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Mi pequeña Valerina (1ª vez)

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Valerina es la menor de tres hermanas, nietas del dueño del instituto en donde yo trabajo como instructor deportivo. Sus padres fallecieron en un accidente aéreo, por lo cual mi jefe, su abuelo, las ha criado como si fuesen sus hijas, aunque él ya tiene casi ochenta años de edad. El instituto cubre un horario desde las 7:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. y a mí me viene de perlas el vivir en la acera de enfrente, ya que estando concentrado trabajando sólo allí, puedo cubrir mi horario de trabajo con comodidad y, además, tengo los días viernes libres de carga laboral, por lo cual me doy el lujo de tres días consecutivos los fines de semana.

Cuando comenzó lo que hoy les relataré, Valerina tenía 9 añitos cumplidos, aunque su estatura ya indicaba que un precoz desarrollo pronto se haría manifiesto. Me hallaba yo en la Biblioteca del instituto solo, pues ya había finalizado el primer período del año escolar, y estábamos unos pocos docentes pasando notas como yo. Casi a las 6 de la tarde, entra Valerina vestida con su una licra azul celeste y una franelita sin mangas, a rayas, y hasta medio cuerpito, con lo cual se le veía un muy bello y redondo ombligo (soy un fanático adorador de ombligos, pues me parecen sumamente sexys); se me acerca jugueteando, me saluda con un besito y me dice "Tío (así me trata), dice mi abuelito que si puedes quedarte cuidándome en el colegio hasta que él regrese de buscar a María Teresa e Irina (sus hermanas mayores) en la piscina, llevarlas a casa a cambiarse para luego dejarlas en la fiesta de esta noche"... Está bien -le dije-, pero dile que si se tarda mucho cierro y nos vamos a mi apartamento, a lo que ella asintió corriendo alegremente y diciéndome "Ok, tío, voy y vuelvo en seguida".

Al rato, ya estaba de regreso con su morralito, donde tenía el uniforme usado del día, sus útiles y alguna muñeca. Se sentó a realizar sus asignaciones, cerca de donde yo estaba y, a ratos, me preguntaba alguna cosa que yo le respondía. Serían como las 7 cuando terminó sus tareas; ya yo había concluido con las notas y me había dedicado a revisar revistas de la Biblioteca. En una de esas me estiro a todo lo largo para desaletargarme y Valerina se me acercó y sentó encima de mí al estilo jinete (cada pierna a cada lado) y me abraza y besa diciendo "Hola, caballito... arre" y con la misma se menea encima frotando su cadera sobre la mía como quien quiere galopar. Como le respondí con un bostezo, se tranquilizó un momento y se estrechó hacia mí. Terminé de rodearla con mis brazos, deslizando suavemente mis manos por su espalda descubierta parcialmente. Mientras, ella respiraba suspirando en mis oídos, lo que comenzó a excitarme un poco, y mi pene comenzó a endurecerse en pleno contacto con su cuquita que se abultaba más aún con la licra.

Como estábamos solos, y a ella parecía no importarle el contacto de su vulva con mi endurecido pene, hasta el punto que se movía como buscando tal contacto, me atreví a deslizar mis manos sobre sus nalgas que se pronunciaban y se sentían tal cual son gracias a la licra... Ella suspiraba aún más, por lo que seguí adelante estimulando su orejita con mis labios. En eso levanta su carita y me mira con dulzura diciendo "Tío, ¿tú me quieres?, a lo que le respondí "Claro, mi cielo bello, yo te quiero muchísimo"... Valerina se contenta y me da muchos besitos por toda la cara, hasta que me da uno en los labios y se detiene mirando mi reacción "Ay tío, ¿te molesta que te de un piquito como a mi abuelito?... "No, chiquita", le respondo, y me levanto cargándola con mis manos en sus nalguitas, la llevo a una de las mesas donde la deposito suavemente, la acuesto y le digo "ahora soy yo quien te va a dar muchos besitos por todas partes" y comenzando por su cara, incluyendo varios piquitos largos, le puse una mano en la cadera, sobando tiernamente hasta colocar la punta de mi dedo medio en el ombligo y la base de la misma en su vagina hinchada, moviendo la mano para estimular el ombligo pero realmente para sentir su cuquita redondeada y abultada sobre la licra.

Valerina se ríe con la caricia. Le pregunto si le gusta la cosquillita o si le molesta, a lo que responde "Sí tío, me gusta mucho... sigue haciéndome esa cosquillitas allí". Entonces vamos a hacer algo mejor... Vámonos para la casa y allí jugamos a la cosquilla en mi cuarto, donde tenemos mi cama que es bien grande, a lo que Valerina, entusiasmada respondió con una "Sí. Qué chévere".

Al entrar se fue corriendo a mi cuarto y me gritó "Te espero en la cama, tío". La encontré acostadita en mi cama, con las piernas entreabiertas... Le dije que, como había pasado todo el día en clase, quería cambiarme la ropa, a lo que asintió diciendo "Cámbiate rápido, pues, que quiero que me sigas haciendo la cosquilla sabrosa". Le dije que estaba bien, pero como iba a verme cambiarme tenía que jurarme que no se lo diría a nadie jamás, porque si no más nunca jugaría a las cosquillas. "Está bien mi tío querido". Ya en interiores se me notaba el pene bien erecto, a lo que Valerina dijo "¡Uy, tío, qué grande tienes el pipí" y se acercó arrodillada en la cama poniendo una mano en mi paloma. Le dije "Luego te dejo agarrarla, pero ahora quiero darte besitos en el ombligo. Se acostó nuevamente y me acerqué besando su ombliguito mientras con mi mano puesta en su vagina se la acariciaba por encina de la ropa. "¡Qué rico, tío, dame más besitos y cosquillas". Luego le levanto la franelita para besarle su barriga, sus pechitos sin desarrollar aún, mientras ella se la termina de quitar.

Después bajo de nuevo hacia el ombligo, luego el vientre, y ella se comenzó a bajar la licra dejando ver sus pantis ajustaditas, floreadas. A todas estas ya estoy súper excitado, que me reviento de la excitación... Le termino de quitar la licra y le bajo suavemente las pantis, a la vez que voy besando cada vez más bajo... el vientre... el monte de venus... La vagina... sus labios infantiles... Le saco toda la panty y ella abre totalmente sus piernas y con la lengua le comienzo a dar su primera mamada, con lo cual su gozo es extremo, pegando pequeños chillidos de placer mientras mi lengua se pasea por dentro y por fuera de su virginal cuquita... Llego a su tierno y divino clítoris y a lenguazo le provoco su primer orgasmo al tiempo que se mueve rítmicamente. Luego vendría otro de sus aprendizajes conmigo: su primer chupete a mis 13 cms., pero eso será parte de la próxima historia.

Alí-Bombo