Soy el Gato Montex y esta será la primera de varias experiencias personales que escribiré. Son reales y espero que las disfrutéis como yo las disfruté en su momento. Si queréis decirme, sugerirme, aclarar algún detalle o cualquier cosa, podéis contactar conmigo en: gatomontex@hotmail.com
ANAL con premio...
Era verano y en la calle hacia un calor de mil demonios, ella y yo estábamos tirados desnudos encima de la cama. Durante tres años fue mi novia y ahora después de dos sin estar juntos, volvíamos a intentarlo. Me encantaba el sexo con ella, los dos habíamos perdido la virginidad juntos antaño y eso hacia que siempre fuese especial, lleno de ternura y cariño, aunque fallásemos como animales.
Habíamos intentado varias veces practicar el sexo anal con penetración, pero solo conseguíamos que mi polla entrara un poquito en su culo, ya que con facilidad le producía dolor. El problema estaba en el bello que rodeaba su ano, así que decidimos afeitarlo y probar suerte...
Me coloque tras su espalda y sentándome en el suelo de la bañera, separe sus muslos y la indique que se incorporara hacia delante. Cuando su culo quedo totalmente erguido, pude intuir su ano y su vagina completamente. Su sexo, muy poblado de bello púbico, se mezclaba con el pelo que alrededor de la roseta de su ano, se entrelazaba. Todo su sexo, de bello negro, mostraba un brillo especial, fruto del flujo vaginal que desde su coño hasta su ano, todo le humedecía y dotaba de un intenso olor a sudor y sexo que deseaba lamer.
Abrí el grifo y un cálido chorro de agua cayó por toda su espalda, arremolinándose en sus glúteos y peinando el espeso pelo de su sexo. Acerque lentamente la cuchilla y con firmeza, comencé a rasurar los labios mayores... pasando por su perineo, afeite alrededor de la roseta de su ano, aquel bello, que imposibilitaba el tener una buena experiencia anal.
Cuando pude ver todo su sexo rasurado, de labios abultados y enrojecidos; su ano, de color más oscuro y tamaño pequeño, sentí como mi polla se ponía dura por momentos y me entraron unas ganas enormes de chupar y lamer todo aquello. Pero no lo hice, ya que el constante agua de la ducha, no me dejaría saborear ni el olor ni el sabor de su sexo. Además, ella deseaba poner a prueba su ano de otra manera...
Sentado sobre el sillón, separe las piernas y ella de rodillas a mis pies, comenzó a besar mi polla. Me miraba con ojos de niña mala, mientras su lengua se enroscaba alrededor de mi capullo y el calor de su saliva me quemaba.
Tenia 23 años, su pelo castaño y liso, caía suavemente sobre sus hombros. Sus caderas daban lugar a un hermoso culo redondo y terso, que yo intentaba azotar con mis manos. Mientras tanto, acariciaba sus pequeños pechos, apretando con suavidad, sus finos y erectos pezones. Cada vez que me incorporaba en el sillón para azotar y arañar su culo, su boca se introducía casi por completo en mi polla y podía sentir como la agarraba con firmeza entre sus labios. Ella hubiera seguido hasta el final y hubiera dejado que mi semen cayese dentro de su boca, ya que eso la excitaba mucho, pero esta vez, quería sentir como mi semen se depositaba en otro sitio...
Escupió entre sus dedos y se untó la saliva sobre su ano recién afeitado. Acerco su culo a mi polla y cogiéndola entre sus dedos, lentamente se fue sentando. Su ano se dilató en principio con facilidad, pues estaba sobradamente acostumbrado a ser penetrado por objetos de pequeño grosor. Pero pronto le costo dilatarlo más y sus piernas empezaron a flojear. Sosteniéndola por la cintura con una mano, con la otra acaricié suavemente su húmeda vagina. Gimió de pacer y al relajarse, mi polla entro un poco más. Sentí como todo mi capullo se deslizó dentro de su ano forzando con suavidad las paredes de su esfínter.
Se quedo inmóvil un momento, asustada de tener aquello dentro de su culo y me dijo tímidamente: "no estoy segura de que me entre toda tu polla". Yo sabia que todo era esperar un momento y cuando la vi relajada, solté la mano que sujetaba su cintura y lentamente, ella cayó sobre mí. "Hummm... si... ohh... para que me cago", repitió varias veces, hasta que presa del deseo, se dejo llevar y evidentemente dejo que algo espeso y cálido se aplastara contra mi polla. La conocía demasiado bien como para sentirme incomodo y sabia que aquella situación, lejos de avergonzarla, la excitaba de una manera especial. Ella deseaba tener toda mi polla dentro de su hambriento culo y no pensaba dejar de dilatar su ano, porque algo pudiese escaparse fuera.
Me recosté más aún y cogiendo sus piernas puse sus plantas de los pies sobre mis muslos, ahora, la penetración era de lo más profunda. Mi polla entraba y salía sin salir del todo, pues de no ser a sí, se lo hubiera hecho encima de mí. Podía sentirlo todo contra mi polla, lubricando mis profundas embestidas. Me excitaba aquella situación, y al contrario de lo que piensen otras personas, a mí me parecía muy natural.
Su coño, excitado como nunca, emanaba abundante flujo que caía por mi polla hasta mis huevos. El olor a sudor de nuestros cuerpos se entremezclaba con el olor de su sexo y las heces que de mi polla afloraban cada vez que la sacaba hasta el capullo.
Tubo un par de orgasmos antes de que yo sintiera que me corría dentro de su culo.
Cuando mi semen impacto en el fondo de su esfínter, gemimos los dos y quedamos exhaustos de placer, recostados el uno junto al otro.
"Quieres ducharte conmigo, preguntó...
Se levanto lentamente, conteniéndose, y mi polla apareció llena de una curiosa crema marrón alrededor del capullo, desprendiendo un ligero olor a su culo. Ella se sentó sobre el vater y delante de mí, sin cortarse un pelo, pude oír como dejó salir todo lo que había aguantado. Su cara de placer y alivio mientras me miraba, me excito y me dieron ganas de continuar disfrutando de aquella niña tan desvergonzada.
Una vez dentro de la ducha, le enjaboné el cuerpo y pasé mis dedos tímidamente por su aún dolorido y dilatado ano, sin duda le excitó, al juzgar por su cara. Ahora era el momento de lamérselo..., separando sus piernas y poniendo una de ellas sobre el grifo de la bañera, me dispuse a poner mi boca sobre su ojete.
Lo mire primero y pude ver que estaba enrojecido y mucho más dilatado que antes, apenas se mostraba terso y duro a mis labios, así que sin dudarlo, apreté la punta de mi lengua contra su culo y esta entró fácilmente. Sus piernas temblaron y tubo que amarrarse con fuerza a la barra de la ducha para no caerse. Su ano se contraía al ritmo de mis envestidas, mi lengua entraba cada vez mas dentro y pronto sentí un leve sabor amargo. Me excito mucho mas, ya que lo hacia mas real y distinto a lamer un coño. Cuando sentí que ella misma se apretaba el clítoris con fuerza contra sus dedos, supe que era el momento y juntando mis labios, succioné de su culo con fuerza he introduje mi lengua varios centímetros en su cálido ano. Por el agónico de su gemido final, supongo que tubo una experiencia inolvidable.