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La paja del probador

en Autosatisfacción

De cómo me hice la paja más placentera que recuerdo en el probador de unos grandes almacenes.

 

Caminaba por los pasillos de unos grandes almacenes cuando por sorpresa me aconteció algo fuera de lo normal.

En un primer momento no le di la más mínima importancia al choque. Yo hacia como que miraba al vacío, pero en realidad miraba con disimulo su silueta. Ella estaba revolviendo un gran cajón lleno de bañadores pues se acercaba el verano y ya era el momento de comprar bañador nuevo. Yo la verdad que para refugiarme del calor de la calle decidí pasar el rato en una tienda y así de paso aliviarme con el aire acondicionado y por eso estaba allí. La calle era un autentico horno y ese gran almacén me permitía el lujo de estar a uno 19 grados de temperatura.

Esta señora que tenia pegada a mi espalda y que olía tremendamente bien se volvió a tropezar conmigo y ya era la segunda vez .Comencé a meditar la posibilidad de que esta señora quisiera algo de mí.

La volví a mirar, esta vez de frente, tendría unos 40 años de edad, aunque aparentaba bastantes menos. Su cara era bellísima y su cuerpo muy sexi. Tenia una melena rubia larga y brillante y una esbelta figura con unos senos de tamaño mediano. Estaba bronceadísima y vestía ropa veraniega y juvenil. Su piel era suave a la vista y seguro que lo seria al tacto, pues parecía sedosa.

Inesperadamente su mano se abalanzo sobre mi hombro y su boca se acerco a mi oreja y con unas palabras entrecortadas y casi inaudibles me estaba diciendo que la siguiera.

Yo no pude resistirme a su poderoso influjo y la seguí por los pasillos del gran almacén.

Ella me estaba llevando a los probadores.

En una de sus manos llevaba un minúsculo bikini rojo que creo estaba dispuesto a ponerse y todo parecía que yo era la persona elegida por ella para hacerle ver lo bien que le iba a quedar puesto.

Nos metimos sigilosamente como dos ladrones en uno de los probadores y nada mas penetrar me indico con un gesto que me sentara en un pequeño taburete que se encontraba frente al espejo del probador.

Me dijo- hazme un favor, quiero que me digas como me sienta este bikini.

Estar en ese minúsculo habitáculo esperando ver como se desnudaba una preciosa señora era excitante. Tenia la garganta seca y el corazón me latía a mil por hora. Deseaba ver su cuerpo desnudo cuanto antes.

La señora se quito los zapatos y seguidamente los pantalones. Sus piernas largas y firmes eran como dos rectas columnas que terminaban en una proporcionada cintura. Ya podía ver sus bonitas bragas de seda que eran de color rosa. Yo la miraba con cara de miedo pues en aquella época era un chaval de poco mas de 17 años y aunque nada tímido la verdad es que no estaba acostumbrado a este tipo de situaciones.

En ese preciso instante estaba inmóvil algo sudoroso y muy expectante a ese divino cuerpo

Se quito su camisa blanca de rayas verdes quedándose solo en sujetador y bragas.

Sus pechos eran firmes y aunque no muy grandes sus pezones marrones y afilados los hacían muy atractivos, al rato lo pude comprobar pues en un rápido movimiento se deshizo del sujetador dejándolo caer al suelo.

El cuerpo de esta señora se contorneaba de un lado a otro del probador y ahora sus tetas bailaban alocadamente al estar libres. Parecía encantada de exhibirse ante mí y esto me hacia sentir bien.

Seguidamente se quito las bragas y pude ver a escasos centímetros de mis ojos su coño el cual tenia una mata de pelo rubio muy bien recortado que desprendía un olor embriagador.

Estuvo como un minuto mirándose en el espejo. En esos instantes la tenia de espaldas, de tal forma que la raja de su culo quedaba a escasos centímetros de mi cara. Me hubiera apetecido abrirle el culo para explorarle el ano, pero mi atrevimiento no llegaba a tanto y preferí seguir observando en silencio y sin tocar.

Jamás antes en mi corta vida me había visto en una situación parecida y me parecía estar metido en un erótico sueño.

Por fin la señora comenzó a colocarse el reducido bikini rojo, que a fin de cuentas parecía ser la causa de que yo estuviera allí.

Primero se puso la parte inferior del bikini que tan solo le tapaba triangularmente la parte delantera pues el culo quedaba en su mayor parte al descubierto, ya que por su raja se le introducía un fino cordel que dividía en partes iguales sus morenos glúteos.

Me pregunto la señora que como la veía y yo solo fui capaz de articular una especie de gruñido parecido a un BIEN, después de estar carraspeando unos segundos para aclararme la garganta.

Seguidamente se coloco el sujetador que dejaba al descubierto la mitad de ambos senos, y la realzaba aún mucho más su figura.

Con el bikini rojo ya puesto esta señora era demasiado sexi y ganaba más en atractivo.

La señora comenzó a reírse al verme allí acurrucado en el taburete con cara de idiota y me dijo con voz segura y autoritaria que me levantara y la besara.

Me levante ante su orden como un hipnotizado y la bese en una de sus mejillas.

Al rato ella se quito el bikini, se vistió en un santiamén y se marcho del probador despidiéndose de mí con un seco Adiós.

Después cerré el pestillo asegurándome que no entrara nadie, me baje los pantalones y calzoncillos y me hice una paja pensando en ella, que todavía hoy en día, ni siquiera el mejor polvo que he echado con mujer ha podido superar en placer.

Expulse tanta lefa que manche el espejo el suelo y las paredes del probador. Cuando salí del habitáculo lo hice corriendo lleno de vergüenza, mirando una y otra vez a mis espaldas, por si algún empleado de ese gran almacén me seguía.