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Pequeños vicios

en Intercambios

Bien, creo que mi obsesión por Elena, comenzó a raíz de una conversación al salir de la facultad hace bastante tiempo. Desde que la conozco ha tenido novio, y siempre me he llevado bien con ellos, lo cual ya sería un buen motivo para que me dejara de interesar, pero es que encima no es demasiado guapa, es bajita y pecosa con un cuerpo rellenito aunque armonioso con buenas tetas y un culo respingón, quizás un poco grande para su tamaño pero nunca me la quité de la cabeza. Ella siempre a sido muy amiga de comentar o mas bien de insinuar las cosas que realizaba con su novio, y en una discusión entre risas le dijo a una amiga:

Anda y que te den por el culo.

No, que te den a ti, Elena.

A mí no que ya lo he probado y se lo que duele.

Esta frase se me ha quedado a lo largo de los años. En esa época yo no había practicado el sexo anal, y imaginarme haciéndoselo a ella, se convirtió en una de mis fantasías favoritas a la hora de masturbarme.

Lo que relato a continuación ha sucedido como 4 años más tarde, y ya hemos terminado la carrera la mayoría de nosotros. Mi novia actual se llama Bea, es un poco callada pero bastante caliente en la cama, es morena ,delgada y muy proporcionada ,es la típica niña bien. Yo me llamo Víctor y soy moreno y alto, bastante atractivo y siempre voy con la caña puesta a ver si cae alguna niña. Aunque respeto a las novias de los amigos ,por supuesto.

Los hechos ocurrieron en carnavales, en las Islas Canarias. Como todos los años la gente del grupo se ve en el kiosko de la facultad donde bebemos y bailamos. Allí estaban también Elena y Luis su novio, un chico muy simpático y agradable, y que físicamente es delgado, un poco bajo y morenito pero con mucho salero. Mi novia se fue a dar una vuelta con su hermana y otras amigas y yo preferí quedarme allí con los amigos. Con la bebida y demás me puse a contarle a todas las chicas de clase lo que me gustaba que me tocaran el culo, que no entendía por que a ellas les molestaba y las invitaba a que lo hicieran, ellas entre risas me lo palmeaban y yo iba a por otra, hasta que le dije lo mismo a Elena, en un momento en el que su novio estaba bailando con otra chica, ella sonrió y empezó a tocármelo con dedicación, a través de la delgada tela del disfraz y muy despacio, mientras me contaba riéndose que su novio no tenia culo. Fue un momento caliente, nos miramos a los ojos, y seguimos cada uno por su lado.

Serian las 6:00 de la mañana cuando decidimos irnos. Luis y Elena nos invitaron a su casa a dormir ya que yo estaba bastante bebido y era mejor que no condujera. Mi novia Bea me convenció y nos encaminamos a su casa que estaba cerca del mogollón. También se quedarían allí Juan Carlos que es un típico cachas, muy creído de si mismo y Lucía su novia, una rubia muy bonita de cara, con los ojos verdes, aunque sin mucho pecho, pero con un culo interesante.

La casa es alquilada y bastante pequeña, no dispone más que de un dormitorio y la cocina está en el mismo cuarto que el salón, por lo tanto Luis y Elena se quedaron en su dormitorio, y las otras dos parejas nos quedamos en un colchón cada una, en el salón.

Yo, por la hora que era, y por el alcohol me empecé a dormir enseguida, pero Bea me despertó y no tardé; en saber por qué. Juan Carlos estaba follandose a su novia Lucía allí mismo. Podíamos ver con la luz del amanecer que entraba a través de la cortina, los movimientos de él sobre ella, y oíamos el ruido de sus cuerpos rozando las sabanas y el colchón. Alargué la mano y toqué el sexo de mi novia. Ella me la intentó quitar pero no la dejé, y puse la suya en mi polla, nos masturbamos y después nos dormimos. Como siempre en estas fechas dormimos hasta media tarde, para después comer algo y volvernos a acostar hasta la hora de cenar. Juan Carlos y su novia se fueron a cenar con los padres de ella y nosotros acordamos prepararnos algo en casa.

Mientras cenamos y con unas copas de vino, no aguanté las ganas y les conté un poco lo que habíamos visto la noche anterior. Y ya se sabe las chicas empezaron con las risitas, y Elena preguntó todo tipo de detalles. Yo aprovechando la ocasión, les conté que todas esas cosas estaban de moda y que en Internet por ejemplo existían muchos sitios en los que se facilitaban los intercambios de parejas. Bueno lo cierto es que se estableció una especie de debate, en el que yo defendía los intercambios, Luis y Bea mi novia estaban en contra por diferentes motivos, y Elena más bien comentaba que ver a otra pareja haciéndolo al mismo tiempo, resultaría morboso.

Llegó la hora de salir, nos disfrazamos y fuimos al mogollón, pero esta vez un poco por el cansancio, o porque no teníamos muchas ganas de ese tipo de marcha, nos fuimos temprano las tres parejas a casa, más o menos a las 2.00 de la mañana, ni siquiera se nos ocurrió decir que esa noche si podíamos ir a nuestra casa. Lo cierto es que daba la sensación de que habíamos cruzado algún tipo de línea de la que no se regresa.

Bueno, por fin llegamos a la casa, aunque la verdad es que hablando muy poco, estábamos nerviosos todos, Juan Carlos y Lucía imagino que sospechaban que los habíamos oído y Luis, Elena y nosotros por la conversación que tuvimos en la cena, Luis como siempre rompió el hielo y se puso a hacer tonterías, nos reímos un rato y al final dijo que esa noche no tenía ganas de quedarse en el dormitorio con Elena, que se quedaba en el sofá. Y se tumbó allí, Elena dijo que no le daba la gana y se puso a su lado. Nosotros ya estábamos acostados en el colchón y quedamos pegados a ellos. Apagamos la luz, pero esta vez no ocurrió nada, Juan Carlos y Lucía se habían cortado con nuestros cachondeos y al rato nos dormimos.

Por la mañana desperté con la claridad que entraba al salón, y la imagen de la mano de Luis, que tocaba el culo de Elena por debajo de sus bragas. Me excité con el espectáculo, y comencé yo también a meterle mano a Bea. Ella reaccionó bien y nos empezamos a calentar. Luis y Elena se animaron al vernos, y vi como ella se quedaba en bragas enseguida. Bea en cambió se quitó toda la ropa pero sin salir de debajo de las sábanas, me subí encima de ella e introduje mi pene en su sexo con mucha facilidad. Yo había perdido la visión de la otra pareja, pero Bea no apartaba la vista de ellos, y en determinado momento también los oí follar, por el ruido del sillón. Miré hacia ellos y vi como Luis sentado en el sillón y mirándonos se dejaba follar por Elena que lo cabalgaba. Por fin podía apreciar aquel culo en todo su esplendor, lo tenía tan cerca de mi cara que vi hasta el ojete. Al mismo tiempo, en el otro lado de la habitación, Juan Carlos y Lucía se habían calentado con lo que sucedía a su alrededor, y se metieron en faena. Puse a Bea boca abajo y le introduje mi polla por el chichi. Así mirando hacia adelante vimos como se follaba Juan Carlos a Lucía, y la cara de placer de esta. Juan Carlos se quitó las mantas de encima, y pudimos ver su cuerpo musculoso encima de aquella mujer, que aparentaba no tener más de 18 años. Yo estiré mis brazos para atacar desde otro ángulo, y me apoyé en ellos, mientras seguía bombeando y casi sin pensarlo cuando Elena bajaba rozaba con mi hombro su culo. Solo con este roce me dieron ganas de correrme, pero me deje de mover, para aguantar un poco mas. Juan Carlos y su novia en cambio parecían protagonistas de una película porno, cambiaban mucho de posición, pero de una forma muy sincronizada y vaya polla que tiene el muy cabrón, así estaba su novia. Al cabo de un rato la puso a cuatro patas, y mojándose con un poco de saliva la punta de su polla, se la metió con suma facilidad en el culo a Lucía. A mi Bea nunca me había dejado, pero en esta ocasión parecía que la escena le gustaba, y se lo propuse, ella aceptó. Procedí de la misma manera que había hecho Juan Carlos, pero cuando introduje la punta de mi polla, me pidió que se la sacara, que no soportaba el dolor. Elena en seguida nos dijo que así no, que como no tiene el culo acostumbrado hay que hacerlo con más delicadeza, y procedió a enseñarnos.

Agarró un poco de aceite de la cocina, y se la extendió por la polla a Luis, al mismo tiempo que se la untaba en el culo. Después cogiendo la polla de su novio con la mano se la apoyó en el ojete y haciendo movimientos circulares con su culo, se la fue metiendo lentamente hasta que se sentó por completo sobre su novio. Yo no podía estar mas caliente con esta escena, pero Bea no quería cooperar, resulta que mis dos amigos sodomizaban a sus novias, y yo no podía realizar mi fantasía.

Luis se dio cuenta de la situación, y con ojos de vicio me dijo que si quería cambiar. Ahora sí que estaba salido, le dije que sí enseguida y me senté en el sillón a su lado. Elena se sacó la polla de su novio y se colocó con el culo en pompa, apoyé mi polla en su ano y entró con una facilidad pasmosa, debido a lo dilatado que estaba. Mientras mi novia me miraba con ojos de rencor y abrazaba a Luis que le besaba todo el cuerpo.

El culo de Elena por fin era mío y no me importaba nada más, ella se masturbaba al mismo tiempo y notaba pequeñas contracciones de cuando en cuando que me daban gran placer, cuando le llegó unas mas fuertes que supuse eran un gran orgasmo me corrí por fin, inundándoselo con mi leche. Caímos agotados a un lado y vi como Luis metía su lengua en el culo de mi novia, al mismo tiempo que la masturbaba y la hacía disfrutar, como nunca. Juan Carlos que ya se había recuperado del polvo con su novia, se acercó como un buitre sobre la mía, y vi los ojos de deseo con los que ella lo miraba.

Entonces me di cuenta de que ahora me tocaría pasarlo un poco mal a mí. Mi novia tocaba la musculatura de los muslos de Juan Carlos mientras le hacía una mamada de infarto, al mismo tiempo que Luis le seguía trabajando el culo. Ella estaba con el culo en pompa y puso a Juan Carlos acostado, insertándose su gran aparato hasta el fondo. Luis mientras le abrió el culo y echándose aceite introdujo su polla pero solo la punta ya que ella seguía dolorida. Así continuaron follando pero poco tiempo ya que Bea no aguantó mucho rato. Comimos algo y nos volvimos a acostar cada uno con su pareja sin comentar nada de lo que había pasado pero también creo que con un cierto sentido de culpa y al mismo tiempo de celos.

Autor: Roque Nublo