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Vacaciones transviesas

en Transexuales

VACACIONES TRANSVIESAS

A UN ADOLESCENTE SE LE DA LA OPORTUNIDAD PARA QUE AFLORE LIBREMENTE SU INCLINACIÓN SEXUAL

Mi nombre es Vanessa, soy una travesti de  28 años  y he decidido contarles  mi historia para ver si ayuda a alguien que se pueda encontrar en una situación parecida a la mía.  por razones que se comprenderán me referiré a mi persona en femenino.

Desde muy pequeñita me llamaban la atención los típicos juguetes de las niñas, y prefería juntarme con ellas para jugar ya que las encontraba más delicadas, esto por supuesto traía consigo las burlas de mis compañeros, pero  poco caso hacía de ellas.

Ya más grandecita como mis  padres trabajaban y yo quedaba sola en las tardes, trajinaba la ropa de mi madre y me gustaba ponérmela. No había nada más fascinante que sentir la suavidad de la ropa interior, aunque  no fueran los modelos y colores que llamaban tanto mi atención en los escaparates de las tiendas de lencería.  Sentir la suavidad de las medias era otra cosa que me enloquecía, me las colocaba y me las  acariciaba con las manos, luego me gustaba caminar con ella y sentir su roce entre las piernas. Luego me masturbaba y rápidamente guardaba las cosas tratando de  dejarlas igual a como las encontraba.

Ya adolescente mis rasgos femeninos comenzaron a acentuarse más, muchas veces los chicos mayores me hacán encerronas y me acariciaban de una manera que no podía disgustarme, o hacían que les acariciara sus miembros. Uno de ellos, se llamaba Jorge, chico muy guapo, de verdad me atraía, me llevó a un lugar muy escondido y me dijo :  -“Ya puta de mierda. ahora sabrás lo que es pegarse una buena mamada. Hizo que me arrodillara, sacó su miembro que estaba durísimo, y tuve que tragármelo entero. Al principio no podía soportar las  arcadas, pero poquito a poco fui dominando la técnica, al parecer era algo que llevaba en la sangre, desapareció el asco y me afané en lo que me pedían. Estaba tan excitado que no duró mucho. El semen inundó mi boca que casi me atraganto. Su sabor no se parecía a nada que pudiera conocer, pero me gustó. Hacía picar un poco mi paladar, pero su viscosidad y como se diluí y mezclaba con mi saliva era algo digo de experimentar.

Un año en las vacaciones de verano llegó una prima que vivía en el sur, tendría unos 22 años, era muy hermosa, y vestía como una verdadera diosa. Yo tendría unos 15 años, la observaba atentamente, cómo era en sus gestos, en su forma de caminar, de vestir, para imitarla. Ella era mi modelo. Una tarde en que todos habían salido aproveché para introducirme a su dormitorio y poder ver su ropa. ¡Era maravillosa! Su ropa interior era del mismo tipo con la cual yo siempre soñaba tener algún día. Unas tangas divinas, pequeñitas por delante y sólo un hilito por detrás. De diversos colores y formas, otras con vuelitos o muy transparentes. Portaligas negros, medias preciosas. ¡Un verdadero tesoro! Escogí una tanga  negra muy coqueta de lycra. Me la puse. Me quedaba muy bien. Sentía como se pegaba a mi piel, y su suavidad me enloquecía. Envidiaba la suerte de las mujeres en usar esas ropas tan exquisitas. Luego cogí el portaligas, los elásticos rozando mis piernas hacían volar mi imaginación, cogí un par de media negras ,  ya no quería más. Me sentía toda una hembra. Estaba abstraída con mi nueva ropa, tirada en la cama imaginando tantas cosas lindas que no me dí cuenta cuando se abrió la puerta del dormitorio y aparece mi prima. –“¡Miren nada más con lo que me encuentro por aquí! – me dijo. Yo no supe qué hacer. La miraba asustada. –“Así que mi primito quiere ser niñita” – me dijo. – “Vamos, vamos no te asustes. Tienes suerte que fuera yo quien te sorprendió”-  Me dijo. Me abrazó tiernamente  para tranquilizarme. –“No te preocupes, yo te entiendo y esto quedará entre nosotras”.

Al oírla me calmé un poco, pero aún seguía sollozando y la vergüenza  se reflejaba en mi rostro. –“Mira” – me dijo – Para que veas que  no te miento y comprendo lo que sientes, te regalo esa ropa que tienes puesta.”  - la tristeza de ese momento fue  opacada rápidamente por la alegría que me produjo con sus palabras. La abracé  y ella me besó tiernamente. –“No te preocupes mi pequeñita. Entiendo muy bien lo que te pasa. Es algo que tendrás que llevar toda tu vida. Y, en algún momento tendrás que tomar decisiones importantes , desde ya debes comenzar a prepararte para ello. Cualquiera sea el camino que elijas será duro de sobrellevar. Por eso debes mantenerte siempre fiel a lo que sientes. Guarda muy bien esa ropa, que no te vaya a sorprender alguien que no piense como yo. Desde ahora este será nuestro gran secreto y si hay algo, lo que sea, en que te pueda ayudar, por favor házmelo saber. Estaré siempre dispuesta para ti.”

Esas palabras me han dado mucha fuerza hasta el día de hoy, y como se verá más adelante,  fue de gran ayuda en mi vida. Me quité con mucho cuidado la ropa la doble cuidadosamente, me vestí y me fui a mi cuarto para buscar un lugar donde pudiera guardarla con seguridad que nadie podría encontrarla.

Maribel, mi prima, se portó como una reina, jamás dijo nada, y me siguió tratando como si no  hubiese pasado nada. Realmente había tenido suerte. Si mi padre o mi madre me hubiesen sorprendido no sé qué habría pasado conmigo. Desde ahora tendría que redoblar mis precauciones y no confiarme tanto. Recordaba el tesoro que me había regalado Maribel: Una tanga de lycra negra, un portaligas y un par de medias negras. Eso era como haberme sacado el premio mayor. ¡Ya no tendría que hurgar en las ropas de mi madre!

En las noches y, en la soledad de mi habitación, me ponía la ropa, y me daba vueltas en la cama, pensando que estaba con el chico de colegio que me había hecho mamársela. Algunas veces me iba a la escuela con mi tanga puesta y gozaba con el cosquilleo provocado por el elástico metido entre mis glúteos. Eso me andaba trayendo excitado todo el día y me costaba concentrarme en clases.

Al año siguiente me llegó una invitación de Maribel para que pasara mis vacaciones en su casa. Maribel era una mujer muy hermosa, pero jamás le conocí un novio o algo que se le pareciera. No podía entender cómo teniendo su figura los hombres no se fijaban en ella. Maribel habló telefónicamente con mis padres solicitando el permiso. Ellos me preguntaron si yo quería ir. Les dije inmediatamente que sí. Tenían en Maribel una confianza ciega, así que no hubo mayores problemas. El corazón se me salía del pecho pensando en esos maravillosos dos meses que pasaría con Maribel, separado de mis padres por más de 800 kilómetros, en una ciudad donde nadie me conocía. Imaginaba, aunque no tenía la plena seguridad, que con Maribel tendría cierta libertad para mis jueguitos, no por algo ella me invitaba conociendo mi secreto.

El día del viaje estaba muy excitada, me había costado gran trabajo colocar en la valija “mi tesoro”, no podía perder la oportunidad de utilizarlo. El viaje en bus era bastante largo, así que me acomodé haciendo volar mi imaginación” La verdad es que no sé si yo era muy provocativa, al menos juraba que era discreta o era del gusto de los hombres porque siempre había alguien que me miraba fijamente, muchas veces haciéndome incomodar y otras, si era guapo y me gustaba, sonrojar, sin saber qué hacer. Esas situaciones no me molestaban del todo, pero jamás se concretó alguna en algo que pudiera ser digno de contar. No pasa más allá de las miradas y de lo que una se pudiera imaginar.

Durante el viaje no fue la excepción, esta vez era el sobrecargo, que cada vez que andaba por el pasillo no me apartaba la vista y me miraba fijamente. Era un joven de unos 27 años, bastante guapo, no lo puedo negar, y se notaba que tenía un físico muy bien cuidado. Unas espaldas musculosas acentuada por lo apretado de la camisa. Era el encargado de atender a los pasajeros así que continuamente pasaba por mi lado. Extremaba sus atenciones conmigo y buscaba cualquier pretexto para hablarme. Yo me sentía muy halagada y con coqueteos muy disimulados esperaba que se diera cuenta de lo que sentía. Ya con el hecho de estar alejándome de mi familia me provocaba un sentimiento de libertad nunca antes sentido. Se podía decir que me estaba desbocando.

 

Ya avanzada la noche, el bus hizo una para de una hora para que los pasajeros que lo desearan pudieran comer algo. Yo no tenía hambre y como estaba un poco fresco tampoco quería bajar y decidí quedarme dentro del bus. Fui la única persona que se quedó. Tenía los ojos cerrados  imaginando lo que serían mis vacaciones inolvidable cuando siento que me tocan en el hombro,  era Iván, el sobrecargo. –“¿No vas a bajar? – me dijo. Sobresaltada, le dije que no tenía deseo. El, sonriente me dijo: -“Anda ven. Por lo menos un café para que se te pase el frío” Me lo dijo con tanta ternura que no pude seguir negándome. Pasamos a una cafetería, pidió dos cafés y dos emparedados que tuve que aceptar a regañadientes. –“Si no comes te adelgazarás mucho y así estás bien” – Lo tomé como una coquetería. Sólo sonreí. Aprovechamos el momento para conversar un poco y conocernos. Tenía 27 años era soltero, había tenido que dejar sus estudios universitarios por problemas económicos, por eso trabajaba en la línea de buses. Pero esperaba en algún tiempo más  poder retomar sus estudios.

 

Me preguntó para dónde viajaba y resultó que el vivía en la misma ciudad donde pasaría mis vacaciones. –“Tal vez podamos vernos” – me dijo. –“Podría ser” – le contesté. Y a continuación, en una servilleta, me dio su número de teléfono. –“Llámame si estás aburrido” – me dijo y a continuación agregó: -“Y si no lo estás, también me llamas”. Nos reímos de buena gana. Una vez que terminamos, canceló, me compró una revista de esas con la vidas de los artistas que me gustan mucho. Miró la hora, quedaban 35 minutos aún para que partiera el bus. –“¿Quieres ver algo que te gustará? – me dijo. Le contesté que sí. –« No queda muy lejos me dijo pero apuremos » Fuimos rápidamente, llegamos a un edificio viejo abandonado de unos 5 pisos. –“Ven entra. Debemos subir con cuidado. LLegamos a la azotea y se podía ver toda la panorámica del pueblo cuyas luces se mezclaban con la hermosa luna llena que brillaba. El silencio se podía oír. Era una atmósfera casi mágica. Yo no andaba muy abrigada y estaba algo fresco. Comencé a tiritar un poco. – “Parece que tienes frío” – me dijo. Yo cruzando mis brazos le dije: -“Sí un poquito”. Inmediatamente se quitó la chaqueta , se ubicó detrás de mí  y la colocó entre mis hombros. Por una milésima de segundo su sexo se rozó casi imperceptiblemente con mi cola. Fue como si un rayo hubiese caído sobre mí. Me estremecí completa y no pasó inadvertido para Iván, quien me tomó de los hombros me dio vuelta dejándome de frente a él. Su rostro era muy varonil y tierno a la vez. Una barba que por lo avanzado del día ya le comenzaba a aflorar. Unos labios gruesos y se notaban duros. Una dentadura perfecta. Yo me sentía muy pequeñita a su lado.  Siempre tomándome de los hombros me acercó un poco más a él, inclinó su cabeza, acercó su boca a la mía y nuestros labios se encontraron. Yo entreabrí los labios para dejar que me explorara con su lengua, cosa que hizo casi de inmediato y me abandoné completamente, desprovista de toda voluntad. Iván me apretaba contra su cuerpo fuertemente, casi no me dejaba respirar, pero esa sensación de estar entre sus brazos, de sentirme protegida, de ser hembra que tiene a su macho que la desea era algo insuperable.

 

Una vez que terminamos de besarnos me miró fijamente a los ojos y me dijo: -“Sabía que no podía equivocarme contigo” – Miró la hora, ya teníamos que regresar. Una vez en el bus, y por el resto del vieja me trató como a una verdadera reina. No hubo atención que no me hiciera. Ni qué decir que me sentía plenamente halagada. Llegamos  temprano en la madrugada como a eso de las 5 de la mañana. Iván se preocupó de mi equipaje y me consiguió un taxi. Antes de despedirnos me pidió que lo llamara y que si necesitaba cualquier cosa lo que fuera contara con él. Despacito me dijo,  - “Te despediría con un beso, pero no se vería muy bien.” Cuídate mucho y no te olvides de llamarme.”

 

Al llegar a la casa de Maribel, cancelé el taxi, y toqué el timbre. Era un barrio residencial bastante agradable y al parecer muy tranquilo. Me daba algo de pena despertar a Maribel tan temprano, pero, bueno no me quedaba más remedio. Al momento salió Maribel todavía media dormida, y con una ropa de cama muy sensual, de esas cosas casi transparente. Se podía ver claramente sus pechos con sus pezones, y hasta su vello púbico podía verse claramente. –“¡Primitooooooooo! ¡No te esperaba tan temprano!” Pasa, pasa, mi amor” – me dijo. Disculpa la facha y que no haya ido a buscar, pero... ¿Te cuento? La noche estuvo un poco agitada” Y se reía. Bueno yo también compartiré algunos secretitos contigo. – Y riéndose me dio un beso en la frente.

 

Entramos, la casa tenía una ornamentación poco tradicional, pero hermosa, todo era artesanal de carácter informal. El aroma a incienso inundaba la casa. –“Mira, ven, este será tu cuarto. Lo ví y quedé deslumbrada. No era muy grande, pero súper acogedor. Con colores cálidos muy radical un ventanal inmenso que daba a un jardincito muy frondoso lo cual le daba un toque muy especial. Una especie de cómoda con un espejo casi de cuerpo completo. Al medio tenía un espacio con una banqueta, ideal para maquillarse. –“Puedes guardar tus cosas ahí” – me dijo señalando la cómoda. De pronto oigo una voz de mujer: -“Maribelllllllllllllll, ¿dónde estás, amor? La miré  con perplejidad. pensaba que estaba sola, y además la intimidad del trato...   me guiñó un ojo y contestó: “¡Ya voy mi bebita hermosa, no te desesperes que ya voy” – luego dirigiéndose a mí dijo: -“ Es Vero, mi pareja” ¡Maribel era lesbiana! Eso explicaba mis dudas con respecto a ella. Internamente me alegré, ahora estábamos empatadas y seguramente esa situación me daría más libertad de la que ya imaginaba. –“No te preocupes” – le dije. “Este será un secreto más entre nosotras dos.” Me miró dulcemente y me dio un besito. –“¡Ven, quiero que conozcas a Vero,  estoy segura que serán buenas amigas” – Me gustó mucho que se refiriera a mi en femenino. Cada momento que pasaba me convencía más que serían unas vacaciones inolvidables.

 

Fuimos al dormitorio principal, era muy semejante al mío en su decoración pero bastante más amplio , con un baño en suite y con algunas luces de color y figuras de neón por la pared. Arriba el el cielo raso un enorme espejo que cubría toda las cama, que era inmensa y tenía unas preciosas sábanas de seda color negro. Todo esto daba una ambientación que podía fácilmente estimular cualquier locura. En la cama tapada apenas un poco por las sábanas estaba Vero, una rubia impresionante  y  por lo que podía observar muy joven. –“Verito, te presento a mi prima” – dijo Maribel, y agregó: ya te había hablado de ella”. – Vero se incorporó y dejó a la vista  un par de tetas prodigiosas. –“Hola” me dijo- “Bienvenida, cariño” Y mirando a Maribel le dijo: -“Ya pues, amorcito, vente luego a la cama, que tengo frío” – Maribel me miró y me dijo: “Aprovecha de acomodarte y más tarde conversamos de todo lo que tenemos planeado para que tus vacaciones sean inolvidable”. – Me despedí de Vero con un movimiento de mano y me dirigí al que sería mi cuarto. Mientras ordenaba mi ropa, no podía dejar de pensar en Iván. Eso había sido muy hermoso. Me hice la promesa de llamarlo en algún momento.

 

De pronto sentía algunos grito y chillidos proveniente del cuarto de Maribel y Vero. Se notaba que lo estaban pasando muy bien. Trata de imaginarlas y lo que estarían haciendo. En cierta forma las envidiaba sanamente, ya que podían darse el gusto de estar con quien quisiera y cómo quisieran. “Ojalá yo pueda hacer lo mismo algún día” – pensaba.

 

Como a eso de las 11 de la mañana salieron ambas del cuarto, cada una sólo llevaba una tanga y en sus rostros todavía se reflejaba  la lujuria y pasión que las había poseído.  Las tetas de Maribel eran generosas y turgentes. Las de Vero más pequeñas, de forma cónica pero que venían muy bien con su cuerpo. Eran como el negativo y positivo, la una rubia y la otra morena. juntas debían formar un cuadro plástico de extremada belleza. Nos sentamos a la mesa, tomé una taza de café con un par de tostadas con mermeladas. Vero sólo un yoghurt. Maribel la recriminaba que estaba comiendo , muy poco. Vero le replicó que no quería engordar porque si no Maribel la podía cambiar por otra más hermosa. Maribel le dio un beso en los labios y le dijo: -“No te cambiaría ni por todo el oro del mundo”  Tiernamente Vero le dio una cucharada de yoghurt, que Maribel devoró. Lo hacía todo de una manera tan natural y sencilla que no causaba el más mínimo asombro verlas así. Además se notaba que se tenían un amor muy profundo. Eso era lo valioso: que fuera recíproco.

 

Después del desayuno nos fuimos a la salita, me gustaba verlas así, desnudas en toda su belleza, me preguntaba si yo alguna vez me podría ver como ellas. Vero encendió un cigarrillo y se lo dio a Maribel, luego encendió uno para ella. Maribel tomó la palabra y dijo:  “Querida primita. Vero sabe perfectamente todo acerca de ti. No te preocupes que es de confianza, las dos somos como una sola.” - Yo escuchaba muy interesada, ya que, al parecer era la afectada en todo esto. Maribel continuó “He pensado mucho en ti, desde que descubrí tu secreto y te dije algunas cosas que creo recordarás”- asentí con la cabeza. – “Pues bien, quedé muy preocupada por ti, ya que como sabes bien siempre he sentido un gran afecto por ti. Cuando regresé le conté todo a Vero. Y es así como pensamos que sería bueno que pasaras una temporada con nosotras en la cual no tengas ningún tipo de represión con respecto a tus gustos. Es más a partir de ahora en esta casa sólo habrá tres mujeres. Nadie mejor que nosotras para saber lo que se sufre por el hecho de ser diferentes. Ambas, Vero y yo sufrimos lo nuestro cuando éramos pequeñas, ahora ya tenemos una posición que nos permite hacer lo que nos dé la gana y no dependemos de nadie. Es por eso que deseamos darte la oportunidad de que definas tu orientación. Aquí desarrollarás tu lado femenino. Al final de tus vacaciones podrás decidir por ti misma cuál es el camino a seguir. Cualquier decisión que tomes contarás siempre con nuestro apoyo y silencio. Pero para ello debes primero decirnos si estás de acuerdo en lo que te estamos proponiendo.

 

Ambas quedaron esperando que dijera algo. Yo estaba atónita y confusa. Me estaban dando por dos meses la oportunidad de mi vida. Pensé un poco y les dije: “Queridas Maribel y Vero, de verdad agradezco la oportunidad que ustedes me brindan. Es como si de pronto mis sueños se volvieran realidad. estar con ustedes, más aun, ser una de ustedes será lo mejor que pueda pasar en mi vida. Les doy las gracias una vez más y sí, por supuesto que acepto la oportunidad que me brindan”

 

Nos levantamos y entre las tres nos abrazamos fuertemente. Vero que era la más alocada gritó levantando los brazos: “Todas para una...! y  le contestamos “¡Una para todas!. Y de esta manera se iniciaron oficialmente mis vacaciones. Me rebautizaron como Vanessa. A eso obedece mi nombre actual.

 

Lo primero será borrar todo vestigio de tu masculinidad, dijeron así que te quitarás toda la ropa de hombre que llevas en este momento. Yo quedé un poco atónita. –“Apúrate” – me dijo Vero. Entonces me quite absolutamente todo, quedando desnuda en medio de la sala. Ambas me miraban con mucha atención. Maribel le pregunta a Vero.- ¿Qué  opinas, cielito? –“Mmmmm...  a ver Vanesa, date vuelta quiero ver tu cola”. Me dí vuelta.”Ya mi amor puedes sentarte” – me dijo. Y contestando a  Maribel dijo. “Tiene muchas posibilidades. Puedo convertirla en toda una hembrita que dejará a los hombre tiritando” – dijo. Su rostro tiene rasgos muy delicados, casi femeninos que con el maquillaje se los puedo acentuar más. Su cuerpo  no tiene vellos, eso lo favorece mucho. Está bien en el peso, un abdomen firme, plano. Sus piernas si te fijas son muy delicadas y torneadas, con un buen tratamiento le dejaremos la piel más suave que una mujer y su trasero muy bien formado, será una delicia. El problema de las tetas lo podemos solucionar con un relleno, después ella verá si se hace unos implantes, pero para eso es demasiado pronto. –“Perfecto” – dijo Maribel. Entonces tú te encargarás de la parte estética y yo de lo otro- dijo. –“Perdón... “ – dije tímidamente –“¿Qué es lo otro? –Vero y Maribel se dieron una mirada de complicidad. Después que Vero le diera una mirada de asentimiento Maribel dijo:  -“Bueno te explicaré todo de una vez para que no tengas dudas: Vero es una experta en Estética y tiene el mejor salón de  la ciudad, así que ella se encargará de convertirte en una hermosa mujer. Yo me encargaré de la parte económica, vale decir todo lo que se relacione con respecto a tu vestimenta. de hache hoy en la tarde saldremos a comprarte algunas cositas.”  Yo me sentía totalmente abrumada, no podía ser verdad todo lo que me estaba pasando. mi corazón saltaba de alegría.

 

Me dijeron que fuera a tomar un baño de tina a la cual le echaron unas sales especiales que me iban a suavizar la piel. vero me hizo una máscara en el rostro para quitarme algunas manchas. ¡Ya me estaba sintiendo toda una mujer! Me dijeron que me quedara en el baño relajándome y que vendrían por mí cuando fuera el momento.

 

Así me quedé como toda una reina. Mi primer día había sido insuperable. Ya no tenía imaginación para pensar en el resto. Se vino a mi mente la imagen de Iván y ese hermoso beso que nos habíamos dado. recordaba el calor de su cuerpo, la firmeza de su pecho. ¿Y si lo llamara? El deseo de hacerlo se me iba intensificando. Siempre he tenido buena memoria, así que lo recordaba, no había necesidad de ir a buscar mi agenda. La tibieza del agua y el efecto de las sales, sentir la máscara en mi rostro las luces multicolores que entraban por las ventanas que eran unos vitrales, el olor del  incienso me daban una voluptuosidad que me transportaba, como si estuviera flotando entre las nubes.  Tomé el teléfono que estaba en una mesita al lado de la tina y marqué.

 

El teléfono llamó dos o tres veces hasta que la voz de una mujer, de edad, por el timbre, me contestó. Le pregunté si podía hablar con Iván. Cuando me preguntó de parte de quién el inconsciente me traicionó, sin pensarlo contesté: -“De una amiga” – después me dí cuenta del error, pero bueno ahora no me quedaba salida. Podría haber cortado, pero deseaba escucharlo. Además para él  yo no era ningún secreto. Al poco rato siento su voz. –“¿Aló? – “¡Hola!” le contesté. –“Cómo estás” –“¿Con quién hablo? –dijo . –“¿Ya me olvidaste? –de a poco iba recobrando mi aplomo, y comencé a jugar un jueguito seductor. –“De verdad dime quién eres. No te puedo recordar” -  “Así son los hombres. Todos iguales. Sólo quieren una cosa de nosotras y después a la basura...    –“En serio , dame una pista”  - “Mi nombre es Vanessa” – le dije - ¿Vanessa? no recuerdo conocer a nadie con ese nombre. ¿Estás segura que quieres hablar conmigo? –“Bueno, te daré una pista. No recuerdas un apasionado beso a la luz de la luna, en tu último viaje?  - “NOOOOOOOOOO” – respondió sorprendido -  “es que me habías dado otro nombre. En todo caso este me gusta muchísimo más.  –“Gracias “le dije. “Te llamaba porque quería agradecerte  por todas tus atenciones durante el viaje” –“Lo hice con mucho placer. No hay nada mejor que atender bien y como se merece a una linda damita” Parecía que deseaba ponerme a mil. Cada cosa que me decía subía mi temperatura. –“¿Te puedo decir algo? – me preguntó. –“Por supuesto”, le contesté. –“Besas como toda una diosa” –“Bueno” – contesté – “Tú no te quedas atrás”. Así estuvimos conversando como 20 minutos. Quería que nos juntáramos. Le dije que bueno pero que yo me comunicaría con él para estar segura de cuándo podría ser.

 

Como a la hora de mi conversación llegó Maribel. –“¿Cómo estás, Vanessa? – Totalmente relajada le dije. Le conté de mi aventurita con Iban. erámos dos mujeres contándonos nuestros secretos amorosos. –“Entonces” – me dijo- arregla una cita con él pero en unos tres días más. Te aseguro que se llevará la sorpresa de su vida y caerá redondito a tus pies” – “Me gustará ver eso” le dije.

 

Maribel me pidió que saliera de la tina, me pasó una toalla, me sequé y me quedé envuelta con ella. Al ratito llegó Vero, me quitó la máscara me aplicó una serie de cremas y comenzó a depilarme y a delinearme las cejas.  –“Te desconocerás de lo hermosa que quedarás” - me dijo. Después siguió aplicándome cremas por todo el cuerpo. Los brazos, muslos, piernas, espalda, glúteos. En fin toda entera. Luego llamó a Maribel y le preguntó cómo me veía. Ella se llevó las manos al rostro en señal de sorpresa y exclamó: -“¡Está quedando preciosa! – Yo no podía decir nada al respecto porque no me dejaban ver en el espejo. Se dieron un besito en los labios Y Vero le dijo:  -“Ahora es tu turno, Amor”. – “OK” – respondió mi prima.

 

Me dijo que lo que venía ahora era igual de importante, la ropa. –“Ponte esto” me dijo pasándome una tanga negra muy pequeña. En la parte de atrás era sólo elásticos. –“Es preciosa dije” – me la puse, acomodé mi miembro de manera que no se notara. Vero, feliz como niña pequeña dijo: “Está quedando más hermosa que nosotras” – reímos las tres de buena gana. Luego me pasó  un sostenedor que obviamente hacía juego con la tanga, me ayudó a abrocharlo por detrás y acomodamos los breteles. No eran unos sostenedores cualquiera. Traían incorporados un relleno muy suave, imitando  las mamas. “Sí “ – dijo Vero. – “Le quedan bien, y son del tamaño justo”. “Sigue con esto dijo Maribel y me pasó un peto blanco elasticado, sólo con tirantes en la parte de arriba y que dejaban mi vientre al descubierto. El relleno no se notaba para nada. Parecían naturales.

 

Luego me pasó una mini de jeans muy cortita y ajustada. –“Vaya, esto se pone muy interesante mi amor” – dijo mi prima. “Tienes una cola preciosa”.  pata terminar una tenis muy coquetas color rosa. –“Te cedo el turno de nuevo” . dijo Maribel a Vero. Se hicieron uan reverencia y Vero dijo: -“Como guste mi amor”. Me sentaron nuevamente y comenzó a maquillar mi rostro. Maribel le decía que no exagerara demasiado, que no me hiciera ver muy adulta. Recuerda que es apenas una adolescente. Vero le dijo que no se preocupara. Que una cosa era el maquillaje de día y otro el de noche. Cuando terminó, dijo –“¡Listo!- “Cierra los ojos” y de la mano me llevaron frente a un espejo. Los abrí y no podía creerlo. No me habría reconocido ni mi propia madre. Era una verdadera quinceañera. Esa ñiña del espejo no podía ser yo, pero era yo. Mis piernas se veían hermosas con la mini y los tenis. No pude evitar que unas lágrimas de emoción se deslizaran por mis ojos. Nadie podría haber dicho que no era mujer.

 

Bueno Cariño, ahora nos iremos a comer algo al centro y luego a comprarte algunas cositas me dijo Maribel. -¿Saldré a la calle? – pregunté sorprendida. –“Sí mi amor” – será la primera salida de Vanessa. He pensado mucho en cómo describir ese momento de salir a la calle. Pero siento que no tengo las palabras suficientes. Es imposible poder describir la plenitud, el sentirse relizado. Sentir la libertad al caminar, el suave roce de mi ropa interior, la brisa que me acariciaba por debajo de la falda. Ibamos por la calle y en una esquina había un grupo de muchachos, disimuladamente podía ver cómo me comían con los ojos. En sus rostros se podía adivinar el deseo y las cosas que se imaginaban poder hacerme. No sólo los jóvenes me miraban, hombre adultos también y de todos los tipos. Algunos iban con su esposa pero igual daban la vuelta para ver mejor mis piernas y mi cola.

 

Entramos a un restaurant, almorazamos. El mozo no podía quitar la vista de mis piernas, y yo así como sin darme cuenta, mostraba un poquito más. Ese pobre hombre estaba loco. Estaba descubriendo que Vanessa rapidamente se convertiría en una verdadera zorra.

 

Salimos y nos dirigimos a una tienda de lencería, no entraré en detalles pero salí cargada de cosas  ropa interior , vestidos, zapatos, hasta el día de hoy no sé que hice para merecer tanto. Una vez que llagamos a la casa, totalemente rendidas, nos quitamos los zapatos y nos sentamos cuán largas éramos. “Mi querida Vanessa”- dijo Maribel, ya estás lista para tus vacaciones. Puedes entretenerte guardando tu ropa. Desde ahora en adelante todo lo que suceda será de tu responsabilidad. Cuando necesites algún consejo o ayuda sabes que pouedes contar con nosotras. Puedes salir, llegar o no llegar, sólo te pido que en el último caso tengas siempre la gentileza de avisarnos. puedes hacer tus porpios amigos y si se hace necesario puedes hacer  pasar a un  muchachito a tu dormitorio siempre que sea de confianza tuya. Toma siempre las precauciones necesarias. En lo demás debes dejarte guiar por tus instintos. Considérate como en tu propia casa. No esperes que te estemos ofreciendo las cosas. Si tienes hambre o sed ya sabes perfectamente donde está cada cosa” – Luego dirigiéndose a Verónica le dice: -“Mi amor, estoy rendida. Creo que necesito mi masaje especia” – “Vamos mi amor” contestó. Al poco rato ya se sentían los efectos del masaje especial, taducidos en chillidos y quejidos de todo tipo.

 

Era apenas las 9 de la noche. No quería irme a la cama. Deseaba algo más, un poco de glamour. Tomé el  teléfono y llamé a Iván . Conversamos un poco y le dijo que le gustaría verme. Le dije que bueno. Le dí la dirección, no vivía muy lejos, así que en media hora pasaría por mí. Me acerqué a la puerta de Maribel, había silencio, por lo tanto ya debía haber terminado el masaje especial. Llamé, me dijeron que pasara. Estaban ambas algo sofocadas, rojas, sobre la cama abrazadas dándose besito. La escena era hermosa ver sus cuerpos bien formados . –“Quería avisarles que saldré un rato” – le dije – “Tengo una cita con Iván. Pasará por mí un rato más”.  Se separaron y al unisóno me aplaudiero. Al Hacerlo pude verlas mejor. La choca de Vero era preciosa, pequeña y con el vello rasurado en forma de corazón. La de Maribel  no se quedaba atrás, pero su choca estaba más natural, con los vellos bien frondosos, pero que no le venía mal para nada.

 

Me desearon que me fuera bien y fuera cuidadosa. Me despedí y les cerré la puerta. Momentos después llegó Iván. Abrí la puerta. Su mirada fue de asombro. Sin poder disimular me miró de arriba a  abajo. Tartamudeó un poco y dijo: -¡Perdón! ¿Estará Vanessa? – Me salió la mujer perfida que tenpia dentro de mí y le dije: -¿Vanessa? ¿Está seguro? Aquí jamás ha vivido alguna Vanessa. Seguramente le tomaron el pelo señor.” –“No, no lo creo, pero seguramente ha habido alguna equivocación. Disculpe señorita”.  Entonces al ver su cara de perplejidad me compadecí y le dije: -“Iván, ¿es que no me conoces? – Volvió a mirarme incrédulo –“¿Vanessa?  -“¡Presente! le dije y me colgué de su cuello. Me tomó dulcemente de la cintura y me dijo: -“Estás preciosa, Vanessa. De verdad no te reconocí”. –“Me muero por besar esa boquita”- me dijo. –“Entonces no pierdas tiempo” – le dije.

 

Salimos tomados de la mano. Me sentía bien con Iván. Sabía que nada malo me podía pasar con él. Me sentía protegida. Me dijo que no podía llevarme a ninguna parte porque apenas andaba con el dinerom para su movilización. Le dije que no se procupara,  que me bastaba estar con él. Me llevó a un parque muy bonito, y nos quedamos en la parte más oscura, arrimados  bajo un arbol. Allí comenzamos a besarnos como desesperados. Iván parecía un verdaero pulpo y podía sentir la dureza de su sexo. Sus manos me recorrían entera. Yo estaba sofocada., descontrolada total, el deseo me tenía sin voluntad. Sabía  que a esta altura no me iba a bastar unos cuantos besos y caricias. Entonces dentro de nuestra calentura le dije a Iván: “Necesito que me hagas tuya, mi amor, o si no creo me volveré loca” –“Es lo que más deseo mi amor” – contestó, pero no tengo donde llevarte”- Le dije que no se preocupara, que pdíamos ir a mi casa. que no había ningún problema. Era tanto su deseo que no hizo ninguna pregunta. Creo que si lo hubiese llevado al infierno me habría seguido gustoso. No había nada como ser una hembra y tener caliente a l macho. Llegamos a la casa. Saqué la llave, Maribel me había dado una copia, y entramos directamenta a mi habitación. Dejé las luces en un nivel muy bajo, en que casi  nos veíamos solo las siluetas de nuestros cuerpos.

 

Iván me quitó el peto y los sujetadores. Comenzó a devorarme el cuello. Su lengua jugaba conmi oreja. El placer me consumía. era tan hermoso sentirse mujer. Comencé a desabotonar su  camisa, una vez que hube terminado  la tomé con mis manos por los dos lados y la deslicé lentamente por sus hombros. Su pecho era magnífico, musculoso, varonil con una ligera linea de vellos por el medio. Apoyé mi rostro en su pecho, quería sentirlo de mil formas posibles. No me cansaba de acariciarlo con mis manos. De pronto Ivan me coge por la cintura y casi en vilo me levanta y coloca sobre la cana. Su cabeza quedaba a la altura de mi cintura. Aflojó mi falda y me la quitó, dejándome sólo con la tanga. Con us manos comenzó a acariciar mir piernas dede abajo hasta arriba, deteniéndose en mi cola. La acariciaba, la apretaba fuertemente hasta casi dejar sus dedos marcados.. Luego me pidió que me recostara. Así lo hice. mientrs tanto el se quitaba el jeans, se enredó un poco producto de la ansiedad y el intenso deseo. Quedó sólo en slips, que eran muy  sensuales. Muy breves y con sólo unos elásticos a los lados, que hacían resaltar más su masculinidad. El bulto se veía  apetecible. Se tendió sobre mí y fue maravilloso sentir su peso, estar debajo del hombre que una desea. La dureza de mi sexo la pude sentir sobre el mío, me impresionó y ya lo quería sentir de la forma que fuese. Ivan cubría todo mi cuerpo, era una minucia a su lado y  esa diferencia me excitaba más. Con su boca iba besándome en forma metódica todo mi cuerpo, después me hizo dar vuelta y comenzó con mis espalda. Casi no podía articular palabras alguna, era todo quejidos y chillidos de placer. ¡Y pensar que era apenas mi primer día! Ivan seguía descendiendo, al llegar a mi cola , hizo a un lado la tanga y comenzó a devorar mi ano con su lengua. No pude evitar el alarido de placer. esto era demasiado. Ya dudaba que pudiera salir con vida después de gozar tanto. De pronto siento algo duro entre mis nalgas, era su miembro que a lo largo estaba entre mis dos glúteos. Cerré mis ojos tratando por el roce de imaginar su tamaño. Se sentía grande y potente. ritmicamente comencé a mover mi cola para estimularlo. Iván estaba ebrio de  placer y se quedaba quieto mientras yo le prodigaba mis encantos.

 

Me susurró al oído que deseaba penetrarme. “Dame tu culito, mi amor. Quiero sentirte” No le respondí nada. Pero deseaba hacerlo sufrir, quería que me deseara hasta que le doliera. Que se arrastrara por mí. Dejarlo baboso a más no poder. Deseba sentir su miembro dentro de mí, pero me estaba dando cuenta que iba a ser una hembra muy especial. Que era para ser amada más que para amar. Quien me quisiera gozar, primero tendría que ganárselo, y eso solamente lo decidiría yo. Nadie más.

 

No contesté nada a su requerimiento. Me di vuelta lo abracé y le dí un beso. Deseaba compenetrarme de su aliento, beber de su saliva y sentir la suavidad de su lengua. Minuciosamnete mi  lengua recorrió primero sus labios, luego la introduje dentro de su boca la hice llegar hasta casi el findo de su garganta, me sentía toda una canibal, me lo hubiese comido entera. No imaginé nunca que en una situación así pudiese volverme tan puta. ¡Peor aún! Ya que una puta lo hace por necesidad, yo lo hacía por gusto, por vicio, por calentura. Iván comenzó a darse cuenta que estaba perdiendo la iniativa, y era yo quien comenzaba a dar las directrices, pero no dijo nada, ya lo tenía en mis manos y podría hacer lo que me viniera en gana. ¿Qué tenía pensado? Hacerle cosas que jamás le hubieran hecho, llevarlo al borde del placer para bajarlo repentinamente, tenerlo toda la noche gimiendo e implorando por alcanzar el orgasmo. Quería que después de estar conmigo no pudiera satisfacerlo nadie más.

 

Tome su exo con una mano, estaba que reventaba el maldito, durísimo y su tamaño muy apreciable. Su forma me encantaba. Era recto, con un glande bien proporcionado, rojo grana, brillante, reluciente, pidiendo a gritos su ración. Lo tomé por la mitad de su tronco y pausadamente lo apretaba. Cuando presentía que se quería venir lo dejaba y después vuelta a seguir. Ivan estaba loco, me pedía que por favor lo dejara venirse. Yo nada le decía y seguía en lo mío. Después bajé hasta su sexo y comencé a acariciar su glande con mi lengua. Su sabor me alucinaba, me encanta hasta el día de hoy ese olor tan característico que tiene el sexo del hombre.  A ratos variaba y recorría su tronco con mi lengua como si estuviera con un helado. A veces le salían unas gotas de lubricante que aprovechaba para beberlas con fruición. Mientras mi lengua recorría su miembro mis manos acariciaban sus bolas , y aprovechaba para acercar mis dedos, de manera muy sutil, a su esfínter. Quería ir probándo sus reacciones. En una de esas rocé suavemente su esfinter y la respuesta fue positiva. Dios un respingo y se acomodó invitándome, sin decir nada, que siguiera por esa dirección. Obviamente no lo hice. Ya tenía otro medio para seguirlo doblegando. Mi satisfacción era inmensa, tener  un macho a mi merced. Se me hacía difícil creer que alguna mujer lo hubiese tenido así, como Vanessa, la puta, lo tenía.

 

Me incorporé por un momento, me arregle la tanga, que Iván me la había dejado corrida, y de mi mesa de luz saqué una crema. Vokví a la cama, me arrodillé al lado de Iván quien estaba boca arriba. Me miraba ansioso, seguramente pensaba que el momento de la penetración había llegado, pero no podía estar más equivocado. En la palma de una mano coloqué abundante crema que la desparramé convenientemente., y comencé de esa manera a masajear su sexo que se delizaba suavemente dentro de mi mano apretada. Iván gemía tratando de alcanzar el orgasmo imposible. Cuando lo veía próximo apretaba fuertemente su miembro para evitarlo. -¡Maraca culeada! – me gritaba enojado. “¿Quieres volverme loco?” – Yo sonreía de mi maldad. Mientras más me  insultaba, mayor era mi placer. Eso de tener las riendas entre las manos de verdad era fabuloso.

 

Después me tendí sobre su cuerpo de tal manera que coincidieran nuestros sexos, y apoyando mis manos sobre la cama comenzaba a frotarme. Su miembro sólo podía sentir la suavidad de mi tanga que estaba quedando toda manchada con la crema y su lubricante, sin hablar del mío, ya que mi miembro  estaba lubricado hasta más no poder. Mientras hacía todo esto pasaba mi lengua por su cuello lo cual lo enloquecía más. “Acaso no querías estar con una puta?” – le decía al oído. “Pues aquí tienes. Es Melissa”- le decía al oído.  Deseaba estimularlos de  varías maneras a la ves. Por el tacto, por el oído. Quería que estallara de placer, pero cuando yo quisiera.

 

Me tomó del trasero y me lo acariciaba, le faltaban manos para hacerlo, sus dedos buscaban mi agujerito pero yo me las arreglaba para evitarlo. “¡Puta, putísima! – me decía. “Mira cómo me tienes! Yo como sorda seguía en mi faena. –“Quítame la tanga” le ordené. Tomó uno de los elásticos y de un solo tirón me la quitó. Mi miembro al verse en libertad saltó como un resorte y eso me dio otra idea. Comencé a que nuestros miembros se rozaran  suavemente. Y  lo hice acabar de esa manera. No diré la cantidad de semen que Iván liberó. Me disgustó no haberlo tenido en la boca. Hubiera sido divino. Iván sólo dio un suspiro y finalmente pudo relajarse. No como él quería, pero había tenido su orgasmo que fue  bastante intenso. Podía considerarse con suerte, Vanessa había sido generosa.

 

Mu recosté, Iván me abrazó pos detrás. Miré la hora. eran las 4 de la madrugada. Cerré los ojos y nos quedamos profundamente dormidos. Cuando desperté ya la mañana estaba algo avanzada. Sentía las manos de Iván por mi cuerpo. Pensé que debía estar horrible desúé de todo el ajetreo de la noche anterior. Le dí un beso. Le pregunté cómo lo había pasado. Me dijo que fue una noche inolvidable. Jamás había sentido tanto placer con alguien. Me preguntaba dónde había aprendido tantas cosas, que ni él se hubiera imaginado. Yo sonreía y le acariciaba el rostro. Me levante, me quité el maquillaje y me puse una bata de seda cortita. Le enseñé donde estaba el baño para que se aseara un poco. Asi lo hizo. Le pregunté si tenía hambre, me dijo que un poco. Lo tomé de una mano y lo conduje a la cocina. El protestaba porque sólo estaba en slips. Le dije que no se procupara, que podía estar en confianza.

 

De Maribel y Vero no había noticia alguna. Seguramente que habían tenido una sesión de miedo. Debían estar agotadas. Preparé café, hice unas tostadas. Cuando pasaba cerca de Iván este aprovechaba para manosearme el trasero. Yo me hacía la enojada, pero me encantaba que lo hiciera. La sensación de estar atendiendo al hombre era muy placentero. Me imaginaba casada con él. La vida sería muy parecida a lo que estábamos haciendo. Me encendía mirarlo así semidesnudo sentado a la mesa. Sus piernas bien formadas, musculosas. Sus bíceps se notaban en cada movimiento que hacía. Y con esos slips estaba de miedo, tapando apenas su generoso bulto. Me estremecía verlo así.

 

No nos dimos ni cuenta y aparece Vero, todas despeinada con claros síntomas de una noche de miedo. Estaba completamente desnuda. Nos vio y ni se inmutó. Sólo dijo: “Vaya, parece que tu cita terminó muy bien, picaroncita” Y luego mirando a Iván, le dijo: “Hola mucho gusto soy Vero” Y se acercó para darle un beso en la mejilla” Iván estaba atónito, no sabía para dónde mirar de puros nervios. Al saludarla se puso de pie, dejando entrever su bulto. Vero sonriendo dijo: “Mmmmmm, te felicito, Vanessa, tienes muy buen gusto” Iván no pudo evitar ponerse rojo. “Estoy tan cansada” – decía Vero. Maribel estuvo imparable anoche. No sé de dónde sacaba tantas fuerzas. Espero que los hayamos molestado con nuestra bulla” –“No te preocupes, Vero” – le dije. Nosotros teníamos nuestro propio show aparte. ¿Verdad, Cielo? – Iván sonrió nerviosamente para balbucear: -“ Ssi... sssiii, claro!. Le ofrecí  un café a Vero, quien aceptó inmediatamente. La escena era coma para una película, dos hembras trasnochadas  una totalmente desnuda, la otra (yo)  travesti sólo tapada con una batita y un macho en slips minúsculos. Pero todo era tan natural. Conversábamos como si nada y nos conociéramos de toda la vida. Vero comenzó a conversar con Ivan a prguntarle algunos aspectos de su vida. Hicieron muy buenas migas. Ya no sabía si ponerme celosa o no. Al  rato, Vero comenzó a llamar a Maribel para que conociera a Iván. “Maribellllllllllllllll, amor, ven un poquito” – le decía. Como ella no aparecía, fue a buscarla al dormitorio.

Maribel apareció practicamente durmiendo, Vero la traía de la mano. “Mira Cielo, la conquista de Vanessa”- Ella abrió los ojos, estaba totalmente desnuda al igual que Vero. Yo creo que Iván no entendía en el tipo de casa que había caído. “Hola” le dijo Maribel. “Encantada. Yo soy Maribel” – “Mucho gusto” – dijo Iván poniéndose de pie. Su slip se había corrido un poco dejando ver parte de su vello pubiano. Maribel lo miró de arriba abajo y riendo dijo: “Más parece que el gusto ha sido de Vanessa” y todos estallamos en una carcajada al unísono.

 

Así conversando tonteras y riéndono terminamos el desayuno juntos. Iván  me dijo que tenía que retirarse. Se lo manifesté a las chiquillas. No querían que se fuera, que cómo no se iba a quedar a almorzar. Si era temprano. Iván dijo que el único impedimento que tenía era el de no querer ser inoportuno. Que a lo mejor teníamos algo que hacer. “¡Esas son puras tonteras!2 – dijo Vero. “Si tuviéramos que hacer algo no te estaríamos pidiendo que te quedes” – Iván agradeció la invitación y manifestó que se quedaba con agrado. Que éramos todas muy simpáticas.

 

“Pues bien”  dijo Maribel. - Miró su reloj. – “Son las once de la mañana de un hermoso día domingo. Mañana es feriado y no tenemos ningún apuro. Así que la orden del día es pasarlo lo mejor posible. ¿Alguien en desacuerdo? – dijo mirándonos fijamente y apuntándonos con el dedo. No riramos los tres y al mismo tiempo dijimos: “¡Nadie mi Capitán!” – “Me alegro” – dijo, entonces como estamos todos trasnochados por la intensa jornada de anoche, la primera  orden es ¡Todos al jacuzzi!  Esa orden me tomó de sorpresa. Ignoraba que tuvieran un jacuzzi. Seguimos a Maribel y una parte del patio esta techada para protegerlo de las miradas indiscretas, y sobre una base de cemento muy bien revestida con una cerámica preciosa, de forma redonda de madera había un jacuzzi que fácilmente podía dar cabida a unas ocho personas cómodamente sentadas. Del agua salía un ligero vaporcito que evidenciaba que estaba temperado.

 

Vero y Maribel que estaban desnudas se introdujeron inmediatamente. Yo estaba sólo con mi batitta, Iván con sus slips. Estaba azoraso, no sabía muy bien como proceder. Vero y Maribel se reían. “No pensarán meterse con ropa” decían. “Vamos Vanessa, así como debes haber hecho anoche, quítale el slip a tu hombre!”  No me hice de rogar dos veces, me acerqué a Iván  tomé los elásticos del slips y de un solo tirón se los quité. Apareció soberbio su miembro imponente. No era para menos. Un macho joven, teniendo frente a su vista dos magníficas hembras desnudas, que muy lesbianas serían, pero de esas cosas el muñequito no entiende. Y además también estaba yo completando el escenario frente a sus ojitos.

 

“¡Vanessa, parece que te sacaste el premio mayor!” –dijo Vero - ¡Wauuuuuuuuuu! – chillö – Maribel.  ¡Acuérdate que soy tu prima y compartimos todo! – “¡Cuidadito, cuidadito!” le dijo, Vero, “Acuérdate que no estás solita”  - y se dieron un tierno besito en los labios. –“¡Ya pues Iván! ¡Qué esperas! – le dijo, Vero. “Quítale la bata a tu noviecita”. – Iván se acercó a mí. Me tomó de los hombros me dio un apasionado beso y luego, delicadamente hizo que mi bata se deslizara suavemente por los hombros dejándome totalmente desnuda. - ¡Esos son hombres! – decía Maribel. Iván me dio la mano y me ayudó a entrar al jacuzzi. El agua estaba realmente exquisita. Estábamos todos relajados. ¡Esa era una vida de verdad” Libre de preocupaciones y de qué dirán. No hacíamos daño a nadie y éramos veraderamente felices.

 

“Iván, como tú eres el macho de la casa, tendrás que preparar los tragos” – Dijo Vero. Le indicó dónde estaba todo y al pobre Iván no le quedó más que obedecer. Quedamos las tres un rato solas en el jacuzzi. Estaban enfermas de curiosidad por lo que había hecho con iván en la noche. Cuando el salió del jacuzzi ambas lo miraron en todo su esplendor. Y hacían comentarios de lo buena que estaba su cola y su miembro.

 

“¿Te dolió mucho Vane? – me preguntó Vero. “Mira que su miembro es de proporciones” – No me podía creer que aún no me hubiese penetrado. Yo le expliqué con lujo de detalles todo lo sucedido y quería que me deseara más de lo que podía en este momento. Me felicitaron y me dijeron que tenía una vocación innata de hembra que sabe cómo tener a los hombres.

 

Al rato llegó Iván con una bandeja con los tragos pedidos. Nosotras aplaudíamos a Iván y bromeábamos con el soporte que tenía para sostener la bandeja en clara alusión a su miembro erecto que quedaba debajo de la bandeja. Iván ya se había acostumbrado así que sólo reía y celebraba las bromas de que era objeto.

 

Cada uno sacó su trago. Vero estaba al lado de Maribel y yo acurrucada bajo un brazo de Iván. A veces a la disimulada colocaba mi mano en el agua y como distraidamente pasaba a rozar su sexo, que respondía de inmediato. Maribel y Vero jugueteaban entre ellas tirándose agua. Después de un rato, Vero se colocó de espaldas frenta a  Maribel, quien la abrazó tiernamente, y de a poco sus manos se delizaron a sus tetas, jugando con sus pezones, mientras Vero se abandonaba dulcemente. Esa escena provocó aún mas la excitación de Iván, quien me tomo y me dejó al igual que Vero, mientras jugaba con mis cabellos húmedos y me daba besos por detrás del cuello. Pero a diferencia de estas dos gatas en celo había una diferencia, rozando mi cola se encontraba el miembro enhiesto de Iván. El contacto de mi cola con su miembro se volvía doblemente voluptuoso con la tibieza del agua. Y para mantenerlo  en su dureza movía mis cola sutilmente a fin de mantener su interés.

 

Casi sin darnos cuenta nos habíamos callado. Nadie conversaba y cada cual, con su  pareja,  estaba embriagado de sensualidad, deseando dar rienda suelta a sus impulsos. Vero fue la primera, quie se dio vuelta quedando frente a frente con Maribel,  mirándola fijamente a los ojos, y quitándole el cabello que le tapaba un poco los ojos le dijo: “Te amo, Maribel”. – Las pupilas de Maribel se dilataron, exteriorizando todo el volcán de pasión que albergaba e n su pecho y le contestó: “Yo también te amo, mi Verito” sus bocas se juntaron en un hermoso beso. Parecía que deseaban devorarse mutuamente. Maribel tomó a Vero fuertemente de cada nalga y la atrajo contra sí, cosa que sus sexos fueran uno solo.

 

Mi corazó latía a toda velocidad. También me dí vuelta de cara a Iván, rodee su cuello con mis manos y busqué ansiosa su boca. El entreabrió sus labios dando paso a mi lengua.  Me tomó con mucha firmeza, se dio vuelta dejándome apoyada contra la pared del Jacuzzi, extendí mis brazos para apoyarme mejor en el borde, y aprovechando la falta de gravedad en el agua, me tomó de las piernas y el de pie, las apoyó sobre sus hombros. Se acercó a mi sexo que estaba durísimo, no era tan magnífico como el de Iván, pero que tampoco estaba del todo mal. Se acercó y comenzó a darme una mamada. Me tomó de sorpresa. No esperaba algó así. esta vez el primer golpe lo había dado Iván. No pude resistirme, ya me había hecho su presa y sólo quedaba abandonarme a sus caprichos.

 

Por el otro lado, Maribel y  Vero, estaban haciendo de las suyas. Vero apoyada en la pared del jacussi como  estaba yo, pero con las piernas abiertas, mientras Maribel estimulaba su clítoris con el dedo. Vero no chillaba, bufaba como una vedadera perra en celo. Sus tetas subía y bajaban a causa de la respiración entrecortada. De pronto se tensaba, cerraba los ojos, arqueba el cuerpo y dejaba de respirar, tratando de llegar a ese momento culminante en que el cielo y la tierra se hacen uno solo. En el cual todo se funde en un estallido de placer.

 

Mientras Iván me mamaba, me arrancaba gritos de placer, sentí que una de sus manos se delizaba por mis nalgas. El propósito era evidente, quería penetrarme con los dedos. Separé las piernas lo más que pude para facilitarle la tarea. Su dedo rozó mi esfínter, y comenzó a presionar hasta que pudo introducirse, por lo menos la mitas, la sensación de ser penetrada y mamada era insuperable. Iván se tragaba mi iembro entero, masajeba mi culo y con la otra mano libre acariciaba mis bolas, era por tanto una lluvia de estímulos que me atacaban por todos lados. Agregado a esto los chillidos de Maribel y Verónica. Yo aguantaba al máximo aquel momento, ya que deseaba que nunca terminase. De pronto el aullido de Vero desgarró el aire. La saliva en forma de espuma le salía por la boca. Tan intenso era el orgasmo que estaba teniendo. Maribel presurosa se acercó a su boca y con la lengua comenzó a beber la saliva que chorreba por la boca de Vero.

 

Ese espectáculo que se me asemejaba como magnífico, hizo que me distrajera un poco. Vero estaba en otro mundo, su pecho todavía se veía agitado. Pude apreciar incrédula, que aún le duraba el orgasmo. Parecía que sollozaba, peo era la intensidad del placer la que lo tenía así. No podía hablar. Mientras tanto Maribel le acariciaba el cabello y le hablaba al oído. Lentamente, Vero fue recobrando la respiración y miraba arrobada a Maribel. “Estuviste increíble, mi amor” le dijo. “Casi me matas. No sé cómo te las arreglas para hacerme sentir cada vez más”. Maribel sonreía y la miraba tiernamente. “Debe ser porque eres mi nena hermosa” – le dijo. Una vez que estaba totalmente repuesta, Vero salió del jacuzzi no sin antes decirle a Maribel: -“Ahora es tu turno, mi vida”.

 

Cuando volvió traía amarrado a la cintura una especie de arnés, negro y justo  delante de su chocha un inmenso miembro, muy bien hecho que por lo menos medía unos 25 centímetros de largo por unos 7 u 8 de grueso. Estaba muy bien proporcionado imitando las venas a la perfección.  El miembro de cualquier negro superdotado. –“¿Ves mi amor? le dijo Vero. “Traje a Kunta Kinti” – dijo sonriéndose. –“Tu preferido”  Maribel, al verla se le encendieron los ojos. –“Ay, Verito, te viniste con todo, mi amor. ¿Querrás  enloquecerme? vero le respondió: “Claro que quiero volverte loca, pero de placer y amor” – Se introdujo al jacuzzi  se acercó a Maribel, la hizo darse vuelta , haciéndola apoyarse en el borde del jacuzzi cosa que le diera la cola. Le separó las piernas hasta que no diera más. Y comenzó a taladrarla con el miembro gigantesco. “¡AAAAAAYYYYY...! – gritó Maribel. ¡Duele mucho, Mami, duele mucho! -¡Callate, putita! ¡No te hagas la virgen delante de nuestras visitas” – le decía Vero. “Ya has perdido la cuenta de las veces que te has comido este pedazo”.  Maribel de verdad sufría y y volvía a decir: -“¡Despaciooooooooooo!  ¡Dañas mi zorrita!  ¡UUUUYYYYYY! ¡Cómo duele, como duele...! En eso, Vero hace un violento movimiento de caderas y se lo entierra  hasta el fondo. ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! – aullaba Maribel. “Es demasiado grande. Te digo que es demasiado grande”.  – “Cállate puta, si ya lo tienes todo adentro. ¡Siente y goza!

 

Con todo ese escándalo, Iván estaba a más no poder. Redobló sus esfuerzos con mi miembro, y me metió el dedo hasta donde no pudo más. Eso. más el show de mi prima hizo que no pudiera contenerme. Mi mente se convirtió en un estallido de luces y me vine de una manera estrepitoso. El grito que salió de mi garganta deben haberlo oído por lo menos a unas tres cuadras. Mientras Maribel casi gritando avivaba a Vero: ¡Asï, así, así me gusta! ¡Más rápido, más rápido! . Gruñía, emitía ruios salvajes como si fuera una mujer de las cavernas. Vero, como una loca bombeaba sin piedad a Maribel. Lo saba  y metía con una rapidez difícil de creer, a veces cambiaba sus movimientos por otros circulares. Era de ver y creer como semejante miembro  entraba y salía por un orificio tan pequeño.

 

Iván miraba deleitado. Entonces le pedí que se sentara en el borde del jacuzzi. Y le separé las piernas. Con la altura su sexo me queda perfecto a la altura de la boca y además podía ver perfectamente el espectáculo que brindaban Maribel y Vero. Comencé a succionar el meimbro de Ivan que estaba  hace rato listo para cualquier cosa. El me tomaba firmemente de los cabellos y me imponía el ritmo guiándome con sus manos a la vez que no perdía detalles de lo que sucedía frente suyo.  Maribel continuaba a los gritos. Las venas del cuello parecían a punto de reventar. El sudor perlaba su frente. –“Me voyyyyyyyyyyyyyyyyyy, me  voyyyyyyyyyyyyy” , gritaba ya casi sin voz.  Exhaló un profundo suspiro y quedó como muerta. Parecía que ni siquiera respiraba. Vero se salió de ella y la abrazaba tiernamente. Maribel lloraba como una niña, pero sus lágrimas no eran de pena ni sufrimiento, sino de plenitud, del placer tan intenso que su amante le había provocado. Con todo este espectáculo, Iván no me alcanzó a durar más de cinco minutos y se vino en mi boca dejándola repleta de su semen, que como imaginarán,  saboree con mucha fruición. Desde el moemnto en que nos habia atacado la calentura, hasta este momento de calma había transcurrido, sin percatarnos casi tre horas. Ya era las dos y algo de la tarde.

 

Nos quedamos agotados en el agua y nos mirábamos sin decir nada. Terminamos nuestros tragos. Vero, como siempre, fue la que rompió el silencio. “Por lo menos a mí una sesión de buen sexo me despierta el apetito, ya debe ser más de las dos de la tarde”  Tácitamente estuvimos todos de acuerdo. Salimos del jacuzzi, nos secamos un poco, y sin que nadie dijera algo al respecto, nos quedamos desnudos. Ese sería mi  primer almuerzo nudista.

 

En el refrigerador habían dos pollos asados, papitas fritas y vino. Más que suficiente. Iván trozó el pollo, yo preparé la mesa, Vero colocó el pollo en el microondas y Maribel se encargó de la música. Comimos con verdadero apetito. Lo lindo de todo esto era que nada nos asustaba, todo, insisto, salía de manera muy natura. Creo que el paraíso debía ser algo muy parecido a lo que estaba viviendo. Iván le dijo a Maribel que hacían una pareja muy hermosa con Vero. Levaban una relación  de casi tres años, y se querían y deseaban más que el primer día. Así seguimos conversando sobre nuestras cosas íntimas y lo difícil que era en esta sociedad hipócrita ser distintos a los demás.

 

Iván estuvo divino, cuando les dijo a Maribel y Vero: “Yo sólo tengo palabras de agradecimientos  para ustedes. Las comprendo plenamente y a pesar que todos aquí tenemos diversas orientaciones sexuales hemos sido capaces de compartir juntos, sin tapujos y de una forma tan normal, como realmente debiera ser siempre. Me he sentido grato con ustedes. Jamás había tenido una experiencia de este tipo. Doy gracias al cielo que haya sido con ustedes, por las facilidades que han dadp para manifestar nuestro amor con Vanessa, por todo lo que han hecho por ella y por supuesto por mí. Quiero que sepan que en mi persona tendrán siempre a un amigo fiel y honesto”

 

De más está decir que sacó aplausos. Vero, la infaltable dijo: “Parece que estamos bebiendo mucho. Si seguimos así terminaremos llorando. Ahora que todos saciaron su hambre  vamos a una función de cine especial. ¿Estás de acuerdo, mi amor? le dijo a Maribel. – “Por supuesto Cariño le contestó”

 

Ahí me percaté de la otra sorpresa que no me imaginaba. En el patio había una pequeña puertecita que no sabía para dónde iba. Vero la abrió, daba a un subterráneo. Bajamos y la escala terminaba en una gtan habitación con uan especie de cama con forma rara, repleta de cojines de dicersos tamaños y colores. La luz era indirecta y se podía graduar su intensidad y los colores de la misma, además. cómo me daría cuenta después, la intensidad y el color cambiaba de acuerdo a la música o lo que se pudiera estar viendo en el televisor gigante que estaba al extremo de la habitación. En las paredes  habían muchos cuadros eróticos,  escenas de lesbianismo, sexo heterosexual, gays y transexuales. Se podía decir que cada variedad del sexo tenía su pintura y, precisamente esa era la finalidad, según me dijo Maribel, después.

 

Vamos a comenzar por ésta, dijo Vero, sacado de un cajoncito un DVD. –“Cómo se llama?- le dije. “Las manifestaciones del amor” – me  dijo sonriendo. Lo colocó, y el espectáculo comenzó. El sonido era fabuloso,  tenía parlantes ocultos por varias partes lo que le daba un efecto envolvedor, sin hablar del efecto de las luces. Nos recostamos los cuatro cuan largos éramos. Primero estaba yo, luego venía Vero, Iván y Maribel. La televisión era digital, una imagen muy real y la pantalla inmensa. Mostraba una escena bien complicada, había un ´poco de todo. Los sonidos y quejidos eran como para resucitar a un muerto. Estábamos en silencio. Nadie decía nada. Al poco rato siento que Vero me roza la pierna. No le dí mucha importancia, pensé que era algo casual. Volvió a suceder de nuevo. esta vez me inquietó. pero me hice la tonta. Mi miembro ya estaba comenzando a responder, más que por el estímulo por lo que comenzó a pasar por mi cabecita. Yo estaba recostada dándole la espalda a Vero. De pronto siento que me da un beso en mi hombro. ¡Ya no quedaban dudas! La insinuación era más que directa. Me dí vuelta y al hacerlo vi que  mientras veía la película, Maribel manoseaba el miembro de Iván quien estaba muy tranquilo dejándose querer.Como no soy muy tonta comprendí que esta jornada era así. que al fianl terminaríamos todos con todos, lo cual no me disgustó en absoluto. Vero me atraía bastante y un encuentro con ella debería ser delicioso. Pero a quien más deseos tenía era a Maribel, mi primita. Deseaba sentir el sabor de su conchita peluda, y si me la conseguía después que Ivan depositara su semen en ella más exquisito sería.

 

Me acomodé para quedar de frente a Vero. Le dije que al parecer no le gustaba mucho la  película. Me guiño el ojo y me dijo: “¿Para qué ver una película si podemos hacerla nosotras?”  Estiró la mano y comenzó a jugar con mi miembro. Con el solo contacto  se puso durísimo. –“¿Has estado alguna vez con una hembra? – me preguntó Le dije que no. –“¿Y no te gustaría estar con una? – “Si eres tú, me encantaría” – respondí. A paritr de ese momento las palabras estaban de más. Ya más que decir había que hacer. Y a eso me dispuse.

 

Observé un momento  a Iván y Maribel. Estaban dándose un beso que no podía ser más apasionado. –Espero que no te propases con mi primita”- le dije sonriendo. Maribel se aparto de la boca de Iván y  me dijo: “Trata con cariño a Vero”. Y nos reímos de buena gana. Ninguno de los cuatro prestaba atención a la película, el asunto interesante estaba en la platea y no en la pantalla. “Tienes un miembro muy rico” me dijo Vero. –“¿Lo sabías? – “Hasta ahora no” – le contesté, pero si la opinión viene de ti no me queda más que darte crédito. –“¿Sabes? – me dijo. “Ardo en deseo que me penetres. Pero que lo hagas suvecito, muy lentamente para yo poder ir sintiendo como entras en m픠 Con Maribel lo hacemos muy rico, pero me falta sentir como corre por mi interior una buena dosis de semen. Eso me deja a mil”.  “Vero” – le dije. “Has sido tan amable conmigo que jamás podría negarte nada. Aparte que penetrarte será un verdadero placer” Vero se acomodó sobre unps cojines que le quedaron bajo la cintura a fin de elevar un poco más su dulce conejito. “Quiero que me lo hagas colocando mis piernas sobre tus hombros” – me dijo. –“Así la penetración es mucho más profunda”.  –“Como desees amor le dije”. Tomé el miembro con mi mano y lo comencé a acercar a su chocha que ya se veía muy húmeda.

 

Entre tanto Maribel comenzaba a sentir las delicias de Iván. –“¿Sabes que desde que te ví en la cocina y vi tu bulto te he deseado, Iván?”  Envidié en secreto a Vanessa por la suerte que tenía. Eso no quiere decir que no ame a Vero, ella es estupenda, pero de pronto también me gusta de poder gozar de un buen miembro como el tuyo. – “Descuida, Maribel” – le dijo. Haré todo lo posible por hacerte feliz, como realmente mereces.  Acto seguido, colocó unos cojines debajo de ella, hasta dejarle la chocha muy elevada.  Luego le pidió que subiera las pierna y se las sujetara con las manos, separándolas lo más que pudiera. Meribel en esa pose se veía divina. La hembra ofrciendo su sexo al macho, totalmente abierta para recibirlo. Y ese matorral de vellos que cubría su pubis le daba una belleza y encanto muy especial.

 

Una vez que Maribel estuvo como deseaba Iván, éste se acercó, tomó su miembro más omenos por la mitad, lo acercó a la rajita de mi prima y con su glande comenzó a estimular su clítoris. Maribel puso cara de asombre, no esperaba algo tan sensual omo eso. Seguramente que pensaba que Ivan como todo buen hombre la iba a poseer salvajemente sin preocuparse de ella, y se encontraba con algo totalmente distinto. Obviamente que así era mucho mejor, la estaba preparando de maravilla. Bastaba verle su rostro. Hacía gestos de placer que desfiguraban totalmente su rostro. Respiraba entre dientes, haciendo un sonido extraño y gutural.

 

Mientras sucedía todo esto, yo terminaba de acomodar en mis hombros las piernas de vero. Su chochita casi lampiña se ofrecía abierta y generosa ante mí. Ella esperaba anhelante acoger mi pene dentro de ella. Sus líquidos se deslizaban lentamente por entre sus labios. ¡Así de caliente estaba! Bueno en realidad no era la única. Yo creo que nos habíamos  juntado cuatro viciosos del sexo. Desde la noche anterior que estábamos dándole sin parar. –“Ya, Verito”, - le dije. –“Cierra tus ojos y siente como te voy a penetrar, como me deslizo dentro de tu hermosa rajita”. –“¡Ssssiiii! ¡Hazlo por favor, hazlo ya! ¡No sabes cuánto lo necesito Vanessa! – me decía con su voz entrecortada.

 

Acerqué mi pija, la cabeza rozó sus labios y ella se sobresaltó. Mi glande se abrío paso entre sus labios,muy lentamente, para que fuera sintiendo milímetro a milímetro . Su orificio obedecía a mis requerimientos hasta que mi glande desapareció en su conejita. Seguí avanzando muy lentamente y le pedía a Vero que me fuera diciendo lo que sentía: -¡Mmmmm, siento un gustito rico! Como si tuviera electricidad en mi chocha. Siiiii, la cabecita ya entró. Siento como mis músculos ceden ante el paso de tu miembro y su suave roce entre mis paredes mientras avanza. ¡Vanessaaaaaaaaaaa! Me tienes loca. AYYYYYYYY, no sé si pueda soportar todo esto. Siogue. sigue mi amor, así muy despacito. Mmmmmmmm. Lo siento muy grande, me llenas completa, parece que fuera a llegar hasta mi boca. –Mientras decía todo esto giraba la cabeza de lado a lado, se tomaba los cabellos, a ratos jugaba con sus tetas. estaba fuera de sí. Yo debía ser my disciplinado para no perder también el control o si no lo echaría todo a perder.

 

Maribel no estaba mucho mejor. Iván seguía aplicado en su tarea. La chocha de maribel estaba llena de una especie de jaboncillo espumoso producto de sus jugos mezclados con el lubricante de Iván. ¡Habría dado cualquier cosa por pasar mi lenguita por allí! Estábamos todos afanadosen nuestros quehacer y un grito salvaje desgarra el aire: “¡ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOO! “ ¡DIOS MÍO NO DOY MÁSSSSSSS!” – Un suspiro que se asemejaba al último estertor de un  agonizante. Las babas le saltaban de la boca, los ojos desorbitados como a punto de salir. Era Maribel, tirándose de los cabellos, el cuerpo  tenso como cuerda de violín.  Justo en ese preciso momento, Iván entiera su mandoble en la chocha de mi prima, de una sola vez, sin piedad alguna. Ese fue el colmo. Si recién había tenido su orgasmo no sé qué fue lo que le dio en ese momento. Su rostro no podía estar más desfigurado, casi morado. De su boca, mezclado con su baba, pequeños hilillos de sangre donde se había mordido los labios. Iván evidenciaba en su rostro que también se estaba yendo dentro de Maribel. Su rostro traspirado dejaba ver lo intenso del momento. Hasta que finalmente cayó sobre Maribel y ambos quedaron como muertos respirando apenas.

 

Por lo menos ya llevábamos mas de media hora y recién había llegado mi pene a la mitad dentro de Vero. Ni siquiera se había percatado del escándalo por parte de Iván Y Maribel. Vero retozaba como gatita regalona. Yo cerraba los ojos para sentir mejor mi avance e imaginaba su interior y mi miembro abriéndose paso dentro de ella. Su tiebieza húmeda acariciaba mi pene, lo rodeaba por completo no dejando ni el más pequeño espacio sin rozar. –“Vanessa, estás muy rica” – me decía. “Mmmmmm, sigue así, muy suavecito, sigue así mi amor. Dame tu pija enterita, la quiero hasta las bolas.” Se quedaba muy quietecita mientras la penetraba. Hasta que finalmente llegué al fondo. –“Ya mi amor” – le dije – “Ahora la tienes enterita dentro tuyo” –suspirando me decía: “Así mi amor, dejala quietecita para sentirla” Pero yo le hacía trampa. No me movía, pero tensaba mís músculos para que el pene se contrajera dentro de ella. Cuando se dio cuenta ya era tarde. eso le producía un placer casi insoportable. También sentí como su chocha se contraía presionando mi pene entero. Lo maravilloso era que no os movíamos, sólo  nos estimulábamos mutuamente con las contracciones. Estábamos quietos sintiendonos el uno al otro, el placer que lógrabamos era más mental que físico. Así estuvimos  por lo menos unos cuarenta minutos, ya que queriamos alcanzar el orgasmo de esta manera. Era bastante difícil, muchas veces cuando ya estábamos por lograrlo, la más mínima distracción hacía comenzar todo de nuevo.

 

Vero comenzó a apretar los dientes, cerraba los ojos para concentrarse más, su respiración estaba entrecortada, el aire que salía por su nariz, casi se convertía en un resoplido. El momento se vino acercando de a poco, sentía como una ansiedad centrada en mi miembro, lo atravesaba como una corriente eléctrica. Vero, por su parte le sucedía algo similar, más que respirar hipaba, y se notaba que la intensidad de su placer iba en aumento. Su chocha, no sé cómo lo hacía tenía contracciones cada vez más fuertes, fue entonces cuando le dije. “Siente mi amor como mi semen te inunda la choca preciosa, como mojo tus entrañas. Siente su calor, y como te recorre toda por dentro.” En ese instante, Vero deja de respirar, su rostro tenso, los músculos de su abdomen estaban convulsionados, y comenzó a sentir un orgasmo que la tuvo fuera de este mundo por lo menos unos dos minutos.

 

Iván Y Maribel ya estaban relajados y abrazados miraban  el video. Yo acariciaba el cabello y rsotro de Vero, que aún no volvía en sí del todo. Cuando ya pudo articular alguna palabra, me dijo: “Estuviste increíble, Vanessa. Jamás hubiese pensado que se podía gozar tan intensamente. Maribel me dijo: “Vanessa, te felicito. Tu novio realmente es estupendo, así que sin que se enoje Vero, me lo tendrás que prestar de vez en cuando” – me dijo sonriendo. Vero, siguiendo la broma le contestó: -“No hay problemas, siempre y cuando tu primita esté conmigo, mira que me ha regalado un orgasmo de miedo”. Juntos reímos de buena gana.

 

Mis vacaciones habían comenzado muy bien.  Imaginaba que iban a ser buenas, pero jamás tanto. Con una buena dosis de sexo y del bueno.  Una vez que terminó el video, nos quedamos conversando un rato. La tarde había pasado muy rápidamente. Comimos algo frugal y luego Maribel dijo. –“Bueno niños, por lo que a mí respecta, ya es hora de irme a la camita, ustedes quedan el libertad de acción, me nos una personita que se vendrá conmigo” Y sin decir más me tomó de la mano y me llevó a su dormitorio. Vero sonreía, lo que me hizo pensar que ya se habían puesto de acuerdo. En relidad era la única combinación que nos estaba faltando. Me alegré mucho, porque la verdad, deseaba bastante probar a mi primita.

 

Nos metimos a la cama inmediatamente, en  todo el día no nos habíamos vestido, además que, dadas las circunstancias no era necesario, ya que las urgencias se sucedían unas tras otras muy rápidamente. “Vanessa”, me dijo, “me has tenido caliente desde esa vez que te vi con mi ropa puesta. Me he masturbado cientos de veces pensando que estoy contigo. Ni siquiera Vero con toda su calentura ha logrado quitarte de mi mente. Decidí estar al final del día contigo, para que estemos tranquilas y podamos disponer de todo el tiempo que queramos. Para que podamos dar rienda suelta a  nuestra fantasía sin tabúes de ninguna especie”  La miré y sólo atiné a darle un beso en sus maravilloso labios.  “Esperáme un poco” me dijo, -“iré a lavarme” –La tomé del brazo y le contesté: “Por ningún motivo primita. Qiero tenerte así, oliendo a todo el sexo que hemos tenido hoy. Seguramente en tu chocha algo del semen de mi Iván debe quedar y lo quiero para mí directamente. Y sí yo también te deseo primita y espero que este encuentro que tendremos sea inolvidable. No pretendo interponerme entre Vero y tú, sólo quiero que me dejen entrar a vuestro círculo y poder llevarnos tan bien como lo estamos haciendo hasta ahora. –“Mi amor,” – dijo –“Ya eres parte de nosotras. Espera un poco que ya vuelvo”.

 

Cuando volvió traía puesto un vibrado parecido al de la mañana, pero era considerablemente más pequeño. –“Te presento a Boby”- dijo. “Es el hermano menorde Kunta Kinty”  Respirá aliviado. De sólo recordar el otro juguetito me empezaba a doler el culo. Pero con este, podía ser tolerado bastante bien. No necesitaba ser adivina para saber cuáles eran las intenciones de Maribel, y a dónde iría a parar “Boby”. Mi agujerito se estremeció de placer por lo que le esperaba.

 

-“Ponte en cuatro patas , mi amor” . me dijo. Lo hice sobre la cama, por tanto quedaba al nivel de Boby. “Anda” me decía, mámalo enterio, como si fuera el miembro de Iván. Imágínatelo, putita. Te  guista ¿verdad? Mmmmmmmm, así, así, enterito, haste el fondo de esa gargantita exquisita que tienes. Usa la lenguita, amor. ¡Lo chupas muy rico, a mi chocha también le están dando ganas !

-“Bueno, nos hemos quedado solitos”- le dijo Vero a Iván. –“Así parece” – le contestó. Vero se levantó  se dirigió al equipo de música, y escogió un CD, con música muy suave y sensual. Comenzó a bailar frente a Yván, quien estaba sentado. Los movimientos de Vero eran extraordinarios. Se llevaba las manos a  sus cabellos de una manera sugerente, mientras sus caderas se movían rítmicamente. Separaba las piernas, ofreciendo a Iván una panorámica de su chocha en toda su grandeza, agachándose lentamente como inroduciéndose un falo imaginario, y los gestos de su cara acorde a lo que hacía. El espectáculo que ofrecía Vero, no podía pasar inadvertido y algunas consecuencias tenía que producir. Su miembro ya se había puesto rígido. Se echó un poco hacia atrás para mayor comodidad, y comenzó a acariciar su miembro mientras miraba a Vero.

 

Una vez que Maribel estimó que ya había mamado mucho a Boby, buscó una cremita y me colocó una porción en la palma de la mano. –“Unta bien a Boby” – dijo.  Me apliqué a mi tarea con mucho cuidado, ya que sería el primer afectado. Después Maribel se echó una porción en sus de dedos y me pidió que me diera vuelta. “Veamos ese culito” –me dijo. Me dí vuelta, separé bien las piernas para que pudiera ver bien. –“Aún está pequeñito” – dijo. “Se ve que está con poco uso”.  “Una verdadera delicia, veremos su sabor”. Se acercó a mi agujerito y comenzó a penetrarme con su lengua. Primero era la puntita que jugaba bordeando mi amor y luego la ubicaba en su centro. Me producía un cosquilleo exquisito. Después me la introducía lo más  que podía. Mis aullidos de placer no se dejaron esperar.

 

-“Ahora mi amor te la voy a meter enterita” – “Siiiiii, por favor “ Mi culito quiere que lo llenen.  Acercó a Boby a mi rajita, y sin que me diera cuenta, me la mandó a guardar sin decir agua va. El dolor que sentí fue horrible pero que al poco rato se fue volviendo placentero. Maribel tenía muy buen ritmo y cambiaba de movimientos que era una maravilla. Hubiera deseado que en vez de Boby hubiese sido el miembro de mi Iván, pero bueno, ya vendría el momento.

 

Vero se dio media vuelta, dándole la espalda a Iván. Movía su culo como una diosa, se inclinaba rozando casi el trasero en su cara, quien seguía sobándose el miembro. Cogió una silla, se sentó frente a Ivan y comenzó a masturbarse. Separó las piernas lo más que pudo, y luego con un dedo se estimulaba el clitoris, observando el enhiesto pene de Iván. Pero Iván no se iba a conformar con una simple paja. Se levantó, tomó de una mano a Vero la llevó a la pared, hizo que se afirmara con las manos en ella. Le separó las piernas y por detrás casi la  traspasa. Vero se sintió en la gloria. Hacía bastante que deseaba probar ese miembro. Ahora lo tenía adentro haciendo de las suyas. Un miembro grande, joven, robusto, durísimo, que le revolvía las entrañas y la hacía sentirse más hembra que nunca. Ella no se quedaba quieta a los embates de Iván y movía sus caderas . “Así mi macho, as픠 ¡Hazme pedazos la chocha mi Cielo! Ayyyyyyy,  no soporto. Qué rico lo tienes Iván. MMMMMMMM.  Damelo todito, toditooooo.  Cada embate que daba Iván, revolvía por entero a Vero, sus tetas se movían  violentamente, tanto que Vero debió sujetarlas con uma mano mientres que con la otra seguía apoyándose en la pared. Una vez que Vero logró su orgasmo, Iván se retiró de ella, y aprovechando la lubricación le comenzó a dar por el culo. Vero chillaba de dolor, y mientras más chillaba más duro le daba. Ella nada decía lo dejaba hacer. En una Ivan retira casi entero su miembro de  la  rajita de Vero, y luego con todas sus fuerzas de que era capaz lo entierra  de un solo golpe. Vero dio un grito y se notó que había alcanzado otro orgasmo.  Iván se notaba que estaba también llenando el orificio de Vero.

 

Cuando Maribel me culió hasta que no quiso más, me sacó a Boby, se quitó el arnés. Me pidió que me acostara, trepó sobre mí y comenzó a darme una  mamada de antología. No hubo parte de mis bolas que no recorriera su lengua, sus labios presionaban brevemente el tronco de  mi miembro se lo tragaba entero y su lengua se enredaba en mi tallo.  Mis espasmo comenzaron a hacerse más seguidos hasta que acabé en la boca de Vero, quien muy contenta saboreaba mi semen caliente.  Luego tome unos cojines y los puse debajo de mi nuca a fin  de dejarla más alta. Le pedí a Maribel que se colocara a horcajadas sobre mi rostro a fin de comerle la chochita . Se ubícó encima y comence a soborearla. El saber que no se la había bañado durante toda esta jornada sexual me excitaba bastante. Estaba muy húmeda y efectivamente quedaba todavía algunos vestigios de Ivá.  Ella movía su chochita sobre mi rostro, y yo con mi lengua le daba duro a su clítoris, Mientras con mis manos acariciaba sus glúteos. Ya casi al borde del paroxismo, Maribel intensificó sus movimientos, señal que estaba faltando poco para el momento culminante. “¡Cómemeeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡Devórameeeeeeeeeeeeeee! gritaba como loca. Mi cara estaba completamente mojada con los líquidos de Maribel, y cuando se vino pude beberlos a voluntad. ¡Al fin se había cumplido mi deseo de comerle la chochita!

 

Al día siguiente nos despertamos tarde y grande fue mi sorpresa de ver también en la cama a Vero. Le pregunté por Iván y me dijo que había tenido que irse temprano pues debía trabajar,  como le tocaba viaje lo llamara el jueves. Bueno había quedado viuda por algunos días. Seguramente no me faltaría qué hacer. Estábamos pasadas a sexo, si alguien hubiese visto nuestras caras no habría tenido la más mínima duda de lo que habíamos estado haciendo. Como buenas compañeras nos fuimos a la ducha las tres juntas, y nos enjabonamos unas con otra, aprovechando de acariciarnos un poco. Después fui a mi dormitorio para vestirme, escogí una calzoncito blanco, pequeño, con vuelitos y encajes, muy coqueto. Una  mini tubo gris, y un top del mismo color. Un par de sandalias y me dirigí a la cocina para desayunar con las chiquillas.

 

-“Vane” – me dijo Vero, tenemos un problema, estamos muertas de hambre y no nos queda ni un mendrugo de pan. ¡Mira cómo estamos! ¡En pelotas! ¿Podrías ir tú? Ya te pusiste mononita” –La idea de salir así a pleno día me asustó un poco,  Había salido con Iván pero ya estaba  oscureciendo. Aún así sentí que a mi sexo no le disgustaba, por la dureza casi inmediata que sentí. Les dije que no había problemas, que yo iría. Acto seguido salí a la calle. No se veía mucha gente. Y la que pasaba no me miraba mucho, eso era buena señal, que realmente me veía como mujercita. Un señor adulto pasó por mi lado, me miraba disimuladamente las piernas. Yo, a propósito me contoneaba más, especialmente moviendo mi colita. Llegué al almacén. El dueño  tendría aproximadamente unos cincuenta años, su cabello ya estaba comenzando a ponerse cano al igual que su bigote. Al verme entrar, casi se le salen los ojos. Me miró de arriba abajo. Desnudándome con la mirada. ¡Esas eran las cosas que yo apreciaba de ser mujer!. Me preguntó que deseaba, hice mi pedido, y en forma desenfadada comencé a curiosear un poco, me agaché provocativamente mostrándole un poco mi cola, así como si no me hubiera dado cuenta. El pobre almacenero estaba al borde de un infarto. Me preguntó si era nueva en el vecindario. Le dije que sí. –“Bueno señorita, mi nombre es Carlos. Cualquier cosita que se le ofrezca estoy para ayudarle” – coquetamente le dije . –“Muchas gracias Carlitos” y me fui contoneándome como un pavo real. Me gustaba comportarme como una puta, ya me había dado cuenta que siendo así, una posee un extraño poder sobre los hombres.

 

Al regresar había en una esquina un grupo de muchachones, eran cinco, que conversaban y reían entre ellos. Ocupaban toda la calle. Podría haber cruzado para evitar problemas, pero se daba el caso que no quería evitarlos. ¡Todo lo contrario! Muy ufana me decidí a pasar por entre medio de ellos. Uno me salió  cerrándome el paso. Un joven rubio que era para dejar titritona. Unos ojos preciosos, un físico primoroso. –“¿Tan solita por aquí? – me dijo. Yo muy seria nada le decía. –“Mmm,, además orgullosa la zorra” – me dijo.  Se hizo a un lado y al pasar estiró la mano con fuerza agarrando mi cola. No hice caso, y seguí como si nada pasara.

 

Al llegar a la casa les conté mis pequeñas aventuras y me celebraban muertas de la risa. –“Vaya con mi  primita. Toda una putita hecha y derecha” me dijo Maribel. Después conversamos  o más dicho comentamos  todo lo sucedido en el fin de semana. Ambas habían quedado encantadas con Iván. Lo encontraban muy distinto a los hombres que conocían. Además muy guapo y tierno con un miembro de miedo. Yo estaba encantada que las cosas hubiesen sucedido así. –“No tengo ningún problema en que usen a mi Iván” – le dije – “pero no olviden que es mío”. Y reímos juntas.

 

A continuación me dijeron que durante la semana muy poco nos veríamos ya que tenían que trabajar. Ellas Tenían un local en el cual les iba muy bien, y les permitía ser independientes y darse todos los lujos de los cuales gozaban. Pero que el fin de semana me preparara y no hiciera muchos compromisos. Me dijeron que quedaba en mi casa y que por supuesto yo gozaba de su más  plena confianza. Habrá pasado una hora, y se marcharon. Iban bellísimas.Ya no les quedaba rastro del relajo de fin de semana.

 

Allí estaba sola en la casa. Decidí salir. Me dirigí al centro. Para ello tomaría el metro. Todavía estaba en hora pico. Pagué mi boleto, bajé al andén y esperé. Cuando llegó el metro los vagones estaban atestados. No cabía ni un alfiler. Como pude me subí. En su mayoría eran hombres. Casi no tenía donde apoyarme, aunque no era necesario con todo lo apretujado que íbamos. Partió el tren. Todos iban circunspectos y en silencio, pero de pronto siento una mano que muy suavemente se posa en mi trasero, acariciándolo. No podía ver quién era el atrevido, pero lo hacía con tanta delicadeza que me quedé quietecita. La mano misteriosa siguí explorándome, comenzó a subir de a poco mi falda y la introdujo por debajo de ella. Con sus dedos recorría los elásticos de mi tanga. Tomó el tirante y comenzó a correrlo, llevando sus dedos a mi agujerito. Me costaba disimular el gusto que eso me producía. Al llegar a la estación hubo un recambio de pasajeros, la mano desapareció. No pude saber quién fue el atrevido. Disimuladamente me arreglé la tanga que me la había dejado por cualquier parte. El metro partió camino a la próxima estación. Había quedado un poco más desocupado así que seguramente ya no se produciría el mismo problema por el cual había pasado. No pensaba lo equivocada que estaba. de pronto con el vaivén del vagón siento que alguien roza mi cola. Seguí imperturbable, pero era evidente que se aprovechaba de la situación. La dureza del miembro que me rozaba comenzó a ser más evidente. Cómo no soy nada de rogada, yo también comencé a aprovecharme de la situación y presionaba unpoco más de lo conveniente para que el tipo se diera cuenta que su juego me gustaba.

 

Aún no se daba el momento para que pudiera verlo. Pero si tenía que juzgar por el tremendo pedazo que se estaba frotando con mis cachetitos sería un macho para caer rendida a sus pies. El tipo redobló sus esfuerzos y el roce ya no tenía nada de disimulado. En una de esas bajé mi mano y la hice para atrás. ¡Casi me muero! No sabía si era un miembro o la trompa de un elefante por su tamaño que podía adivinar sólo con el tacto. La siguiente estación era en la que me debía bajar, pero ante el temor de perderlo, me quedé allí. Seguimos con ese jueguito casi hasta llegar al fin del recorrido del metro. No tenía idea de por dónde andaba, pero ya me encontraba por las afueras de la ciudad. Comenzó a darme un poco de susto y me bajé. En el andén una voz me dice: -“¿Para dónde vas preciosa?  Me doy vuelta y era un hombre joven, a pesar que la barba lo hacía ver mayor. Llevaba vestimentas muy inusuales, lleno de collares y algunos tatuajes en los brazos. Dicho de otra manera era un hippie, de esos pocos que van quedando aún. A pesar de su apariencia externa, era guapísimo, su cabello llegaba hasta los hombros. Sus pantalones eran de esas telas que se arrugan completamente. Por esa razón su sexo era tan evidente. Quizás debajo del pantalón lo llevaba nada más.  –“Estoy desorientada. Parece que me perdí” – le dije. –“Entonces es una suerte que yo te haya encontrado” – me respondió. – “Te invito a tomar un café” – me dijo. Acepté. Me llevó a un local pequeño, casi un tugurio,  su aseo dejaba bastante que desear. En una mesa había tres hombrones de aspecto desaseado que me miraban de arriba abajo. Sus pretensiones eran fáciles de adivinar. Pidió el café al mismo tiempo que me decía: -“¿Y qué hace una hermosa princesita como tú por estos lugares? No sabía qué responderle. No podía decirle que por caliente, por seguir con su juego. Y ya estaba comenzando a asustarme. –“No soy de aquí” – le dije. Iba para el centro de la ciudad, pero me desorienté”. –“Uyyyyyyy” estás muy lejos de dónde ibas. Pero no te preocupes, yo te acompañaré. Estos son lugares muy peligrosos, especialmente para una damita como tú, y con esa ropa...  –“Agradezco tu gentileza” – le respondí.

 

Una vez que terminamos el café, salimos. Antes de llevarte de vuelta, aprovecha de conocer un poco me dijo. No creo que vuelvas nuevamente por aquí. La verdad que no me quedaban muchas opciones y disimulando mi disgusto acepté. El sector era bastante humilde y la gente se nota que era de condiciones precarias. Creo que sola no hubiese durado mucho por allí. Pero me subyugaba el sentirme protegida por Roberto, ese era el nombre que tenía mi nuevo amigo. Recorrimos una especie de mercado, bastante maloliente, por cierto, y luego llegamos a una especie de parque, con algunos escaños en bastante mal estado. Nos sentamos un rato. Roberto sacó de su mochila una especie de petaca, un papel y colocó algo adentro, lo ensalivó, enrrolló y encendió. Obviamente era marihuana. Nunca la había probado. Le dio una aspirada profunda y contuvo el humo en sus pulmones para después exhalarlo largamente. Me miró, sonrió y me lo ofreció. –“Prueba” – me dijo. –“Te gustará”. Lo tomé y aspiré. Su sabor me resultó agradable, y así lo compartimos hasta lo último.  Hasta ese momento no sentía nada especial. Era como un cigarrillo con un aroma distinto.

 

Una vez que lo terminamos, Roberto me pasó su brazo por el hombro. Su brazo era fuerte y velludo, con un tatuaje con un dragón echando humo y fuego por sus fauces. Sus manos eran muy fuerte y viriles. Se notaban acostumbradas a todo tipo de trabajo. Miré las mías, tan suaves, tan cuidadas, tan femeninas. El cigarrito comenzaba a hacer su efecto. Me estba sintiendo más hembra que nunca. Tomé su mano y la  acaricié. Después fui un poco más atrevida y comencé a darle besitos, tomé su dedo índice y me lo llevé a la boca, succionandolo y acariciándolo con la lengua.

 

Roberto me miró fijamente y me dijo: -“¡Parece que la princesa es toda una putita! ¡Me encantan las hembras que son así! – Me atrajo hacia el, me tomó de la cabeza y su boca se selló con la mía. Arrobada, antreabrí los labios para dejar pasar su lengua. Me recorrió la boca entera. Atrapó mi lengua entre sus labios y me la succionó suavemente. Yo estaba atónita. Algo me decía que se avecinaba para Vanessa, otra experiencia insuperable. Nos pusimos de pie, el tomó mi rostro entre sus manos y me dijo: “Ven conmigo, proncesita. No te arrepentirás” – Asentí con la cabeza. Ya no tenía voluntad y quería abandonarme a los caprichos de este hermoso macho que tenía delante de mí...

 

Me tomó de la mano, me limité a seguirlo. –“Iremos a mi casa” – me dijo. –“Allí estaremos tranquilos” – y me cerró un ojo de manera picarona. –“Estará de Dios” – pensé. Tendría muy temprano mi ración de sexo. No sería yo quien me fuera a oponer, más aún si la velada prometía ser muy movida. Habremos caminado unas qunce cuadras, el paisaje se iba volviendo cada vez más desolador y apartado. No negaré que estaba volviéndome algo temerosa. Por esos lados podrían hacerme lo que quisieran, gritar todo el santo día y nadie vendría en mi ayuda. Pero esa situación le daba como un encanto agregado. Llegamos a una especie de rancho muy a maltraer, se hacía difícil pensar que alguien pudiera vivir allí. –“Aquí es” – dijo Roberto. –“No te asustes. En realidad no es tan malo”. Abrió la puerta que ni siquiera tenía llave y pasamos. Había un desorden total. La palabra limpieza y aseo no se conocían en esa casa. Lo que sí pude percatarme, era que Roberto no era el único habitante de esa morada. Pero preferí no preguntar.

 

“Mi pieza está arriba” dijo señalando una escalera muy derrida. Comenzamos a subir, cada escalón se convertía en un verdadero quejido. A pesar que soy delgada, lo hice con mucho cuidado, ya que me daba temor que se fuera a derrumbar. Al llegar había un pequeño pasillo, tenía tres puertas. Entramos a la primera. La habitación estaba en consonancia con el resto de la casa. Un colchón en el piso con unas dos cobijas que no se podía precisar bien el color. Dos sillas. Una venta con unas cortinas totalmente raídas. Un mueble que alguna vez habría sido una especie de cómoda, un cajón qie oficiaba de mesa de luz, con una vela hastya la mitad y algunos libros. Colillas de cigarros botados por todas partes. El aire estaba pasado a incienso. Por la pared algo de ropa colgadas  de unos clavos. No era precisamente un hotel de cinco estrellas. Roberto mira mi rostro algo compugido y haciéndome un  cariño en la barbilla me dijo: -“Podría estar peor”. Sonreí, la tranquilidad estaba volviendo. Además que el efecto del cigarrito me tenía en un estado muy especial.

 

-“Bueno, princesita” – dijo – “Veamos qué tanto eres capaz de hacer”- Yo tenía temor que no se hubiese dado cuenta que era una travesti. Me daba temor que si no lo sabía, al enterarse pudiera reaccionar violentamente. Así que antes que comenzara con su avance, algo temerosa, comencé a decirle: -“Roberto... antes hay algo que debes saber... yo no soy u...” – Antes que pudiera terminar colocó su dedo índice en mis labios para hacerme callar y dijo: -¡Ssshhhh! Princesita. No pierdas tiempo con las palabras. Estoy seguro que esa boquita preciosa sabe hacer cosas mucho mejores”. Con eso ya no me cupo la menor dudad. Si se había dado cuenta o no no sería problema. Igual me la iba a dar. me abrazó rodeándome con sus fuertes brazos por el cuello, yo también lo abracé. Mis manos se metieron por debajo de su camiseta para sentir su piel. Acaricié con ansiedad su espalda. Se notaba que poseía un cuerpo bien formado. Se notaba fuerte y duro. Asi que apegándome a su cuerpo la recorrí entera con mis manos. –“Mmm,” – dijo. –“Parece que la princesita tiene algunas urgencias que deben ser atendidas al momento” – Sonreí  tímidamente. No sé por qué este hombre me subyugaba. Era distinto a lo que sentía con Ivá.. Con su sola presencia me sometía. Sin proponérselo me sometía a su superioridad. Me hacía sentir verdaderamente mujer y ya presentía que no podría negarle nada. Era tierno conmigo, pero mi intuición femenina me decía que si no era obediente saldría el monstruo que tenía adentro. Esa era la gracia. Que fuera así sin manifestarlo, sin exteriorizarlo. Pegué mi cabeza a su pecho, el me tomó de los cabellos y los acariciaba. Me decía que le gustaba mucho, desde que me vio subir al metro. Que era toda una hembrita y él me convertiría en una puta. Comenzó a moverse pausadamente, frotando su sexo en el mío.

 

Se quitó la camiseta, dejando su pecho al descubierto. Mi corazón se sobresaltó. ¡Era magnífico!  Un pecho fuerte, musculoso, muy bien trabajado. Sus músculos se notaban, no pude evitar acercarme y primero acariciarlo con mis manos y luego recorrerlo ávidamente con mis labios. El se dejaba querer, complacido con mi actitud. Luego me tómo de los hombros e hizo presión hacia abajo. Entendí rápidamente su deseo. Me arrodille ante él. Tomé su pantalón por los lados de sus pierna y comencé a bajárselos de a poco, para hacer durar ese momento. Me percaté que mis presunciones anteriores eran verdadera. Debajo del pantalón no llevaba nada más. Primero quedóa al descubierto su vientre, era plano como una tabla. Allé me detuve y lo besaba con fruición. Proseguí develando el misterio, llegué a su bajo vientre y asomó su vello púbico. Era un verdadero matorral. Jugué con ellos primero con mis manos y luego, golosa, refregaba mi rostro en ellos. De allí de una sola vez, termine de bajar el telón quedando al descubierto su miembro. No estaba equivocada. Era la justa proporción con el resto de su cuerpo. Levemente arqueado, un tronco firme, venoso a punto de estallar. estaba circuncidado, así que su gande se podía apreciar en plenitud, una cabeza magnífica, grande que hizo estremecer mi agujerito. Se veía brillante, lustrosa, y algunas gotitas de lubricante se comenzaban a asomar. Mediría por lo menos unos 20 centímetros y de grosor unos 6 o 7 centímetros. Yo me quedé mirándolo embobada. Un par de bolas muy generosas, oscurísimas y plagadas de vellos. Sus piernas largas, musculosas , fuertes. No tenía nada que reprochar. Era un muy bello ejemplar de hombre. sus nalgas bien formadas y firmes.  –“

 

-“¿Te gusta lo que ves, Princesita?” – me dijo. –Asentí con la cabeza. Me extendió las manos para ayudarme a poner de pie. –“Veamos si lo que tienes me gusta a mí” me dijo.  Me quitó el peto y el sostenedor. Me carició con sus manos fuerte y ásperas. Yo me abandonaba a sus caricias y cerraba mis ojos  totalmente mareada por el deseo. –“Me gusta tu piel. Es muy suave” dijo. Se apartó un poco y me dijo: -“Quitate la falda” – lo hice de inmediato. Quedé sólo con la tanga con vuelitos. –“Además tienes muy buen gusto para vestirte” – acotó. Me miró de arriba abajo, como evaluándome. -“Casi no tienes pechos” dijo. –“Pero imagino que eso lo arreglarás con el tiempo. Recién te estás iniciando ¿verdad? – Asentí calladamente. –“Tendrás muy buen futuro” – te lo aseguro. –“Eres muy hermosa. Gusto de hombres. Me fijé cómo te miraban en el metro. Te devoraban con los ojos. Tus piernas son  hermosas y bien proporcionadas. Date vuelta” me dijo haciendo un gesto con el dedo. Me di vuelta. –“Muy buen culo. Bien formado” me sentía como si estuvieran vendiendo una res. Pero ese sentirse objeto, me excitaba más.

 

-“¡Quitate la tanga! – ordenó. Me la quité lentamente quedando totalmente desnuda a su vista. Con una de sus manos me cogió firmemente de una nalga, que me hizo dar un gemido de sorpresa. –“Realmente es un buen culo” – dijo. Firme, suave y se nota apretadito, tal como me gustan. Luego dijo: “Ahora dobla la cintura, separa las pierna y con tus manos separa las nalgas para ver bien ese agujerito donde me voy a meter. “ Eso ya me parecía demasiado. Pero mi instinto me decía que era mejor obedecer. Hice lo que me pidió.  –“Ese agujerito se ve delicioso y con poco uso” – comentó.  –“Enderézate y  date vuelta. Quiero ver tu  aspecto por delante.  Obedecí.  –“Tienes  lo tuyo” dijo. –“Acércate” – Al llegar junto a él me abrazó  y nuestros cuerpo se juntaron,nuestras pieles se rozaban y sentía su sexo duro apoyarse sobre mi vientre. A su contacto yo titritaba completa. No sé qué tenía ese hombre, pero me subyugaba por completo y sólo quería darle gusto en lo que quisiera. Con sus manazas comenzó a rcorrer mi cuerpo entero. Recorría mi espalda con las yemas de sus dedos. eso me daba una suerte de escalofrío. Estaba como gelatina entre sus brazos. el sonreía, se daba perfectamente cuenta de lo que me  sucedía. Después comenzó a trabajar mi cuello. Me daba lenguetazos que me remecían hasta el alma. Retozaba como una  gata. –“Mi amor, mi amor. Dime qué tienes. Te deseo tanto” le decía.  “Sigue así, quiero ser tuya sentirte” – Roberto redoblaba sus caricias. Me llevó al colchón y nos recostamos de lado frente a  frente entrelazando nuestras piernas. Me encantaba el contraste, la suavidad y fragilidad de mi cuerpo con la dureza y firmeza del suyo. Buscó mi boca y nos besamos ansiosamente. Su lengua era maravillosa no dejaba rincón sin recorrer. Me tomó y me dijo al oído: -“Siéntate sobre mí, Princesita. Quiero que cabalgues a tu potro salvaje” – “Sí mi amor” – le dije. Me levanté busqué mi bolsito y saqué un lubricante especial. Sería la única manera de poder meterme ese monstruo que palpitante pedía su víctima. –“Parece que andas preparada para cualquier emrgencia, princesita” – me dijo  Lo miré, sonreí y con los labios le lancé un beso.  Puse un poco de lubricante en mi mano,  me arrodillé en el colchón al lado de Roberto y comencé a  masajear su enorme miembro untándolo por completo. Saqué un poco más,  prefería que sobrara ante que faltara. No quería correr riesgos de ningún tipo. Entre tanto Roberto me decía que estaba muy rica, que lo hacía muy bien y que él me haría gozar como nunca.Una vez que terminé de lubricarlo me pidió que me diera vuelta y quedara en cuatro patas. –“Seguramente pensarás que soy un bruto con las hembras” – me dijo.  –“Pero te aseguro que sé muy bien como tratarlas. especialmente cuando son tan especiales como tú. No te haría daño. Eres muy hermosa. Así que tranquila. Haré contigo todo lo que me dé la gana, pero sin hacerte daño. Sé niña obediente y verás que todo sale bien y gozarás mucho”. – Comprendí el mensaje. Sólo me quedaba ser obedientita y complaciente. Me puse rápidamente en cuatro patas como me había pedido. Se acercó a mi hoyito. –“Huele muy rico” – dijo. –“El culito de toda una princesa”- y comenzó a saborearme con su lengua. Me tenía en la gloria. Con cada lenguetazo que daba a mi culo, me sacaba gemidos de placer y hacía que me contoneara como una verdadera puta. Una vez que se sació, tomo el lubricante se puso una cantidad en su dedo y comenzó a masajearme el orificio con el fin de dilatarlo, preparando el escenario para su grandiosa entrada. Introdujo un dedo y arrancó un pequeño chillido de dolor. pero poquito a poco mi ano se fue ambientando y dilatando haste que el se dio cuenta que el momento había llegado. Se tumbó de espaldas en el colchón. Su miembro erecto se asemejaba a un mastil, y él era la nave que , como buena capitana me disponía a navegar.

 

 Me subí sobre Roberto y me senté a horcajadas sobre él. Me levanté un poco para tomar posición. Mejos dicho tuve que empinarme bastante. Tragarse toda esa pica no sería cosa rápida ni fácil.

 

 

 Una vez que estuva incorporada, tomé su falo para que no se corriera y comencé a descender lentamente. Cuando hicimos el primer contacto no pude evitar un suspiro. Cerre los  ojos, tenia la cabeza hacia atrás, la cintura algo arqueada y comencé la difícilue pasaba, veía más complicada la situación. Tenía que hacer mi mejor esfuerzo y apurarme antes que Roberto fuera a perder la paciencia. Ya que en caso contrario las cosas iban a  ser a su manera,  y me iba a dejar sin culo por mucho tiempo. Mientras estaba en estas cavilaciones, Roberto acariciaba mis nalgas . Un dolor me electrizó por dentro. Su glande era mucho para mi orificio. Tomé aire. Ya era un asunto de orgullo, qué clase de hembta podía ser si no puedo recibir a mi hombre. Presioné hacia abajo más fuertemente y el dolor  también fue más intenso. Mi rostro ya comenzaba a sudar. Me incorporé un poco más , mi honor estaba en juego. Me bajé más violentamente. No sabría explicarlo bien, pero todo se me volvió blanco, el alarido inevitable. Casi no podía respirar. Sentía mi vientre como hinchado, hasta el menor movimiento me dolía. Después de algunos segundos, cuando pude reaccionar, pude percatarme que la cabeza ya estaba dentro de mí. –“Disculpa, Amor” – me dijo, “pero era necesario un poco más de fuerza, así también evitas sufrir de más. Ya estoy dentro de ti. Quédate tranquila un rato para que se te calme el dolor. ¿Cómo lo sientes? –“Doloroso, pero rico, Cariño” – le contesté. “La verdad es que el tamaño es bastante grande. Pero me siento dichosa. Hubiera sido frustrante que no me hubieras podido penetrar.” – “En eso estás  equivocada, Princesita” me dijo muy seriamente. “De aquí no te ibas a ir sin ser penetrada. Estaba sólo dándote tiempo para que las cosas fueran más placenteras para ti. No es mi deseo lastimarte. Además como te veía tan ansiosa y deseosa sólo me limité a darte una pequeña ayudita” –Sus palabras me confirmaron lo que ya me había imaginado. Era mejor ser obediente con este hombre.

 

Como el dolor ya había disminuido bastante, comencé a presionar para introducirlo más. Su miembro se sentía formidable. Era tanto que por más que contraía mis músculos para presionarlo mis esfuerzos resultaban estériles. La dilatación de mi esfínter estaba al máximo de su capacidad. después de esto creo que ya no tendría problemas de penetración con nadie. Roberto estaba dejando el camino muy expedito para los que vinieran. Apretaba los dientes cada vez que entraba un poco más, Roberto también comenzó con un movimiento de caderas muy cadencioso. El dolor estaba cediendo paso al placer. Sentirse empalada de esa manera era una delicia . Comenzamos a sentir la pasión, a ratos cuando me lo enterraba por completo me parecía que se me iba a salir por la boca. Yo no hablaba, apenas podía gruñir.  Era durísimo, no tenía para cuando acabar. Yo desplegaba todas mis artes, gritaba, chillaba, lloraba, me volvía loca, le rogaba que me diera su semen, pero el imperturbable, me bombeaba sin piedad. Parecía que su miembro, a medida que el tiempo transcurría se volvía más y más rígido. Este hombre me iba a matar. –“Muévete más rapido, puta” – me decía, y me daba palmadas en las nalgas, que ibanì¥ÁM            


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Mi nombre es Vanessa, soy una travesti de  28 años  y he decidido contarles  mi historia para ver si ayuda a alguien que se pueda encontrar en una situación parecida a la mía.  por razones que se comprenderán me referiré a mi persona en femenino.

 

Desde muy pequeñita me llamaban la atención los típicos juguetes de las niñas, y prefería juntarme con ellas para jugar ya que las encontraba más delicadas, esto por supuesto traía consigo las burlas de mis compañeros, pero  poco caso hacía de ellas.

 

Ya más grandecita como mis  padres trabajaban y yo quedaba sola en las tardes, trajinaba la ropa de mi madre y me gustaba ponérmela. No había nada más fascinante que sentir la suvidad de la ropa interior, aunque  no fueran los modelos y colores que llamaban tanto mi atención en los escaparates de las tiendas de lencería.  Sentir la suavidad de las medias era otra cosa que me enloquecía, me las colocaba y me las  acariciaba con las manos, luego me gustaba caminar con ella y sentir su roce entre las piernas. Luego me mboca para recibir su miembro.  Con alguna dificultad, ya que Roberto no se deteníoa en lo suyo. lo tomé con las manos y le corrí el prepucio hacia atrás, para dejar al descubierto su glande. Su aroma hirió mi olfato. Era el típico olor a macho que hacía algún tiempo que no se bañaba. Al contrario de lo que puedan pensar, ese fue un motivo más para aumentar mi calentura.  Quería experimentar todo lo que fuera posible,  mi mentecita retorcida no se negaría jamás a nada. Una vez que lo tenía en mi boca, comencé una prolija labor de aseo con mi lengua. Con ese estímulo, su pija comenzó a crecer rápidamente en mi boca. Así me atacaban ambos por los dos flancos. Yo me sentía feliz. Tenía dos miembros para mí sola, mucho más de lo que algunas mujeres tienen.

 

Me apliqué a la pija que penetraba mi boca, ya que por el otro lado, Roberto se estaba atendiendo solo. Me introducía la pija completa, y con una mano acariciaba sus bolas. Era menos duro que Roberto,  notaba que si mantenía el ritmo de mi boca acabaría muy rápido. Así lo hice y como en cinco minutos, me inunda con su chorro de semen. Al parecer llevaba bastante tiempo en ayunas ya que la cantidad eyaculada era impresionante. Su semen era espeso, muy viscoso, tibio, muy salado. Cerré los ojos para sentir mejor su aroma y como se iba licuando al mezclarse con mi saliva. Me gustaba esa sensación entre amargo y picante que deja en la boca y cuando se reseca en los labios.  Me había olvidado un poco de Roberto, cuando le veo el rostro, ya estaba a punto, hice un esfuerzo supremo y apreté mi esfínter al máximo para que aumente el roce. –“¡Tomaaaaaaaa!” – me gritó. Sentí en mi interior algo tibio, que me inundaba por completo, parecía un lavado intestinal. Su semen hirviendo se  introducía en mi cuerpo por completo. Era algo maravilloso. A pesar que su sexo todavía estaba dentro, podía sentir como algunos hilillos de semen se deslizaban hacua afuera y corrían  por mis glúteos. Lentamente la presión comenzó a disminuir, el miembro de Roberto se estaba relajando. Me levanté un poco y de un tirón me lo sacó. No pude evitar un gemido cuando lo hizo producto de la sensación de vacío. Me sentía liviana, lo había tenido metido más de cuarenta minutos, así que al quitarlo fue como si se desprendiera un pedazo de mí. Me sentía satisfecha y plena. Había tenido dificultades, es cierto, pero creo  haber estado a la altura de las circunstancias. Además no se debe olvidar que apenas me estaba iniciando en mi nueva vida. Me recosté en el colchón, tumbada de costado, detrás de Roberto. El visitante inesperado, apenás acabó se había retirado. Mi hombre estaba aletargado, satisfecho y, por supuesto más liviano. Tiernamente lo comencé a acariciar, su cuerpo era hermoso y me gustaba sentir con las manos  su piel, la firmeza de sus músculos. Hasta el día de hoy pienso que fue Roberto quien realmente me convirtió en mujer. Estimulado por mis caricias, Roberto se dio vuelta y quedó frente a mí. Me miró tiernamente acariciandome el rostro y los cabellos. .”Te comportaste como toda una hembra” .- me dijo. Sus palabras me emocionaron. Eran como la culminación de lo que tanto ansiaba ser. Que un hombre como Roberto me dijera eso, era el mejor halago que podía recibir.  Mis ojos se volvieron brillantes por la emoción. Era mi graduación de hembra. –“De verdad, te comportaste muy bien. He estado con muchas mujeres, algunas sencillamente fueron incapaces de soportar que las penetre. O en el mejor de los casos eran muy pasivas. Pero tú... pero tú...” –“Pero yo...  ¿qué? – le contesté.  –“Pero tú, tan frágil, tan pequeñita, soportaste el dolor por hacerme feliz, para darme un orgasmo maravilloso”  Yo escuchaba arrobada sus palabras. me transportaba a otro mundo. Sentía mi agujerito hecho una miseria, pero no me importaba, ya habría tiempo para recuperarse. Lo importante era que sabía comportarme a la altura de las circunstancias y así me lo reconocían. ¿Qué más podía pedir? –“Tú también has estado maravilloso, Roberto. Me siento feliz  que todo esto me haya sucedido contigo y no con otro”  No dijo nada, se acercó a mí y me dio un beso en los labios.

 

-“Seguramente estarás pensando que soy un egoísta” – me dijo. –“Pero no creas que me ha pasado inadvertido que todavía faltas tú” y sin darme tiempo a que pudiera decirl algo se abalanzó prácticamente sobre mi sexo que nturalmente esta en posición de descanso. Lo tomó entre sus manos y se lo llevó a la boca. Ante su estimulación comenzó a crecer rápidamente. Lo hacía muy bien, era una consonancia prefecta entre movimientos, sus labios y la lengua. Mientras con sus manos recorría mi cuerpo entero, especialmente mis muslos. Comencé a jadear, porque el placer  se iba intensificando. no iba a durar mucho. Cuando ya estaba a punto de venirme, Roberto se adelantó y presionó firmemente mi glande con sus labios impidiéndome la eyaculación y por supuesto el orgasmo. Me tenía ahí, al borde del paroxismo, era como si se hubiese detenido el tiempo. me retorcía desesperadamente tratando de llegar a la luz, pero era imposible. Me controlaba como le daba la gana. Y ahí me tenía sintiendo un placer inmenso que no disminuía pero tampoco aumentaba. No tengo palabras para describir esa sensación extraña. Ni siquiera sabía si me gustaba o no. O sí me gustaba estar en esa desesperación continua, como estar levitando. Cerraba mis ojos, me concentraba pata tratar de venirme a pesar de Roberto, pero era imposible vencerlo. Sólo podría irme cuando él , mi amo, mi señor, lo estimara conveniente. Perdí la noción del tiempo, ya ni siquiera sabía quién era yo. Me tuvo en el limbo, casi catatónica, sólo podía quejarme y mi ansiedad iba en aumento, sentía que la sangre se agolpaba en mi cerebro y cada momento me costaba más respirar. Un chispazo de luz, como un inmenso fogonazo me iluminó, sentí algo así como ir cayendo en un vacío infinito, el placer me desbordaba, por mi garganta salían verdaderos bufidos que no podía evitar. Estaba totalmente fuera de mí. Sentía que me soltaba entera, que nada de mi cuerpo respondía a mi mente, pero tampoco me importaba. Deseaba morir después de esto, porque dudaba que alguna vez me hicieran sentir lo mismo. Este hombre me tenía en su más absoluto poder. Deseaba ser su hembra para siempre, su esclava, lo que fuera pero poder estar de alguna manera a su lado. El orgasmo tan ansiado no se hizo esperar.Cuánto tiempo duró no lo sabía decir, pero recuerdo a Roberto recibiendo mi semen en su boca. Fue tal la intensidad que después no supe de mí. Cuando recobré la conciencia estaba atardeciendo. No había nadie más en la habitación. Me sobresalté, miré pata todos lados. En un rincón tirada en el piso estaba mi ropa. Me levanté bastante adolorida, ahota que había pasado toda la pasión y calentura comenzaba a notar las consecuencias de la batalla. Sentía cada articulación y hueso de mi cuerpo. Ni hablar de mi pobre agujerito, lo sentía muy inflamado y sensible. Tendría que dejar pasar algunos días para recuperarme. Rogaba porque Iván no se fuera a acordar de mí demasiado pronto, ya que se daría cuenta inmediatamente y no sé qué explicación podría  darle.

 

Como pude me levanté, tomé mi tanga, estaba totalmente mojada, y no era precisamente agua, la olí y era semen, mucho semen. Seguramente mientras estaba dormida tuve algún espectador que se masturbó mirándome desnuda. Me la puse así  tal como estaba, mi sexo sentía la frialdad de ese semen. Me coloqué los sujetadores, la falda y el peto. Mis sandalias estaban por otro lado. Cono no llevaba reloj no tenía dónde ver la hora. Eso me inquietaba un poco. Salí, de la habitación, oía algo de música y una conversación con muchas carcajadas. Al bajar la escala estaba el visitante inesperado con otra persona, un joven de unos 22 años. Al verme dejaron de conversar y me miraron. –“Parece que a la puta le dieron duro” – dijo el joven. –“Mira, apenas camina”.  –“Pero  sabe mamarlo como ninguna” – dijo el visitante inesperado.  –“Eso no lo puedo saber” dijo el más joven. –“Sólo me tuve que conformar con una pajeada en su calzoncito” – dijo. “Tú sabes que Roberto nos prohibió terminantemente que le tocáramos a su puta” –“Roberto no estᔠ– pregunté. –“No,  señorita. Salió, tenía unos “negocios pendientes” – respondió. –“¿Me podría decir la hora por favor? – El joven miró su reloj y me dijo: -“Son las 9:30” Casi me desmayo. ¡Tanto rato había pasado! –“¿No saben a qué hora vueleve Roberto? – pregunté. La respuesta no se hizo esperar: -“Eso sólo lo sabe Dios”. Mi desazón iba en aumento. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Decidí irme, y se los hice saber. El visitante inesperado se puso de pie y me dijo categóricamente: -“Te aconsejo que no lo hagas por dos razones: La primera este es un sector muy peligroso. Así cómo estás vestida y como te ves no durarás más de diez minutos fuera de aquí. La segunda es que Roberto nos dejó cuidándote y que lo esperaras a que regrese. Si viene y no te encuentra aquí, lo pasaremos muy mal, eso te lo aseguro. Y tanto  yo como mi amigo no nos arriesgaremos a ser víctimas de su furia. ¿Quieres tomar un café? – dijo terminando. Se lo agradecí, me senté a la mesa y me lo bebí, mientras ellos, aunque nada me harían con sus ojos lo decían todo. Me costó y fue doloroso sentarme.

 

La conversación de ellos no tenía nada de interesante. Sólo vulgaridades que ellos entendían y les causaba gracia. Me disculpé y regresé a la habitación nuevamente. Ojalá Roberto no se tardara demasiado. No tenía manera de llamar a Vero o a Marisabel. Pensé que tendrá que adquirir un teléfono celular a la brevedad. Me recosté en el colchón, cerré los ojos pensando en todo lo sucedido y sin darme cuenta el sueño me venció.

 

Estaba profundamente dormida cuando siento que me toman por el hombro y me hablan casi susurrando: -“Vanessa, amor ya llegué” – Me costó abrir los ojos, me incorporé un poco. Era Roberto. Me alegré muchísimo. Y me abalancé a su cuello. Al hacerlo Roberto se quejó de dolor. Me pareció extraño. Me levanté, prendí la luz y estaba en un estado horrendo. Tenía un lado de la cara amoratado, de sus labios, por un borde un hilillo de sangre ya reseca. La camiseta desgarrada. Los puños mostraban algunas heridas. Me sobresalté y dije: ¡Dios mío, Roberto, qué te ha sucedido? –“No te preocupes” - me dijo “sólo son gajes de oficio”. Toda mi ternura se desbordó en ese momento, mi instinto maternal afloró inmediatamente. –“Ven, recuestate con cuidado” Me obedeció. Acomodé unas almohadas bajo su nuca. Bajé rápidamente, encontré una palangana, le puse algo de agua. Cogí una toalla que había por ahí y subí nuevamente. Mi hombre me necesita y yo lo cuidaría lo mejor posible. Le quité la camiseta y los pantalones. Quedó desnudo completamente. Tenia algunos moretones muy  feos en la zona del vientre. Mojé una punta de la toalla y comencé  a limpiar su rostro, a quitarle las manchas de sangre. Roberto, como un niño, se dejaba hacer. Me miraba y me decía: -“Eres maravillosa, Vanessa”. Le pregunté la hora, me dijo que eran como las 4 de la madrugada. Ya no sacaba nada, y a la vista de los acontecimientos, decidí quedarme  mientras le hiciera falta a Roberto. Más tarde vería la manera de comunicarme con mi prima.

 

Con la minuciosidad de una enfermera, traté a Roberto. Le coloqué un poco de crema en las heridas para que no le ardiera tanto. Luego me recosté a su lado apoyé mi cabeza en su pecho y coloque un brazo por encima como tratando de protegerlo. Me quedé en silencio. No necesitaba más. estaba junto a él. Roberto jugaba con mi cabello, enredando sus dedos en él. Me preguntó si me habían tratado bien. Le dije que sí, pero que uno de ellos se había introducido a la habitación mientras dormía y se había masturbado con mi tanga. “Ese es Aníbal” – dijo. “Mañana lo arreglaré”. Le pedí que por favor no hiciera nada. Total sólo había sido como una niñería de adolescente. El sonrió y me dijo que no me preocupara. Que no le diría nada. Así en esa dulce pasividad me quedé junto a él acariciando su pecho. Mi mano iba bajando un poco m{as cada vez, hasta llegar a su vello púbico. Allí jugaba con ellos acariciándolos. Roberto estaría muy golpeado pero para nada disminuia su libido. La bestia comenzó a despertar. Lo tomé con mi mano y comencé a acariciarlo. Roberto hizo un movimiento de acomodo, era su manera de decir que estaba de acuerdo con lo que quisiera hacerle.

 

Descendí hasta quedar a la altura de su sexo. La luz estaba apagada, pero por la ventana, casi sin cortinas, entraba en pleno la claridad de la luna. Estaba enhiesto, duro, desafiante. El brillo de la luna reflejaba en su punta dándole una belleza misteriosa y extraña. Sus venas estaban hinchadísimas, palpitantes. Traté de bajarlo con la mamo, oponía bastante resistencia, pero igual lo doblegaba, claro que al soltarlo volvía inmediatamente a su posición de origen. Lo tomé con una mano muy suavemente, y comencé a recorrerlo con mis labios. Comencé primero por la punta, luego todo el glande y seguí por ese tronco inmenso. No dejé parte que no acariciaran mis labios. Ese miembro realmente me tenía trastornada. Después proseguí el mismo recorrido, pero esta vez con mi lengua. Era el helado más exquisito que jamás hubiese probado. En tanto mis manos acariciaban sus bolas negras y peludas. Elevé un poco mi cabeza, abrí la boca y me lo introduje golosamente. primero la cabeza, luego hasta la mitad, y finalmente, logrando lo imposible, me la tragué entera. Roberto con los ojos cerrado me decía: -“Sigue así mi princesita, así me gusta. Mmmm, golosita te la tragaste entera. Tómala mamita que es tuya, sólo tuya”. Yo presa de mi lujuria, colocaba lo mejor de mí para que la mamada le resultase exquisita. Mis manos recorrían su cuerpo una y otra vez, esos músculos tan firmes me enloquecían. Apuré el ritmo y su pija entraba y salía de mi boca a cada instante, me costaba respirar, ya que para poder mantener su pija en mi boca debía abrirla mucho. –“Ya mi gatita, prepárate para tu leche” – me dijo. Y acto seguido el borbotón de semen me sacudió la boca. Me incorporé quedando de rodillas a un costado de Roberto, alcé la cabeza hacia arriba para acomodar mejor el semen  en la boca. Me lo tragué todo, hasta la última gota, y luego limpié su miembro con mi lengua, buscando los últimos restos que pudieran quedar. Roberto se relajó, poquito a poco sus ojos se fueron cerrando y el sueño lo venció. Yo me acomodé a su lado acurrucándome bajo ese enorme cuerpo, su calor me confortó y también quedé dormida.

 

El ladrido de un perro me despertó. Roberto dormía profundamente. Me levanté cuidadosamente  busqué mi tanga. Estaba asquerosa, parecía almidonada con el semen reseco  de mi voyerista. Pero la situación no daba para lujos. Me la coloqué y bajé la escalera calladamente. No se escuchaba nada. Pude comprobar que estábamos solos. Eso me agradó mucho. Me dirigí a una habitación que parecía servir de cocina. El desorden era grande, la suciedad mejor ni recordarla. Busqué en una especie de alacena y encontré un tarro con algo de café. En la mesa encontré  dos tazas, sucias evidentemente. Las tomé y las enjuagué un poco. No  quedaron perfectas pero sí mejoraron bastante de aspecto. Azúcar no encontré por ninguna parte. En una bolsa sobre la mesa quedaban algunos panes. Todavía estaban comestibles, no tendrían más de unos dos días. Recorrí la  habitación con la vista hasta que encontré un cuchillo, partí dos panes por la mitad, encendí la cocinilla y puse a hervir agua en una tetera abollada.  Tomé la tapa de un tarro y lo coloqué sobre la hornilla que quedaba libre, sobre ella puse a tostar los panes. El café tendría que ser amargo. Una vez que el agua hirvió  llené las tazas, el aroma a café me sabía a delicias. Tomé los panes y los apilé en una bandeja rota que estaba en el suelo. Subí con mi desayuno era la primera vez que atendía a un hombre. No estaba en el paraíso pero la sensación de gusto era la misma. Me sentía toda una geisha.

 

Roberto todavía estaba dormido, con mucho cuidado dejé la bandeja a un lado del colchón y dándole besitos comencé a despertar a Roberto. Jugando le mordizqueba la oreja y le decía: -“Despierte, señor. El desayuno está servido. ¡Vamos no seas flojito, a desayunar! Con mucha parsimonia comenzó a desperezarse. Se  sentó y vio el café humeante, con el aroma de las tostadas. Su cara de sorpresa jamás la olvidaré. Un hombrón tan grande emocionado por algo que me parecia como cotidiano. -¿”Por qué hiciste esto? – me dijo. Yo lo miré a los ojos fijamente y le contesté: -“Quizás porque me estoy enamorando” – Me miró, después volvió la vista a la bandeja con el desayuno y como hablando solo dijo: “Hace muchísimos años que nadie me trataba así”. Luego mirándome continuó: “Gracias, Vanessa, de todo corazón, gracias. No imaginas todo lo que tu gesto significa para mí”. Yo, como buena mujer ya me estaba emocionando casi hasta las lágrimas. Así que le dije: “Desayunemos que el café se enfriará”. El desayuno era bastante magro pero para nosotros eran los mejores manjares del mundo.  Mientras bebía mi café no podía dejer de admirar su cuerpo. No recordaba haber visto a un hombre tan bello como el que tenía frente a mi vista. Su desnudez parcial y descuidada ya estaba comenzando a exitarme nuevamente. Una vez que terminamos, retiré  la bandeja. Me hizo un gesto para que me recostara a su lado. Me abrazó y me dijo: -“¿Te gusto mucho verdad? Te he observado cómo me miras y el deseo que se exterioriza en tus bellos ojos” – acotó. “Tú también me gustas y más de la cuenta” Pero comprenderá que lo nuestro no puede ni debe ser. Y no lo digo por tu condición. Eso me importa un bledo. Pero no puedo mantenerte a mi lado, sería muy peligroso para ti y yo no me puedo dar el lujo de tener afectos que puedan hacerme vulnerable ante mis enemigos, que son muchos. Podrían usarte para neutralizarme. No quiero que eso suceda. Así que en un momento más te iré a dejar hasta el metro, para que no corras peligro y después olvídate que un día nos conocimos.”

Ante eso no podía argumentar nada. Algunas lágrimas asomaron  por mis ojos. Me las secó con sus manos y dijo: -“No llores pequeña, sólo conserva un buen recuerdo de este encuentro tal como lo haré yo. te llevaré en mi corazón por el resto de mi vida.” Nos dimos un beso desesperado. De pronto se detuvo y dijo: -“Basta Vanessa. Si te vuelvo a hacer el amor no  dejaré que te aprtes de mi lado. No hagamos las cosas más difíciles” Apenas dijo eso se levantó  buscó un nuevo pantalón, yo me vestí y salimos rumbo al metro. Compré mi pasaje y enfilé hacia el andén. Sabía, sentía que Roberto estaba ahí viendo como me alejaba de su vida. No quise mirar hacia atrás, ya que de hacerlo, volvería corriendo a sus brazos.

 

El vaije de regreso se me hizo interminable. Me costaba mucho eviatr que las lágrimas afloraran en mi ojos.  Al llegar salí del metro, era un día maravilloso con un sol estupendo. Me dirigí rumbo a la casa y abrí la puerta. No había nadie en ella, peo si una nota pegada en la puerta de la nevera:

 

“Vane, estamos muy preocupadas por tu ausencia. Habíamos quedado en que nos avisarías si  te quedabas fuera. Por favor, apenas llegues llámanos al salón.

Un besito”

 

                                                                                  Maribel y Verónica.

Tomé el teléfono y llamé inmediatamente. era Vero. Les dije que no se preocuparan, que estaba bien y que en la noche nos veríamos y les contaría de mi andanza. Deseaba darme un buen baño, fui a mi habitación, escogí la ropa que me pondría, un coqueto calzoncito de algodón con corazones estampados, una top azul y un short de mezclilla muy ajustado de esos que dejan ver  el comienzo de los glúteos. Me dirigía al baño, hice correr el agua para que la tina se llenara. Eché algunas sales, me desnudé, encendí unas velas y un cigarrillo, algo de música suave y entré a la tina estirándome cuán larga era. El agua tibia me relajó rápidamente. Mis gluteos estaban rojos, casi morados, no me había dado cuenta de lo intenso de las palmadas de Roberto. Mi culito también estaba en condiciones deplorables. Cerré los ojos y comencé a recordar algunos momentos vividos con Roberto. Debo haber estado por lo menos una hora metida en el agua.  Salí, me sequé, me apliqué crema en el cuerpo y una crema en mi orificio, para aminorar la inflamación. Me vestí. fui a la cocina y saqué una gaseosa, corté un trozo de carne asada y me la comí sola. Faltaba mucho aún para que las chiquillas llegaran, así que me fui a mi dormitorio  para hacer una pequeña siesta.

 Resultó que la siesta no fue tan pequeña, ya que me despertó el barullo de las chiquillas entrando a la casa. Las cuales al verme me bombardearon de preguntas sobre mi aventura. No podían creer lo que me había sucedido. Casi  no dormimos comentando todos los pormenores.

Si se interesan por saber lo sucedido durante el resto de mis vacaciones, escríbanme a mi nuevo correo, dándome sus comentarios gaybrieltrans@hotmail.com

Un besito patra todos.