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Una nueva familia (3: Una noche inesperada...)

en Transexuales

El éxito con respecto a mis presentaciones eran cada vez más concurridas. Las propuestas llegaban a montones, pero Diana no quería soltarme, cada vez el deseo se fue tornando en un amor posesivo. Poco a poco sus celos iban aflorando. Sí al principio le excitaba como mi publico se excitaba con mis movimientos, la mirada, la libertad de mi cuerpo era algo que no podía soportar, en ese momento mostraba que la sumisión que acostumbraba era tan solo un juego, un papel. Pues en realidad era un demonio que se ocultaba detrás de delicadas formas.

Mi autismo, debido al trauma que significo perder a toda mi familia de un momento a otro, iba desvaneciéndose, al menos ese trauma iba tomando nuevas formas. La danza, como ya antes dije, hizo que dominara mi cuerpo para la seducción.

A pesar de que solo necesitaba verle la mirada a alguien para saber como dejarlos a mis pies con mis movimientos, solo me deje tocar por Diana y sus hijas. Como ven a pesar de mis formas femeninas, jamás deje tocarme por un hombre, aunque me excitaba más llevarlos un máximo clímax.

Diana muy difícilmente me dejaba salir, cosa que siempre encontraba la forma de escapar. Me gustaba vestirme siempre sexy, y salir a una discoteca de ambiente, donde pueda mostrar toda mi masculina feminidad. Me gustaba ir con una faldita mini con aspecto mojado muy apretado que resaltaba mi delicioso trasero, un body transparente que translucían mis implantados pero deliciosos pechos, medias de seda que me llegan a las rodillas, un maquillaje escandaloso que me hacia ver toda una perra. Entraba en la disco, me pepeaba, y sin ver a nadie desplegaba toda mi sensualidad, escuchando atentamente la aceleración de la respiración quien se hipnotizaba con mis movimientos, siempre sin dejar que nadie me toque, como había dicho, solo dejaba que lo hiciese mi nueva familia, hasta que sucedió algo que quizá estaba esperando.

Era inevitable de convertirme en el centro de atracción donde vaya, esa era la única razón por la que salía, eso me excitaba. Solo que a veces llevaba la excitación hasta el límite de aquellos que tenían un efecto catártico al verme bailar.

Una de esas noches, saliendo de la disco, sentí como me tapo la boca una gran y callosa mano con u pañuelo con olor extraño, formol, mientras mis ojos se serraban, sentía que otro me tomaba de las piernas y los dos me introdujeron en una furgoneta. Pero atrás de esa gran mano, en mis labios se ocultaban una gran sonrisa. Cuando desperté estaba amarrado en la alfombra de una sala, que dicho sea de paso carecía de decoración. Mientras desperté comenzaron los insultos - perra te vamos a dar hoy duro, ya varias noches estas que nos calientas y nada, ahora te toca tu castigo ramera asquerosa, crees que porque tienes ese cuerpo vas a hacer lo que quieras, vas a saber ahora quien son los amos-. No escuchaba esas palabras con miedo, mas bien mi rostro inexpresivo ocultaba una estridente carcajada.

Los mire a cada uno a los ojos sin pronunciar palabra, eran dos gorilas que fijo tenían más de tres años en un gimnasio. Inmediatamente se abalanzaron sobre mí, me pusieron en cuatro patas, para esto estaba desnuda, uno se puso atrás y luego de ponerme vaselina en mi recto me perforo si compasión, el otro tomándome de los cabellos, me obligó ( al menos eso quería que creyera), a que abriera que creyera y comenzó a follarme por la boca. Comencé a mover mis caderas y hacerle al otro una mamada espectacular. Os ojos de los supuestos violadores estaban fuera de sus orbitas, no podían parar, tenían que seguir, poco a poco estaban en mi poder, mis movimientos, impedían que sus penes se pusieran flácidas, nos quedamos horas, cambiando de pociones cada 20 minutos, quedaron exhaustos, luego de eyacular como mulas, bañándome mi cuerpo des semen, se quedaron dormidos, justo como los quería

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