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Juego morboso

en Zoofilia

La historia que voy a contarles me sucedió en una de esas noches en las que uno cree que lo mas interesante que puede pasar es volver a su casa temprano.

Me dirigía con Rene y Marcelo a la casa de Paola, una compañera de colegio, con el fin de reunirnos para recordar aquellos tiempos en los que todos acudíamos a clases. Rene es un tipo medio fornido pero no tiene ninguna de las características típicas que suelen atraer a las chicas (pelo rubio u ojos claros) más bien era simpático y usaba lentes de contacto con la esperanza de que eso cambiase su situación amorosa. Marcelo en cambio (el negro, no hace falta describir mucho mas) tenia una suerte poco común teniendo en cuanto su aspecto, y yo bueno, nunca fui un as con las mujeres pero tampoco me faltaban. Para darles un panorama mío soy morocho, mido 1,80 , soy flaco pero no me faltan músculos y mis mejores atributos son mis ojos (negros pero expresivos) y mis brazos. (los tres, los dos de arriba y el de abajo, ¡ja!)

Volvimos a llegar tarde, para colmo llovía y como tuve que estacionar del otro lado y nos empapamos en pocos minutos, esperando que Paola nos abriera. Bajó muy linda, con un top muy escotado que hacía sobresalir sus enormes tetas. Rene todo mojado miraba directo al escote sin disimulo alguno a lo que Paola sonrió y lo miró con cierta picardía. Salió corriendo hacia adentro y nos gritó que nos apresuráramos.

Una vez adentro nos encontramos con todos los demás. Estaba Belén (La flaca), Majo, Alejandra y Ariel, el hermano de Paola. Ella nos invitó a ponernos cómodos y se fue a la cocina a custodiar las clásicas pizzas para reuniones aburridas. Más allá del espectáculo que nos ofrecían estas rotundas preciosuras femeninas yo sabía que me iba a aburrir. No hay que olvidar que después de 6 años de estar en el mismo curso uno se va acostumbrando y ya pierden ese encanto. Para mí eran como hermanas.

Sentados todos comiendo pizza y mirando tele mientras el bebé de Paola lloraba, el perro hacía quilombo y todos gritaban para poder hablar. Para colmo yo estaba con una remera semi mojada y el jean también que era de esos elastizados que se pegan al cuerpo y más en ese estado. Por suerte tengo una cola paradita y redonda así que no me preocupaba el jean, me preocupaba otra cosa

De repente Paola se paró y se fue a llevar al bebé a la cocina para callarlo. Yo fui tras ella tratando de idear una excusa para irme. Tamaña fue mi sorpresa cuando entré a la cocina y Paola se levantaba el top y dejaba sus pechos al aire para amamantar al nene. Eran impresionantes, tremendamente redonditos y con los pezones duritos de punta. No acababa de salir de la asombro cuando escuché lo que le dijo al bebé: ay pendejo calentón disfrutas cuando besas mis pezones, por eso lloras, porque deseas besar mis tetas todo el día. Bésamelas pendejo yo también quiero que te tomes mi leche

Me quedé pálido y con la verga hasta la garganta de parada. Acercó el bebé a sus pechos y éste de un sopetón comenzó a beber. Paola todavía no me había visto. Comenzó a gemir y con la otra mano se acariciaba la entrepierna. Me fui sin hacer ruido antes de que me descubriera. Al entrar de nuevo al living vi a Ariel (el hermano de Paola) jugando de manos con el Negro en el piso y todos riendo. El juego consistía en inmovilizar a Ariel y torturarlo, no en forma dolorosa sino con cosquillas o posiciones que dan calambre a cualquiera. El Negro tenía a Ariel agarrado del cuello y con las manos atadas a los pies y le decía: ¿y ahora quién es el más fuerte?

Este otro se reía pero no decía nada. Hasta acá todo normal hasta que el Negro lo hizo levantar del cuello y le dijo a Alejandra: Apriétale las bolas

Y ésta sin pensarlo le agarró bien fuerte el bulto. Ariel se reía y gritaba al mismo tiempo. La tenía re dura, se notaba entre las manos de Alejandra que más que las bolas le agarró la verga. Todos se reían mientras ella apretaba cada vez más fuerte. Pero de repente el negro apoyó su dedo índice directamente entre la rayita que formaban con el jogin las nalgas de Ariel. Comenzó a hacer ademán de metérselo. Y éste se quedaba. Ale seguía apretando. El negro presionaba cada vez más fuerte. De repente apareció Paola y dijo: ¡desnúdenlo! ¡Es un puto le gusta que le metan el dedo!

Ariel decía que no pero Ale y el negro lo desnudaron en pocos minutos. El tipo estaba en pelotas y con la verga a mil delante de todos. El negro lo obligó a agachársele enfrente de él. Mientras todos reían y Ale disimuladamente le bajaba los pantalones al negro quien acto seguido volvió a presionar con el dedo. En la cara de Ariel había una mezcla de dolor y placer.

¡Se lo enterró hasta el fondo y Ariel grito con todas sus fuerzas!

Yo sobresaltado estiré la mano y le agarré de lleno una teta a Majo. ¡Y qué teta señores! Ella sin sacarme la mano me dijo: ¡qué haces boludo!

Pero seguía quieta. El negro tenía los calzones por el piso y la verga durísima mientras Ale se la agarraba y le hacía una paja. Por nada sacaba el dedo del culo de Ariel. Cuando por fin lo sacó le metió otro dedo más grande, el que tenía entre las piernas

¡Se lo estaba cogiendo! ¡El muy puto se lo cogía!

Yo amasaba la teta de Majo mientras. Sentía una mano entre las gambas. Majo seguía sin moverse, callada, mirándome ya con las tetas al aire. La mano entre mis piernas era de Rene. No lo podía creer, ¡me tocaba la verga!.

Junto con Belén me la sacaron del pantalón y la chupaban entre los dos. Belén se la tragaba y yo sentía como el fondo de su garganta abrazaba mi cabeza. Ariel se cogía a Alejandra mientras a su vez le chupaba la pija al Negro. Le acabé en la cara a Rene y comencé a introducir mis dedos en los culos de Belén y Majo. ¡Cómo gritaban! Yo temía lastimarlas pero en cambio las dos me forzaban las manos para que las penetrara. Paola mientras tanto ya desnuda estaba obligando a que su perro le chupara la concha. Se notaba que no era la primera vez que lo hacía porque sabía cómo agarrarlo para que este no se escapara. De repente Ale se acercó a mí y Rene se fue con Ariel y el negro. Mientras las otras dos sentadas sobre mis manos me impedían moverme, Alejandra apretó mi verga entre sus tetas y comenzó a besarla y me decía:

Te gusta ¿no? Siempre lo quisiste Siempre lo supe

Ya no podía más. Me corrí sobre su cara y esto se ve que calentó a mis dos compañeras porque ¡comenzaron a lamerse mi leche! Yo no podía creer lo que veía: Mis tres compañeras tomando mi leche, mis amigos cogiéndose al hermano de Paola y Paola cogiéndose al perro.

Estaba medio cansado pero sentía que si apuraba un poco mi pija esta se pondría dura de nuevo. Me apoyé contra la puerta del departamento y esta se abrió de repente.

Era el viejo de Paola y su hermana chiquita.

Todos nos quedamos en pelotas y yo frente al viejo y la nena que miraba asombrada mi pija. Paola intento soltarse del perro ¡pero estaba pegada! ¡Dios mío qué vergüenza!

Cuando se pudo soltar se arrodilló frente a su padre pidiéndole mil perdones por ser tan puta. El viejo estaba helado. No se movía. Ella con la cabeza gacha y todos mirando. Yo seguía atrás de ella. De repente el viejo tomó su cabeza por atrás con un gesto tierno y la acercó hacia él. Ella seguía con la cabeza gacha y él le decía: yo te entiendo Pao, hay veces que uno no se contiene y

¡Y se la ensarto por la boca! Paola estaba casi atragantada y trataba de soltarse. Él no la dejaba y le decía ¡mostrale a tu hermana lo puta que sos!

A mí se me paró de vuelta. Cuando por fin logró soltarse le gritó: ¡Qué haces hijo de puta me querés coger, soy tu hija, tu nena, tu bebé!

Sí pero ya no soporto ver tus tetas jugosas sin poder besártelas. Me calienta ver como se te moja la remera de leche mientras comemos en la mesa. Ya no puedo

-Pero papito yo

Yo no me aguanté y la ensarté delante del viejo. Total, ni siquiera él podía hablar. Paola gritó: ¡Hijo de mil puta me duele el culo!

- Pero el viejo se apresuró y se la clavó hasta la garganta.

Una vez más ella trató de soltarse pero no pudo. Su hermana se acercó y al ver que sus pechos rebalsaban de leche le dijo:

Yo también quiero ayudar, y la lamió de arriba hasta la concha.

¡Chorreaba leche y jugo por todos lados!

Paola ya no ponía resistencia y yo penetraba a su hermana mientras papito se cogía a su hija. Cuando todo terminó nos fuimos yo Rene y el Negro en mi auto. Yo con miedo. Iba con dos putos y uno era sadomaniacosometedor. Se la sobaron un rato mientras yo miraba y conducía. Cuando llegamos a la casa de Rene este dijo, pobre no entiende nada. Y me la empezó a chupar. Era fácil deshacerse de mis pantalones porque también eran de Joguin. Y así acabé en la cara de los dos y me agradecieron la vuelta a casa.

Espero les haya gustado. Mándenme sugerencias, o historias.

Wilsek@aole.com