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Historias de una ficción en el futuro

en No Consentido

Capitulo 2 (especial)

Aquella noche me desperte, supongo que por frio o por los nervios estar abandonado en medio de la nada, asi que decidí dar un paseo. Hacía bastante frio por lo que no quise aventurarme fuera de la nave, además de que no me agradaría mucho encontrarme alguna bestia salvaje con hambre.

Me quedé mirando a la pelirroja que parecía como si estuviese durmiendo plácidamente. En ese momento, casi sin darme cuenta, me arrodillé a su lado y la observé. Era guapa de cara, estaba muy bien formada y realmente era atractiva para cualquier hombre o al menos para mí. Sus labios estaban muy perfilados y eran carnosos y rosados, sus cejas se notaban muy cuidadas y su pelo era de un tono rojo carmín que centelleaba con la poca luz de la luna que entraba en aquel improvisado refugio.

Toqué su cara, su piel era suave, acaricié sus mejillas, sus labios, su cuello. Cuando llegué a su pecho, pense si estaba haciendo bien al aprovecharme de que estaba inconsciente, pero sin hacerme mucho caso a mi mismo le empecé a acariciar sus pechos, primero con una y luego con las dos manos. Tenía los pechos duros y sus pezones se endurecían poco a poco por las caricias.

Impacientemente levanté la camiseta y el sujetador y le seguí acariciando las tetas, le empecé a acariciar y a pellizcar los pezones que ya los tenía como dos garbanzos. Acerqué mi boca a ellos y los empecé a lamer, luego los chupé y finalmente acabé mordisqueandolos.

Cuando estaba ya saciado de sus protuberancias, le fui besando el estómago, hasta que llegue a la hevilla del cinturón que sujetaba su corta falda. Pasé mi mano por sus firmes nalgas y me deleité apoyando la cabeza sobre sus faldas y fantaseando. Casi sin pensarlo empecé a desabrochar el cinturón y bajé sus falda con suavidad, tras la que descubrí unas preciosas braguitas semitransparentes de color blanco, que marcaban ligeramente sus labios. Acerqué mi cara para poder oler el embriagador pero ligero perfume que emanaba de debajo de su ropa interior.

Parecía una princesa tumbada en el suelo, protegida solo por un pequeño trozo de tela que guardaba su tesoro, el que pronto iba a descubrir y del que podría gozar yo solo.

Para entonces mi falo tenía ya una tremenda erección, así que con un movimiento involuntario llevé mi mano a mi entrepierna y comencé a tocarmelo. Poco a poco fui masturbandome, y cuando sentí que iba a estallar paré y cogí la mano de la chica y con ella acaricié mi verga que palpitaba con cada roce. Volví a pajearme mientras miraba su cara de angel y en el momento en que senti que me corría, acerque mi pene a su boca y lo introduje ligeramente entre sus labios, donde descarga la espesa leche que brotó del orificio de mi glande.

Tras relajarme un poco, me puse entre sus piernas y con mucho cuidado le bajé las braguitas, deslizándolas por sus preciosas piernas, dejando al descubierto su afeitado sexo.

Cuando lo ví, me parecío una belleza, que solo podía pertenecer a una diosa. Di gracias por poder tener para mí un cuerpo tan perfecto con una concha tan perfecta.

Primero la toqué de forma tímida pude sentirla caliente y ligeramente resbaladiza. Sus labios vaginales no sobresalían demasiado y estaban cerrados, lo que me hizo pensar que sería mas joven de lo que aparentaba y que además era virgen. Le introduje un dedo con el que investigue cuidadosamente su pequeña cavidad y sentí ligeras contracciones en su vagina. Poco a poco fue lubricandose más su pequeña apertura y decidí meterle otro dedo. Los movía lentamente en circulos y metiendolos y sacandolos mientras con la otra mano jugaba con su pequeño y oculto clítoris. Cuando me quise dar cuenta la estaba masturbando de forma frenética y casi sin poder parar. Las contracciones aumentaron en intensidad, hasta que parecía que iba a explotar. Pude fijarme en que su respiración se aceleraba y se hacía más y más sonora, hasta que finalmente estalló en una riada de flujos que empapaban mi mano y ella soltó un pequeño gemido, lo cual me asustó y casi me paralizó.

Pensé que podía haber vuelto en sí y si dijera algo no se que sería de mí; pero me equivoqué, seguía igual de desvanecida que antes con una expresión entre dolor y placer en su rostro.

Todo esto había hecho que mi verga se pusiera como un tronco, así que con ganas de más guerra, la deslicé entre sus piernas y la puse en la entrada de su cueva. Por un momento pensé que mi ariete no podía entrar en su conejo y que, aunque entrase, le podía hacer daño o desgarrarla, pero sin hacer caso a estas verdades, empujé suavemente con la cadera hacia delante, haciendo que mi capullo entrase en su estrecha vagina. El placer fue inconmensurable, así que quise más de aquella inocente chica. Empujé un poco más y con algo de dificultad conseguí que entrara algo más de la mitad, gracias a los jugos que bañaban su rasurado coño. Su expresión fue tornandose en una mueca de dolor, mientras yo iba metiendo y sacando cada vez más aprisa mi erecto pene. Mientras le sobaba con ambas manos los durísimos pechos aumentaba el ritmo de mis embestidas que me provocaban un intensísimo placer y me hacían emitir sonoros suspiros.Ella se corrió empapando todo el suelo y mi cadera, y entre el chapotéo y la furia de mis envestidas llegué al extasis, y cuando estaba apunto de correrme, ella entre gemidos, abrió los ojos, grandes como platos, y me miró como asustada pero sin quitar de su rostro la expresión de dolor. Me asusté mucho pero en ese momento descargue todo mi semen dentro de ella. A ellá se le puso una cara de extrañeza, no entendía que estaba ocurriendo. Entonces se separó de mi y corriendo medio desnuda salió de la cueva. Al momento volvió a entrar con una piedra en la mano amenazandome.

-¿Quién eres? ¿Dónde estamos? ¿Qué ha ocurrido?

-Pues estabamos visitando una estacion de creación de planetas y hubo un fallo, salimos en una nave de salvamento, y esta se estrelló y caimos a la tierra que es donde nos encontramos. Yo soy un visitante que huyó en la misma nave que tú, esos son los demás supervivientes. Y respecto a qué estaba haciendo, bueno… te vi tan bella, y como llevabas un tiempo inconsciente, sin darme cuenta me aproveché de ti… y bueno, pues eso es todo.

-¡Eres un cerdo y un hijo de puta!¡Me dan ganas de matarte a pedradas!

Decidí marcarme un farol

-Si lo haces todos vosotros no tendreis posibilidades de sobrevivir. Soy el ingeniero del grupo y estoy construyendo un vehículo con el que salir de aquí.

Ella, sollozando, me dijo:

-Pero eso no te da derecho a violarme…

-Perdoname, te prometo que lo hice sin darme cuenta…-aquí volví a engañarla -…llevamos ya muchos días aquí y necesitaba sexo.

-¿Cuántos dias llevamos aquí?

-Creo que unos 15 o 20…

-Y en ese tiempo ¿cuantas veces te has aprovechado de mi?

-Ninguna, lo juro. –Respondí rápidamente

-¿Y los demás?

-Creo que tampoco –Entonces tomé yo el turno de las preguntas –¿Como te llamas?

-Amanda

-¿Y cuantos años tienes?

-19

-¿Por qué no dejas la piedra?, podrías hacerle daño a alguien. Y abrígate que si no te vas a coger un resfriado

Ella como sumida en la desesperación me hizo caso, se arropó con una manta y se me acercó lentamente.

-¿Y tú, como te llamas?

-Yo Vincent y tengo 27 años