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Mamada a 30.000 pies

en Sexo Oral

Por cuestiones laborales suelo viajar en avión, y si bien he leído relatos sobre sexo en los aviones jamás creí que me pasaría lo que les voy a contar.

Estaba regresando desde la provincia de Tucumán (Soy de Bs As – Argentina) en un vuelo casi vacío de una compañía que ya no existe, con la mayor parte del pasaje en la parte delantera y media del avión (nadie en el último tercio). El avión era un MD, lo cual es importante en lo que les voy a contar, por un motivo que jamás había tenido en cuenta.

Como les contaba el vuelo era muy tranquilo, y en un momento dado la tripulación comienza a servir el típico refrigerio. Yo estaba solo en una fila de 2 asientos, del lado de la ventanilla. Cuando veo venir el carrito con las bebidas no puede dejar de mirar a las azafatas, pensando que nunca son nada del otro mundo (la imaginación popular las endioso en una época, pero la verdad que son medio pelo). Eran dos azafatas, una cuarentona media entrada en carnes de lindo rostro redondeado, ojos claros con unos lentes muy delicados, pelo castaño claro, y la otra jovencita, muy delgada para mi gusto, morocha de cara insulsa y un gesto muy duro. Cuando llegan a mi fila le pido a la jovencita una gaseosa, y cuando me la está sirviendo sin querer vuelca una cantidad importante sobre mi pantalón. La pobre no sabia como disculparse, me acerca una servilleta para que me limpie, mientras que la otra azafata (al parecer era su superior) le dice que siga sirviendo a los pocos pasajeros que faltaban, que ella se iba a encargar de la situación.

Me pide que la acompañe a la parte trasera del avión, donde del lado izquierdo ellas tienen una especie de cocina o lugar donde dejar los carritos. Detrás de este lugar hay unos asientos que en este caso estaban vacíos. Me pide que pase a uno de esos, mientras que ella me trae unas servilletas más. En ese momento veo que se agacha y noto que tenía una lindas piernas, pero no preste mayor atención pues estaba muy irritado por la mancha. Entonces ella trae una servilleta y me ayuda a secar el pantalón, para lo cual se arrodilla enfrente mío. No sé que paso pero "mi amigo" me traiciono, no lo pude controlar y comenzó a endurecerse, lo cual no es bueno cuando tienes un pantalón de vestir y calzoncillos boxer (no hay nada que disimule la erección). Evidentemente ella nota que algo esta pasando y me mira. En ese momento noto a través de esos finos anteojos como sus ojos claros me miran, incomoda con la situación. Yo me pongo rojo como un tomate de vergüenza, pero verla a ella arrodillada frente mío, con esa carita, esos ojos mirándome eran, a pesar de sus años y sus kilitos más, un sueño y mi erección de incremento. Entonces en una situación que jamás creí posible me jugué y le dije que el pantalón estaba muy mojado por dentro y mis piernas también, que debíamos abrirlo y separa poder secarme bien.

Entendió enseguida mi intensión, y sus ojos me miraron desafiantes y por momento creí que me iba a matar, entonces probé con mi mejor cara de picardía, y quebré su resistencia (que al parecer no eran tan grande). En ese momento se sonríe cómplice y me dice que desde ya debemos secar bien las piernas, entonces abro el pantalón y como por arte de magia salió por la bragueta del boxer mi amiguito muy duro. Lo peligroso de la situación, la aventura me excitaba mucho. La azafata no soporto más y comenzó a chapármela, al principio lentamente después con mucha velocidad. El ruido de las turbinas (están al costado del fuselaje, justo a esa altura) tapaba mis pequeños gemidos de placer (trataba de no hacer ruido). Mi calentura era tal que en unos minutos ya estaba eyaculando. Cuando voy a terminar le aviso y ella comienza a masturbarme con una mano mientras que en el otra tiene una servilleta. Me mira a los ojos y yo me imaginaba acabando sobre esa cara tan bonita, sobre sus lentes (es una fantasía!!), pero no. Me hizo acabar en la servilleta. Una vez que eyacule todo le semen, ella volvió a mamarla durante un minuto. Todos los hombres sabemos que la mejor manada es después de eyacular, ella también lo sabía y me hizo disfrutar como pocas veces.

Una vez que terminamos se puso de pie, me pregunto si estaba seco (le dije que estaba bien seco) y me pidió que regrese a mi asiento ya que en poco tiempo debíamos aterrizar.

No la volví a ver hasta que estaba bajando del avión, saludando a los pasajeros. Cuando pase me pregunto si había disfrutado del viaje, mientas que su compañera se sonreía por lo bajo. Cuando baje del avión me di cuenta que no sabía ni su nombre.... pero eso no importaba.

Nunca más volví a volar por esa compañía, ya que al poco tiempo dejo de operar.