miprimita.com

Calor

en Hetero: General

C A L O R

Tus manos
siempre encuentran en mi piel
una senda inexplorada
para zarpar con rabiosa gana
a la apetecida boca
del relámpago carnal

tus manos
saben evadir la rutina
cuando las pienso
se humedece mi memoria
e impaciente las aguardo.

Dina Posada

 

Los copos de nieve caen intensamente, un manto blanco lo cubre todo, apenas circulan coches y la mayor parte de la gente ya se encuentra en sus hogares, la noche comienza a caer, el invierno ha llegado sin apenas darme cuenta, han pasado los días, las semanas y los meses.... lejos, muy lejos queda ya el verano.

Aquellos días de agosto se encuentran ya muy lejos en el calendario, y sin embargo están presentes en mi memoria como si el tiempo no hubiera transcurrido, los recuerdo vívidos, intensos, hermosos, sofocantes y calurosos..... calor, sí, ese es precisamente el punto del que todo parte.

Calor que asfixia, calor que derrite el asfalto, calor que al mediodía convierte el lugar en un pueblo fantasma deshabitado. Yo tan solo quería desconectar de Madrid, buscar un lugar en la costa tranquilo, sin mareas de turistas con sus cámaras fotográficas, sin familias numerosas que arrastren todas sus pertenencias hasta la primera línea de playa, sin discotecas de diseño en las que hombres y mujeres de plástico deambulen a ritmos frenéticos, tan solo buscaba algo de paz y sosiego y también algo de tiempo para meditar, para pensar en mi relación recién terminada con Isaac, para decidir si mi futuro profesional consistía en continuar en la empresa familiar junto a mi padre y mis hermanos, o si estaba dispuesta a aceptar el reto que Natalia me había hecho, "empecemos una aventura nueva Lucía, tenemos el local, tenemos la formación y encima tenemos lo más importante, ¡ambición y una bonita figura!" esas fueron sus palabras, aquella pelirroja sonriente no dejaba de sorprenderme nunca, vital y alegre a todas horas, confidente, confesora, hermana y alma gemela desde mi infancia. Tenía hecha un completo lío mi cabeza y necesitaba reposo y descanso.

Aterricé en aquél lugar por pura casualidad, tomé un desvío equivocado y me pasé varios kilómetros serpenteando por una estrecha carretera que circulaba paralela a la costa, al final de una cuesta me encontré con un paisaje de postal, un diminuto pueblo salpicado de casitas de diferentes colores.

Llegué hasta la plaza municipal y dejé mi coche aparcado a la sombra de unos imponentes árboles que decoraban los alrededores de la iglesia, tan solo se percibía el sonido del agua que manaba de la fuente que presidía la plaza, el sol castigaba con todo su fulgor, caminé hasta la fuente y empapé un pañuelo en agua fresca para refrescar mi cuello y brazos, la figura desaliñada de un perro que descansaba a la sombra me contemplaba de tanto en tanto.

Caminé por estrechas y empedradas callejuelas sin cruzarme con ser humano alguno, me deleitaba en contemplar las fachadas de las casas, los hermosos enrejados de sus ventanas tras los que se encontraban infinidad de macetas con geranios y flores diversas, el aire olía a mar y al final de una de las callejuelas me topé con un minúsculo mirador que mostraba una coqueta cala y los verdes y azulados tonos de un mar en calma.

Descubrí a pocos metros un bar y hacia allí me dirigí, mientras me tomaba una coca-cola helada y fumaba un winston me sorprendí preguntándole al camarero si había casas para alquilar.

Vaya usted a la farmacia, que yo sepa es la única que alquila algo de vez en cuando.

No necesité que me explicara el camino, recordaba haber pasado delante de una farmacia hacía poco y suponía que en un pueblo como aquel no habría más. Al entrar a ésta, me encontré con una mujer notablemente entrada en carnes y que leía una revista, levantó la vista y la clavó más que en mí, en el cigarrillo que llevaba entre mis dedos, decidí apagarlo.

Disculpe, me han dicho que quizás aquí podrían indicarme para encontrar una casita en alquiler.

Llame en la casa de al lado, ella es la dueña, yo tan solo soy una empleada. - Dijo una voz gutural que salía del inmenso cuerpo de aquella mujer. Le agradecí la información y me despedí.

Una imponente y maciza puerta de madera labrada se alzaba frente a mí, golpee el picaporte de bronce y ante mí apareció un Querubín, o al menos esa fue mi primera impresión.

Un chico de unos veinte años, de pelo rubio largo y repleto de rizos, ojos azules y transparentes, sonrisa dulce y franca y que vestía pantalón y camisa blancos me preguntó que quería.

Le expliqué mi visita y él me acompañó a una pequeña salita donde una mujer de unos sesenta años hacía punto ante el televisor, los mismos ojos y la misma sonrisa me indicaron que era su madre, le conté como había deambulado hasta encontrar este lugar y mi intención de coger, si era posible, una casita en alquiler por un par de semanas, me explicó que disponía de una casita a las afueras del pueblo, hablamos del precio y luego le pidió a su hijo que me enseñara la casa para que decidiera si valía la pena.

Javier, que así se llamaba el muchacho, me acompañó en un antiguo escarabajo hasta el lugar en cuestión, la casa estaba algo apartada, era de una planta, una habitación, un cuarto de baño, una sala de estar, una cocina y poco más, modestamente amueblada, pero limpia y bonita, y sobre todo con unas hermosas vistas del mar y la playa, no tuve que pensarlo mucho, acepté las condiciones y pagué una semana por adelantado.

De vuelta en el pueblo para recoger mi coche aproveché para hacer algunas compras, en mi equipaje no había otra cosa que no fuera ropa y si iba a pasarme un par de semanas en mi nueva mansión era preciso comprar algunas cosas. Encontré una curiosa tienda de ultramarinos que hacía las veces de supermercado, había desde conservas a champú, desde leche hasta papel higiénico, una vez bien pertrechada con todo lo que entendí necesario tomé el camino de regreso a la casa y me pasé buena parte de la tarde haciendo limpieza y ordenando el escaso mobiliario, así como todo lo que había comprado. Una vez que la casa tuvo "mi toque personal", me senté a descansar en una vieja mecedora que había en el porche y me quedé dormida un buen rato.

Los ladridos de una perro me despertaron, una grupo de jóvenes jugaba con un cocker en la playa, se había levantado algo de brisa y decidí que era un momento estupendo para dar un paseo, me puse mi pantalón pirata azul y un top marinero a rayas y caminé por un sendero que bajaba pausadamente hasta la playa, con las sandalias en la mano disfruté del contacto directo de mis pies y la arena, no conseguía explicarme el por qué, pero estaba segura que había sido todo un acierto pasar unos días en aquel lugar.

......................

En mi primera noche allí, entre el viaje, la limpieza y mi paseo había terminado agotada y caí rendida de sueño enseguida. Me desperté tarde y empapada en sudor, el sol golpeaba las paredes de la casa y mi cama era una especie de sauna, mi camisón estaba completamente pegado a mi piel, puse a funcionar un viejo ventilador que giraba lentamente en el techo y me desnude para darme una ducha fresca.

Me pasé la mañana en la playa, alternando baños de sol y chapuzones, con la lectura de Madame Bovary. Unos cuantos chicos discutían sobre algún tema que no alcanzaba a escuchar, uno de ellos vino en mi dirección, el sol me daba en la cara y no conseguí distinguir a Javier hasta que lo tuve prácticamente delante de mí, nos saludamos, me preguntó por la casa y por mi primer día, intercambiamos algunas trivialidades más y se volvió con sus amigos.

Esta vez ya no me pareció un Querubín, era muy joven pero su cuerpo era el de un hombre, sus hombros musculosos, su torso prominente, sus espaldas anchas, sin lugar a dudas era muy atractivo, había notado en su mirada como me escrutaba de arriba abajo, ¿le atraía? No lo sabía, pero como mínimo le gustaba lo que veía.

¿Y a mí? ¿se me habría notado algo en la forma de mirarlo? Esperaba no haberme mordido el labio inferior en un gesto inconsciente que suelo realizar cuando veo algo que me gusta o atrae. Decidí continuar con la lectura.

Comí en la playa, me había llevado unos emparedados y algo de fruta y eso fue bastante para saciar mi hambre.

El sol se acercaba a su cenit, el calor se volvía ya insoportable y decidí volver a casa, la mayor parte de los bañistas también optaron por abandonar la playa. Nuevamente el silencio que lo inunda todo, y calor, mucho calor, calor que se cuela bajo las puertas, que golpea los techos y las paredes, calor que sofoca y asfixia por momentos.

Salí de mi segunda ducha del día con un pareo multicolor y una camiseta blanca, el pelo húmedo por el agua refrescaba mi nuca y mi espalda. Me senté en la mecedora a escuchar música mientras tomaba un té helado.

Hola, veo que has desempolvado la mecedora. Me dijo Javier desde unos metros de distancia.

Vaya, menudo susto me has dado, con la música no te había sentido llegar, como se te ocurre salir a correr a estas horas, te puede dar una insolación.

Por donde corro no da el sol, son solo estos últimos doscientos metros hasta la casa.

Pues estás chorreando, ¿te apetece un té?

No me vendría nada mal, gracias.

Será mejor que te seques un poco antes. Le dije mientras le iba a buscar una toalla.

No hace falta, no quiero ser un incordio y encima aún he de volver corriendo a casa.

No es ninguna molestia. Le contesté mientras le colocaba la toalla sobre los hombros.

Había rozado su brazo y había percibido como se le erizaba la piel, en un par de mis dedos había restos de su sudor, aspiré su intenso olor, Javier me miraba y yo a él, volví a cerrar los ojos y a aspirar su aroma, ninguno de los dos dijo nada, sólo nos mirábamos, acerqué los dedos a mis labios y recorrí éstos para luego degustar su sabor salado.

Caminó hasta mí, me tomó de la nuca y me besó con firmeza, con intensidad, su lengua serpenteaba en mi boca, sus labios danzaban con los míos, nuestras salivas se mezclaban humedeciendo los besos.

Puso sus manos en mi culo y me levantó del suelo, mis piernas se entrelazaron a su cintura, mis manos se aferraron a sus hombros, mi cuerpo se pegó al suyo empapado en sudor. Su boca devoraba mi cuello y mis orejas. Así, en sus brazos, me llevó dentro de casa, hasta la habitación. Me sentó sobre la cama, besé su ombligo, sus pezones, los mordía, mi lengua recorrió su pecho mientras él acariciaba mi nuca y mi espalda.

Nos miramos a los ojos como dos animales en celo, tomo con sus manos mi camiseta para quitármela fácilmente, mis pechos danzaron en sus manos, sabía como acariciarlos, conseguía que mis pezones se pusieran duros hasta casi dolerme, los besaba, los mordía, los lamía, los chupaba y me volvía loca.

Me tumbó sobre la cama, me quitó el pareo y se deshizo de mis "princesa", se quitó los pantalones de deporte y la ropa interior, y, ante mí, apareció su sexo, rotundo y contundente, como si de una Cobra Imperial se tratase, había estado con hombres de más centímetros pero con ninguno que tuviera ese grosor, era hermoso, potente y poderoso.

Los dos recostados en la cama, nuestras bocas devorándose, nuestras piernas entrelazándose, el calor derritiéndonos, sudando a mares, notando el vigor de su sexo contra mi vientre, sus manos recorriendo mis nalgas, mis dedos amasando su culo duro y bien formado.

Su lengua dejando un reguero de saliva por mi cuello, recorriendo el canalillo que separa mis pechos mientras sus dedos martirizan mis pezones, besa mi ombligo, su lengua juega con él, busca cada pliegue de su interior, yo tan solo puedo acariciar su cabello rizoso.

Su boca alcanza mi Monte de Venus, juega con mi vello púbico, hace rato que estoy mojada pero cuanto más se acercan sus labios a la meta, la humedad aumenta. Su boca toma posesión de mi sexo, recorre mis labios íntimos con lentitud y calma, descubriendo cada rincón, explorando mi intimidad a conciencia. Su lengua alcanza mi clítoris erecto y sensible, lo humedece y recorre en círculos, lo absorbe y acaricia lentamente al principio y va aumentando el ritmo. Sus dedos avanzan a mi interior, mi sexo se contrae aprisionando éstos, entran y salen de mí una y otra vez mientras su boca martiriza mi clítoris, estoy empapada, arqueo la espalda, lo noto llegar, una descarga eléctrica recorre mi espalda, contraigo todos los músculos de mi cuerpo, su boca y sus dedos no descansan por un segundo, estallo y me corro dulce e intensamente en sus manos.

Me mira sonriendo, empapado en sudor, lleva los dedos a la boca y los lame degustando mi intimidad, saboreando mi humedad y el fruto de su éxito.

Me besa con rudeza, percibo el sabor de mi sexo en su boca, su lengua inunda mi boca, muerde mis labios y pellizca mis pezones, araño su espalda. Se ríe, yo también.

Mientras él descansa tumbado sobre la cama, soy yo la que se mueve ahora, mis dedos recorren su pecho, chupeteo y lamo sus pezoncitos, beso su vientre, mis dedos se adentran en su ensortijado bello púbico, aspiro su olor, acaricio su sexo, tomo sus testículos en mi mano y los masajeo mientras con mi otra mano comienzo una lenta masturbación a su vigoroso pene. Cierra los ojos y ronronea bajito como un gato.

No puedo dejar de mirar su inmenso glande, me hipnotiza, lo deseo, acerco mis labios y lo beso una y otra vez para luego engullirlo con lujuria. Me encanta su sabor, mi paladar se acopla a este inmenso sexo, mi lengua provoca a su frenillo, sus gemidos se vuelven más roncos.

Intercambio ritmos rápidos y lentos, retrasar el momento al máximo, quiero degustarlo a fondo, arrebatarle su sabor, desgastarle con mi boca.

Su clímax está al llegar, noto los espasmos de su sexo en mi boca, el momento no se puede retrasar más, no voy a tragármelo, es algo que nunca me ha gustado, así que continúo masturbándole frenéticamente con mis manos hasta que estalla en un chorro de lava blanca que se estrella contra mis pechos, continuo un buen rato hasta vaciarle por completo, mi lengua se despide de su golosina lamiéndola a conciencia, dejándola limpia y brillante, dormida y en reposo.

La ducha limpia buena parte de los restos del placer que aún quedan en mi cuerpo, el agua fría recorre mi cuerpo y me deleito con esta sensación, Javier continúa en la cama, supongo que deseará más, yo no, me ha gustado tal como ha sido, no habrá más combates, al menos por hoy.

......................

Parecía un niño cuando se fue de casa, enfadado por no haber obtenido todo lo que él pretendía, ha sido de lo más simpático, me he reído y eso lo ha puesto más furioso, se fue enfurruñado y echando pestes, imagino que creía que estaba rendida a sus pies y que sería una niña obediente con él, yo no soy así, me gusta llevar las riendas y el control de todo. Soy yo quien decide siempre y en todo lugar, .............. es demasiado joven.

......................

La noche es hermosa, calurosa y estrellada, algunos noctámbulos pasean distraídamente por el pueblo, es un momento ideal para pasear, una luna llena ilumina la noche, el leve murmullo de las olas del mar arrullan mi paseo, sueño despierta intentando decidir mi futuro.

La música me despierta de mi ensimismamiento, es una música lenta, distingo una voz grave y varonil que más que cantar parece recitar, según me acerco a una estrecha calleja el sonido aumenta, sin duda es Leonard Cohen, distingo unas luces de neón, "Amarcord", así se llama el local, se trata de un pequeño y coqueto pub.

La clientela, como cabría esperar es escasa, alguna pareja que se ríe en la penumbra, un par de hombres que juegan al billar y un viejo, algo bebido, que dormita en un taburete al extremo de la barra del bar.

La música es buena y me apetece tomar algo, pido una cerveza y busco un pitillo en mi bolso, no lo encuentro, veo una máquina de tabaco en una esquina, meto unas monedas pero tal como entran salen.

Está estropeada, si te vale Lucky yo te invito.

Me doy la vuelta y descubro a una chica, es difícil describirla, delgada y tan alta como yo, pelo muy cortito y peinado con ralla de lado, ojos grandes y negros, piercing en la nariz y también en el ombligo, distingo un pequeño tatuaje en uno de sus hombros, tal vez una rosa, tiene una sonrisa turbadora y sus rasgos son algo andróginos.

Acepto el cigarrillo y me da fuego, sus manos parecen suaves y cuidadas, sus dedos son largos y lleva numerosos anillos en ellos.

No te había visto nunca por aquí, ¿estás visitando a alguien en el pueblo?

Me quedo callada mirándola durante algunos segundos.

No tienes porqué contestar, discúlpame, soy demasiado curiosa, qué se le va a hacer, me gusta meter la nariz donde no me llaman.

Nuevamente esa turbadora sonrisa.

No, está bien, no visito a nadie, lo cierto es que buscaba un lugar tranquilo y apartado donde pasar unos días y por pura casualidad di con éste.

Sin duda tranquilo y apartado lo es, en ocasiones parece que se detiene el tiempo, si alguien busca animación ya puede pasar de largo.

Parece que no te gusta donde vives, ¿por qué vives aquí, verdad?

Sí, vivo aquí, y la verdad es que la mayor parte de los días aborrezco este lugar, sin embargo creo que no podría vivir en ningún otro, es una relación extraña de amor y odio, quizás es que mi vida es así, de todas maneras soy un culo inquieto, cuando me canso cojo la moto y me escabullo de aquí unos días, luego me canso de juergas y fiestas y retorno aquí.

Charlamos durante horas, hablando de nosotras mismas, es curioso la sinceridad con la que en muchos momentos eres capaz de hablar con un desconocido y lo terriblemente difícil que resulta hacerlo en ocasiones con la familia o los amigos.

Después de tres o cuatro cervezas y de un paquete de tabaco nos habíamos quedado solas en el bar, los efluvios del alcohol embotaban mis sentidos, sin embargo Raquel, que así se llamaba mi compañera, parecía estar tan fresca como una rosa.

¿Has estado en la Peña?

¿Cómo? No, no he estado, ya te digo que llegué aquí ayer.

Pues vamos, te llevo.

¿Ahora?, ya es muy tarde, será mejor que me vaya a casa.

De eso nada, además será poco tiempo y no queda lejos de tu casa, vamos.

Nos despedimos de Marco, el camarero, que hacía ya tiempo que estaba recogiéndolo todo y salimos a la calle.

Sube,

me dice desde una imponente moto que parece imposible que una chica tan delgada como ella sea capaz de controlar.

¿Seguro? Es tarde y no llevo precisamente ropa como para ir en moto.

Le digo enseñándole mi vestido veraniego.

¡Venga ya! Y no me seas remilgada, a las 3:30 de la mañana no hay un alma por aquí, sube y deja de quejarte.

Me subo a aquella moto como buenamente puedo y la miro como diciendo: ¿y ahora qué?

¡Será mejor que te agarres, no queremos que te caigas!

Pongo mis manos en su cintura y nos ponemos en marcha, en cuanto salimos del pueblo aumenta la velocidad, vamos muy deprisa, me abrazo con fuerza a su cintura y cierro los ojos durante el trayecto.

Estás como una cabra, corres como un diablo, casi me mareo.

Jajaja, me gusta correr, es cierto, pero ya ves, hemos llegado y estás sana y salva, ahora me dirás si ha valido la pena, vamos.

Hemos dejado la moto entre unos árboles al margen de la carretera, caminamos por un estrecho sendero hasta llegar a un lugar extraordinario, se trata de una gran roca, o un risco, no sé muy bien como llamarlo, está suspendida unos diez metros sobre el mar, a su alrededor solo hay agua exceptuando el sendero por el que hemos llegado, es sobrecogedor.

El cielo estrellado y la luna iluminan el mar, la vista desde este lugar es preciosa, tengo incluso vértigo si miro hacia abajo, no me atrevo a acercarme al borde.

Ha puesto su mano sobre mi espalda, se me eriza todo el cuerpo.

Tranquila, no vas a caerte, de echo no pasaría tampoco nada, hay profundidad de sobra y existe un sendero que te permite volver a subir aquí, en ocasiones vengo aquí a meditar o a huir del mundo, incluso suelo bañarme en algunas ocasiones.

Su mano ya no está en mi espalda, mi corazón vuelve a su ritmo regular, he tenido una sensación nueva, ese miedo a que suceda algo y esa pequeña decepción cuando no sucede. Supongo que todo son elucubraciones mías.

Tras un rato más de contemplación decidimos regresar y tomamos rumbo a casa, el camino de vuelta ha sido más tranquilo, hemos ido más despacio.

Me deja ante la puerta de mi casa y se despide con un beso en la mejilla. Me ha dicho que si me apetece charlar ya sé donde puedo encontrarla.

En casa hace calor, tengo todas las ventanas abiertas y el ventilador funcionando pero aún así hace calor, me desnudo en la oscuridad para no encender luces y me tumbo sobre la cama, pienso en como se ha desarrollado la noche y busco doble sentido a todo lo que ha sucedido, entre cábalas me quedo dormida.

......................

Una mano acaricia mi cabello, alcanza mis mejillas y sus dedos se posan sobre mis labios para posteriormente entrar en mi boca y humedecerse con mi lengua. La mano continúa su trayecto, desciende por mi cuello y toma posesión de uno de mis pechos, sus caricias provocan sensaciones maravillosas en mi interior, son dedos firmes y delgados, experimentados y cariñosos a la vez.

Noto el calor que hay entre mis piernas y esa mano mágica parece adivinar mis pensamientos, alcanza mi vientre y dibuja imaginarias figuras sobre mi piel.

Dedos expertos que alcanzan mi sexo y lo inspeccionan a conciencia, mi humedad aumenta, noto mi clítoris hinchado, dos dedos se han apoderado de él y me transportan a un placer extremo, estoy ardiendo, mis piernas se cierran sobre esa mano que me lleva al éxtasis.

Y de pronto distingo unos rasgos, una cara, una mirada, es ella, sí, es Raquel.

Me despierto sofocada, he tenido un sueño erótico, lo cual no sería ninguna novedad, pero ha sido un sueño con una mujer, nunca me he sentido atraída por las mujeres y sin embargo hay algo en ella que me atrae, quizás tan solo ha sido todo lo vivido esta noche, quizás mañana todo volverá a ser como de costumbre. Me giro sobre la cama y cierro los ojos para volverme a dormir, aún noto el calor y la tremenda humedad que hay entre mis piernas, con una inocente sonrisa me quedo nuevamente dormida.

......................

Me encanta nadar, me relajada y divierte al mismo tiempo, me gusta ejercitar los músculos de esta manera, me sirve para desentumecerme y cuidar mi estado de forma, suelo hacerlo todas las semanas en la piscina pero no tiene comparación con el mar. Esta mañana no hay casi gente en la playa, mejor.

Salgo del agua, mientras me seco, me río estúpidamente de mi misma, imagino la cara que pondrá la gente si se fija en mí, pensaran que estoy loca, recordaba mis pensamientos de la noche pasada, hay días que estoy tonta y veo sombras chinescas donde no hay nada.

Me tumbo a tomar el sol, he traído un libro pero me apetece más escuchar música y cerrar un rato los ojos, dejar que los rayos del sol marchiten mi piel para que ésta adquiera un tono más atractivo. Pongo los auriculares y me olvido del mundo, únicamente sol y música.

Tras largos minutos de tueste, boca arriba, boca abajo y viceversa, noto una sombra que me tapa el sol.

Siento lo de ayer, me comporté como un idiota.

Pues sí, aunque más bien como un niño mal criado que coge una "llorera" porque no le dejan su juguete. Y cielo, yo soy ya mayor para ser el juguete de nadie. No estoy para educar ni enseñar los secretos de la vida a nadie.

Lo siento de veras, tienes razón, perdóname.

No tengo que perdonar nada, fuiste tú quien quedó en evidencia, a mí no me has hecho ninguna afrenta.

Está bien. ¿Puedo sentarme contigo?

La verdad es que prefiero estar sola, he venido a descansar un rato y a broncearme, me duele algo la cabeza y no me apetece charlar.

Vale, hasta luego entonces.

Adiós.

¡Lo cierto es que cuando quiero ser una "zorra" lo hago maravillosamente bien! Jajaja, el chico se merecía una lección, aunque quizás me haya pasado, de todas maneras le servirá de aprendizaje.

Mis tripas comienzan a dar muestras de que va siendo hora de comer, recojo las cosas y me voy a casa. Tras una comida ligera me siento ante el televisor y, en vista de la multitud de programas interesantes que emiten, me quedo frita en el sofá.

Me despierto y miro el reloj, he dormido casi una hora, estoy empapada en sudor, el calor es agobiante, tengo el pelo pegajoso y me siento sucia. Será mejor que me dé un baño.

He preparado el baño, agua tibia con algunas sales. Esto ya es otra cosa.

Estoy en la gloria, es como si flotara entre las nubes, imagino que algo similar a estar en el útero materno.

Acaricio mi cuello, y mis manos se deslizan hasta mis pechos, los acaricio muy lentamente, me gusta como bailan entre mis manos y en contacto con el agua, mis pezones se vuelven sensibles y reclaman atención, las aureolas se han vuelto más oscuras, mis dedos estiran uno de mis pezones, me gusta la sensación, se vuelve duro, ahora repito la operación con el otro, mmmmmm, se hinchan y transmiten escalofríos a mi columna vertebral.

Una de mis manos recorre mi vientre en busca de un contacto más íntimo, mi sexo se abre suavemente como una flor, me acaricio con lentitud, no quiero terminar excesivamente pronto, quiero retrasar el momento. Mis dedos juguetean con los labios vaginales, la temperatura en mi interior aumenta, dulce martirio, noto como mi clítoris comienza a crecer, acaricio suavemente su capuchón para que unos segundos después éste ya sea visible, mi sensibilidad va en aumento, noto mi humedad interior que lucha por salir.

Me acomodo mejor, saco los pies de la bañera y los coloco uno a cada extremo, apoyo mi cabeza en la bañera y me dejo llevar por el placer.

Mi mano izquierda acaricia un clítoris más que sensible mientras que el dedo corazón de mi mano derecha se adentra en mi interior, contraigo los músculos de la vagina para aprisionar a éste, entro y salgo de mí una y otra vez, pronto se le unirá mi dedo índice, noto como se acercan las oleadas del éxtasis, contraigo los dedos de los pies, arqueo la espalda, mis dedos me penetran cada vez mas deprisa e intensamente, mi clítoris me está llevando al paroxismo, me agito en la bañera mientras estallo en un gemido ronco y profundo.

Me sumerjo bajo el agua durante unos segundos para salir luego de la bañera, me veo ante el espejo, desnuda, mojada y con las mejillas sonrosadas.

......................

Comienza a anochecer, en el interior de la casa continúa haciendo mucho calor pero en el exterior la temperatura es más agradable, me he arreglado para salir a dar una vuelta y quizás tomar algo.

Hola, ¿vas a salir?

¡Dios! ¡Menudo susto me has dado, no está bien sorprender a la gente desde la penumbra!

Lo siento, no era mi intención, simplemente estaba dando un paseo.

Claro, y por pura casualidad has venido a dar aquí.

Está bien, es cierto, quería verte, lo cierto es que estaba dolido, hoy has estado muy dura conmigo, sé que me lo merezco pero aún así me ha dolido.

Probablemente haya sido algo dura, quizás esperaba que fueras una persona más madura y me equivoqué, quizás esperaba más de ti y me he sentido defraudada por tu comportamiento, supongo que el tiempo te irá modelando.

Es cierto que me comporté como un crío, pero no soy un niño y estoy dispuesto a aprender, siempre puedes modelarme.

Jajajaja, ¡claro, como no! verás, no estoy ahora para jueguitos de maestra y alumno.

No se trata de juegos, ya te digo que no soy un niño y no me gusta que me traten como tal.

Está bien, está bien, no pretendía tratarte como un niñato, aunque no vasta con decirlo, hay que ganarse la madurez con los actos.

Soy paciente y testarudo cuando se trata de algo que me interesa.

Jajajaja, menos mal que no has dicho "cuando quiero algo", porque te informo, no soy ningún muñeco, ni tampoco una posesión que se pueda adquirir, ni estoy en venta ni en alquiler.

Lo sé, lo sé.

Me apetece pasear un rato, si quieres puedes acompañarme.

Gracias.

Paseamos descalzos por la playa y charlando de muchas cosas, la mayoría sin importancia, historias del pueblo, algo de su vida, discutimos brevemente de política y después nos fuimos a tomar un refresco a una de las terrazas del puerto. El lugar estaba bastante concurrido pero era agradable y conversamos durante un par de horas ante unas coca-colas.

Se va haciendo tarde, será mejor que regrese a casa.

¿Puedo acompañarte?

Sí, está bien, me vendrá bien la compañía, no quisiera tropezarme con ningún salteador.

Dije sonriendo.

La vuelta se hizo más rápida y la conversación se volvió más escasa, más bien era yo quien hablaba, Javier se había vuelto más callado y pensativo.

Bueno, muchas gracias por el paseo y la compañía.

Buenas noches.

Cuando apenas había dado tres pasos en su camino de vuelta al pueblo se giró y me dijo:

¿Qué se espera de mí Lucía?

¿Cómo?

Sí, ¿qué esperas de mí? ¿qué es lo que debo hacer? ¿he de irme ahora a casa o debo intentar un acercamiento a ti? ¿debo darte tiempo y distancia?

Vaya, muchas preguntas o más bien una sola. Lo cierto es que yo no tengo respuestas, y aunque las tuviera no te las daría, eres un hombre adulto y maduro, te has cansado de decirlo, pues bien, todas las decisiones que tomes han de partir de ti, tanto para lo bueno como para lo malo.

Recorrió los escasos metros que nos separaban en un instante, sus manos tomaron mi cara y me plantó un beso largo, profundo, húmedo e intenso, sus labios eran suaves, jugosos, voluptuosos, su lengua hábil y danzarina. Lo cierto es que ya me había dado cuenta de que Javier no era mi tipo, era muy guapo y se desenvolvía bastante bien en la cama, pero poco más, sabía que lo único que me traería una relación con él serían problemas. Así que en aquél mismo instante decidí que lo mejor era dar por acabada nuestra pequeña aventura.

Besas bien, muy bien, me siento muy halagada por tu persistencia, pero lo cierto es que ambos sabemos que esta historia no tiene sentido o al menos yo lo veo así. Eres un buen chico, guapo e inteligente, estoy segura de que encontrarás a alguien que te hará muy feliz.

Supongo que no debí besarte.

El beso no ha sido el problema, no busques explicaciones, de todas maneras ha sido una dulce despedida. Buenas noches.

Y allí se quedó cuando cerré la puerta de casa, entre sorprendido, defraudado y atolondrado.

......................

Me he despertado de buen humor, lo cierto es que he dormido como un bebé, hoy estoy más activa, más tranquila, más segura de mí misma.

Me voy a la playa y tomo el sol mientras leo, siempre me ha gustado "El Mago de Oz", lo he leído cientos de veces y siempre me cautiva, tiene la capacidad de atraer mi concentración y hacer que me evada del mundo ...... tal vez siguiendo el camino de baldosas amarillas.

¿Disfrutando del sol?

Pues sí, la verdad es que sí, del sol y de la lectura.

También yo, aunque la verdad es que prefiero el agua, no tengo fuerza de voluntad para pasar mucho tiempo al sol, me canso enseguida.

Bueno, hay que tener cuidado, tampoco es bueno abusar.

Y dime, ¿qué tal te va por este paradisíaco enclave que descubriste por pura casualidad?

Jajaja, pues me va bien, no me quejo, vida tranquila y sana. Desconectar de la ciudad y de las aglomeraciones es todo un placer.

Me alegra que te hayas aclimatado tan bien, de todas formas yo soy una inadaptada por naturaleza y me gusta tentar a la gente, tal vez te apetezca pasarte esta noche por el "Amarcord", hoy hay actuación, la verdad es que somos un reducido grupo de amigos que tocamos de vez en cuando, bueno quizás el término "tocar" es demasiado excesivo, probablemente "aporrear" se acerque más a la realidad.

Vaya, qué interesante, no sabía que tocaras ni que tuvieras un grupo.

Lo cierto es que no sabes mucho de mí, en eso reside la gracia, soy todo un misterio para ti.

Y así me dejó, se dio la vuelta y corrió a zambullirse en el agua, no sin antes gritarme: ya sabes donde puedes encontrarme.

La verdad es que era una mujer atractiva, su cuerpo era bonito aunque no era una chica con curvas, en nuestra breve conversación la había observado detenidamente, su cuello era delgado, sus pechos desnudos eran pequeños y sus pezones se distinguían oscuros y respingones, su vientre plano y su ombligo atractivo, con aquél pendiente seductor, sus piernas eran largas y delgadas pero se notaba que estaban trabajadas por el ejercicio físico, en su espalda se podía ver una rosa tatuada, su trasero tenía forma de corazón y parecía firme y duro, en una de sus nalgas y por un lateral de su bikini podía distinguirse el ala de una mariposa. Sí, definitivamente era muy atractiva.

La vi nadar durante unos minutos, luego salió del mar por el otro extremo de la playa, recogió sus cosas y desapareció de mi vista.

......................

¿Y qué narices me pongo yo ahora? Esa era mi gran duda una vez que salí de la ducha, lo cierto es que no tengo ni idea del tipo de música que tocan, aunque de todas maneras eso tampoco importa. Finalmente me decidí por unos Levi’s desgastados, una camiseta negra ajustada y una chaqueta de ante de Loewe, "informal a la par que elegante" jajaja, me reí de mis cursis pensamientos.

......................

El local estaba más concurrido que en mi anterior visita, un grupo toca al fondo, distingo entre sus componentes a Raquel, es la batería del grupo, viste camiseta de "The Cure" y vaqueros negros, el cantante del grupo, una especie de Iggy Pop, canta en inglés y se mueve, en el poco espacio de que dispone, como un alucinado por las "anfetas".

El espectáculo finaliza tras casi una hora de concierto, de lo que podríamos llamar rock/gótico, Raquel se acerca a la mesa en la que estoy y me dice que vuelve enseguida, va a darse una ducha rápida, vive justo encima del bar, un nuevo descubrimiento por mi parte.

A los quince minutos regresa, con el pelo empapado, camiseta blanca, vaqueros y chupa de cuero desgastado marrón.

Espero que no te hayas aburrido.

Para nada, lo hacéis bastante bien, y lo cierto es que la batería sonaba muy bien

Jajaja, ¡lo cierto es que por lo menos con rabia sí que le doy! Jajaja. Me ayuda a descargar adrenalina, es un desahogo.

Eso siempre viene bien.

Me presentó a los componentes de la banda y también a algún amigo que rondaba por allí, charlamos durante horas todos juntos, a la sombra de unas cervezas y algún que otro bourbon.

Bueno, nosotras nos vamos, hay tanto humo que apenas puedo veros las caras y encima la mayor parte de vosotros ya estáis demasiado bebidos como para mantener una conversación racional. Hasta otro día "gentuza".

Nos despedimos de todos y salimos a la calle.

¿Y ahora? ¿qué hacemos? ¿dónde vamos?

Pues lo cierto es que a estas horas está cerrado todo.

No me digas que hoy la que está agotada eres tú, hace una noche preciosa, no quiero irme a dormir.

Lo único.

¿Sí?

Si te apetece podemos volver a la Peña, le birlo un par de cervezas a Marco y nos fumamos un "canuto".

Claro, porqué no, hace siglos que no me fumo un "porrito".

Entró y salió del bar en un santiamén, llegó provista de cuatro cervezas y nos pusimos en marcha hacia aquél extraño lugar.

El viaje fue tranquilo, Raquel no pisó a fondo y yo pude disfrutar del paseo en moto.

Allí estábamos las dos, sentadas sobre una manta, bebiendo cerveza y fumando un porro que Raquel había liado con suma experiencia. Hablábamos de música, de trabajo, de viajes...... en fin, de todo y de nada a la vez.

Hace calor.

Sí, es cierto, este verano las temperaturas son muy altas.

¿Nos bañamos?

¿Ahora?

Sí, ahora, yo lo hago en ocasiones, es refrescante.

No sé, estamos algo bebidas y además no traemos bikini ni otra ropa.

Venga ya!! No me seas"carca", el baño nos despejará.

Cuando quise darme cuenta ella ya se había desnudado de cintura para arriba, me miraba y sonreía como una niña traviesa.

Desnudas, en la oscuridad, con un pequeño bosque a nuestras espaldas y el mar enfrente, imagino que podría parecer una postal, pero lo cierto es que yo estaba nerviosa, intuía que los acontecimientos me desbordaban.

Como venga alguien ahora me muero de vergüenza.

Jajajaja, ¿quién estaría tan loco como para venir aquí a estas horas?

Eso es cierto, solo dos insensatas como nosotras.

¡Vamos allá!

Me tomó de su mano y comenzamos una breve carrera de apenas tres pasos para saltar al vacío, mi corazón latía acelerado, el agua nos engulló a ambas, perdí el contacto de su mano mientras nos hundíamos. Comencé a mover piernas y brazos para subir a la superficie, cuando saqué la cabeza del agua no distinguí a Raquel por ninguna parte. Unos segundos después, apareció a unos metros de mí.

El agua está fantástica, es una gozada.

La verdad es que sí.

Es un lugar precioso, tan sólo hay que tener cuidado con las serpientes de mar, jajaja.

Dijo mientras una de sus manos pellizcaba el gemelo de mi pierna.

¡Idiota! Jajaja, no intentes asustarme, mira que te ahogo.

Estábamos una frente a la otra, separadas apenas por unos centímetros. Alargó su mano para colocarme un mechón de pelo que me caía sobre la cara.

¿Sabes? Eres una mujer muy bonita.

Raquel ......

No me dejó decir nada más, puso su dedo índice sobre mis labios para indicarme que no hablara, acarició con su mano mi mejilla para a continuación acercarse más a mí y besarme.

Sus labios eras suaves y carnosos, nunca antes me había besado una mujer, su lengua danzaba en mi boca, me dejé llevar y respondí a su beso, mis labios buscaban ansiosos los suyos, mi lengua bailaba con la suya, bebíamos la una de la otra.

Sus manos acariciaban mi nuca y mi espalda, las mías permanecían unidas su cintura. Nuestros cuerpos terminaron por unirse en un abrazo húmedo, notaba sus pechos contra los míos, en ocasiones incluso nuestros vientres se rozaban, las piernas se enlazaban y jugaban al ritmo que marcaban nuestros besos.

Separó sus labios de mí y me miró con una sonrisa hermosa, dulce y tierna, apoyé mi cabeza en su hombro y lo besé, ella mientras continuaba acariciando mi espalda y mi cintura.

Será mejor que salgamos del agua, no quiero que nos quedemos arrugadas como pasas.

Sí, tienes razón, salgamos.

No sabía lo que iba a suceder, tampoco me preocupaba, me sentía muy bien, cómoda y feliz, me gustaban sus besos y sus caricias.

Nos secamos brevemente con la manta que habíamos llevado y Raquel comenzó a vestirse. Me quedé parada unos segundos, ¿había hecho algo mal? ¿qué sucedía? ¿tan sólo había sido un beso de amigas íntimas?

¡Pero vístete de una vez! Por cierto, imagino que prefieres que vayamos a tu casa ¿verdad?

Ufff, por unos instantes creí que la noche iba a terminar allí, pero no era así, la noche apenas había comenzado para nosotras.

Sí, mi casa está más cerca.

......................

Mi nerviosismo era tal que apenas atinaba a meter la llave en la cerradura, ella a mi espalda acariciaba mi vientre con sus delicadas manos, sus labios besaban mi cuello.... conseguí abrir la puerta pero antes de entrar giré la cabeza hacia ella y le dije al oído:

Tendrás que tener paciencia conmigo.

Tranquila cielo, tan solo déjate llevar, todo saldrá con absoluta naturalidad, te lo prometo. Y me besó con ternura.

Pasamos al interior de casa, apenas me dio tiempo a poner a funcionar el ventilador y sus manos ya estaban desnudándome.

Juntas en medio de la sala, desnudas de cintura para arriba, besándonos apasionadamente, conociéndonos lentamente, uniendo nuestros pechos, rozando nuestros pezones, mordiendo nuestros cuellos, manos que exploran un mundo nuevo y desconocido para mí, sensaciones nuevas y maravillosas. Éramos el centro del universo, la habitación y el resto del planeta giraba a nuestro alrededor, manos que amasan, dedos que acarician, labios que besan, pechos que amamantan .... todo fluía en armonía.

Se separó unos segundos de mí para tomar mi cara entre sus manos y mirarme a los ojos.

Ven. Me tomó de la mano y me llevó como a una niña hasta la habitación.

Ella sentada sobre la cama y yo de pie entre sus piernas, su boca devoraba mi ombligo y mi vientre, sus manos desabotonaron mis vaqueros para ir lentamente bajándolos, sus dedos se deslizaban por mis piernas con ligereza, se perdían entre mis muslos causando estragos en mi interior. Noté su aliento sobre mi sexo separado tan solo por mi ropa interior, creí desfallecer, sentí nítidamente como mis braguitas iban deslizándose lentamente y enrollándose en su caída.

Sus manos masajeaban mis nalgas mientras su nariz se perdía entre mi sexo para captar los aromas que manaban de mí.

Me atrajo hacia la cama y me recostó a su lado, sus labios se apoderaron de mis pezones, chupaban, lamían, mordían y estiraban hasta enloquecerme.

Se despojó del resto de su ropa para unirse a mí en un baile de brazos, manos y piernas entrelazados que giraban de un lado a otro de la cama.

Apoyo mi cabeza sobre la almohada y sus labios comenzaron un lento descenso por todo mi cuerpo, besaban y lamían mi piel provocando en mí escalofríos de felicidad. Separó suavemente mis rodillas para abrir mis piernas y dejarme expuesta a su contemplación. Me encantaba su mirada, la dulzura de sus gestos y movimientos. Su cara se perdió entre mis muslos, sentí como soplaba sobre los labios de mi sexo, la piel se me erizaba, sus labios besaron mi cáliz íntimo, sentía como se deslizaban con experiencia y suavidad, mi interior era lava en ebullición, su lengua recorría cada pliegue de mi piel, surcaba mi intimidad uniendo su humedad a la mía propia, sus dedos sobaban con delicadeza el capuchón de mi clítoris para hacerle salir de su escondite secreto... no necesitaron mucho tiempo.

Los chasquidos de su lengua sobre mi sexo y mis ahogados gemidos eran los únicos sonidos de aquella calurosa noche de verano.

Salió de entre mis piernas para subir hasta mi boca y saciarse de ella.

Me gustaba acariciar su piel, pellizcar sus pezones. Mi boca chupaba aquellos pequeños y sensibles pechos. Mitigaba mi inexperiencia con mi deseo hacia aquella mujer y su cuerpo.

Mi lengua danzaba sobre su vientre en mi bajada hacia su monte de Venus inmaculado, limpio de vello y suave como la piel de un recién nacido. Aspiré su intenso olor a pasión. Mis labios besaban su intimidad y mi lengua recorría lentamente los márgenes de su gruta escondida, su clítoris se alzaba ante mí vigoroso e imponente, tremendamente sensible a mis caricias por lo que daban a entender la respiración de Raquel y sus gemidos. Mi saliva se unía a la sabia que manaba de su interior, intensa y embriagadora.

Mi amante cambió de posición colocándose bajo mi cuerpo, en esa posición numérica tan habitual para las amantes de los placeres de Safo.

Ambas saciando nuestra sed con la ardiente lava que manaba del interior de la otra. Sus labios aprisionando mi clítoris .... espasmos que derriten mi interior .... un dedo que penetra en mí .... los músculos de mi vagina que se cierran sobre él .... su lengua volviéndome loca .... mis piernas temblando .... un segundo dedo que se une al primero .... explosiones de placer en mi vientre .... dedos que se deslizan a un ritmo frenético horadando mi sexo .... mis muslos que se cierran sobre su cara para aprisionarla .... mi clítoris a punto de estallar .... derritiéndome en sus manos .... sus dedos me penetran cada vez con mayor velocidad .... ummmm .... noto su lengua recorriendo los bordes de mi esfínter .... los dedos de mis pies se contraen .... mi humedad aumenta .... su lengua se vuelve más osada .... mi vientre se crispa .... el sudor me empapa .... ahora son tres dedos los que se pierden dentro de mí .... ummmmmm .... señooorrr .... oleadas de placer se acercan .... su lengua a superado los bordes y se adentra en mi culo haciendo que estalle en gemidos y a punto de perder la consciencia .... me derramo en un tremendo e intenso orgasmo sobre sus dedos, invadiendo de un aroma intenso toda la habitación, soy como una muñeca de trapo en sus manos. Jamás había experimentado un placer igual.

Las dos abrazadas sobre la cama, acaricia mi cara enjuagando el sudor de mi frente con la sábana, acunándome entre sus brazos, reposando tras la batalla y reponiendo fuerzas para la nueva lucha. Palabras dulces y hermosas, miradas enamoradas.

El amanecer nos sorprende en el fragor del combate, nuestras piernas entrelazadas como un par de tijeras, nuestros sexos frotándose y estallando, nuestras gargantas secas de tanto gemir, el sol comienza a entrar por las rendijas de la persiana casi a la vez que ambas nos corremos y empapamos la cama.

Noche de intenso placer, lujuria, pasión y deseo, pero también amor. Sobre todo amor.

......................

Los días pasaban junto a Raquel, en su casa, en la mía, en la playa, bajo las estrellas, como dos almas gemelas que el azar o el destino había unido.

Nunca creí que unos días de descanso lejos de todo fueran a significar un cambio tan importante en mi vida, todo comenzaba para mí, como si renaciera, partir de cero.

......................

La puerta al abrirse me despierta de mi ensimismamiento, regreso del recuerdo del verano, me giro para ver como Raquel cierra la puerta de nuestra casa, me mira sonriente, mis mejillas aún están coloradas debido a mis pensamientos, inconscientemente una de mis manos continúa acariciando uno de mis pechos.

Nuestros bocas se devoran. Por fin ha llegado a casa. La esperaba.

 

 

Este relato se ha escrito gracias al empeño que "La Bruja" puso para sacarme de las sombras del ostracismo, hacer que volviera a sentarme ante el teclado y narrar una nueva historia.

Por ese motivo quiero dedicarle esta fantasía a ella, por ser quien es, por ser como es, por ser una amiga.

El Suspense.

P.D.: Para cualquier opinión o pregunta, o simplemente para charlar, bien por e-mail o en el msn el_suspense@hotmail.com