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Mariana y Yo

en Zoofilia

Hola, mi nombre es Sergio y me gustaría contar a traves de esta página una serie de experiencias personales relacionadas con las vivencias que tuve con mi esposa, todas ellas relacionadas con la zoofilia.

Mariana tiene actualmente 34 años, igual que yo, ambos somos profesionales, de un buen pasar económico, aunque todavía no tenemos hijos.

La primera de las experiencias que vivimos en este tema fue producto de mi gran pasión por el sexo en todas sus variantes y en el acoso constante hacia Mariana para que se anotara en mis más oscuras fantasías. Dentro de ellas estaba la de verla teniendo sexo con animales, especialmente con perros.

En este sentido comenzamos a alquilar algunos videos del género que en verdad no había demasiados ya que en aquella época todavía no estaba abierta la importación a nuestro país de artículos importados, tampoco había INTERNET, así que recuerdo que era muy difícil acceder a material de este tipo.

En aquella época, hace aproximadamente siete u ocho años, vivíamos en Santa Fé, una ciudad del interior del país, pese a no habernos casado, convivíamos en una pequeña casa, en un Barrio bastante tranquilo, de gente de trabajo. Ambos trabajábamos y estábamos ya próximos culminar nuestras respectivas carreras. Como estábamos la mayoría del día trabajando o estudiando, y por lo tanto terminabamos agotados, reservábamos el fin de semana para tener sexo en forma tranquila y dar rienda suelta a nuestras fantasías.

Allí si poníamos los videos que yo compraba o leíamos juntos algunas revistas del género. No solo de zoofilia, sino también porno en general, especialmente aquellos que contenían escenas de sexo grupal. A Mariana le excitaba particularmente el tema de los trios y de ver a una mujer con varios hombres, obviamente que a mi también.

Yo cada vez insistía más con el tema de la zoofilia y le preguntaba a Mariana si estaba dispuesta a probar. Ella al principio me lo negaba rotundamente pero yo veía que cuando estabamos viendo alguna película del género, se excitaba, sobre todo cuando los perros practicaban sexo oral con la mujer,. Un vez me preguntó como sería sentir una lengua tan grande en la concha, y como lograban que el perro lamiera la vagina de las mujeres durante tanto tiempo.

Yo no lo sabía pero pensábamos que seguramente lo tentaban con alguna sustancia dulce, miel, etc. Así pasaba el tiempo y yo intuía que con paciencia y sin apresurar las cosas lograría convencer a Mariana de mis objetivos.

Uno de aquellos días, recuerdo que era un Sábado por la tarde, estaba yo parado en la puerta de calle, que tenía un pequeño jardín al frente, oportunidad que aprovechaba para fumarme un cigarrillo ya que a Mariana no le gustaba que fume dentro de la casa, cuando vi a un grupo de perros seguramente callejeros seguramente del barrio.

Andaban detrás de una perra que seguramente estaba en época de celo ya que trataban de montarla, sin éxito en la mayoría de los casos. Serían en total cinco o seis perros y la perra que era muy pequeñita en comparación con algunos de ellos. Entre estos sobresalían dos que eran especialmente grandes, de hecho no sabía yo las razas, ya que eran como dije de la calle, pero se los veía bastante bien cuidados, mansos y limpios.

Me distraje viendo como se disputaban a la perra para poder penetrarla, pero ésta no se dejaba, así que todo era una verdadera confusión y así iban de aquí para allá, todos juntos por la cuadra, por ahí los perdía de vista y por ahí regresaban a mi campo visual. Me dije para mis adentros que allí estaba la oportunidad que estaba esperando. Si lograba hacer entrar algunos de los perros a mi casa, con alguna excusa, vería de después como convencer a Mariana de hacer alguna travesura con ellos.

Así fue que como justo ella había salido entré en mi casa y busque algo de comida -no se me ocurrió otra cosa- la puse en una fuente vieja y salí nuevamente al frente. Tuve que esperar un rato ya que los perros se habían ausentado, hasta que los vi venir nuevamente hasta donde yo estaba parado.

Coloqué la fuente dentro del jardín y abrí la puerta que separaba a este de la acera, a ver que pasaba. Cuando el grupo paso por la acera, su atención fue atraída por la comida -eran sobras del almuerzo- y algunos de ellos se abalanzaron sobre la fuente. Como es de esperar en todos los ámbitos el tamaño decide y triunfa, de manera que solo los dos perros más grandes pudieron disfrutar del banquete mientras que los otros solo observaban, inclusive la propia perra.

Tuve tanta mala suerte que justo en ese momento un vecino se acercó para decirme no se que cosas de los perros, y frustró mis planes, ya que estos dos terminaron su comida, se fueron nuevamente con el resto. Ya con impaciencia le pregunté a mi vecino de donde habían salido estos perros y me dijo que algunos tenían dueño y oros no pero que todos eran del barrio y que andaban alzados detrás de la perra del grupo.

Me dijo además que no los acostumbrara a darles de comer, sino los tendría en la puerta de mi casa todos los días. !!! Eran las palabras que quería oír !!!!. Así que me dispuse a llevar adelante mi Plan.