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La playa

en Hetero: General

Esta historia que voy a contaros ocurrió realmente hace tres años.

Todo pasó en Santo Domingo en un viaje que hicimos yo y mi novia. Ibamos de mochileros y nos encontrábamos en una de las muchas playas paradisíacas que existen allí y esa misma mañana habíamos hecho snorkel en el arrecife de coral cercano.

Mi novia era alta, morena, cada vez más por el sol que tomábamos y bastante atractiva, aunque a juzgar por las mujeres que nos encontrábamos en las playas pasaba algo desapercibida.

Ese día, tras bucear con un grupo de turistas acompañados de un guía local y de tomar algo de comer, decidimos ir a caminar un rato por la playa. Era un playa de arena blanca y fina, bajo un sol abrasador, caminamos durante 30 minutos sin encontrarnos un alma. Era maravilloso el pensar que uno podía sentirse el rey del mundo allí, sin nadie alrededor, realmente fantástico.

Mi novia y yo llevábamos muy bien lo del sexo, nos lo pasábamos bomba e incluso cada vez más nos íbamos atreviendo a hacer el amor en lugares insospechados, cosa que al principio nos daba un poco de corte. La verdad es que era una delicia follar con ella, por lo bien que lo hacía y las ganas que le poníamos.

En eso, mientras caminábamos, noté que ella empezó a comentar de forma malvada el gran polvo que habíamos echado dos días antes en el hotel, lo cierto es que empezó a decir lo bien que lo había pasado y lo guapo que yo estaba en aquellos momentos. Yo tampoco ahorré esfuerzos en comentar lo guapa que ella estaba con ese bikini que se había comprado la noche anterior en el pueblo. En poco tiempo, mi miembro empezó a ponerse erecto y ella, que no es tonta, se dio cuenta. Yo llevaba un pantalón corto de hacer deporte, ya que durante el viaje perdí mi bañador. Ella el bikini amarillo que resaltaba sobremanera sus hermosos pechos y en la parte de abajo ese culo casi perfecto aunque algo pasado en kilos, pero igual de apetitoso.

Mi miembro tomó forma y ella no lo dudó. En aquella playa solitaria y bajo ese sol, se decidió a besarme como nunca lo había hecho antes. Su boca besó la mía y nos quedamos de pie, su lengua entró en mí y llenó mi lengua de su saliva, caliente y jugosa. Mientras, sin dudarlo, su mano rozó mi pene lo que hizo que aún me pusiera más caliente. Acercó sus labios al oido y me susurró: "no te muevas, bonito, ya verás lo que te voy a hacer". Sin dejar de tocar mi miembro erecto con su mano agachó su cuerpo y empezó a morderme despacito los pezones, eso me puso frenético. Yo miré hacia ambos lados de la playa intranquilo por si alguien se acercaba, pero podía divisar la inmensidad de ésta y nada se movía, entonces me relajé.

Sus manos habían bajado ya mi pantalón y habían dejado mi pene al sol. Esta situación me resultó excitante ya que casi nunca me había visto a la luz del sol con semejante empalmamiento. Entonces agarró el miembro y empezó a pajearme, moviendo su mano rítmicamente. Me miró y yo la miré a los ojos y entonces bajó la mirada pícara y su lengua se deslizó hasta la punta de mi glande. Yo me estremecí de gusto cuando paso su lengua por todo el pene mientras su mano derecha me acariciaba los testículos y su mano izquierda me estimulaba el ano. No me lo podía creer, allí en medio de nada y recibiendo tan fenomenal mamada.

Ella cogió el ritmo y se metía mi pene en su boca una y otra vez, además acompañaba sus movimientos con la mano y hacía que la erección fuera impresionante hasta tal punto de que pensé en correrme de un momento a otro. Yo veía su cabellera morena moverse al compás de cada embestida, su culo sobresalía y sus pechos se bamboleaban al son del movimiento. Yo estaba completamente desnudo, lo cual me pareció jugar con desventaja, así que agarré su cabeza con mis manos y paré su movimiento, le dije: "cariño, quiero que tu también te desnudes". Ella sonrió y sin vacilar se quito la parte de arriba dejando ver sus hermosos pechos, casi perfectos. Sus pezones estaban tremendamente duros y morenos. Procedió entonces con la parte de abajo, pero para ello se tumbó en el suelo abriendo sus piernas para dejarme ver aquello con una perspectiva mejor. Su sexo estaba depilado y podía notarse la humedad que emanaba por momentos.

Su cuerpo era perfecto y me entraron ganas de montarla allí mismo pero estaba tan excitado que la incité a que acabara con lo que había empezado. Se metió de nuevo el miembro en su boca mientras sus dedos empezaban a frotarse suavemente el clítoris, ella estaba también a tope. La avisé de que mi descarga llegaba y entonces apartó su cara para poder ver el enorme chorro de semen que salió de mi pene. Una y otra vez el líquido blanco salió de aquello, me corrí como nunca antes lo había hecho, incluso lo agarré con mi mano para exprimirlo aún más. Me quedé como aturdido de semejante descarga, y me tumbé, mientras ella no dejaba de sonreir.

Mi cabeza me decía que aquello había podido conmigo, pero sólo ver aquella hermosura tumbada junto a mí me hizo considerar que no podía fallarla y que debía de darle placer yo también a ella. Propuse un baño rápido para así aprovechar y limpiarme, ya que entre el semen y la arena me había puesto perdido. Ella entró en el agua antes que yo, corriendo delante de mí, sus fenomenales pechos se bamboleaban de lado a lado, todo ello sin dejar de sonreir, excitándome a tope. Con el agua por la cintura la agarré y la puse de espaldas a mí. Tomé sus pechos con mis manos a lo que ella respondió con un suspiro. Mi lengua jugueteaba con su oreja y sus pezones volvieron a ponerse duros con mis pellizcos.

Mi pene no se había aflojado demasiado y me planteé el follármela en la orilla de la playa, como en las películas. Mientras mi dedo entraba en su vagina, aún de espaldas a mí la cuchicheé en la oreja: "voy a follarte en la arena hasta que te corras", a lo que ella respondió "lo estoy deseando, tonto". Caminamos unos cuantos metros así, pegaditos, ella agarrada a mi cuello por detrás y yo tocando sus pechos y metiendo un dedo en su coño.

Llegamos a la orilla y la tumbé boca arriba. Estaba preciosa. Tremendamente excitada. Sin decirle nada, abrió sus piernas y me dejó ver su sexo sudoroso y mojado por el agua de mar mientra ella se acariciaba los pechos. Pensé en chuparle aquello pero supuse que estaba suficientemente excitada así que acerque mi pene a su boca para que acabara de ponerme duro aquello que le iba a meter en breves momentos. Mientras me mamaba el miembro miré de nuevo a ambos lados de la playa por si hubiese alguien y por sorpresá pude comprobar una sombra lejana. No le dí importancia ya que ella sin vacilar se sacó el miembro de la boca y tumbándome a mí boca arriba, se puso encima y se metió mi pene hasta dentro de su vagina.

El temblor que nos entró a los dos fue espectacular. El pene entró hasta el fondo de un solo movimiento a lo que ella respondió con un alarido de gusto que debieron escuchar hasta los peces tropicales. Ella cabalgaba sobre mí como poseída, sus tetas se movían a golpetazos y sus brazos agarraban mi torso de manera que incluso me hacían daño. Entonces se corrió, noté como agarraba mis brazos de manera tremenda y como volvió a soltar un grito de placer. Entonces sin sacar mi miembro de allí dentro la volteé y me puse encima. De esta manera sabía que ella estaría a mi merced, pudiendo clavar mi pene para que se corriera unas cuantas veces más.

Cerré los ojos y me concentré en follarla despacio, escuchando los gemidos que ella soltaba. Metía mi miembro poco a poco deslizándolo en susu flujos vaginales, empujaba con fuerza y la sacaba al compás que marcaban las pocas olas que mojaban mis pies. Entonces... su mano toco mi pecho y me paró, abrí los ojos y ella me insinuó que mirara a la derecha. Cual fue mi asombro al ver que una joven había caminado hasta allí y no hacía más que mirarnos, callada, ¡ nos había pillado follando en medio de la playa ¡.

Paré de moverme, pero aún dentro de ella, los dos la miramos. Ella era rubia, parecía nordica, de unos 25 años, esbelta, con poco pecho pero muy guapa, sólo llevaba un tanga de color negro que dejaba intuir el culazo que tenía. No hizo nada, sólo miraba, entonces, mi novia me agarró el culo, me empujó y me movió de manera que empezamos a follar nuevamente. Esta situación provocó un bombeo espectacular en mi miembro. El morbo de ver como la otra chica nos miraba hacía que aquella experiencia resultara doblemente excitante. Mi novia debía sentir lo mismo porque a los pocos segundos volvió a gemir de nuevo.

Miré hacia la chica y con un movimiento de ojos la incité a que se acercara. Así lo hizo, agachándose y poniéndose a escasos centímetros de nosotros. Yo seguía follándola y entonces se agachó aún más y cual fue mi sorpresa al comprobar como acercó su hermosa boca hacia los pechos de mi novia y empezó a chuparlos. Parece que a mi novia le gustó y pronto se besaron en la boca. Nuestra amiguita estaba de rodillas besando a mi chica, así que sin dudarlo, y sin para de meter y sacar mi miembro, con mi mano derecha bajé el tanga a la rubia. Su coño también estaba depilado y era hermosa de verdad, parecía excitada y claro que me dí cuenta al ver que ella no dudó en hacerse un dedo delante de mis propias narices.

Era impresionante, yo, un tío normal, con dos bellezas, echando el mejor polvo que me pudiera imaginar en la mejor de las playas. Estaba a punto de correrme, pensé en hacerlo, pero aquello no podía acabar así, sabía que no aguantaría una tercera corrida, y esa rubia me atraía demasiado. Así que saque mi pene, que estaba enorme, como nunca, y me incorporé. Entonces nuestra rubia no dudó en ir a por el sexo de mi chica, empezó a chuparlo como una leona y pasando su pierna por encima de la cabeza de mi novia, dejó claras sus intenciones.

Yo ya no podía creer aquello, mi chica me miró como un poco asustada pero nuestra mirada cómplice hizo el resto. Ella agarró su culo y empezó a devolverle la mamada que la rubia le estaba regalando. Por unos momentos miré a mi alrededor. Dos mujeres haciéndose una mamada espectacular, y yo allí bajo ese sol y totalmente empalmado, con unas ganas locas de correrme.

Esperé un minuto y contemplé el panorama, empecé a tocarme el glande y luego toda la polla, comencé a hacerme una paja. Pensé como tirármelas a las dos, pero creo que era imposible. Entonces, agarré a la rubia por las piernas y la puse a cuatro patas, mi novia se quedó sentada apoyada en sus manos con la cabeza de la nórdica en su coño, que seguia haciéndola estremecerse de placer. Me decidí y tras dar un repaso al clítoris de la rubia, metí mi punta y todo lo que siguió después. Despacito y luego aumentando el ritmo, mi novia empezó a chillar de gusto con la mamada que le estaban haciendo. La nórdica movía su culo en busca de mis embestidas y llevaba el ritmo con la intención de metérsela toda tantas veces quería. Al fin, no pudo más ante mi follada y se corrió entera, lanzando unos gemidos de placer que nunca antes hubiera imaginado.

Sólo faltaba yo, estaba a punto, cuando estuve preparado me puse de pie, y dije "it is coming", me salió en inglés... ellas se arrodillaron ante mi polla y fue mi novia quien con destreza la llevó hacia el éxtasis. La rubia acomodó su boca, eso si, sin dejar de chupar la puntita con la lengua, para recibir toda mi leche. Salió a borbotones, y lo único que recuerdo fue el tremendo grito de placer que solté cuando explotó todo mi semen en sus caras.

Entre las dos, sobre todo la nórdica, no dejaron ni gota, mi pene se aflojó rápidamente ya que según calculo ahora mismo estuve empalmado al menos una hora y cuarto.

La desconocida se fue rápidamente después de darnos un beso a los dos, y mi novia y yo soltamos una carcajada, nos vestimos y nos fuimos a tomar una siesta a la sombra de una palmera. Nunca volvimos a ver a aquella chica, ni nunca más lo hemos vuelto a hacer en una playa, pero cada vez que nos acordamos... se nos ponen los pelos de punta.