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Mi amiguito Juan

en Jovencit@s

Ante todo presentarme, mi nombre es Natxo, soy un chico alto, fornido, con espaldas anchas, rubio y poco velludo. La historia que voy a narrar sucedió cuando tenía 15 años entre mi amigo Juan y yo.

Por aquel entonces Juan tenia 13 años era aproximadamente de 1,60 de altura, rubiales, con ojos claros, su cuerpo estaba todavía no había comenzado a desarrollarse, su voz tenía un tono agudo, y no tenía nada de vello en la cara, por el contrario, mis hormonas estaban en plena ebullición, en mi pecho aparecían unos cuantos vellos oscuros, mi voz emitía gallos propios de la formación hacia el paso adulto.

Todo empezó una calurosa tarde de verano, Juan y yo estábamos jugando en casa de éste a la video-consola. La hora de la siesta es de lo más aburrido si no tienes sueño y el juego al que estábamos jugando nos lo sabíamos "de memoria".

El calor era horrible y el ventilador de la habitación donde estábamos lo único que hacía era remover el aire caliente que había en el ambiente.

Juan estaba vestido únicamente con un pantalón corto, mientras que yo tenía una camiseta de tirantes y un pantalón corto. Los dos estábamos descalzos, aprovechando el frescor de las baldosas del suelo.

Llevábamos una hora más o menos jugando al videojuego cuando Juan soltó el mando y se tumbó con desgana boca arriba es su cama.

¡Vaya calor que hace!, me molesta hasta el pantalón.

Pues quítatelo – dije yo – no me voy a asustar.

Él sonrió y se bajo los pantalones, debajo de ellos llevaba unos slip blancos que dejaban ver un pequeño bultito.

La mirada en su calzoncillo despertó en mi un turbador pensamiento, me imaginé como sería en erección, como sería tener en mis manos un pene que no es el mío.

Si tienes calor, quítatelo tu también, por mí no te cortes...- dijo Juan.- que tampoco me voy a asustar

El pensamiento fugaz que tuve, hizo que en mi rabo surgiera un pequeño calambre y comenzó a crecer, decidí que lo mejor era quitarme sólo la camiseta.

Poco a poco comenzamos a charlar sobre lo único que tenemos en la mente los hombre: EL SEXO. Juan me preguntó si a mi ya me "saltaba" el semen cuando me masturbaba.

Si, me saltan 3 o 4 "disparos", pero solo la primera vez, si me la pelo más, poco a poco cada vez sale menos- contesté yo con aire de superioridad.

No me lo creo, demuéstramelo- dijo él

Esa respuesta me sobresaltó y de su armario sacó una cinta de video:

He cogido esta cinta del armario de mis padres, la tenían escondida, seguro que es porno. Mi madre no volverá hasta tarde, porque se ha ido a la piscina, así que estamos solos.

Está bien, pero si yo me hago una paja, tu también te la haces conmigo.

Juan asintió con la cabeza.

Rápidamente colocó la cinta en el vídeo que tenía en su habitación y nos sentamos en la cama para machacárnosla.

Efectivamente, Juan tenía razón aquella era una película porno, en ella salía una mujer hablando en un estudio de radio, de pronto entraba al estudio un hombre, se desnudaban y comenzaban a comerle el rabo de un modo bestial.

Mi excitación era máxima, mi rabo estaba totalmente rígido, me lo acariciaba por encima del pantalón. Juan por su parte, no perdía ojo de la pantalla, tenía la boca entreabierta, de vez en cuando sacaba la puntita de su lengua de un modo inconsciente (eso me estaba poniendo a mil), observando como el miembro del actor desaparecía en la boca de la mujer.

Comenzó la penetración y decidí que era el momento para mostrar mi polla y pelármela cómodamente.

Descapullé la punta, que estaba brillante y húmeda y comencé a subir y bajar de un modo pausado, pero no miraba la película, observaba la lengua de Juan como se movía en círculos rozando sus labios y le imaginaba saboreando mi rabo.

En ese momento, me armé de valor y le dije que si le gustaba lo que veía.

Si, es impresionante, vaya rabo que se esta tragando... es como el tuyo...

Si quieres, puedes hacer lo mismo que ella...

Su cara denotaba que tenia pensamientos turbadores. Me miró a los ojos y me dijo:

Lo haré pero no se lo digas a nadie, por favor, es algo que sueño cada noche y me he masturbado muchas veces pensando en comerme tu polla.

Sonreí dulcemente, y me recosté hacia atrás lentamente, dejando mi miembro a la vista de Juan. Enseguida noté la calidez de sus manos y la humedad de su pequeña boca, comenzó a tragar mi rabo hasta que no le entraba mas. Con sus manos acariciaba mis huevos.

Yo le acariciaba el pelo y le empujaba ligeramente para que tragara cada centímetro de mi falo.

El ritmo de mi sube y baja era cada vez más frenético le pedí que parara, no quería correrme tan rápido y ser desagradecido. La película continuaba con la penetración desde atrás de la mujer. Juan se levantó y saco su pequeño pene, lampiño, blanco. Miraba cada centímetro de su piel blanca, su capullo rosáceo. Lo cogí con mi mano y me lo metí entero en la boca, era agradable el tacto suave de su polla; con mi mano acariciaba sus testículos y buscaban meterse entre sus piernas. Juan respondió inmediatamente a este estímulo y separó sus piernas, mis dedos pasaron entre su raja, rozando su ano, con mucho cuidado, mi dedo se introdujo en su interior y Juan respondió con un gemido, me di cuenta que no era la primera vez que tenía un dedo en el culo. Su esfínter apretaba mi dedo y mi boca succionaba su pequeño miembro con cada vez más fuerza.

Comencé un mete-saca con el dedo y con el mismo ritmo me metía su rabo en la boca. Los suspiros de Juan me estaban volviendo loco. Sus manos me cogieron en la cabeza y empujaban para que me tragara todo su rabo.

Estaba totalmente poseído por el placer, me coloqué abierto de piernas en la cama y le pedí a Juan que me lamiera el ano.

Rápidamente, Juan introdujo su lengua en mi culito, jamás pensé que obtuviera tanto placer de mi propio culo. Le pedí que parara, y me coloqué a cuatro patas sobre la cama, apoyé mi cara en el colchón y separando mis nalgas con las manos le pedí que me penetrara, me ofrecía como una zorra en celo, estaba totalmente desbocado.

Rápidamente note como su capullo empujaba para entrar en mi hoyito, el placer era supremo, gemía como la mujer de la película.

La polla de Juan entró perfectamente y comenzó a bombear, notaba como sus huevos chocaban con los mios, notaba cada centímetro de su polla entrando en mi, dándome un placer indescriptible, cada vez iba más rápido y hasta que con unas violentas sacudidas imagine que habia tenido un orgasmo.

Juan se salió de mi culo enseguida, el sudor poblaba cada centímetro de su piel y me dijo:

Quiero sentir una polla de verdad en mi ano, me he metido muchas veces los dedos pensando que eres tu quien me penetra, quisiera que lo hicieras de verdad.

Mientras decía esto, Juan tumbó boca arriba y separó lo más que pudo sus piernas doblando sus rodillas, quedando a mi vista un ano limpio, rosadito.

Me coloqué entre sus piernas y con saliva empapé la punta de mi polla, coloqué mi miembro en su agujero. Y comencé a apretar, el gemia y se pellizcaba los pezones, su polla volvía a estar dura tras el orgasmo anterior.

Juan pegó un pequeño grito cuando por fin entró la cabeza de mi nabo, su esfínter poco a poco se fue relajando y fácilmente entró todo el tronco, hasta los propios huevos.

Comencé a taladrar aquel culito rico, Juan se masturbaba frenéticamente y yo cada vez embestía con más violencia, mi amigo gritaba ya sin ningún reparo.

¡¡Vamos, vamos, dame más fuerte!!, follame!!, Soy tu puta y quiero que me revientes el culo!!!

Aquellas palabras me ponían mas caliente todavía, no podia creer que mi amigo pronunciara aquellas palabras. La saliva se le caía de la comisura de los labios... su mano pajeaba su rabo de un modo brutal, y pellizcaba sus pezones de un modo violento.

Todo aquello era demasiado para mí:

Juan, me vooooy a correeeeer!!

Sácala, sácala!, quiero ver como te corres en mi cara, me lo prometiste!!!

Rapidamente saqué mi rabo de su culo dejando un agujero enorme el.

Juan cogió el la polla con las dos manos y me masturbaba para que llegara al orgasmo, de pronto, 5 trallazos de lefa golpearon en la cara de Juan, su rostro estaba cubierto de esperma blanco. Con un dedo, cogió un poco y lo probó. Se introdujo mi rabo en la boca absorbiendo cualquier rastro de semen que quedara en el.

Se levanto y se miró en un espejo, sonrió y dijo:

Gracias

Si quieres, podemos hacerlo siempre que quieras.

Lentamente vino hacia mi, me abrazó y su cara manchada de semen quedó pegada a mi pecho.

Siempre que quieras, seré tu puta, tu esclava, haré lo que quieras, siempre y cuando, no comentes nada con el resto de chicos.

Claro, Juan, como quieres que se lo cuente al resto, yo también deseo ser tu puta de vez en cuando. Y quiero ser el primero en probar tu semen cuando lo escupa tu rabo.

FIN