miprimita.com

Rutinas

en Sexo Anal

Rutinas

oy un hombre de costumbres bien establecidas al que los cambios, las sorpresas, o las improvisaciones no le gustan. No es que no me gusten es que las aborrezco, no producen mas que distracciones y un desperdicio de energía física e intelectual. Estoy convencido de que no hay nada como una vida ordenada, bien estructurada donde uno sabe donde esta cada cosa, lo que hay que hacer en cada ocasión, a donde va y de donde viene.

Esta no es una conclusión sacada a la ligera; es la experiencia de una vida. Tengo cincuenta y seis años, de joven fui un tanto bohemio, viva la virgen, bala perdida o como se quiera llamar y las hice de todos los colores. Pero a los treinta y cinco años asenté la cabeza, me convertí en un respetable miembro de la sociedad, me casé, y aprendí que no hay nada tan acogedor, tan seguro y reconfortante como tener reglas bien establecidas y seguirlas a rajatabla. Hay gente que dice que no se puede estructurar, planear y regular todo en la vida. Aunque, en el fondo no saben de que hablan, tienen su punto de razón. Nadie ni nada es perfecto, pero con un poco de cuidado y disciplina se puede planear mas del 95% de las actividades diarias y evitar disgustos y sobresaltos. Puedo poner un ejemplo: hoy, un día de mi vida

Es el ultimo viernes del mes, dos de la tarde estoy abriendo la puerta de casa e inmediatamente percibo el olor de la comida. Carmencita, mi mujer, me esta esperando en el comedor, de pie, al lado de la mesa, la comida recién servida. Ella sabe que a las dos, como un clavo, estoy en casa y que no me gusta esperar, que al llegar tengo que encontrar la comida sobre la mesa, recién servida y calententita.

Carmencita es siete años más joven que yo, cuando nos casamos, a sus veintiocho años llamaba la atención. Alta, rubia, de cara sino guapa al menos bien parecida, pero con un gran tipo. Buena delantera, estrecha cintura, un trasero bien pronunciado y largas y bien torneadas piernas. Cuando llevaba zapatos de tacón alto y falda estrecha daba gloria verla andar.

No se si daba mas gusto verla por delante gozando del ondear de sus caderas y el bamboleo de los pechos o verla por detrás con aquellas interminables piernas moviendo y agitando el glorioso trasero. Aun hoy en día, a sus cuarenta y siete años, cuando se esta empezando a ajamonar un poco, he tenido la suerte de que ha puesto los kilitos extra en los mejores sitios. Nunca he sido hombre de grandes pasiones, así que no voy a decir ahora que estoy loco por Carmencita después de veintiún años de casados; ni que estuve loco por ella cuando nos casamos. Pero siempre la he encontrado atractiva, siempre me gusto su trasero y, de hecho, casi me gusta mas ahora que es aun un poquito mas grande. Me explico: como Carmencita va dos veces al gimnasio todas las semanas (es un poquito vanidosa de su excelente figura) tiene las nalgas grandes, si, pero de prietas, duras y sabrosas carnes. Son nalgas que piden a gritos que uno las toque, las estruje, las bese y las adore.

Me he desviado un poco, volvamos al hilo de la cuestión. Nos llevamos bien, Carmencita es alegre con un gran sentido del humor, buen ama de casa, inteligente y buena conversadora. Juega bien al ajedrez y al bridge los únicos juegos que a mi me interesan. Ella se ha acostumbrado a mi deseo de una vida ordenada y reglamentada y sigue mis métodos (al principio los llamaba manías) procurando siempre satisfacerme. Puedo resumir diciendo que nos entendemos bien y tenemos una relación placida, sin sorpresas, sobresaltos ni angustias. Esto a muchos no les parecerá muy interesante, ni feliz, ni el epitome del matrimonio, pero para mi es de lo mas satisfactorio, rayano en la perfección. Probablemente nuestra relación es mucho mejor que la mayoría de los matrimonios que se casan "locamente enamorados" y a los tres años se están tirando los trastos a la cabeza..

Al entrar en el comedor le di un beso en la mejilla.

Hola chata.

Hola Javier ¿que tal el día?

Bien, bien, sin problemas.

Sin muchos preámbulos nos sentamos a comer. Como todos los viernes teníamos sopa de fideos, filete a la plancha, patatas fritas, vino tinto de la Mancha, naranja y flan. Hay gente a la que le gusta salir a restaurantes para probar cosas nuevas. ¡Los necios! Es porque no saben lo que les gusta, y van a ver si lo encuentran en algún sitio. Yo si que sé lo que me gusta, no tengo que ir a ningún sitio para que un presuntuoso maitre me diga lo que es bueno y lo que me gusta a mi. Hay siete días en la semana, así que Carmencita tiene catorce menús, para la comida y la cena y basta, nos dejamos de pamplinas y "creaciones". Durante la comida charlamos poco, al acabar Carmencita recogió la mesa, sirvió el café y me contó algunos cotilleos que habia oído durante el día, lo caro que estaba el mercado y todas esas cosas que las mujeres cuentan y los maridos tenemos que aprender no solo a soportar sino a escuchar aparentando interés. Acabé el café, mire el reloj, tres menos cuarto, estupendo, tiempo para ir al cuarto de baño. Al salir le di un beso en la mejilla a Carmencita y una palmadita en su espléndido e incitante trasero de yegua madura.

Hasta luego Carmencita.

Recuerda Javier que hoy salgo a cenar con mis primas.

¡Las mujeres! Es el ultimo viernes del mes, hemos comido fideos y filete a la plancha y ¡se me va a olvidar que como todos los últimos viernes de cada maldito mes sale a cenar con sus primas!

Ya Carmencita, ya lo se. Probablemente estaré durmiendo cuando vuelvas.

Salí del piso, cerré la puerta, mire el reloj: las tres en punto. ¡Como tiene que ser! A paso lento (para bajar el almuerzo), fumando el habano del día, me dirigí a la oficina a donde llegue a las cuatro en punto. Normalmente, por las tardes trabajo de cuatro a siete, pero el ultimo viernes del mes, como Carmencita no esta en casa, me quedo hasta las ocho y media. Así puedo acabar lo que pueda haber pendiente y empezar un nuevo mes sin nada atrasado. También, así impresiono a jefes y subalternos que saben que pongo tiempo extra cada mes sin jamas haber pedido un céntimo por las horas extra. Como todos los últimos viernes de mes al salir de la oficina me dirigí con paso lento hasta "Las Olas". Las Olas es un bar-restaurante gallego, cerca de casa, con un estupendo marisco. A las nueve y cuarto me acerque a la barra:

Buenas noches D. Javier, ¿lo de siempre?

Buenas, noches, si lo de siempre, por favor.

Una de las ventajas de tener un sistema establecido es que no hay que perder el tiempo con pamplinas. Llevo mas de diez años cenando en Las Olas todos los últimos viernes de mes. Me conocen, les conozco, me esperan, tengo sitio reservado y no tengo que perder el tiempo probando cosas que no me van a gustar o explicar al camarero porque me gusta cenar en la barra. El camarero desplegó una amplia servilleta, la puso sobre el mostrador y sin preguntar nada mas puso cubiertos, pan, vaso de agua con hielo, copa de vino blanco (rías bajas) e inmediatamente, como por arte de magia, una ración de pulpo a la gallega. Tan pronto como acabé el pulpo apareció un ración de percebes que a su vez fue seguida por una de gambas a la plancha. Como siempre, sin tener que esperar, sin tener que decir -el pulpo calentito, las gambas poco hechas todo estaba a punto, en su punto y a su tiempo ¡excelente!. Pague, y me dirigí a casa concluyendo mi paseo. A las diez y media, en punto, abría la puerta de la casa. Me di una ducha, me puse cómodo, unos vaqueros y una camisa de franela y a las once en punto, encendí la televisión y puse en la videocasete una cinta de una película medio porno, me serví una copa de buen coñac (o brandy como los franceses quieren que lo llame) y me senté a disfrutar de la película con tranquilidad. La película no era nada del otro jueves, buen ganado, buenas carnes, mucho mete y saca y nada mas. A las doce y media oí la puerta abrirse, era Carmencita.

Hola Javier, pensaba que estaríais durmiendo.

Se acerco y me dio un beso.

Hola Carmencita; no, decidí ponerme cómodo y esperarte viendo una película verde, pero ya que estas aquí, en vez de ver cosas verdes, las podemos hacer.

La verdad es que iba vestida de una forma un tanto (o un bastante) llamativa. Jersey gránate muy, muy ajustado, manga corta y gran escote que dejaba ver casi la mitad de sus generosos pechos, un ancho y apretado cinturón dorado de gran hebilla; una minifalda de cuero negro muy ajustada que realzaba el trasero de mis delicias, medias gránate, haciendo juego con el jersey, y zapatos negros de altísimo tacón. Un gran pañuelo amarillo ataba su melena formando una cola de caballo; bolso negro y abundante maquillaje completaban el atuendo. Quizás la película verde me habia matizado el color del cristal a través del que yo miraba las cosas pero, la verdad es que Carmencita, mas que una respetable ama de casa de cuarenta y siete años, lo que parecía era una puta un poquito entrada en carnes y años. Pero no por la apariencia putil menos deseable, al contrario, ¡Buena que estaba!

Uy Javier, pues si quieres hacer cosas, déjame que me cambie.

¿Para que? Como estas vestida me calientas mucho. ¡Ven aquí chata!

La cogí de la mano, la senté sobre mis rodillas y mientras le daba un buen beso metí una mano por su escote (aunque yo he hecho mi decisión, no es una fácil elección el elegir entre sus generosos pechos o su glorioso culazo). Ella parecía no estar del todo por la faena y sacando mi mano de su escote dijo:

¡Caray Javier! No se de donde te vienen las prisas, déjame que me cambie.

Carmencita hueles un poco rara como a tabaco y a… no se que. ¿Fuma alguna de tus primas?

Que van a fumar, quizás en el restaurante habia mucho humo. Anda, déjame que me cambie, no seas pelma, además, tengo que ir al cuarto de baño.

Se levanto de mis rodillas y se giro par ir al dormitorio, al volverse noté que tenia una gran carrera en la media derecha que empezaba en la parte de atrás de la rodilla y se hacia mas grande hacia arriba. Yo rápido la cogí de una mano y volví a sentarla en mis rodillas y mientras le manoseaba las ancas de mis ensueños dije:

Sabes que me chifla tu culo, lo tienes de un bueno. Por cierto, tienes una carrera enorme en la media derecha mira…

Puse mi mano en la parte de atrás de su pierna y con el dedo seguí la carrera hacia arriba. Pero me habia equivocado, no eran medias lo que llevaba era un panti, al seguir la carrera llegue hasta su ingle. Allí el panti estaba completamente roto con un gran agujero justo encima de su sexo y Carmencita ¡no llevaba bragas!. Con sorpresa y con sospecha metí dos dedos en la vagina y… los saque llenos de un liquido blancuzco y pegajoso… ¡semen!. ¡A eso era lo que olía la muy puta a tabaco y a leche de hombre!

¡Grandisima puta! Has estado follando.

Me levante levantándola a ella y como un poseso la abofetee, no se cuantas veces, hasta que ella cayó al suelo llorando.

Conque cenando con las primas, ¡jodia zorra! Tu has estado jodiendo como una puta mal parida. Te voy a enseñar yo a ponerme los cuernos.

La agarré de la cola de caballo y la arrastre a nuestro dormitorio, mientras ella gemía y gimoteaba y gritando entre sollozos decía que no la hiciera nada, que me podía explicar todo. En el dormitorio le quite el pañuelo que anudaba su cola de caballo y con el le até ambas muñecas bien atadas después lo ate a un poste de la cama.

Por favor, Javier, no seas impulsivo, ¡por favor Javier déjame explicarte!

Yo no estaba para ni para explicaciones ni para leches. De un tirón abrí la cremallera de la minifalda y de otro tirón se la quite. ¡Que jodia! Todo el panti estaba roto dejando mas de medio culo al aire. Le baje los restos del destrozado panti hasta la rodillas y empece a darle una buena tunda de azotes. Yo pegaba con todas mis fuerzas y ella entre lloros gritaba:

Por favor Javier, pegarme no, por favor no me pegues, ¡te juro que no lo haré mas!. Pero no me pegues, Javier, ¡por favor!

Claro esta que yo no le hice ni caso: seguí dándole azotes hasta que la mano me dolía. Ella gimoteaba y seguía pidiendo perdón. La verdad es que daba gloria ver aquellos muslazos y la maravillosa grupa poniéndose de un magnifico rojo tomate con las marcas de mi mano. Tanto me gustaba a la visión y tanto me excitaba, que noté que empezaba a tener una erección. Me acerque a ella y separe los cachetazos de su trasero: me quede de piedra cuando vi que del ojete también le chorreaba semen. Pense que podría ser semen que le venia de la vagina, pero… el ojete, y todo su alrededor, estaba enrojecido e irritado; para asegurarme le introduje un dedo en su recto y lo saque… con semen.

¡Zorra maldita! ¡Guarra de mierda! Hasta por el culo has tomado, eres una puta culera ¡Cabrona! ¡Has dado tu culo a otro! ¡Vas a aprender a ponerme los cuernos a mi!

Enloquecido, sin pensarlo me quite el ancho cinturón que llevaba y empecé a darle zurriagazos. Ella chillaba, gemía, se retorcía, imploraba, encogía y estiraba las piernas. La verdad es que ver aquel culazo fabuloso, otrora blanco tornándose rojo, ver a Carmencita retorcerse como se estaba retorciendo, ver la carnes cediendo a la correa, en vez de calmarme y descargar mi ira, me estaba excitando y mucho, pero excitando sexualmente. Me baje los pantalones y calzoncillos, estaba empalmado y bien empalmado. Carmencita seguía llorando y suplicando.

Por favor Javier, no mas, con la correa no, no me pegues mas, ¡te juro que no volverá a pasar! Pero la correa no, por favor.

¡Calla, so putorra!

No lo pude resistir, y con la mano le pegue dos buenos azotes en el culazo que con las marcas de la correa, ya estaba de todos los colores. Otra vez separe los cachetazos y de un solo golpe le hundí mi tranca hasta el fondo.

No Javier, por el culo no que lo tengo en carne viva. Por favor sácala que me duele muchisimo.

Calla, so puta que si no hubieras tomado por culo antes, no te dolería ahora. Deja de protestar o ¡por mis muertos que te mato a correazos!.

Debí de sonar como un poseso porque a partir de ese momento ni rechistó. Yo le daba por culo con todas mis fuerzas. La verdad es que verle el culazo todo rojo con los verdugones de los correazos, ver mi tranca entrando y saliendo del culo y Carmencita atada, callada y sumisa sin atrever a moverse ni a rechistar me daba un placer enorme. Me incline sobre ella, metí mis manos por debajo del jersey y del sujetador y le magree los pechazos. Usando sus pechazos como asas, tirando ellos, seguí metiendo y sacando macerándole el culo con una energía y fuerza poco común a mis cincuenta y seis años. Aquello era la gloria, dándole por culo, sobando y magreando las tetas y Carmencita con un apagado gimoteo de sumisión.

Guarra, eres una puta, y has tomado por culo, pero ¡que culo mas bueno tienes! Que buenisima estas so cerda. ¡Me corro, me corro!

Con una ultima embestida, tirando de sus tetorras, tuve una corrida salvaje en su culo, salió lo suficiente para que al sacar la picha aun le cayera algo de mi leche sobre su espalda. Relajado y satisfecho me fui al cuarto de baño, me lave la picha bien lavada, cogí una toalla y la empape con agua tibia. Volví al dormitorio y con cuidado limpie la cara y el culo de Carmencita. La desate, y ella se echó, derrengada, encima de la cama. Fui a la cocina, cogí una bandeja, dos copas y de la nevera saque una botella de champagne (o cava como quieren los franchutes), un plato con fresas y volví al dormitorio. Carmencita se habia quitado el jersey y el sujetador, estaba en pelota picada, apoyando su espalda sobre tres almohadas con los exuberantes pechazos al aire, mas prominentes por su escorzo, enhiestos, ¡en toda su gloria! ¡Que buena estaba! Si la Maja de Goya la pudiera ver, se moriría de envidia.

Coño Javier, has exagerado, los zurriagazos de verdad me han dolido. Me has pegado como un bestia. ¡Así no vale!

Lo siento Carmencita.

¡Coño lo siento!, mira como me has puesto el culo cabrito.

Se dio la vuelta y la verdad es que me habia pasado. Tenia marcas de mi correa por todos lados y hasta pequeños cortes. Me dio una enorme pena y compasión ver aquellas deliciosas carnes, que tanto placer me daban, en aquel estado.

Lo siento Carmencita, parece que he perdido el control.

Empece a besar tiernamente las partes doloridas. Me gusta tanto su trasero que a menudo lo beso, acaricio y adoro con mi lengua. Tanto, tanto me gusta, que en mas de una ocasión con mi lengua he invadido su culete, no me da ningún reparo y a ella le gustan mis besos negros. Pero Carmencita enseguida corto mis cariños.

Déjate de besos que ahora no arreglan nada. Coge algo de crema del cuarto de baño y con mucho, mucho cuidado pónmela.

Así lo hice y mientras con todo cuidado ponía la crema volví a pedir mil perdones.

De verdad que lo siento Carmencita, de verdad. Pero te lo he dicho muchas veces que no quiero que te den por culo. Esa maravilla de culazo que tienes es solo para mi y para nadie mas. Todo lo demás esta bien, pero el culo… mío y solo mío. Cuando he visto que te habían dado por culo me he cabreado de verdad.

Acabe de poner le la crema, descorche el champagne y serví las dos copas y le ofrecí copa y fresas. Carmencita comió un par de fresas, tomo un sorbo del champagne y me dijo:

¿Y te crees que yo no lo se? Pero que coño podía hacer yo. Podías haberme dejado hablar, cabrito, lo que pasa que querías gozar con la correa ¿eh jodio?. Mira, déjame que te cuente lo que ha pasado. Como todos los últimos viernes de mes fui a la Amparo. Primero Amparo me puso con un curita de pueblo que venia a la ciudad a descargar la leche acumulada durante muchos meses. Muy buen chico y muy simpático. Lo hicimos normal sin problemas, se descargo y se fue muy satisfecho a cuidar de su rebaño. Después Amparo me trajo un vejete de mas de setenta años. ¡Pobrecillo! Le debí gustar cantidad porque cuando me vio en pelotas el temblor que tenia le aumento de tal forma que no acertaba la mano con el cipote. Se paso media hora sobandome, babeando y diciendo que guapa y que buena estaba, pero no se le levantaba el instrumentillo ni con grúa. Al final me compadecí de él y, aunque alicaída, le hice una paja con la mano y cuando por fin se iba a correr, con el cipotin todavía fláccido se lo mame. No veas, el vejete se puso mas contento que unas pascuas y dejo una propina extra que le encanto a la Amparo.

¡Que puta que eres Carmencita! Pero me encanta cuando me cuentas las guarrerías que haces. Mira se me esta levantado otra vez de nada mas oírte. Pero lo del culo no te lo perdono, el culo es solo para mi.

Pues mira capullo si no me lo perdonas peor para ti, porque no vuelvo a ir a la Amparo y como se te ocurre otra vez pegarme con la correa, durante la noche cuando estés durmiendo ¡te corto la polla!.

¡No seas burra, coño! Lo siento Carmencita pero de verdad que me obcecó la idea de otro ti beneficiándose ese culo que sabes que adoro. Pero ¿porque tomaste por culo?

¡Toma ya, como si yo hubiese querido! Lo que pasó fue que la Amparo me puso con dos tíos. Que digo dos tíos, con dos bestias. Ya le dicho a la Amparo que nunca mas lo voy a hacer con dos a la vez. Bueno, eran dos hermanos, navarros, grandes y cuadrados, como armarios y tenían unos cipotes que no veas; bueno los tenían en proporción a su cuerpo ¡como salchichones! Pero lo dicho, eran camioneros y se habían hecho ricos, ahora son dueños de una empresa de transportes. Al principio parecían simpáticos y dicharacheros. Charlamos un poco y nos pusimos a la faena, les hice el francés, luego uno se tumbo en la cama y me pidió que follaramos conmigo encima. Mientras estabamos en la faena el otro hermano me vio por atrás y dijo:

Nacho, estas siendo gilí, estas en el agujero equivocado. No veas el culo tan bueno que tiene la tía.

Sin mas ceremonia Nacho me quito de encima, yo les dije que no, que por culo ni hablar, pero ¿como me podía defender yo de esos bestias? Entre los dos me pusieron de rodillas en el suelo y mientras uno me sujetaba por los hombros, el otro se me trajino por detrás. No veas lo que me dolió con la tranca de burro que tenia el tío aquel. Al principio me dolió mucho pero al final, bueno al final aquel cipote enorme acabo dándome gusto. Una vez se me había enculado el Nacho no me iba a pelear otra vez y decirle que no al Joseba. A los cabrones les encantó, dos veces me dio cada uno. No veas, me dejaron el culo hecho unos zorros. Pense en lavarme antes de volver a casa, pero como siempre quieres que venga con la leche de otros tíos… así que por ti no me lavo y encima vienes tu y me lo agradeces dándome de zurriagazos y no solo zurriagazos sino otra vez otra vez por el culo. Lo debo tener en carne viva.

Joder Carmencita, tomaste por culo cuatro veces. ¡Que bestia, que guarra eres! De solo de pensarlo fíjate como me las puesto, la tengo mas dura que nunca. Déjame que te encule otra vez.

De eso nada Javier, de verdad que lo tengo desollado. Si quieres te la chupo, o te hago un cubano, porque esta bien hermosa, pero por atrás, nada de nada.

Joder, me encantaría encularte otra vez, pero bueno, hazme el francés con el champagne.

Carmencita me hizo una de sus especialidades. Se llena la boca con champagne frío y entonces me la chupa, las burbujitas, y el frío, que enseguida se transforma, en calor, lo hacen muy especial y Carmencita lo hace de maravilla. Con lo especial de la chupada, y lo caliente que me había puesto contándome como se la habían enculado cuatro veces, no tarde nada en correrme. Después de la corrida, me tome otra copa de champagne y unas fresas y dije:

Gracias Carmencita, otra vez me has dado una noche de fin de mes que ha sido una maravilla.

De gracias nada majo, que los zurriagazos me los tienes que pagar, que no están incluidos en el programa de festejos.

¿Cómo quieres que te los pague?

No estoy segura todavía, pero estoy pensando que mañana llamare a una de mis "primas" que trabajan con la Amparo y le diré que venga. Estoy pensando que te ataremos en pelotas y tendrás que ver como nos hacemos el amor las dos solitas. Cuando nos hayamos corrido varias veces te daré unos zurriagazos, para que aprendas, y te enculare con mi dildo. Si aguantas todo como un hombre, sin llorar ni quejarte, quizás y solo quizás, te dejare que te encules a la "prima".

Como tu digas Carmencita, ya sabes que mañana estoy a tus ordenes y puedes hacer conmigo lo que quieras.

Lo sé cielo y me lo pienso pasar muy bien.

Nos dimos un beso y apagamos la luz. Según me empezaba a dormir pensaba que esto es un ejemplo de como se puede llevar una vida con orden, orden hasta en los excesos. Hace tiempo nos dimos cuenta de que yo soy un poco sádico y que siempre he tenido la fantasía de castigar y follar a mi mujer después de que otro se la haya beneficiado. Sobre todo me encanta cuando viene a casa con la leche de otro tío todavía chorreando por su coño, no se porque me da tanto morbo ni me interesa el porque; así que ningún siquiatra pedante se ofrezca a inventar una explicación. Me gusta, disfruto con ello y no hago mal a nadie, así que los siquiatras a tomar viento. Carmencita también es bastante viciosa, le gusta hacer y que le hagan de todo, tan de todo que es una todo terreno. También le gustan las tías así, que lo mas sencillo era ordenar nuestros vicios, poner reglas y poner todo en su lugar, que ya lo decían los antiguos (creo que fue un griego de Atenas, pero vaya usted a saber): "La virtud no es la ausencia de vicio, sino limitar el vicio en su sede". Así que nosotros lo pusimos en su sitio.

Durante todo el mes somos de lo mas normal, pero Carmencita todos los últimos vienes de mes se va a una casa de putas (la Amparo es una antigua conocida, de confianza). Allí hace dos o tres "servicios" y la Amparo se queda el dinero. Cuando viene a casa yo "descubro" que me ha puesto los cuernos, la castigo (unos azotes, tirones de pelo, unos pellizcos en los pezones, nada excesivo) y cuando esta llorosa y "arrepentida" le suelo dar por la "vía angosta" que tanto me pirra. Los azotes, los tirones de pelo, etc. pueden variar, pero lo que no cambia es que el ultimo viernes del mes yo sacrifico en el albo altar que es su culo glorioso. Si el Viernes por la noche es mío, el Sábado es su día. Carmencita suele llamar a una de las putas del establo de la Amparo (a veces abusa y se coge dos) unas veces las trae a casa, y entre las dos me hacen putadillas, otras se las lleva a bares de tortilleras… ¡ella también es bastante inventiva! Mañana me quiere zurrar. No sé si me va a gustar, pero tiene razón ella: me pasé con la correa así que tendré que pagar por mi falta de control y por saltarme las reglas. Lo tenemos bien acordado: le puedo pegar, pero solo con la mano y sin dejar marcas. Lo que pasa es que, que yo sepa, esta vez es la primera vez que otra polla a hollado su, para mi, sacrosanto culo. No me importa compartir su boca, su generosos pechazos, hasta su coño, pero el culo no, ese culazo de gloria es mío y solo mío. Pero bueno estoy desvariando, lo que estoy tratando de explicar es que de esta forma nosotros, con el vicio puesto en su sitio, mantenemos la virtud y sin desorden satisfacemos nuestros vicios.

Pero ya dicen que el hombre propone y Dios dispone, aun teniendo las cosas pensadas y bien pensadas, con el máximo cuidado de vez en cuando sale un imprevisto, como dos bestias navarras que abusan de tu mujer y le violan el culo. Es que el culo de Carmencita (mas que de Carmencita debería decir mi culo, porque lo poseo, es mío y lo quiero todo para mi) es una maravilla, no me extraña que otros lo anhelen, mas que un culo es una sublimación, es el arquetipo de belleza platónico, es… La Tentación Irresistible. También es verdad que según lo ha contado ella, mucha violación no ha debido haber, porque no parece que Carmencita hiciera ni grandes combates ni grandes esfuerzos por defender la virtud de su entrada posterior. La muy zorra hasta confiesa que le gustó. Pero, ¡Qué fiera la tía, tomar cuatro veces por la vía estrecha y al parecer con vergas de respeto! ¡Afrodita Calipigina encarnada! Estoy tan orgulloso de su aguante, vicio y puterio como estoy cabreado por compartir "mi" culo. En fin, tampoco se puede aspirar a la perfección, el mejor escribano echa un borrón, y un accidente así tiene que pasar de vez en cuando, pero ¿Qué es un pequeño accidente, comparado con el orden que mantenemos y las muchas magnificas noches de fin de mes que nos pasamos Carmencita y yo?.

De verdad, no hay nada como el orden, las reglas y la estructura.