miprimita.com

Solas las dos

en Lésbicos

Hola me llamo Andrea y tengo 13 años y les voy a relatar lo que ocurrio con una buena amiga mia que se llama Cristina y tambien tiene 13 años como yo.

 Eramos amigas de toda la vida,por ese motivo, no teníamos secretos la una para la otra. Sin embargo, había un tema tabú entre nosotras: el sexo.
 No es que ninguna de las dos mantuviéramos en secreto nuestros escarceos amorosos, las citas, los rollos sin importancia de cualquier fin de semana. Simplemente, no tocábamos ese tema, no profundizábamos en él. Tampoco, creo que, ninguna de las dos buscáramos los motivos de esa falta de comunicación en un tema concreto, en esa parte de nuestra intimidad. Las cosas siempre habían sido así y resultaba normal.

 Lo que sí parecía estar muy claro, en lo que no teníamos ninguna duda al respecto es que ambas teníamos inclinaciones heterosexuales. Jamás pude ver un sólo gesto en Cristina, cualquier tipo de comentario, actuación, pensamiento, que me indicara lo contrario. Poco sabía de su vida sexual, pero sí llegaban a mis oídos comentarios de si había estado con fulanito o menganito. Incluso, ella a veces me lo confesaba abiertamente; como un pequeño comentario sin importancia, sin entrar en ningún tipo de detalle. Tampoco yo hacía absolutamente nada por indagar en esa parte tan íntima que ambas eludíamos.

 Por eso, cuando aquella tarde Cristina me rodeó con sus brazos, mi sorpresa fue mayúscula. No pude contener un gesto de asombro, además de encenderse mis mejillas. Consciente de ello y considerando que aquello era una prueba de desaprobación, Cristina quitó inmediatamente sus brazos y echó mano del vaso que tenía al lado.

 Pasados unos instantes, y cuando ya el vaso ocupaba su lugar original, le cogí una mano y se la acaricié con más suavidad que de costumbre. No pensaba muy bien lo que estaba haciendo... No podía imaginar que Cristina pretendiera algo de mí, así que mi intención en un primer momento, era extenderle la mano suavemente dándole a entender que nada había sucedido que su comportamiento no me había molestado.
No había en ello, sin embargo, un gesto intencionado y claro para que ella supusiera que podía continuar con sus propósitos fueran cuales fueran. No era al menos mi pretensión; no había pensado en ello.

 Pero Cristina consideró que tenía una puerta abierta, o quizás no le importara en absoluto siempre y cuando a mí no me molestara.

Sus manos comenzaron a acariciar las mías mientras continuaba hablándome con una sonrisa pícara dibujándose en su rostro. No recordaba que nunca jamás Cristina me hubiese mirado de aquella manera...

 Con la punta de los dedos, comenzó a acariciarme los brazos, haciendo pequeños círculos, llegando más arriba con cada una de sus caricias. Con la excusa de sentarse más cómodamente, se acercó más a mí... Sus manos dejaron de acariciar mis brazos y pasándome una mano por encima del hombro comenzó a acariciarme la nuca. No pensaba aún en nada que tubiera relación con el sexo, simplemente me encantaba que Cristina me acariciara, los hombros, la nuca, la espalda. Viendo que disfrutaba con ello, ella rodeó el sofa y colocándose a mi espalda, empezó a hacerme pequeños masajes por los hombros y la espalda. No sé que me encantaba más, si sus caricias o sus masajes...

 Pronto me desabrochó la blusa, apenas un par de botones, con el fin de dejar mi espalda libre y acariciarme con más facilidad. Al cabo de un tiempo, sus manos iban resbalando suavemente desde los hombros hasta mis pechos. Como si no tubiera importancia alguna, como si ni siquiera lo pretendiera, cada poco, en cada movimiento, sus manos llegaban más abajo cada vez, acariciando y palpando mis pechos sin ningún recato.

 Muy pronto mis pechos se convirtieron en el único punto de atención... Para entonces yo simplemente había cerrado los ojos y me dejaba hacer, sin pesar dónde acabaría aquello, que pasaría... No había después; simplemente disfrutaba del momento sin entrar en otras consideraciones. Cristina, sin dejar de acariciar y sobarme los pechos con sus manos, me besaba la nuca y me pasaba la lengua por los hombros.

 No había sido totalmente consciente de ello, pero hacía un buen rato que estaba completamente desnuda de cintura para arriba. No podía verla, sólo sentirla, pero notaba que ella también se había desprendido de su camiseta ( recuerdo que aquel día no llevaba sujetador ). Con suaves movimientos, mientras me acariciaba la nuca, la espalda, se detenía en mis pechos jugando con mis pezones durante largo tiempo, mientras gozaba con sus caricias, con sus labios, con sus besos en los hombros, la espalda, mientras tanto, también podía notar en mi espalda sus pechos desnudos. Sus pezones totalmente erectos resbalaban por mi espalda acaricíandome y, supongo, contribuyendo a aumentar su excitación.

 Con una mano, Cristina me tapó los ojos; no hacía ninguna falta puesto que yo estaba allí, inmóvil con los ojos cerrados disfrutando. Dando la vuelta y sin apartar su mano de mis ojos, se puso enfrente de mí. Cuando quiso apartarla, sus labios ya estaban en mis pezones, estrujándolos con ellos para continuar lamiéndolos con la lengua. Sus manos fueron resbalando lentamente esta tocarme las braguitas.

 Estaba completamente empapada, y excitada; hacía muchísmo tiempo que no estaba tan excitada como aquel día. Me acarició el sexo por encima de las braquitas como queriendo empaparlas por entero. Cuando me quise dar cuenta, tanto mi falda como mis braguitas yacían en el suelo...

 Sentí que Cristina se agachaba un poco más al tiempo que su mano dejaba de acariciar mi sexo y se centraba en mis pezones una vez más. Noté sus manos durante un momento separarme las piernas y tirar un poco de mí hacía el borde del sofá, para nuevamente cogerme los pezones con las punta de los dedos y moverlos de un lado a otro con gran suavidad.

 Sus labios iban resbalando por mi vientre sintiendo cada poco como su lengua hacía lo propio. De repente, sentí su aliento en mi sexo y su boca besarme los labios. Su lengua recorría de arriba a abajo todo mi sexo; primero con movimientos muy suaves y superficiales, a continuación, con movimientos más rápidos. Cristina, sabía lo que hacía.

 Obviamente, había disfrutado muchas veces de aquella práctica con algún que otro chico, pero con Cristina era diferente. Ella sabía qué hacer en cada momento, lo que yo quería, qué me daba más placer y hasta donde llegar...

 Comenzó a centrarse en mi clítoris y durante un buen rato parecía querer succionarlo con sus labios, moderlo muy suamente, pellizcarlo suavemente. A continuación, sus manos fueron resbalando por mi cintura, me acariciaron el bello púbico y luego uno de sus dedos penetró en mi sexo. Su lengua movía de un lado para otro mi clítoris y y ya un par de sus dedos entraban y salían de mi sexo, moviéndose dentro.

 Mis gemidos delataron que estaba a punto de llegar al orgasmo y Cristina comenzó a aumentar de intensidad sus movimientos, penetrándome con sus dedos aún con más fuerza y pegando toda su boca en mi clítoris. Yo me movía en el sofá, casi impidiendo que Cristina consiguiera su propósito, hasta que mi cuerpo se inundó de un orgasmo que hizo erizarse todo el vello de mi cuerpo y adentrarse por todos los poros de mi piel. Sin cerrar los ojos, me dejé caer en el sofá para seguir disfrutando los últimos coletazos de aquel inmensó placer que me inundó.

 Agachándose un poco, ella me besó suavemente en los labios. Al instante abrí los ojos, sin decir palabra. Cristina se dirigía hacía la puerta mientras se ponía su camiseta. Al instante, sentí como la puerta de la calle se cerraba.

Aquella, había sido la primera sorpresa que Cristina me había dado, aún quedaba mucho más...


 Autor: ANDREA e-mail: ANDREARODRIGUEZ@HOTMAIL.COM