-Estás riquísima niña. Lo dijo casi gruñendo. Te comía enterita. Eso trataba, besando y lamiendo cada trozo de piel de aquel cuerpo tostado y delgado que se erguía frente a él.
-Más, folladme, cobraros conmigo ya. Se levantó, y contempló a los dos gitanos, le vio más defectos que al principio. Venga hacedme lo que queráis. Estaba cachonda perdida y necesitaba polla.
Lara llevada por un impulso que no comprendía se colocó en el borde de la cama, su coño empapado, sacó el consolador, lo arrojó a un lado y separó sus labios con las manos. La bocanada de olor llegó a Salus...