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Pareja madura (02: La continuación)

en Intercambios

A la mañana siguiente, era sábado, me levanté temprano y relajado, evocando lo ocurrido la noche anterior (nuestro primer trío con Lito), mientras tomaba unos mates. Una hora después Mabel se despertó y escuché que se daba una prolongada ducha. Luego, bajó a la cocina y se veía espléndida vestida sólo con una playera rosa, descalza y sin ropa interior. Se acercó donde estaba sentado, me abrazó y me beso, diciéndome "hola pa, cómo estás?". Respondí "bien, cómo dormiste?". "Como un tronco, estaba muerta" dijo, mientras se sentaba frente a mí.

Compartimos el mate y comenzamos a hablar de unos arreglos que pensábamos hacer en nuestra casa, donde vivimos solos pues no tenemos hijos. No quería interrumpirla pero en determinado momento de la charla le dije: "mi amor, estamos eludiendo el tema, debemos hablar de lo que pasó anoche, saber cómo nos sentimos". Bajó la mirada unos segundos, pero pronto se aproximó se sentó sobre mis rodillas, me abrazó y me dijo "la verdad me gustó muchísimo, porque sé que también era tu deseo, me sentí súper y vos?".

En lugar de responder comencé a besarla con mucho cariño y sintiendo que mi pija se ponía durísima. Nos incorporamos y sin dejar de besarla hice que colocara sus manos sobre la mesa disponiéndome a penetrarla, para lo cual bajé mi short dejando libre mi pija. Para mi sorpresa, ella me detuvo diciéndome "por la cola no mi amor, todavía me arde". Seguidamente se agachó y separando sus nalgas con la mano me dijo "mirame". Comprobé que efectivamente su ano era un botón rosado, por lo agitado de la noche y supongo que por el grosor del pene de nuestro amigo. Me dijo "pero no te voy a dejar así" y arrodilándose ante mí comenzó a darme una exquisita e irresistible mamada. Para estar más cómodos la llevé hacia un sofá donde nos sentamos y ella continuó dedicándose a mi pija hasta que me puso a punto de explotar. De golpe se detuvo, dejó de chuparme pero continuó agitando mi pene con su mano, mientras me besaba el cuello y la cara. Acercó su boca a mi oído y con un tono sugestivo y susurrante me preguntó "papi, te gustó que me cojieran?".

Este estímulo llevó mi excitación al máximo e hizo que de mi pija volaran potentes chorros de semen que se desparramaron por todos lados. Mabel volvió a meter mi pija en su boca y limpió los restos que habían quedado.

Después de bañarse nuevamente, como lo hice a mi vez y de vestirse de manera sencilla, como cada sábado partió a la casa de sus padres con quienes almorzaría. Quedé solo con mis pensamientos y recuerdos, pero también con mis dudas. Me preguntaba cómo podía disfrutar de entregar a mi mujer para que otro la disfrutara? Pero más me inquietaba saber porqué mi mujer aceptaba que otro la cojiera? La respuesta a ambas preguntas era la misma: lo hacíamos por mutuo amor, ella dándome todo lo que mis fantasías sugerían, por mi parte brindándole toda mi confianza, sabiendo que aunque otro la tomara seguiría siendo mía. Ya sin culpas ni temores me dediqué a disfrutar de los recuerdos de la noche anterior.

Durante la semana fue como si nuestro vínculo sexual hubiera ganado nuevos bríos pues cojimos con muchas ganas casi todos los días. Con Lito, el amigo a quien habíamos agregado a nuestras relaciones, estuve conversando pocos minutos el día lunes o martes. Me dijo que lo había pasado de lo mejor y me confesó que siempre había deseado coger con Mabel, sin intentar nada por el respeto y cariño que sentía por nosotros. Cuando nos despedimos entre promesas de absoluta reserva me dijo "a ver cuando repetimos, no?". Se lo comenté a Mabel y a medida que iba acercándose el viernes (ambos somos profesionales y durante la semana debemos levantarnos muy temprano) se iba presentando entre nosotros –de manera velada- si volveríamos o no a invitar a Lito. Al final fue Mabel quien dio el paso necesario, estábamos haciéndonos el amor y dijo "si los dos queremos hacerlo de nuevo, ¿Qué sentido tiene negarlo?". Al día siguiente lo llamé y directamente le dije, sin más explicaciones, "te esperamos el viernes a la noche". "Estaré sin falta" respondió.

Así fue, el viernes a las 22:00 llegó con un bellísimo jarrón azul de regalo, pues le habíamos dicho que estábamos redecorando nuestra casa. Para mi asombro Mabel lo abrazó y lo besó, suavemente apenas rozando sus labios. Tomamos cerveza, comimos unos sandwichs y hablamos de nuestras profesiones (Mabel es médica, Lito y yo somos abogados), hasta que mi esposa dijo "bueno mis amores, basta de charla, vamos arriba al dormitorio"). Obedientes, la seguimos. Allí Mabel tenía puesto un conjunto similar al que muestra en la foto que exhibió después de quitarse en forma muy sensual el vestido que llevaba puesto. Lito y yo también nos desnudamos y fuimos los tres a la cama, con nuestras pijas totalmente paradas. Esta vez con menos disimulo pude ver lo gruesa que era la pija de nuestro amigo.

Lo primero que hizo Mabel fue ponernos en línea, uno al lado del otro, y chupar nuestras pijas. A veces se metía en la boca la mía, la dejaba y hacía lo mismo con la de nuestro amigo. Lo que pasaba iba poniéndome loco de excitación así que abandone mi posición, me coloqué atrás de Mabel (ella quedó en posición de perrito) y desde allí comencé a besar y chupar su culo y su concha que estaba mojadísima, mientras como podía espiaba el modo en que mi esposa se tragaba completa la pija de Lito. Después de lubricarla intensamente con mi saliva, me puse de rodillas y comencé a penetrar su concha, muy resbaladiza por sus jugos vaginales.

Ella comenzó a gemir y con ese estímulo a intentar tragarse completa la pija de Lito. Aunque por la posición en que estaba no veía tan directa esa acción, veía la cabeza de Mabel descender al máximo sobre aquel pene. Alternativamente, bamboleaba sus caderas tratando que la penetrara muy profundamente, mientras mi amigo sólo gemía y sobaba las tetas de mi mujer. Por la intensidad de la chupada presentí que el polvo de Lito se venía y en efecto por sus jadeos supe que estaba derramando su leche en la boca de mi mujer. Cuando se tragó hasta la última gota retrocedió un poco y sacando la pija de su boca comenzó a lamerle las bolas. La situación iba poniéndose cada vez más caliente, así que retiré mi pija de la concha de Mabel y la apoyé suavemente sobre su ano. Entonces, ella se echó hacia atrás y con un profundísimo suspiro se la introdujo totalmente en el culo, casi hasta sentarse sobre mí. Esto permitió que Lito se corriera y se dispusiera a vernos. La cogí con todas las ganas y mi esposa tomaba mi pija con su culo como si la bombeara aflojando y presionando alternativamente. En cierto punto, ya no aguanté más y derramé todo la leche que podía en su interior. Mabel pasó la mano por su entrepierna y con cierto esfuerzo tomó mis bolas y siguió avanzando hasta mi ano que presionó fuertemente (como es médica, utiliza las uñas muy cortas).

Después charlamos un rato animadamente, convenciéndonos que éramos ya adictos a estos encuentros y que sería difícil dejarlos. Entre tantas palabras, Lito comenzó a toquetear las tetas de mi mujer quien lo abrazó y lo atrajo hacia sí. Se besaron y me dispuse a disfrutar de lo que más apreciaba: ver como otro se la cogía. Después de lamerla y besarla profundamente tomó sus pies tratando que sus piernas quedaran sobre sus hombros. Colaboré deslizando una almohada por la baja espalda de Mabel. Lito tomó su pijota, que otra vez estaba parada, y la apoyó contra el ano de mi esposa mientras presionaba tratando de penetrarla. Logró pasar la cabeza y un tramo de la pija (menos de la mitad) pero no había caso, a cada nueva embestida Mabel reprimía una expresión de incomodidad y dolor.

No entraba pese a que su culo estaba dilatado. Mabel, le dijo "esperá, no vamos a poder así". Bajó sus piernas de los hombros de Lito, se dio vuelta quedando boca abajo y le dijo "ahora si, metémela en el culo". Lito se cayó sobre ella y esta vez sin dificultad se la metió totalmente, para el gran goce de Mabel. Se detuvo en lo profundo de Mabel quien hizo que me sentara frente a ella, separando mis piernas para poder lamer mis bolas, mi ano y el camino que une las dos regiones, mientras Lito la sacudía con muchas ganas. Ver como mi mujer era cogida me encendía y sentir la lengua y los dedos de Mabel en mi propio culo me daba una sensación de sumisión que jamás creí que pudiera ser tan placentera. Lito gemía sobre ella y como veía su rostro supe que pronto se derramaría dentro de Mabel. Entiendo que ella también lo advirtió y por eso comenzó a introducirme un dedo en mi propio ano, mientras metía mi pija en su boca.

Ninguno de los tres tardó mucho en acabar. Lito dentro del culo de mi mujer, yo en su boca que tragó todo mi polvo y ella por todos lados estremeciéndose de gusto. Fue una noche mejor que la anterior. Verdaderamente especial.

Ese día comprendimos cuántas barreras habíamos pasado y que jamás volveríamos a ser los mismos. Sobretodo porque el viernes siguiente no pudimos reunirnos y extrañamos nuestra cita. Era el cumpleaños de la madre de Mabel y no pudimos excusarnos.

Pero peor fue el viernes siguiente, cuando estábamos preparándonos, Lito llamó por teléfono para avisar que no podría venir a nuestra casa pues un primo suyo, argentino pero residente en España estaba de visita en su casa y no podía sacárselo de encima. Se lo dije a mi esposa, quien luego de algunos segundos de contrariedad me dijo "llamalo de nuevo y pedile que vengan los dos". Fue un nuevo paso que en la próxima entrega relataré.- HUGO