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Ese olor (01)

en Grandes Relatos

ESE OLOR

Nuevamente el trabajo en la oficina se vuelve rutinario. Me he levantado pronto, una duchita y... el mismo desayuno y el mismo camino al curro. Lo de siempre.

Hola Verónica

Hola Carlos. ¿Te preparo el café?

Si, pero esta vez añádele un poco de leche, a ver si vamos variando un poco.

Te lo llevo enseguida.

Por fin he terminado el informe. Me sentaré en la oficina y revisaré los papeles. Hoy he decidido disfrutar de mi tiempo y de lo que me rodea, aunque no es que sea una maravilla. Tengo una planta a la izquierda, un pequeño sofá a la derecha y dos sillas delante de mi escritorio. Si tuviera una ventana podría ver la calle, pero... me conformo con tener una cristalera traslúcida a la entrada donde se adivina la silueta de mi secretaria Verónica cada vez que vuelve a su mesa. Por cierto, una secretaria muy guapa y con buena silueta. ¿Tendrá novio?.

La verdad es que hasta ahora no me había fijado bien en ella, me refiero a su ambiente personal. Todos los días lleva una falda ajustada en la que no insinúa ninguna marca de sus braguitas. Deberá llevar tanga... mmmmm!! Me pone malo pensar en ello.

Aquí tienes el café, con un poco de leche condensada para que te haga más dulce la mañana. ¡Mira, si rima y todo!.

Pasa Verónica pasa. Ahora mismo estaba pensando en ti. (Mientras Verónica pasa me fijo en sus manos, decoradas con bonitas pulseras pero sin ningún anillo de compromiso, ni marca de haberlos llevado). Tienes que hacerme unas fotocopias y asunto concluido porque ya lo hemos terminado.

¡ Por fín ¡ Eso se merece una pequeña celebración ¿no?

Sí, claro. Estaba pensando en invitarte a almorzar.

De acuerdo, pero yo pago lo mío. Yo también quería invitarte para celebrarlo.

Verónica se da media vuelta, cierra la puerta y la sombra en el cristal me dice que se sienta en su mesa. ¡¡ Está de muerte ¡!. Menudo trasero prieto. Definitivamente lleva tanga. Tendré que quitarme de la cabeza a esta chica, no me gustaría llegar a ser el típico aprovechón de la secretaria y tampoco creo que caiga rendida en mis brazos.

Salgo de la oficina, le entrego el informe a Verónica ("Verónica", ya empieza a tener musiquita su nombre para mí. Verónica). Está sentada y lleva una camisa blanca con sujetador blanco también, porque la camisa así lo trasparenta. Un botón de más desabrochado y sus pechos redondos, uniformes y apretados marcan un apetecible canalillo. Como me gustaría pasar mi dedo entre ellos para sentir su calor pectoral y darle unos besos en cada montañita...

Esto... aquí tienes el informe guapa. El café estaba delicioso. Gracias. (Alargo la mano para darle el informe)

Si vale, lo dejaré fotocopiándose y mientras nos vamos a pegar un bocadito. Ya estoy lista.

Verónica extiende su mano para alcanzar el informe y al mismo tiempo prepara la fotocopiadora. Su mano choca con la mía, nos miramos, nos reímos... pero no aparto la mano. Ella coge el informe, lo pone en la fotocopiadora, recoge su bolso y me hace un guiño con el ojo para que nos vayamos. Me pongo a su altura y caminamos juntos hablando del agobio de la oficina, etc.., etc... y bla bla bla.

Yo llevo una camisa de manga corta, hace calor. Ella también lleva una blusa de manga corta, blanca como había dicho antes. Al andar nuestros brazos se rozan. A veces el movimiento es tan leve que llega a ser como una acaricia en los vellos del brazo. Nunca ese camino había sido tan sensual. Mi mente ya no estaba en la conversación. Supongo que mi mirada hablaría por si sola y tal vez ella la suya dialogara con la mía porque nuestros brazos ya no se movían apenas mientras andábamos, tan sólo nos dejábamos erizar los pelos a cada roce.

Llegamos al ascensor. No dejamos de sonreír desde que salimos de la oficina. Yo humedecía mis labios instintivamente, supongo que mi subconsciente afloraba mi instinto. Yo notaba que Verónica desviaba la mirada y me volvía a mirar sonriente, cómo si todo fuera un juego. Se abrió el ascensor y nos pusimos pegados, los dos sólo. Planta Baja.

Se había puesto una colonia muy fresca, apetecible al calor del día. Inspiro todo cuanto puedo:

-mmmm no sabes cuánto me gusta este aroma que llevas. Da un toque de alegría al olfato.

Sí, es una colonia fresquita pero con buen olor. Me gusta porque me refresca allá donde me la pongo.

Supongo que no sólo te la habrás puesto en el cuello porqu...

No, suelo ponerme también en el pecho. Dejo caer unas gotas y que lleguen hasta donde puedan.

Buff!!! ¿hasta donde le habrán llegado las gotas? ¿más allá del ombligo quizás? ¿habrán encallado tal vez en su tanguita?. Cómo me gustaría recorrer su camino con la lengua...

La miro de cerca y me aproximo a ella con la intención de olerle detrás de la oreja, seguro que esa zona también ha sido regada con colonia.

CLIN!! Se abre la puerta, Planta Baja.

¿Dónde quieres almorzar?

¿cómo?, esto.... pues vamos a tomar un taxi. Haré que nos sirvan el almuerzo de una manera especial

¿especial?

¡ Taxi ¡

Cogemos el taxi en dirección a un hotel que me encantaba. Se que tiene una buena cocina, pero... qué más da lo que comamos, ella no ha dicho nada cuando le he dicho al conductor el nombre del hotel.... ¡voy a saber dónde se perdieron las gotitas!

Nuestras manos juegan con roces, con un dedo dibujo las figuras insospechadas que pasean por mi mente y mis labios sueltan un soplido de lujuria que alcanza el pelo de Verónica. Me mira, baja la mirada y se acerca a mí. Pone una mano en mi pierna y con la otra se deja hacer a mis caricias. Deseamos que el taxista alcance el hotel.

Bajamos, nos dan la habitación 304. Volvemos a coger otro ascensor. Piso 3.

Volvemos a estar solos, pero esta vez sí que llego a oler su cuello. Mordisqueo su piel y saboreo la colonia. También lleva detrás de la oreja. Aparto su cabello del cuello y paso mis dedos levemente, rasurando los pelos. Me abraza. Se abre la puerta.

¡DING!, piso tercero.

Suelo enmoquetado y puerta electrónica. No hace falta llave, tan sólo una tarjeta. Se abre la puerta, cortina echadas y cama recién hecha. Una mesa con un florero con flores. Cuarto de baño y bañera. También hay un retrete para poder orinar y hacer más cosas.

Cerramos la puerta. Ella se da la vuelta, me abraza por el cuello:

Averigua donde me puse colonia.

Le beso el cuello, las mejillas... bordeo sus labios. Mis manos acarician su pelo y mi cuerpo se acerca al suyo, para sentir mejor cómo sube la temperatura. El bombeo del corazón se acelera, y mis besos van siendo más húmedos a medida que paso mi lengua por ellos y quemo el cuello de mi chica. Mis manos van cayendo por los hombros, despacio... despacio. Luego recorren los brazos... despacio....y llegan a las manos de Verónica, despacio.... Nuestros dedos se entrelazan y se sueltan haciendo que sus uñas recorran la palma de mi mano. Desabrocho los botones uno a uno mientras mi lengua y mis labios dan pequeñas absorbidas a su piel, por el interior del cuello y bajando,... despacio.

Su blusa se suelta y la dejo caer rozando levemente su cuerpo, descubriendo el sujetador que sujeta sus pechos, dándome la razón que era blanco. Mi boca ya tiene el don de oler su colonia y mi lengua recorre los sitios que han sido salpicados tomando la dirección del canalillo que había deseado esta mañana. Mis manos desabrochan el sujetador que...toma sus pechos, apretándolos.... deben ser preciosos. Sigo besando por sus hombros al mismo tiempo que bajo los tirantes. Ella empieza a suspirar. Sus manos se clavan en mi espalda, quitando la camisa del pantalón y subiéndola para desnudar mi torso. Los botones que me está desabrochando le impiden quitármela por completo. Sus tirantes ya no los lleva puestos y sus pechos quedan indefensos ante mí. Mis manos los juntan y ... ahora sí paso mi lengua por el canalillo ¡ por fín ¡. ¡que ricura y qué bien saben ¡. Manoseo bien lo que tengo entre manos, mi lengua lava sus perfectos senos que toman una forma más dura, más brillante al estirar un poco la piel. Sus pezones también resurgen de su letargo y nuestros movimientos se aceleran. La cojo por sus nalgas y la alzo sin separar mi cara de entre sus pechos. La llevo hasta la mesa con el florero y arrancho un pétalo de la flor. Lo paso por sus hombros; ella me quita la camisa y me besa por el pecho. El pétalo recorre su espalda y mi mano empieza a bajar la cremallera de la falda. Separa ésta de su trasero y dejo caer el pétalo. Mi mano lo busca y comprueba que... lleva tanga. Una delicia de tanga, un tacto suave... mmmm

Sigue besándome el pecho, mis pezones y acariciándome la espalda. Nuestros labios ahora se juntan, nos fundimos en un beso mientras ella busca la cremallera de mi pantalón, el botón y... adiós pantalones.