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Cómo apagar un fuego con una vela

en Autosatisfacción

Me he despertado con fuego entre las piernas, sola, en una gran cama. Todas mis zonas erógenas dilatadas por la excitación. Quieta y sudorosa, me embriago de mi propia voluptuosidad, de mi sensualidad, no quiero tocarme aún, quiero solo sentirme. Y me siento tanto que me excito aún más. Noto los flujos de mi sexo resbalar hasta la sábana. Visualizo mis abultados órganos bañados de mi calentura.

Mi sexo crece y crece, se dilata tanto que me duele. Empiezo a moverme. Me doy la vuelta, me restriego contra el colchón. Empiezo a gemir, me abro toda de piernas, muevo mi pelvis. Acerco la palma de mi mano a mi sexo. Soy toda humedad. Mojo mis pechos, mis labios, mi cuello. Me pellizco los pezones, mis dedos se escurren con tanto flujo. Ya no puedo más, tengo que meterme algo. Pero tiene que ser algo grande y duro.

Busco con la mirada algo que me pueda dar placer. Hay velas. Velas. Hay una especial, verdaderamente especial. Salto de la cama como una gata en celo y atrapo la vela de mis fantasías.

La tengo en la mano, la palpo, la sopeso. Me la voy a meter poco a poco, deseándola, deseando tener un gran orgasmo y librarme de mi calentura.

Me abro de piernas y me empiezo a meter la vela. Entra de maravilla. Meto y saco, me pongo muy viciosa. Gimoteo, me acaricio los pezones. Me echo en la cama boca abajo, tengo la vela metida hasta el fondo, aprieto y me estremezco.

La postura me permite estimular el clítoris mientras me penetro. Me voy a ir muy pronto, estoy muy floja ya, no puedo retenerlo más, mis caderas se mueven como quieren. Noto que me voy a correr. Me follo a la vela, me atravieso con ella, me la clavo, abro todo mi coño y me derramo en el delirio de mi orgasmo. Me siento palpitar, me gusto, me follo, me toco. Sólo pienso en gozar, en derramarme toda, en mis pechos, en mis jugos.

Ya me viene, si, ay, si, aquí estas, ay, tan caliente, tan rico, ay, sí, todo para mí, ay, si, todo... Me vacío toda, me estremezco, me revuelco como una perra ,hasta que mi fuente deja de manar. Me he corrido en un mar de flujo, de mi flujo, de mi rico flujo.

Me adormezco con la vela aún metida dentro, esa vela rica que ha apagado mi fuego, de momento.