- sabes de donde vengo verdad Emilio, - si Elizabeth, - dime de donde, - de estar con armando, - si Emilio, estuve con el y quiero que sepas que la mayoría de las veces me penetro sin condón, Emilio agacho su cabeza y guardo silencio, supongo que no debe de ser fácil saber que tu esposa se ac
Atravesó una segunda puerta y entró de lleno al patio de la clínica, en donde era común ver pequeños grupos de jóvenes, algunos fumaban un cigarrillo pero otros se juntaban para invitarse alguna sustancia y claro, la presencia de socorro era algo que llamaba la atención de todos y es que por ordenes de don jeremías, socorro debía ir siempre vestida con traje sastre y su falda debería ir mas arriba de medio muslo, además que debía llevar medias negras y zapatos de tacon alto, así que con cada paso que daba exhibía sus bien formados muslos y la falda tan entallada remarcaba de forma perfecta su grande y bien formado trasero, dando un espectáculo tremendamente morboso
- ya lo escuchaste Gabriela, llora como una muchachita, - así es Martha, como una muchachita recién desvirgada, ambas comenzamos a reír, Martha tenia razón, la hombría de Ernesto estaba ya por lo suelos, continué moviéndome mas y mas rápido, y procuraba que con cada embestida mis caderas pegaran contra las nalgas de Ernesto,
- dígame señora Gutiérrez, ¿cuantos hombres han tenido la suerte de tener estas nalgas en sus manos? Ella guardó silencio unos instantes y después me respondió, - algunos Fabián - ¿algunos?, ¿cuantos?, cinco, diez, tal vez una veintena, - no Fabián menos, - en serio señora Gutiérrez, no me mienta, que usted tiene fama de ser toda una putita, - no Fabián, en serio,
Pose mi mano en uno de sus glúteos y comencé a frotárselos, me di cuenta que su piel no solo se veía tersa y suave, también se sentía igual, parecía que estaba acariciando un durazno suave y tibio, Martha por su parte comenzó a hacer lo mismo con su otro glúteo, - se siente bien, no es así, - bastante bien Martha, - ahora entierrale las uñas un poco, que comience a sentir dolor,
Deje quieta mi mano unos instantes y después le saque el dedo, la espalda de Emilio se relajó casi por completo, pero no iba a dejar que se librara tan fácil,