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El chantajista (III - Final)

en Voyerismo

EL CHANTAJISTA III Y FINAL

 

Alex regresó tres noches después, lo noté demasiado excitado pasábamos día y noche cogiendo. Siempre hemos sido una pareja fogosa, pero hay que tomar en cuenta que llevamos varios años de casados.

Casi no íbamos a la oficina, si había algo que firmar nos lo enviaban a casa. Solamente salíamos en las noches a recorrer los restaurantes y el bar, para impartir instrucciones y vigilar los negocios.

Esos días fueron como una segunda luna de miel...hasta que Alex tuvo que ausentarse nuevamente.

No habían pasado ni tres horas de su partida, cuando recibí la llamada del chantajista:

**GIGI, mi PUTA, me encantó la forma como te cogiste a esos dos gringos. Te veías fenomenal.

**Me demostraste que eres una buena zorra, MI ZORRA. Yo sólo te ordené que te cogieras a un hombre y tú me sorprendiste con dos machos para ti sola.

**Me fascina ver tu vagina abierta, me encanta cuando las vergas te taladran.

Mientras él decía todo esto yo me quité mi tanguita y me masturbaba frente a la ventana. Estaba muy excitada y eso se reflejaba en la cantidad de flujos que salían de mi interior.

Sabía que él me observaba desde alguna ventana del edificio de enfrente y eso me ponía demasiado caliente, así que, para desfogarme un poco extendí la mano y tomé un frasco en forma cilíndrica que estaba sobre la mesita.

Me penetré rudamente con él, pero era tal la cantidad de flujos que salían de mi vagina que no me lastimó. Casi de inmediato me vine.

Él, desde el otro lado de la línea, me motivó a seguir:

**Anda, GIGI, no pares, por favor.

(primera vez que me pedía algo por favor y no me lo ordenaba)

**No te detengas, quiero correrme viéndote.

La verdad, yo estaba tan excitada que a pesar de mi orgasmo, quería continuar. Me levanté de la cama y busqué en un cajón un consolador anal y un vibrador que Alex y yo solemos usar para nuestros juegos sexuales. Este vibrador, tiene la particularidad de que además de vibrar hace movimientos como de "S", parecidos a los de una serpiente.

Me acosté en el sillón, con las piernas bien abiertas hacia la ventana y me penetré con el vibrador. Lo eché a andar y empecé a pasarme el consolador fuera de mis mojados labios vaginales.

Cuando estuvo bien húmedo me viré sin sacarme el vibrador, perforé mi ano con el consolador moviéndolo hacia fuera y hacia adentro. Estuve en eso como 20 minutos y escuché como el chantajista se venía. Mientras oía sus gemidos me corrí yo también.

Me dijo:

**Tengo otro excelente video para mi colección, seguro mis amigos lo disfrutarán.

**Mereces un premio. Está pendiente, mañana me comunicaré contigo nuevamente.

Eran casi las 3:00 p.m. cuando recibí una caja; yo estaba en la oficina pensando en Alex. Siempre sentía remordimientos, mientras más gozaba peor me sentía después.

No tenía ninguna nota, pero no era necesario, ya sabía quién la enviaba. Dentro de la caja encontré un vestido largo, blanco en crepe (es una tela suave, como la seda, bastante delgada). Además, encontré dos cajitas mucho más pequeñas.

Quedé en shock cuando las abrí, la más grande contenía un juego de collar y pulseras de brillantes (tipo tennis), dentro de la más chica me encontré los pendientes que le hacían juego. No existía ninguna duda, los brillantes eran originales, el trabajo de montado era finísimo.

Sin duda alguna, mi chantajista o era un hombre muy rico o era un ladrón. Lo más probable, me dije, era lo primero. Tenía un gusto exquisito, el vestido era sexy, pero para nada vulgar; tenía un generoso escote en "V" y era de tirantes, mostraba mi espalda hasta un poco más debajo de la mitad.

Escuché la puerta y cerré la caja rápidamente, era mi secretaria que me traía otro paquete. En cuanto salió lo abrí...¡por supuesto!...eran los zapatos, de raso blanco, totalmente cerrados.

Casi de inmediato, sonó mi celular: "llamada no identificada", señalaba la pantalla. Me dijo:

**¿PERRA, te gustó mi regalo?

**Vete ya a casa y date un baño relajante.

**Luego te pones el vestido y las joyas y baja en cuanto estés lista. Esto debe ser antes de las 8:00 p.m.

**Abajo te estará esperando una limusina blanca, te subes a ella de inmediato. No quiero que vean que llevas una fortuna encima.

**Ahh, PUTA, no vayas a ponerte ropa interior...

De inmediato recogí mis cosas y me dirigí a casa. Aunque era temprano comí algo ligero, pues no sabía qué me esperaba. Hice todo lo que él me indicó.

A las 7:45 p.m. llamé al lobby y le pregunté al conserje si había una limusina blanca. Efectivamente, ahí estaba. Me miré nuevamente al espejo y me retoqué el lipstick, pues no llevaba cartera. Imaginé que él no quería que la llevara, puesto que él hubiera tenido el cuidado de incluirla junto con los zapatos.

En cuanto salí a la calle, el chofer me abrió la puerta y me entregó una rosa roja. Llegamos a un lujoso, pero discreto restaurante. El auto se detuvo y el chofer me ayudó a bajar.

Entré temerosa al restaurante, miré hacia todos lados, aunque no sabía a quién buscaba. Yo supuse que estaba por conocer al hombre que me estaba chantajeando, pero no tenía idea de cómo se vería.

Observé a un hombre que se levantó de una mesa que estaba en una esquina. Caminó hacia mí. Era altísimo y corpulento se veía que era deportista.

Cuando estuvo a unos pasos míos, pude observarlo mejor: era mestizo, no puedo definir con exactitud cuál era su mezcla. Lo más seguro es que fueran varias. Parecía un hombre rudo; llevaba la cabeza rapada; sus facciones eran muy marcadas, bien masculinas; sus labios, gruesos. Era un hombre muy atractivo. Tenía un aire con el actor Vin Diesel (que de paso, me encanta...)

Vestía de smoking y también tenía una rosa roja, se la llevó a los labios para besarla y me la ofreció, mientras me decía: "rojas, como el fuego y la pasión que hay en ti".

Tomó mi mano y me llevó hacia la mesa. Ya había ordenado y al parecer conocía bien mis gustos, porque no pidió nada que tuviera mariscos (soy alérgica y además, aborrezco su sabor). Nos trajeron champaña, bien fría, Moët Chandon.

Conversamos de política, el conflicto con el Golfo Pérsico y de religión. Unos temas bastante inusuales para la circunstancia. No hablamos de nada personal. Me dio la impresión de que no quería revelar detalles de su vida y, que de la mía lo conocía todo.

Era un hombre sumamente interesante y, a pesar de su ruda apariencia, sus modales eran refinados.

No ordenó postre, lo que me confirmó lo bien informado que estaba a cerca de mis costumbres. Pasamos al pequeño bar anexo al restaurante. Había un cuarteto que interpretaba viejos éxitos norteamericanos de Nat King Cole y Sinatra.

Mientras bailábamos al son de las suaves melodías, me susurraba al oído lo bien que me veía y lo sensual y delicado que me quedaba el vestido. Dijo que se observaban claramente mis pezones erectos por el frío y que él me iba a dar calor. Me apretó más contra su cuerpo y me dio un beso profundo.

Salimos a prisa de ahí, tomamos la limusina y sacó de su bolsillo una venda de terciopelo. La puso sobre mis ojos y continuó recorriendo mi cuerpo con sus besos, sin aventurarse demasiado. Mi corazón latía muy rápido.

El auto se detuvo y John, asì se llamaba el mestizo, me sacó de la limusina y me levantó en sus brazos. Escuché cuando llamaba al ascensor, sin bajarme nos montamos en el ascensor y lo sentí moverse.

John exploraba mi cuerpo por sobre el vestido, pero extrañamente no sus caricias no eran atrevidas en exceso. Bajamos del ascensor y caminó por un pasillo, escuché una puerta que se abría y luego, otra.

Me puso en el suelo y me quitó el vestido, juntó mis manos en mi espalda y las ató. Sentí como me observaba, mientras lo escuchaba quitándose la ropa. Me cargó de nuevo, sentí su pecho lampiño y musculoso, me depositó sobre la cama, ató mis brazos al respaldar y abrió mis piernas.

Procedió a besarme la parte interna de los muslos y luego su lengua se perdió dentro de mi vagina. Me estaba dando una exquisita muestra de los que unos labios y una lengua experta pueden hacer.

Sentí sus manos apretar mis tetas y mis pezones, al principio, en medio de mi éxtasis, no noté nada extraño, pero de repente may en cuenta de que si estaba acariciando los muslos con una mano y con los dedos de la otra me penetraba; entonces, era imposible que me estuviera acariciando las tetas.

¡Eran dos hombres!, ¡dos hombres acariciándome y chupándome y pronto penetrándome!. No pude contener mis pensamientos y me vine, fue un orgasmo largo o fueron, 2, no estoy segura.

Uno de los hombres puso su verga gruesa y caliente en mi boca. Cuando me habló, me di cuenta de que era John. Eso, preciosa, chúpame la pinga, así... RICOOOO. Me estaba clavando la boca.

El otro tipo no hablaba, se limitaba a continuar el trabajo que John había estado haciendo en mi micha. Pronto se detuvo y lo siguiente que sentí fue su pinga penetrándome. Estaba dura, era larga y de un buen grueso, me recordaba a la de Alex.

Luego, me viró y me hizo poner a gatas. Me penetró sin piedad por el ano, mientras yo continuaba mamándole el pico a John, quien vino dentro de mi boca. Me tragué todo su semen y le lamí la verga hasta que sentí que estaba todo limpio.

Mientras se recuperaba, John me apretaba las tetas y lamía mi clítoris. Me animaba a seguir y no detenerme para que su amigo se pudiera correr dentro de mi culo, pero parecía que su amigo no quería terminar nunca.

Cuando dejó salir su leche caliente en mis intestinos, se apartó de mí y esto dejó espacio para que John, ya recuperado, penetrara mi vagina. Wow, John sabía lo que hacía era magnífico.

John me dijo que su amigo estaba en una esquina de la cama y parecía que se había recuperado. Yo le dije que por qué no me cogían entre los dos.

John siguió en su lugar y su amigo ocupó nuevamente mi culo. Éramos un delicioso sándwich. Ambos me cogieron duro hasta que los tres nos vinimos.

Escuché una voz familiar:

**GIGI, mi PERRA, qué ricura moría de ganas de cogerte.

Era la voz de mi chantajista, era el hombre que me había penetrado el culo dos veces y que todavía tenía su pinga semi-dura dentro de mí.

Quitaron la venda de mis ojos, tardó un momento hasta que pude ver claramente el rostro de John, frente a mí. De reojo, observé dos cámaras que apuntaban hacia la cama donde nos encontrábamos los tres.

El chantajista me estaba besando las orejas y el cuello y no permitía que me volteara. Su verga estaba creciendo nuevamente, la sacó de mi ano y la metió en mi vagina, con la ayuda de John, que continuaba frente mío.

Como no dejaban que volteara, miraba fijamente a John a los ojos, mientras que el chantajista me penetraba la vagina desde atrás. John no dejaba de mordisquear mis tetas y sobar mi clítoris.

El chantajista y yo alcanzamos juntos el clímax. Se salió de mí y permitió que me virara...

Lo siguiente que recuerdo es que estaba en el hospital, en la sala de urgencias, con una mascarilla de oxígeno y mi pecho descubierto y lleno electrodos conectados a monitores.

Alex y un montón de médicos y enfermeras estaban a mi alrededor. Me preguntaron mi nombre y no sé cuantas cosas más. Salieron un momento a petición de mi esposo.

Alex tenía lágrimas en los ojos, me dijo que lo perdonara, que él sólo quería que la pasara bien, porque tenía miedo que me estuviera aburriendo de él.

Entonces recordé lo que pasó:

Cuando me volteé para ver al hombre que me había estado amenazando y chantajeando, en su lugar vi a mi marido desnudo, con un dispositivo para cambiar la voz en su cabeza (como un micrófono de los que usan los artistas cuando tienen que bailar y a la vez cantar). Hasta ahí recuerdo, pues me desmayé y no supe más de mí hasta que desperté en el hospital.

Los doctores entraron y sacaron a mi esposo, terminaron de revisarme y me enviaron a casa. Me recetaron tranquilizantes y descanso.

Actualmente, estoy separada de mi marido y estoy considerando el divorcio. No puedo creer que me haya hecho actuar de esa forma y menos cuando él sabía que me estaban atormentando los remordimientos.

Él me confesó que tenía cámaras en toda la casa, así es que había observado cómo lloraba desconsolada cada vez que hacía lo que él me pedía.

Me ha pedido perdón miles de veces, me ha obsequiado joyas y hasta un helicóptero. Todo lo he devuelto. Necesito tiempo para pensar...