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Las vacaciones de Noemí (2)

en Interracial

El reloj digital de la mesilla de noche marcaba las 13:07. Noe tardó en desperezarse, era muy remolona a la hora de empezar la jornada y siempre disfrutaba de lo que ella llamaba "un ratito más, mamá". Empezó a dar vueltecitas por la cama, se giró de un lado, luego del otro, cuando notó que algo se clavaba en su costado. Era un vibrador negro de exageradas proporciones. Estaba pegajoso y olía a sexo. Lo miró detenidamente, observando los detalles. Era como una polla de verdad, pero negra, gigante y con pilas. A lo largo de ella fue encontrando vellos púbicos. Debían ser suyos ya que en esa casa iban todos afeitaditos. Se sintió curiosa y desmontó aquella máquina de placer. Sobre la cama fueron cayendo las pilas. Una, dos, tres y cuatro pilas medianas llevaba ese artefacto en su interior, entonces le vino a la mente el anuncio del conejito de Duracell. Las volvió a introducir y lo puso en marcha. Aquella cosa en marcha era como una batidora para mayonesa, se movía furiosamente. Inconscientemente, su sexo se empezó a humedecer

Poco a poco fue tomando constancia de lo sucedido la noche anterior. Estaba ligeramente resacosa y tardó en recordarlo todo. Recordó a su amiga gozando como una perra, recordó el grueso pene de Jordi y se recordó a ella misma espiando a la pareja primero y luego participando del juego.

Se sintió sucia, culpable. Era como si le hubiera sido infiel a Jon y como si hubiera traicionado a Conchi. Se sentía mal.

En la habitación había una pequeña tele, la puso en marcha y empezó a buscar canales con el mando. La curiosidad la invadió y tecleó "69". ¡Naturalmente!, allí estaba el canal pornográfico. En esa casa el sexo era omnipresente.

Tenía que levantarse de una vez.

Se incorporó pesadamente. Los efectos secundarios del vino la hicieron marearse ligeramente, se puso un batín y salió hacia el baño a asearse. Vio que la alcoba principal estaba vacía y con la cama hecha, su reloj de pulsera marcaba las 13:25

Al mirarse al espejo del baño no pudo reprimir un grito.

¡¡ Ahhhhh!!

Estaba completamente roja. La ligera sesión de sol fue demasiado para ella. Tras una relajante ducha fría, bajó a la cocina.

Allí estaba Conchi preparando la comida.

Buenos días bella durmiente. ¿Qué fue ese grito?

Es horroroso, fíjate como estoy.

Abriendo los botones de su camisa, le enseñó el color rojizo de su piel.

Ayer me pasé con el sol.

Ja ja ja, y yo que pensé que estabas jugando con "n’dongo"

¿Con quién? Yo no he visto a nadie.

C- Calla tonta, n’dongo es el vibrador negro.

Noe se puso más colorada de lo que estaba.

N- ¿Qué vibrador?

C- Mira, no te hagas la loca. Jordi me lo explicó todo.

Noe no sabía donde meterse, estaba avergonzada de su comportamiento, quería desaparecer de allí.

C- Tranquila, no pasa nada. ¿Somos amigas, no?

Poco a poco, Conchi fue tranquilizando a Noe y le quitó aquel sentimiento de culpa que la invadía. Le explicó que tenía sesiones de sexo muy placenteras con Jordi y con sus juguetitos. Alguna vez habían comentado el incluir a alguien en sus sesiones de sexo pero no se decidían. Al final resultó inesperado, pero fue ella la primera en participar.

Mientras Jordi me lo explicaba todo esta mañana me iba poniendo más y más cachonda. Tuve que masturbarme después de que Jordi saliera a correr.

En medio de la conversación llegó Jordi empapado en sudor. Venía de hacer jogging.

Noe estaba turbada, sólo miraba a la malla de Jordi. Se podía apreciar el grosor de su herramienta y el bulto que formaba junto con sus testículos.

Te gusta ¿eh?

¿Cómo? ¿qué?

Venga, que no paras de mirarle el rabo

Yo no, es que, joder que vergüenza.

Jua jua jua

Rió Jordi sonoramente. Luego se unió Conchi a él y al final terminaron todos a carcajada limpia.

Voy a la ducha, apesto a sudor.

Mientras, las mujeres seguían preparando la comida y preparando la mesa.

¿Cuatro servicios? ¿Quién más viene?

Esperamos a Kilo, nuestro amigo Japonés. Bueno, en verdad se llama Shukiro, pelo ya sabes los problemas de los olientales y las eles.

Ja ja ja, claro. Shukilo>>Kilo. Y ¿quién es este tío?

Su padre tiene una empresa de software en Japón y él trabaja desde España. Vive en el chalet de aquí al lado. Es nuestro vecino. Es muy agradable y simpático.

Eran ya las 14:30 y Noe estaba hambrienta. Bajó Jordi recién duchado y al cabo de 1 minuto llegó Kilo con una botella en la mano. Era "Kao Liang" un fortísimo licor chino de 62º.

Kilo era bajito, 1’57m, estaba muy fuerte, se notaban todos sus músculos. Tenía ojos de japonés, pelo de japonés y acento glaciosamente Japonés. Pero había algo en su cara que empezó a enamorar a Noe, le resultaba sumamente atractivo.

Tras las presentaciones empezaron a comer.

Las iniciales preguntas de Noe acerca de Japón, su cultura, sus ideas, etc… llegaron a las geishas y, por consiguiente, al sexo.

¿Es que en esta casa sólo se habla de sexo?

Rieron casi hasta atragantarse.

Los Japoneses somos uno maestlos en esto del sexo. Y eso que dicen que como la tenemos pequeña, no selvimos pala el placel. Yo mismo soy capaz de volvel locas de placel a las tías que follan conmigo.

Esta afirmación rotunda empezó a intrigar a Noe. ¿Sería eso verdad? ¿La tenía pequeña?

Mientras, tras los postres llegó el café y el licor. Aquel helado licor chino estaba riquísimo, entraba como el agua, pero quemaba como el fuego.

No tardó en hacer efecto.

Noe y yo nos vamos a la playa a refrescarnos.

Ah, pues yo me quedaré aquí con Kilo. No tengo ganas de ir al hospital por quemaduras solares.

Así fue como quedaron solos en casa.

Al levantarse de la mesa, Noe se mareó y perdió ligeramente el equilibrio. Kilo la cogió al vuelo. Al notar esos fuertes brazos se sintió con ganas de que la follaran una y otra vez. Se habían pasado una hora hablando de sexo y estaba ardiente. Hacía 19 días que no tenía una polla dentro, necesitaba una buena dosis de semen en su coño, en su boca, o donde fuera. N’dongo no contaba, era artificial.

Allí mismo, en sus brazos, lo besó. Él respondió a su beso.

Noe se sentía loca, aquel tipo besaba como nadie, la hacía fundirse de placer.

Sentados en el sofá empezaron a desnudarse. Primero fue Noe la que se quedó en cueros. Al ver su pubis, Kilo quedó fascinado. Le explicó a Noe el delirio que hay en Japón por los coños sin depilar. Todo ello sin dejarla de besar por todo el cuerpo.

Cuando le empezó a lamer el coño, Noe se volvía loca de placer. Hacía más de 2 años que nadie le hacía un cunnilingus y, aquel tipo parecía todo un experto.

Le separaba los labios, jugaba con su clítoris, lo mordía, lo estiraba, le lamía toda la raja, su lengua entraba incluso hasta en su ano casi virgen.

Tuvo tres orgasmos, a cada cual más placentero. Noe no recordaba la última vez en la que se corrió 3 veces, pero lo que no sospechaba era que la sesión de sexo no acababa sino de empezar.

Al tercer orgasmo de Noe, Kilo se incorporó y empezó a desnudarse. Sus pectorales eran perfectos, todo su cuerpo carecía de grasa o de cualquier asomo de michelín. Se quitó los pantalones dejando a la vista un bóxer con motivos orientales.

Tengo algo pala ti.

Noe se incorporó y empezó a quitar de en medio aquella prenda que tapaba un hermoso pene de unos 15 cm. de longitud. A Noe no le pareció pequeño, estaba en concordancia con la estatura, algo más grande o más grueso hubiera quedado feo. Era un pene estéticamente bello y de una dureza extrema.

Con el dedo le indicó que se acercara a ella. Allí mismo, ella sentada en el sofá y él de pie, empezó a mamarle aquella bonita polla.

A Noe, que estaba acostumbrada a un gran pene, no le resultaba un esfuerzo comerse aquel nabo por entero, incluso se tragaba los huevos, le cabía todo en la boca. La sorpresa de Kilo ante tal mamada lo hacía estremecerse de placer. Se estiró también en el sofá. Allí se dio la vuelta y montaron un 69 de fábula, corriéndose Noe otra vez.

Con polla dura como un hierro, Kilo puso a Noe de cuatro patas y se la clavó furiosamente. A ella le importó un carajo que la tuviera pequeña, ese oriental era un genio. Empezó a bombearla con furia primero, luego extremadamente despacio, luego se la sacaba muy despacio y se la metía de golpe, así hasta que Noe explotó en otro orgasmo que la dejó sin fuerzas y totalmente relajada.

Pero la polla de su amigo seguía dura y con ganas de guerra. Noe hizo un último esfuerzo por quedarse a cuatro patas cuando notó una lengua hurgar en su estrecho ano. Volvía a gemir. Con un – tlanquila, no te dolerá- empezó a notar una presión en su ano. Lo notó abrirse, y notó como iba siendo perforada con suavidad y delicadeza. Al ratito ya la tenía toda dentro, se sentía dichosa, llena. Aquel pene empezó a bombear en su estrecho canal, era fabuloso. Mientras, unos certeros dedos jugaban en su clítoris, le estaba viniendo otro orgasmo, mucho más intenso que cualquier otro. Tal y como ella se acercaba al clímax, Kilo iba acelerando sus embestidas. Al final se corrieron los dos a la vez entre gritos y gemidos. Noe notó el semen dentro de su ano y no paraba de gritar y gritar de gusto. Quedó deshecha sobre el sofá, a su lado, Kilo estaba exhausto.

Desde la puerta de la terraza sonaron fuertes aplausos seguidos de –Bravo, bien, magnífico- Jordi y Conchi lo habían visto todo.

Continuará