miprimita.com

Luna llena

en Hetero: Primera vez

Debo confesar que lo que ahora les relataré me ha tenido algo inquieto durante muchos años. Siempre ha sido mi secreto mejor guardado y que ahora en estas líneas me atrevo a contarles.

Es dificil comprender hasta dónde podemos llegar cuando el instinto, la juventud y el ardor se apodera de nuestro lado animal . Es verdad que el sexo lo puede gatillar todo en un abrir y cerra de ojos. Esto sucedió hace muchos años , cuando hacia el servicio militar y contaba con apenas 18 años de edad.

Mi madre esperaba en casa como en cada fín de mes. Ansiosa de poder verme después de haber pasado una larga jornada en el regimiento. Mi madre se sentía muy sola ya que despues de haber fallecido mi padre, no hacia más que llorar la notoria ausencia de mi pobre viejo. Ella vivía sola en casa ; aislada y renuente a seguir manteniendo contactos sociales con los vecinos , otros familiares o con sus amistades de antaño.

Me saludó con un fuerte abrazo y el infaltable beso en la frente. Cada día estás mas guapo hijo mio y yo cada vez más sola y vieja. En verdad me había convertido en un exelente atleta, gracias a los constantes ejercicios del regimiento. Era un chico delgado pero de marcada musculatura, de 1 metro 70 de estaura y que gracias a mis ojos claros y mi cara de niño, me habían ayudado para atraer la atención de muchas chicas jóvenes de ese entonces. Mi madre tenía 57 años en el tiempo aquel, pero sus achaques y su constante amargura le habían convertido en una anciana de 70 años. Mi madre sufría fuertes depresiones que la aislaban cada vez más de su entorno e incrementaban sus problemas del corazón y para poder respirar.

No pasó mucho tiempo en que mi madre cayó en cama muy enferma. Yo estaba muy angustiado porque sabía que muy pronto vendría el desenlace de todo esto. Se estaba repitiendo la historia de mi desaparecido padre y había muy poco que hacer. Ante esta dificultad, un familiar lejano envió a su hijastra a cuidar de mi ahora difunta madre ; a sabiendas de que con ese favor podría obtener algo de la herencia de mi vieja.

Cuando llegé a casa al mes siguiente, me extrañó la juventud de aquella pequeña. Una muchacha muy inquieta, que en ese tiempo no tenía más de 12 años de edad. Le pregunté a mi madre porqué esa niña no estaba estudiando y porqué la habían enviado desde tan lejos. Mi madre me dijo que la niña no podía hablar y que no la aceptaban en ningún colegio, pero que en los quehaceres de casa, lavar ropa y cocinar se había puesto muy experta, y que era lo único que sabía hacer (muy bien por demás).

Lorena era su nombre. Una muchacha morena de ojos marrón, muy delgada pero bastante alta para su corta edad (1 metro y 65 apox.). Casi siempre asentía con la cabeza cuando mi madre le pedía anguna cosa o le daba alguna instrucción. La mirada de Lorena siempre me buscaba como queriendo llamar mi atención.

Debo decir que en casa todo relucía. Mi madre era muy bién atendida por esta niña, quién se había ganado con merecimientos el mejor cuarto de la casa y una mensualidad por sus servicios. En una ocasión mi madre me solicitó que acompañara a Lorena a comprar algo de ropa y que la sacara a pasear por alguna parte de la ciudad. Lorena vivía encerrada casi todo el día en casa, atendiendo a mi madre y no había tenido ocasión de preocupárse de ella mísma.

Nos dirigimos a la ciudad para comprar algunos vestidos y zapatos (falta que le hacían en verdad). Lorena me hizo entender que yo elegiría la ropa que comprase, así que entramos juntos a la tienda y comenzó a probarse varios modelos de vestir. Ella estaba muy contenta y lo hacía notar. En cada prueba de ropa me miraba y sonrreia coquetamente, esperando que asintiese ante su femenidad y ante sus gustos de vestir. Lorena terminaba de probárse unas zapatillas, pantalones ajustados y una corta polera que le hacían resaltar su larga cabellera, sus formadas piernas y su marcada cintura. Lorena se estaba desarrollando y se estaba convirtiendo en una atractiva señorita y me gustaba verla felíz. Los familiares de Lorena ,al parecer ,no se habían preocupado mucho de ella, ni de su floreciente derpertar femenino.

Después de hacer las compras de ese día fuimos a comer amburgesas y a tomar helado. No pasó mucho tiempo en que Lorena me señaló en dirección al mar, así que nos dirigimos hacia la playa. No era época de verano, pero Lorena deseaba bajar hacia los roqueríos de la costa, seguramente para tener una mejor vista del mar. Bajé del muro de contención ,que tenía casi un metro de altura y luego me dispuse ayudar Lorena para que pudiera bajar hacia donde yo estaba. Lorena era una verdadera pluma y cuando ya tenía entre mis manos su morena cintura; con delicadeza la envié hacia mi cuerpo para ayudarla a descender. En un instante sentí que se estremeció entera con el simple contacto de mis manos. Con el impulso que había tomado, su rodilla rozó levemente mi pene, aunque no presté mucha atención en ese primer momento.

Sus pequeños senos se apoyaron sobre mi musculoso pecho y sin que sus pies alcanzaran aún la playa, me tomó de la cabeza y me besó con expontánea pasíón. Sin pensar lo que sucedía en aquel momento, me dejé llevar por ella y le respondí con mayor intensidad. Mis manos acariciaban su fina espalda y su pelo; mientras nuestras lenguas de enrredaron en una danza de fuego y deseo juvenil. Continuamos nuestro apasionado beso y en aquel instante, mis manos comenzaban a acariciar su desnuda cintura y luego, a recorrer suavemente las insinuantes curvas de su exquisito, apretado y naciente trasero. Lorena se contorneba con el toque de mis manos e insistía en acercar su pelvis contra mi apretado y ahora , muy despierto pene. Podía sentir todo su palpitar cuando apretaba sus pequeños senos contra mi pecho. Esa niña, ahora comenzaba a susurrar de placer entre nuestras enrredadas lenguas pero entonces, me detuve.

La dejé bajar sobre la arena. Ella me miraba algo consternada como pidiendo una explicación, entonces de dije que estaba mal y que no era correcto. Yo tenía 18 años y ella recién comenzaba a salir de sus 11 años, que era una hermosa niña , pero muy joven aún y que llegaría este momento en pocos años más. Yo no lo podía creer. La forma en que me había dejado llevar no era correcta para un joven responsable de mi edad. La besé en la mejilla, esperando que me entendiera y nos devolvimos a casa. Así como había llegado ese momento irracional "de mi parte", así también se fué muy fugazmente.

Al mes siguiente conocí a una chica muy bella y de exquisita figura. No pusimos de novios y comenzamos a salir. Cada vez que llegaba mi novia a casa , Lorena hacia notar sus celos de niña haciendo sonar muy fuerte la puerta de su habitación, o quebrando alguna loza en la cocina. Mi novia era realmente exquisita pero no me permitía llegar donde yo quería. Sus padres eran muy estrictos y ella venía de un colegio de monjas. Simpre me repetía lo mismo ... "cuando estemos casados". Mis deseos juveniles pedían a gritos y a diario, una hembra para acabar con mi angustiada virginidad.

Pasaron dos meses más y recibí la dolorosa noticia en el regimiento. Mi querida madre había fallecido en el hospital. La habían llevado de urgencia , con un ataque de asma que no pudo soportar y así terminó su vida. Lorena se había encariñado mucho con mi madre y la lloraba al igual que yo. Fuimos al cementerio la semana siguiente y volvimos a llorar su ausencia.

Pasaron unas cuantas semanas y una noche sentí algunos sollozos en el dormitorio de Lorena. Pensé que todabía lloraba a mi madre, así que me puse una toalla para cubrir mi completa desnudez y me dirigí hacia su cuarto. Me asomé a la entrada de su dormitorio y sin hacer el menor ruido entré. La luz de la luna iluminaba la habitación por completo. La entrada de la primavera hacia mantener las ventanas abiertas del cuarto. Lorena estaba completamente desnuda sobre sábanas descubiertas. Acariciaba su vagina con su mano derecha, mientras su mano izquierda exploraba su entrada anal y a ratos, sus pequeños y puntiagudos senos . Lorena se masturbaba frenéticamente enfrentando el ventanal, por lo que no pudo percatarse de mi presencia.

No se cuanto tiempo transcurrió pero tiene que haber sido bastante. La morena piel de lorena brillaba con la luz de aquella luna y sus pezones se podían apreciar claramente como dos pequeñas puntas de flecha. Sus caderas danzaban como las olas de aquella playa. Cada vez que visitaba a Lorena un nuevo orgásmo, su espalda se arqueaba al infinito y no cesaba de gemir. Lorena disfrutaba de lo suyo , mientras yo estaba a punto de reventarme con aquella visión desveladora. Mi pene que no es muy largo pero si muy grueso, goteaba ya sin cesar; mientras azotaba mi vientre como exigiéndome hacer algo para remediar aquel martirio. Lorena se detuvo en un instante y me quedé helado cuando presentí que se había percatado de mi presencia. Esa niña puso su completa desnudez fuera de la cama y se dirigió si vacilar hacia la entrada de la habitación donde yo estaba de pié.

Lorena venía lentamente hacia mi y yo no sabía que hacer. Me había quedado paralizado y era muy tarde para emprender la retirada hacia mi habitación, si poder explicar mi larga presencia en su cuarto. Lorena me acarició el pecho y con su otra mano tiró suavemente de la toalla que cubría mi musculosa desnudez. Este movimiento terminó por descubrir mi palpitánte y ,a estas alturas, muy angustiado pene.

Yo sín reaccionar aún ,hasta el instante en que Lorena puso su mano sobre mi erecto y grueso pene. Lo comenzó explorar muy suavemente, como solo una mujer lo podría hacer. Me besó dulcemente como en aquella ocasión mientras yo no dejaba de admirar sus finos y pequeños encantos , ni podía moverme de aquel lugar. En un instante desperté para terminar por aceptar eaquella invitación de ensueño y responder a su llamado de deseo apasionado. Me amarré a su delgada cintura y mi boca se aferró apasionadamente contra sus pequeños pechos, lo que hizo arquear nuevamente la espalda de Lorena, haciendo en este acto algunas exquisitas friegas de su humeda vagina contra mi empuñado y desafiante pene.

Nos dirigimos al blanco lecho y la acosté suavemente sobre aquellas sabanas de olian como el azúcar morena. Ella flectó levemente sus relucientes piernas de niña pero perfectas y yo las abrí con delicadeza. Mi boca se posó con ancias en su bajo vientre , para luego comenzar a explorar con mi lengua la pequeña entrada de su vagina que me regalaba un perfume angelical. Mis manos no dejaban de acariciar sus suaves nalgas , su delicadas caderas, su cuello y sus florecientes pechos. Lorena ya estaba completamente mojada de sus masturbaciones recientes y yo no paraba de beber aquellos deliciosos jugos que se intensificaban con cada nuevo orgásmo que la volvían a visitar , aunque ahora , en compañía masculina por vez primera.

Me volvía loco de acariciar suavemente su cuerpo entero ; de sentir su estremecimiento absoluto con el juego que hacían mis manos sobre su delicada piel. Aquella rajita con muy pocos y finisimos pelos ,aún, era un manantial que parecia conectado a un rio de miel , del que brotaba un exquisito manjar y que no cesaba de fuir en mi boca, inundando mi barbilla por completo. El juego incesante de mi lengua había descubierto su pequeño y palpitante clítoris , que se hacía golpear furiosamente contra mis labios, mi lengua y mis dientes. Yo esta embriagado del momento y de su inquieto cuerpo. Ya era tarde para volver atrás , ni siquiera para pensarlo. Esa muchacha me volvió completamente loco de deseo y de lujuria, bajo aquella luna primaveral.

No se cuanto tiempo transcurrió pero mi boca comenzó a ascender lentamente por su delgado cuerpo. Visité su pequeño ombligo. Mi lengua y mis labios jugaban entre sus infantes curvas, luego entre sus dimitutos senos y su frágil cuello, para luego depositar mi lengua en su exquisita y dulce boca.

Mis manos y mi labios habían descubierto y explorado a Lorena por completo, pero no se cansaban de hacerlo una y otra vez. Lorena me pedía más, por lo que se aferró fuertemente contra mi ,casi desfalleciente pene y lo comenzó a frotar con vigor sobre la entrada de su mojadisima y estrecha vagina. Una vez que acomodé la cabeza de mi grueso miembro, ante la entrada de aquella puerta encantada de luna llena , nos miramos fijamente y sus ojos brillantes me invitaron a continuar.

Me tomó de las nalgas y comenzó a empujarme hacia ella muy suavemente. La primera embestida la hizo desistir en su intento inicial, por el tremendo dolor causado debido al grosor de mi pene; pero su virginidad ya la me había entregado. Lo que habiamos iniciado tenía que continuar y era lo que ambos deseabamos en lo infinito de nuestro ser. Después de transcurrir unos segundos ,cruzó sus piernas trás mis caderas; movimiento que acabó por terminar de enterrarle , total y completamente, mi grueso vástago en sus palpitante interior.

Ahora habiamos comenzamos a bombear lentamente y después con mas fuerza , en una danza frenética de amantes locos de luna y de oscuridad. Yo mordía los pezones de aquella dulzura como queriendo arrancarlos de su base, mientras Lorena a estas alturas ,gritaba y volvía a contornearse de placer infinito con un nuevo orgasmo, al cual acompañé al unísono, chorreando mi abundante esperma en su interior. Lorena y yo acabábamos de perder nuestra virginidad en una noche de locura absoluta y desenfrenada.

La sábanas blancas se tiñeron de rojo, así que tomé a Lorena entre mis brazos y la llevé hasta mi habitación. Nos abrazamos un instante y luego nos besamos tiernamente. Lorena acarició mi pene una vez más, con lo que tomé suavemente su cabeza y la hice descender hasta mi verga , que ya se había puesto dura otra vez. Lorena no dudó un instante y comenzó a chupar mi verga sin ningún pudor. Yo me sentía en la gloria en aquellos momentos , así que me apronté a continuar con esta mutua iniciación. Tomé de las caderas a Lorena y la monté sobre mi vientre. No pasaron muchos segundos en los cuales tenía a Lorena una vez más y completamente clavada sobre mi gruesa verga. Ella cabalgaba sobre mi duro vástago buscando un nuevo orgásmo. Yo en tanto, no dejaba de admirar aquel exquisito cuerpo reflejado por la luna y no cesaba en disfrutar de sus insaciables movimientos que parecían querer arrancar mi pene y mis testiculos de mi ser.

Apoyé mi espalda contra el respaldo de mi cama, pero Lorena seguía en su afanosa tarea como si nada. Mojé mi dedo medio con abundante saliva y comencé a escarbar su orificio anal. Lorena sintió estremecerse cuando introduje el segundo dedo y se vino en un tremendo orgásmo. Lorena comprendió mi intención ,así que se desmontó lentamente de mi erecto y mojadisimo pene. Se puso de rodillas e inclinó su cabeza contra la almohada. Yo me puse por detrás y comencé a clavar lentamente sobre su estrechéz. Hacía el intento una y otra vez pero no podía avanzar mucho en aquella entrada virginal. Saqué la punta de mi verga y decidí mojar su orificio con mas saliva aún. Luego me dispuse a clavarla una vez más y en este intento, Lorena deja escapar un grito desgarrador. Le había enterrado más de la mitad de mi pene, pero Lorena venía por más y yo también. Terminé de clavarle mi pene por completo y comenzamos a bombear con nuevos bríos ,despues de haber sufrido aquel intenso dolor inicial.

Mi mano aferrada contra sus pequeños senos la empujaban vigorosamente hacia mi ,en tanto la otra, jugeteaba con su entumecido clítoris. Mi boca y mis dientes cubrian ahora completamente su perfumada oreja, mientras mi lengua se fundía en su oido interior. Mi amada Lorena no cesaba de azotarse cada vez , más rápida y furiosamente contra mi insaciable pene. Pasaron algunos minutos y me vine con todo en su interior. Lorena se desmayó después de aquel nuevo orgásmo y trás algunos espásmos, gritos y contorsiones de nuestros desahogados y agradecidos cuerpos, caimos rendidos sobre aquella cama, muda testigo de nuestras exquisitas arremetidas juveniles. Saqué mi exausto pene del trasero de Lorena y encendí la lúz de la habitación. Mi pene se veía lleno de sangre y mi amada no podía volver en sí ,por el placer, el cansancio y el dolor que habíamos experimentado. El brillante cuerpo de Lorena yacía rendido en mi lecho, insinuando una leve sonrrisa de satisfacción y desahogo total. Dormimos algunas horas y lo volvimos a hacer durante muchas noches y bajo la misma luna.

Ahora y despues de muchos años, Lorena está felizmente casada y yo también. Nunca olvido aquellas noches interminables, cuando nuestros desnudos cuerpos danzaban bajo la luna llena y entre sabanas ,de blanco marfíl.

Dedicado a mi primera amada y amante, Lorena.

Espero les haya gustado mi primer relato.

Calixto.

Habían