En cierta forma, la situación de saberme observada me provocó un cierto cosquilleo en el cuerpo y empecé a pensar en todo lo que había hecho desde que había salido a la terraza y lo que había podido haber visto ese desconocido.
Había tanta gente apretujada que era imposible que nadie se diera cuenta de lo que sucedía y ese hombre se aprovechaba de la situación intentando que le dejara paso para colarse por debajo de mi corta falda.
Disfrutaba del silencio, de la brisa, tan solo acompañada de mis propios pensamientos sin que hubiera nada ni nadie que me interrumpiera...cerré los ojos para saborear ese momento y mis labios dibujaron una sonrisa al sorprenderme recordando al corredor que había despertado mi imaginación
En una ocasión al salir de clase, me preguntó si quería pasar rato divertido. Sin saber de qué se trataba, yo ya me estaba riendo segura de que se le había ocurrido alguna travesura. La idea era salir a la calle y con el pretexto de estar haciendo un trabajo sobre los hábitos sexuales
Nos conocíamos la montaña muy bien, todos sus paseos, el río donde íbamos a bañarnos y todos sus lugares secretos que finalmente se convertían en nuestros puntos de encuentro Ese año yo me encontraba al
Un sábado por la tarde me invitó a ir al cine, hasta entonces tan solo nos habíamos besado y poca cosa más yo me puse un vestido corto No iba muy cómoda porque constantemente tenía que estar alargando la falda que se me subía al andar...
Una de esas noches, Silvia nos invitó a una fiesta de pijamas en su casa y tras compartir algún porro nos dijo que nos había reservado una sorpresa para esa noche sacó una película X de debajo de una almohada y nos lo mostraba triunfante ante nuestros ojos
Una mañana de clase, Silvia nos trajo una de las revistas que su hermano utilizaba cuando se masturbaba. Creo que todas estábamos impacientes de que llegara la hora del descanso para que Silvia pudiera enseñarnos la revista. Algo nerviosas por la impaciencia, nos encerramos las cuatro en un baño...
Mi relato de hoy es una fantasía sexual y va dedicado a uno de mis lectores. Un lector muy especial con muchas capacidades, pero probablemente diferentes a las de cualquier otro hombre. Un lector que vino a este mundo condicionado por unas circunstancias que le obligan a tener una vida muy diferente
También me confesó que una de sus mayores fantasías sería ver a su esposa teniendo sexo con un desconocido, aunque rápidamente aclaró que tan solo se trataba de una fantasía y que no le gustaría que se convirtiera en realidad.
La idea de visitar de nuevo el sex shop y descubrir lo que ocurría en la sala de proyección de películas X se fue convirtiendo en una obsesión y un deseo irrefrenable al que finalmente sucumbí.
Me quedé sola en el salón esperando pacientemente a que terminara con sus preparativos sin saber que sorpresa me estaba preparando No es que transcurriera mucho tiempo, aunque a mí me pareciera una eternidad. Finalmente salió de la habitación y me pidió que le dejara taparme los ojos con una venda
De alguna forma en mi fantasía me veo como esas mujeres, posando con ropa sexy o desnuda. Me fijo en las poses que aparecen en las fotos más profesionales y cuando estoy sola frente al espejo del baño o de mi habitación, intento parecerme a esas chicas simulando que soy yo la que está posando
Un sábado mientras él estaba leyendo, decidí vestirme como una inocente universitaria que tenía que terminar sus deberes de dibujo
Veo esa escena como hipnotizada sintiendo como el calor de mis mejillas delatan mi excitación, mis manos se deslizan sobre la suavidad del picardías acariciando mis pechos al tiempo que entreabro mis piernas deseando sentir el cosquilleo del vibrador
La última fantasía de mi marido convirtiéndome en puta por una noche, me hizo despertar algunas fantasías que nunca hubiera podido llegar a imaginar y muchísimo menos que hubiera llegado a soñar como el que tuve a los pocos días de disfrutar de esa inolvidable experiencia
Un sábado por la noche después de haber cenado en casa y de haber bebido yo algo más de la cuenta, empezamos a bromear con nuestras fantasías y el me confesó que le daría mucho morbo que esa noche me vistiera como una fulana y saliéramos a dar un paseo en coche.
En ese juego de miradas furtivas, en alguna ocasión he sido especialmente traviesa saliendo de casa sin ropita interior y permitiendo que mi corta faldita mostrara algo más de lo que debiera, o que mi escote dejara adivinar que ese día no llevo sujetador.
Muchas cosas fueron cambiando desde que el juego empezó y estaba claro que yo ya no era la misma. Me sentía mucho más segura, más liberada, con ganas de experimentar cosas nuevas, de seguir explorando ese nuevo mundo que tanto me hacía disfrutar
Uno de esos días me decidí a entrar sola en un sex shop, aunque parezca increíble nunca se me había ocurrido entrar hasta entonces pero ahora las cosas habían cambiado mucho y sentí curiosidad por ver si encontraba alguna cosa que pudiera incorporar a nuestros juegos.
Una de las cosas que siempre han apasionado a mi marido ha sido la fotografía, ahí a donde hemos ido siempre se ha llevado la cámara de fotografiar encima. Yo terminaba un poco cansadita de tanto tener que escuchar ahora ponte ahí, pero ponte así no, no mejor ponte allí Pero con nuestros nuevos juegos, la cámara se convirtió en cómplice de nuestras travesuras.
Quería demostrarle que me había gustado su juego y que deseaba vivir nuevas experiencias. Así pues, fui yo la que se decidió por dar el siguiente paso y esa misma semana decidí prepararle una cena romántica con una sorpresa reservada para cuando el llegara del trabajo.
Al mirarme al espejo para ver como quedaba me vi bastante sexy y se me ocurrió que sería una sorpresa para mi marido que no me pusiera nada más salvo un abrigo de color rojo que escondiera mi secreto y no permitiera adivinar que llevaba debajo.