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Nuestro Juan de la felicidad

en Hetero: Primera vez

NUESTRO JUAN DE LA FELICIDAD

Me decían siempre que me parecía a mi madre, debería ser así. Ella es más alta, más blanca, su cuerpo es bonito y sobre todo que es una mujer muy dulce. Mi infancia fue feliz, hasta que murió mi padre, eso nos perturbó bastante, sufrió mucho mi madre y mi hermano para terminar su carrera tuvo que trabajar medio tiempo. Nuestra vida se normalizó, mi hermano se casó, mi madre ya no trabaja mucho pues el nos ayuda, este año termino la secundaria y quiero seguir una carrera en la capital, el único que me aconseja al respecto es mi tío Juan, la verdad que de cariño le digo tío, él era el mejor amigo de mi papá y conoce a mi mami desde la adolescencia, sigue soltero a sus cuarenta y cinco años, no nos visita con mucha frecuencia, pero cuando llega la casa se ilumina: mi mami se arregla, sonríe, cocina con receta y yo sueño con él.

Sofía ha cumplido quince años, no es muy alta, sus ciento sesenta y cinco centímetros están muy buen distribuidos, pelo muy corto y negro, cintura finita, buenas caderas, nalgas duras, paraditas, siempre como todas las muchachitas de hoy, sus vestidos son cortos, su ropa interior es diminuta, pantalones muy a la cadera, mostrando el ombligo y unos politos muy pequeños.

Tenía un enamorado de su edad, llegaba a su casa, le gustaba a su madre y era estudioso. Siempre cuando se quedaban solos, ella tomaba la iniciativa, habían empezado con besos fugaces, ella empezó a besarle el cuello, le metía la lengua a la oreja, le besaba el cuello, el empezó a sobarle los senos por encima del polo, siempre sentados en un largo y viejo sofá de una salita de estudio, cuando la mamá iba a misa o de compras.

En una oportunidad en medio de esos escarceos propios de su edad, se desató el nudo del polo que era descubierto por la espalda, dejando libres sus pequeños senos, ella no hizo nada por rehacer el nudo y el sintió que era diferente rozar con sus manos esos pequeños y calientes pechos, ella le insinuó acariciándole la cabeza lo empujaba suavemente hacia ellos, empezó a besarlos con ternura, descubriendo un placer único, los besos se fueron haciendo más profundos y ella empezó a acariciarle su pene muy duro por encima del pantalón apunto de reventar, el también con una mano empezó a sobarle su sexo por encima del pantalón, no pudo más, ella lo abrazó con los dos brazos y jadeándole al oído sentíase desfallecer, como invitado el, instintivamente hizo más presión y aceleró el movimiento, haciéndole llegar a su primer orgasmo, quedando muy húmedo el pantalón, Sofía se retiraba ruborizada y un poco mareada y temblando, el placer fue intenso. Paúl, como se llamaba el enamorado, terminaba masturbándose en su cuarto.

Estos juegos se hicieron más frecuentes, dos o tres veces por semana, con el tiempo ella se atrevió a bajarle el cierre y sacarle el pene del pantalón y masturbarse mutuamente, el chico era prejuicioso no se atrevía a más y ella, más ardiente, quería más, sentía que podía llegar a placeres más intensos, empezó a fantasear no con Paúl, sino con el "tío" Juan que era el otro hombre cerca de la familia. Comenzó a ponerse más turgente, sus hormonas activadas hicieron que su cuerpo madurase y la hagan una hembra deseada en el barrio, comenzó a pintarse y a mostrar todo su esplendor, Paúl más enamorado que nunca se sentía orgulloso abrazándola y acariciándola en público y ella aburrida cada vez más, por que las manos y los dedos habían llegado a su límite.

No podía hacer que Juan la mirase como lo que era: una hermosa hembra, el la miraba con ternura, la había visto recién nacida, la cargaba desde niña y la quería como a una sobrina verdadera, seguramente por amistad con su difunto padre o por que Maju su madre le gustó desde pequeño, pero el destino hizo que al final terminaría con su mejor amigo. Juan era un hombre de mundo, nunca le faltó pareja, era estudioso, solitario, profesor universitario, vestía informalmente, tenía un aire distraído, a veces no se afeitaba semanas y con su pelo ensortijado y despeinado, sus gafas de carey le daban un aire que atraía a sus alumnas y colegas jóvenes. Visitaba poco a Maju, por el temor de que conociendo su temperamento pueda profanar ese cuerpo que sólo fue de su mejor amigo, aparte de que Maju no se relacionaba con nadie, su vida estaba dedicada a sus hijos. Luis el mayor con un buen trabajo, se casó y Sofi, terminaba la secundaria, mientras ella seguía en su antiguo trabajo en un Banco comercial. Siempre que la visitaba la encontraba recién llegada de su trabajo con el uniforme azul con filos rojos de un conjunto entallado y alto que resaltaban ese cuerpo maduro que hacía tiempo no conocía caricias de hombre. Era evidente que Maju deseaba a su mejor amigo, el sabía pero se mantenía fuerte.

Un día después de una siesta larga, después de una malanoche por el estudio de un parcial, mientras se desperezaba camino a la sala escuchó algunas risas que provenían de un cuarto que servía como almacén de cosas en desuso, tenía unos ventanales que daban a un pasadizo que llegaba al baño de la criada. Despacio como presintiendo que podía molestar con su presencia llegó a la ventana, se arrodilló para por un espacio del vidrio que no tenía una pintura blanca que cubría la ventana, observó. La escena era familiar, estaban desempolvando algunas cosas viejas, Maju sentada en el piso con las piernas juntas a un lado, tenía un short pequeño, que se lo ponía para regar las plantas o hacer alguna tarea casera, era pequeño que con el movimiento se metía entre sus nalgas que le dejaban una imagen deseada y sensual, el short desteñido fue de nuevo celeste.

Una camisa rosada manga larga, arremangada muy grande que fue del difunto, desabotonada hasta la llegada a su sostén y con un nudo a la altura de su ombligo, la hacían más juvenil, era sin lugar a dudas un mujer hermosa. El con un jean azul raído y un polo blanco y sandalias de pescador, ella para poder mejor el cuadro que le estaba enseñando se arrimo hacia su pecho, dejando su cabellera cerca de la nariz de Juan, quien se embriagaba con ese perfume inolvidable de la mujer espléndida que nunca fue suya pero con la que había soñado siempre, en un movimiento quedaron viéndose a dos centímetros de distancias, Juan pudo percibir el jadeo reprimido de una mujer excitada, como algo natural la besó, ella esperaba ese beso desde tiempo, respondió, enlazándose en una vorágine de pasión, se tumbaron completamente en el piso, dando vueltas abrazados hasta hacerse doler, Juan se colocó encima y con delicadeza la desvestía mirándola a los ojos y mirando cada centímetro de la piel que descubría, ella se dejaba llevar, Ahora Juan se sentó a su lado y se quitó el pelo con mucha paciencia con la determinación de hacerla gozar por el tiempo perdido, la sentía suya y no había prisa, ahora la miró, tenía la camisa abierta, mostrando sus pechos agitados y contenidos en un sostén blanco con una rosita en el centro, desabotonó el short y lo sacó despacio con la colaboración de una Maju sobreexcitada, quedó un una truzita diminuta y blanca con unas orlas delicadas, ahora se puso de pie y se sacó el pantalón, mostrando una erección que turbó a Maju desviando la mirada. Sofía viendo esas escenas empezó a masturbarse, lo hacía muy bien con la práctica de los encuentros con Paul, ya conocía los sitios más sensibles de su piel. Juan en calzoncillo abrazó a su hembra quedando ambos de costado, muchos besos la puso en su encima, hizo que abra sus piernas y la sentó encima de su sexo, le abrió el sostén y después de acariciar esas hermosas tetas viéndole la cara empezó a besuquearlas.

Ella ahora se inclinó mordiéndole el hombro, Juan como pudo le quitó la truza, ella colaboraba moviendo sus piernas y con la mano libre aceleraba la desnudez, Juan se deshizo de su calzoncillo, ella no pudo más y cogió ese miembro deseado que con las justas podía abarcar con su mano, despacio mientras lo besaba en la boca iba recorriendo toda su longitud, sintiendo una humedad pegajosa que lo hacía resbaladizo. Juan con la mano izquierda le acariciaba el pelo y disimuladamente la empujaba hacia su pecho, ella comprendiendo la intención de su macho, empezó a besarle el pecho, ahora estaba arrodillada mostrando su hermoso culo que brillaba con la tenue luz de la tarde que se filtraba por la ventana, donde Sofi hacía durar su solitario placer, fue recorriendo con sus besos llegando al ombligo ya olía el sexo de su hombre, se atrevió a mirarlo, la cabeza roja palpitaba con una gota cristalina que salía del ojo que ahora lo tenía cerca de sus labios, lo besó y le sabia a delicia, lentamente mientras con su manita lo movía, trató de meterselo a la boca, despacio jugueteaba con su lengua por todo el glande, el le acariciaba el enorme culo que iluminaba el cuarto, le recorría la zanja con todos los dedos, llegando a su ano, ella abrió las rodillas para liberar su vulva muy mojada mientras alcanzaba un compás chupando hasta la mitad de la endurecida verga de Juan, quien muy delicadamente le hacía pasar por encima de su cara una pierna quedando su cara atrapada entre las dos piernas, la vista era magnífica, con sus dos manos abrió los glúteos divisando en toda su dimensión el ano que palpitaba y empezó a recorrer con su lengua los labios de una vulva mojada mientras que con el dedo le acariciaba el borde del ano, sabía usar la lengua, encontraba el clítoris lo chupaba y sentía que Maju sacaba su miembro de la boca para poder emitir un gemido de placer, lo restregaba con las manos fuertemente mientras sentía como se comían ese botoncito de encanto y el dedo le abría más el ano, ahora la lengua de Juan trataba de profanarle el ano y sus gemidos eran más fuertes y Sofi en la ventana arañaba la pared llegando a un hermoso y acostumbrado orgasmo. Maju no quería acabar en la cara de Juan, se soltó de ese nudo, lo besó en la boca intercambiando sus jugos con delicia, no fue difícil la introducción, hasta la mitad, el placer era intenso, Juan la veía ahora desde abajo, el rostro transfigurado por el placer de esa mujer tan hermosa que ahora era suya, despacio enderezándose se tragaba con el dedo en la boca todo el miembro, sentándose empezó a cabalgar, sintiendo que llegaba al máximo, ahora lo abrazó y con la cara pegada a su oreja le decía con sinceridad, ¡te quiero mi vida! ¡te quiero!, Juan muy sensible le contestaba, ¡yo También! ¡quiero que seas sólo mía! ¡qué rica eres mi cielo!

El orgasmo le llegó de una manera desaforada, perdió todo recato, empezó a moverse alocadamente, cerró lo ojos, agitaba su cabeza y su cara con una mueca grotesca emitía unos gemidos guturales interminables, Juan se sentía muy bien, le había sacado algo que ni en sueños lo había conocido, sentía que con sus uñas le arañaban los hombros y su vulva se apretaba alrededor de su miembro, hasta que se fue relajando pausadamente, el seguía duro, no la soltaba y delicadamente la acariciaba y la besaba, al oído le decía: ¡qué linda eres mi amor! ¡qué linda! Ella se safó, acostándose de frente, dejó todo su espalda al aire, hundió su cara entre sus brazos, como avergonzada y su culo brillaba ahora con un rocío de sudor que como farol, iluminaba el cuarto, Juan incorporándose con su verga bien erecta como triunfante empezó a acariciarla lentamente, le fascinaba ese hermoso culo, lo besaba, ella, se dejaba hacer, ahora lo estaba mirando desde arriba, arrodillado con las piernas de su amada en medio, le cogió las caderas, la hizo arrodillar, ella seguía con la cabeza hundida, comenzando a introducirla como perro, acariciando las nalgas que sobresalían, abriéndolas disfrutaba viendo como su miembro entraba y salía por ese hermoso trasero, ella empezaba a gemir de nuevo, el medía su fuerza el objetivo ahora era metersela por atrás, sintiendo que empezaba su perrita ahora a agitarse, la fue acomodando, sacó de golpe la verga, inmovilizándola sorpresivamente, ahora con la mano le acomodó la cabeza en el ano, Maju sintiendo algo de dolor pero un inmenso placer colaboró, la cabeza fue difícil, ella apretaba los dientes y se cogía el pelo con fuerza, pero retrocedía decididamente, exclamando un ¡ahh! Fuerte cuando sintió la mitad de ese miembro duro como un palo que le arrancaba un goce indescriptible, ahora Juan dirigió unas embestidas como queriéndola partir en dos, rápidamente llegó al climax, derrumbándose sin sacarlo encima, llenos de sudor juntos alcanzaron el cielo, ambos con los ojos cerrados sentían que el mundo daba vueltas alrededor, ahora una inocente sonrisa iluminaba sus rostros, cogidos de la mano fueron despertando.

Sofi se hizo cómplice de ese romance furtivo e intenso, se alegraba, porque ahora su madre era otra, había renacido, alegre todo el tiempo, la acariciaba, hablaba hasta por los codos, ella se imaginaba que en sus ausencias gozaban de lo lindo, Juan también cambió, ahora se arreglaba más, olía mejor y las visitas eran más frecuentes. Sofi nunca se quitó de la mente que quería ser del tío ahora querido por las dos.

Mi vida, Juan está enfermito y le arreglé el cuarto que fue de tu hermano, para que lo cuidemos, recuérdale que tiene que tomar la medicina a las diez. Salió rauda al trabajo, feliz que con el pretexto de la enfermedad Juan se haya aproximado a la casa de la que ojalá no salga más. Sofi a las nueve, envuelta en un buzo entró al cuarto, donde Juan con una sábana encima veía el noticiero y con un periódico en la mano.

Está enfermito, le dijo graciosamente, me puedo acostar contigo, como hacerlo, abrió la sábana y de sió cuenta que debajo estaba con un bibidí y un short floreado a manera de pijama, lo abrazó y él instintivamente también por encima de los hombros, puso su cara en el pecho, y comenzó a pasarle la mano suavemente, Juan incomodo sentía que su sexo despertaba, Sofi recien bañada olía a primores, sintió como se acercaba esa manita acostumbrada a la autocomplacencia hasta cogerla, que haces pequeña, le increpó, ella no contestó, sintiendo que estaba siendo correspondida, lo besaba en el cuello y sentía que crecía entre su mano, acordándose como su mamá se lo metía en la boca, se deslizó debajo de la sábana y sacando el miembro del short con mucha facilidad, empezó a besarlo. Juan estaba agitado ya no por la enfermedad, sino por esos labios virginales que con suma delicadeza besaba su enorme verga, después de un largo lapso, ella besándolo le dijo quiero ser tuya, como mi mamá, te deseo tanto, quiero que tu seas el primero.

El besándola le dijo: te va a doler pequeña, pero estas decidida, vas a ser mía, la acomodó desnuda, con el dedo le calentaba el clítoris, eso a ella le encantaba y con su manita le dirigía el dedo por donde más le gustaba, cuando estuvo bien lubricada, Juan la fue penetrando, despacio muy dolorosamente, ella gemía primero de dolor, pero con las tres cuartas partes dentro, quería más, abrió sus piernas y sentía en toda su plenitud ese hermoso miembro que le destrozaba sus partes y haciéndola delirar de placer.

Juan se sanó, no fue como pensó Maju, regresó a su cuarto y la visitaba cuando Sofi no estaba, con el tiempo Sofía ingresó a la Universidad, se fue a la capital, Juan se estableció con Maju en su casa, llegaron a consolidar su relación, Sofía encontró otras satisfacciones sexuales en otros hombres se olvidó de su tío, llegaba de visita y era feliz viendo como su madre lo era al lado del hombre que había cambiado a la familia.

(marg_22@hotmail.com)