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La zorra se confiesa (1)

en Sexo Oral

LA ZORRA SE CONFIESA

El espejo reflejaba la imagen de una mujer, que en su madurez, conservaba la belleza y rotundidad de un cuerpo bien proporcionado, pechos rotundos coronados de unos pezones grandes y muy apetecibles, caderas anchas, culo prieto y posicionado como si buscara pelea constantemente, era una de sus armas de mujer, los hombres se volvían locos cuando conseguían posar sus labios sobre la tersa piel de su trasero.

- Hoy ha sido un día muy excitante - , pensaba Carmiña mientras se desmaquillaba, desnuda frente al espejo, antes de meterse en la cama.

Había empezado el día, con una llamada de su amigo Oscar, para quedar esa tarde en la cafetería, del Paseo de los Pontones, donde solían verse. Ella ya sabia donde terminarían la tarde, en un pequeño hotel cercano a la playa de Riazor, donde ambos dejaban correr su imaginación y desarrollaban sus fantasías eróticas.

Aquella tarde había sido, especialmente morbosa y ella aún sentía, en sus piernas, la sensación de laxitud que provocan los varios orgasmos que había sentido.

- Si fuera creyente, lo de esta tarde, sería motivo de interminables rosarios de penitencia….jajajaja……- recordaba Carmiña, sonriendo y haciendo volar sus recuerdos a los tiempos del colegio de monjas donde se desarrollo su infancia.

Se le venia a la memoria, como le temblaban las piernas, cada vez que tenía que salir a recitar esas lecciones de Formación del Espíritu Nacional que impartía la camarada MªPilar, una vikinga rubia y maciza de la Sección Femenina, quién, cada vez que erraba en un articulo del fuero de los españoles, recibía un palmetazo de aquella mala bestia.

Sobre todo, recordaba las veces que se quedaba castigada para sufrir el "tratamiento especial" de la camarada. Entonces tenía 12 años y un cuerpo en el que empezaban a asomar los indicios de la soberbia hembra que sería en el futuro.

En esas sesiones de reconversión de carácter, como decía la camarada MªPilar, Carmiña era obligada a permanecer de rodillas delante de la rubia profesora, esta, le decía que lo mas importante era la obediencia ciega a los mayores y superiores y que Carmiña tenía que aprender a no ser tan altiva y orgullosa. El castigo que la imponía era que tenía que observar una sumisión total hacia su profesora y realizar todo lo que esta la ordenara sin rechistar.

Entonces, la camarada MªPilar, se sentaba en un sillón delante de Carmiña, se subía las faldas cogiendo la cabeza de la niña y llevándola a su entrepierna, separaba las bragas con sus dedos y obligaba a Carmiña a besarla el sexo y la decía como tenia que chuparla y utilizar su lengua hasta que recibía en su boca, el sabor de un liquido viscoso que rezumaba del sexo de la profesora. Después de estas sesiones la obligaba a ir a confesarse para que Dios la perdonase por sus pecados de soberbia.

Total, que el castigo terminaba con la confesión, al padre Agapito, de sus pecados- relatados con todo detalle – así se lo decía el cura que se lo relatase, mientras la mano, del reverendo padre, se agitaba misteriosamente debajo de su sotana y con la otra mano sobaba las incipientes tetitas de Carmiña.

Cuando Carmiña abandono el internado de Mondoñedo, se prometió a si misma que nunca más en su vida se acercaría a un confesionario.

Recordando estas historias de su niñez, mientras se desmaquillaba, Carmiña volvió a sus recuerdos de aquella tarde, confesándose, como hacía siempre, delante de su espejo y ante ella misma.

El día había sido complicado y laborioso, en la boutique no paraba de entrar gente, el Depor jugaba contra el Dinamo de Moscú en Champions y parecía que todas las rusas del mundo se hubieran desplazado a la Coruña para ver el partido. Cuando salio del trabajo estaba cabreada con la última "foca rusa" que intentaba meter, en una falda de la talla 39, un culazo que necesitaba una 50. Pero por fin estaba en la calle, respirando el aire marinero del Atlántico y ya excitada pensando en su cita, siempre que estaba cabreada, necesitaba someter a alguien a sus caprichos sexuales y Oscar era la persona adecuada.

Entro en la cafetería y le vio sentado en el rincón del fondo a la izquierda, donde solían estar cuando iban a ese local.

- Hola trabajadora- saludo Oscar.

- ¡Calla, no me hables, que vengo hasta el moño de las jodidas rusas!- respondió Carmiña

- Venga mujer, tomate un tonificante y ya veras como te olvidas de toda la tensión acumulada en el curro!

- No quiero nada, venga levántate y vamonos , a ver si descargo la mala leche que llevo.

Llegaron al hotel media hora mas tarde, aunque estaba muy cerca de la cafetería, era complicado circular, por el atasco de coches que había en los aledaños del Estadio de Riazor. Recogieron la llave de la habitación 013, y se dirigieron al bar , para coger una botella de cava con dos copas y subírsela a la estancia.

Al cerra la puerta de la habitación, Carmiña dejo el bolso sobre una silla y subió el pie izquierdo hasta colocarlo sobre el brazo del sillón, que estaba en la antesala de la alcoba, Oscar comprendió el gesto y se arrodillo ante Carmiña, la falda de esta, se había subido, dejando al aire parte de la pierna de la mujer, envuelta en unas finas medias de seda negra que la llegaban a medio muslo, sujetadas por un liguero, también negro.

Oscar estaba situado, a los pies de ella y con la cara cercana a su pubis, recubierto por una pequeña braga que, haciendo conjunto con medias y liguero, también eran negras.

Él, beso el sexo de ella ,por encima de las braguitas y aspiro el fuerte olor que desprendía la prenda, se dedico a pasar su lengua por encima de la seda notando la humedad creciente producida por la excitación de Carmiña, mientras que esta le había cojido la cabeza y la restregaba contra su entrepierna. Un momento después llevo los dedos de su mano izquierda a la braga y separándola del cuerpo, dijo:

Buscame el clítoris, chupalo y haz que me corra…necesito tu lengua en mi coño!!!!!!

Oscar paso su lengua por los labios de tan apetitoso majar, jugueteando con el vello pubico, hasta que encontró el botón del placer, dedicándose a masajearlo con su lengua mientras que la mujer aumentaba sus suspiros y acompañaba la chupada con el movimiento de su pelvis, cada vez con más ritmo hasta que las contracciones de su cuerpo le indicaron que el orgasmo se estaba produciendo, sintiendo sobre su boca una riada de jugos vaginales que él procedió a recoger y limpiar con su lengua.

Una vez más relajada, se besaron con pasión , disfrutando ambos del sabor de la corrida de la mujer.

Mientras Oscar se desnudaba, en la alcoba, Carmiña paso al cuarto de baño para orinar, se sentó en el inodoro y un chorrito del dorado liquido empezó a caer, en ese momento entraba él para ducharse, al verla en esa postura, la beso susurrándola oído:

-¿Me vas a dejar que te limpie, cariño?

Ella se excito, pues sabía lo hábil que era Oscar limpiándola el coño con su lengua después de haber orinado.

Cuando termino, él se agacho y paso su lengua por toda la vulva, recogiendo en su boca los restos del orín que habían dejado mojados los pelos que rodean y cubren sus labios vaginales. La sensación era muy gratificante y aún ahora, después de las horas pasadas, se estremece al recordarlo. Cuando quedo limpia, por el trabajo de la lengua varonil, ella se fue a desnudar, mientras Oscar entraba en la ducha.

Recordaba todo esto mientras, interiormente realizaba ese acto de confesión ante su espejo. ¿Qué penitencia le habría impuesto el cura pajillero del colegio de Mondoñedo?-

Estaba cansada, tenia sueño , mañana seguiría confesándose ante el espejo, la tarde había sido intensa y tenía mucho que recordar aún……mañana sería otro día……….