Durante un instante echó la vista hacia atrás, hacia la proa de la nave, donde una figura esbelta era perfilada por el brillante sol matutino. Un insulto y un latigazo le recordaron que estaba haciendo allí y volvió a empujar de nuevo.
Tras unos segundos Fer la obligó a erguirse y le dio un largo beso. Sin deshacerlo, la joven se apresuró a desabotonarse la blusa y bajarse la escueta minifalda...
Dairiné gritó al sentir aquel grueso tronco palpitante avasallar su sexo e intentó cerrar los ojos e imaginar que era Albert el que la follaba.
Nina tiene una vida y un matrimonio perfectos... o eso cree. Un suceso inesperadao hará que toda su vida salte por los aires.
En aquel momento no pensaba en lo que pasaría si los descubrían, solo pensaba en el placer y en el amor que sentía cuando aquel humano estaba cerca de ella, cuando podía sentir el calor de su miembro en su interior.
Durante unos instantes se quedaron congelados mirándose el uno al otro. Albert fue el que rompió aquellos segundos de encantamiento y apartando la melena recorrió una de sus puntiagudas orejas con el dedo.
De rasgos finos y tez oscura, sumamente esbelta y casi tan alta como él, el pelo plateado, extremadamente fino y abundante y los extremos puntiagudos de las orejas le revelaron que probablemente sería una curandera elfa.
¿Qué me está pasando? Yo no soy así. Se supone que soy un tipo romántico y cariñoso, pero cada vez que veo ese culo corriendo por el parque, con esos pantalones ceñidos me vuelvo una bestia primitiva.
La barcaza, a no más de una milla de distancia, dobló un cabo y desapareció de su vista. Baracca no se puso nerviosa y gritó un par de órdenes para mantener la velocidad del barco. Ya podían oler todos la presa.
"Las Colinas de Komor, es la segunda parte de Las Crónicas del Mar del Cetro, continuación del aclamado éxito de Joey Smart La Princesa Blanca... Joey Smart escribió su primera novela al terminar el instituto y actualmente vive en Utah, con sus dos esposas Amber y Judith y su hijo Jack.
Próximamente iniciaré la publicación de mi próxima serie y voy a usar esta categoría para informaros con un poco más de detalle y daros un pequeño aperitivo.
No lo podía creer. Allí parado, con la polla aun erecta, escuchaba a su amante desnuda, con los flujos del sexo escurriendo entre sus muslos, agradecer al tipo la oportunidad
Los dedos cálidos y suaves de Valentina se posan aquí y allá, como mariposas, tensando la piel para facilitar su tarea, yo disfruto del más mínimo contacto.
Recorro con mis dedos tus labios gruesos aun pintados de rojo. Siento un intenso deseo de besarlos, pero me contengo...
Abrazados combaten la bombas con besos, las llamas con caricias. Los gemidos y los suspiros ahogan las explosiones...
Anna podía sentir como su cuerpo se sentía un poco más excitado con cada mirada, hasta que finalmente, sin pensarlo se dio la vuelta, se desabrochó el sostén del bikini y le pidió que le echase un poco de bronceador en la espalda.
Podía sentir el calor del cañón del revólver de Davenport contra su sien, el olor a pólvora quemada, la erección del coronel contactando con su cuerpo, pero no sentía miedo, confiaba totalmente en John.
Ni siquiera se molestó en mirar una sola vez al tejado. Pasara lo que pasara, contra un hombre en un tejado con un rifle, sus revólveres no tenían nada que hacer.
Esta letrina putrefacta es toda mía y en ella solo se cumple mi voluntad.le susurró al oído tirando con fuerza de botones y corchetes hasta que el vestido de luto cayó a sus pies.
¡Deteneos, impíos! ¡Estáis en terreno sagrado! En ese mismo instante se dio cuenta de su error. Al mirar a los ojos de Davenport no vio arrepentimiento, solo encontró un vacio aterrador.
Con rapidez tomo cartas en el asunto y sirviendo otra copa a Rusty para apartar su atención de John, dejó la barra e índico a dos de las chicas que apagasen una de cada dos lámparas del saloon y encendiesen las del escenario.
La única ventaja que tenía es que John nunca hacía alardes. Mantenía el saloon en calma solo con la oscura energía que emitía su presencia, pero ¿Qué pasaría si perdía el conocimiento o se ponía a temblar o a retorcerse de dolor en medio de todos los presentes? Era un jugada muy arriesgada.
Adelante, doctor. Sálveme o máteme. Usted decide. dijo John con voz ebria.
Con un súbito deseo de borrar aquella sonrisa metió dos dedos en su boca y la exploró profundamente metiéndolos y sacándolos mientras ella los lamía y los chupaba. Cuando los sacó estaban impregnados de una gruesa capa de saliva que extendió sobre sus pechos antes de encajar la polla entre ellos.
Esta es una ciudad de pecado. continuó sin dar tregua a los allí reunidos El diablo campa por aquí a sus anchas. El diablo del oro, el diablo de la corrupción, el diablo de la fornicación...