nina le dio la mano antes de indicarles el camino a una amplia sala de juntas donde Fernando ya les estaba esperando.
ESTE SÍ ES EL CAPÍTULO 11. ... cuando ya podían tocar la áspera corteza de los árboles, unas flechas hundiéndose en la tierra justamente a sus pies les frenó en seco.
Se sentía como una vulgar puta y hubiese preferido que le hubiese visto cualquier otra persona que no fuera él.
Por una vez se me pasa por la cabeza abandonar el contrato, pero inmediatamente sé que es una tontería.Lo único que pasará si lo hago es que ese Vladimir contratará a otra persona... En mi profesión hay mucho pirado y mucho aficionado chapucero.
El dulga aterrizó en medio del camino. Magnifico y terrible a la vez. Recordándole las emocionantes historias sobre dragones que le relataba su abuela durante las noches de tormenta.
Fingiendo besarle la mejilla acercó su boca a la oreja de Fernando y le susurró: Tú lo has querido...
Llega el momento de huir.
Nuevas esperanzas y nuevos desafíos para Nina.
Hacía lo que podía, pero se sentía impotente ante tanta desgracia. A veces intentaba proteger a alguno que era evidente que no llegaría a su destino, pero los vigilantes eran inclementes y solo los que tenían heridas o enfermedades visibles se libraban de los extenuantes turnos.
Nina no se rinde y un encuentro fortuito le facilitará la ayuda que necesita.