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Cuatrocientos años sin follar

en Control Mental

Llevaba siglos sin sentir absolutamente nada, los colores habían desaparecido a los doscientos años, con el color se fue el olor y los sentidos, había pasado cuatrocientos años en las tinieblas, en un vivir sin vivir, ansiando encontrar a su "compañera", la única mujer que podía devolverle los sentidos y el color a su vida.

Ella no había aparecido, no la había encontrado y tras seiscientos años de soledad sólo le quedaban una opción, entregarse al amanecer y morir, pero maldita sea si él estaba dispuesto a acabar de ese modo, tenía infinitos poderes, era capaz de transformase en bruma al igual que en lobo, dominaba a los humanos con sólo empujar un poco sus débiles mentes, al fin y al cabo era de la raza de los Cárpatos y no merecía un final así.

No lo había hecho, había optado por el otro camino, el oscuro, no había enfrentado su camino y ahora era perseguido por los que antes habían sido sus hermanos carpatianos, por los cazadores de su especie. Él se había convertido en la presa, cuando antes fue cazador ¿pero cómo negarse a sentir por última vez? Los de su raza bebían sangre para alimentarse pero no debían matar nunca mientras lo hacían, él había bebido y bebido sin detenerse, ansioso de sentir el placer de la sangre calentando su interior y llenándolo de un placer sensual que hacía siglos que no sentía, se había alimentado de aquella mujer hasta desangrarla y se había convertido en lo que siempre había odiado: un vampiro, pero al menor ahora podía sentir.

Vince entró en el pub ataviado como cualquier mortal, había estado enterrado más de un año bajo la tierra cicatrizante, la transformación a vampiro había sido mucho más dolorosa de lo que imaginaba y ahora, por fin, su cuerpo había sanado y estaba dispuesto a disfrutar de todos los sentidos que habían retornado a él, el color, el olor y la calentura, desde luego que sí, cuatrocientos años sin sexo eran demasiados.

Podía buscar el sexo en cualquier esquina, violar sería tan sencillo como asesinar para él, pero después de cuatro siglos, su mente le decía que ansiaba un espectáculo algo más refinado, se lo merecía, bajó la mano hasta sus pantalones vaqueros y palpó divertido la erección dura que ostentaba. Tenía un cuerpo llamativo, todos los de su raza lo tenían, muy alto y moreno, músculos prominentes, los necesitaba para cazar a vampiros y un buena polla, también la necesitaría para todo lo que iba a follar a partir de ahora.

Se sentó en una mesa junto a la pista que estaba llena a rebosar, buscaba a su víctima sexual, no iba a necesitar alimentarse de ella, había bebido en abundancia cuando había salido de la tierra, sólo la necesitaba para follársela a gusto y a conciencia.

No tardó demasiado en encontrarla, rubia, con ojos oscuros, marrones, pudo determinar el color desde la distancia debido a que podía ver en la oscuridad sin problemas, al igual que pudo alcanzar su olor a hembra, al fin y al cabo, él compartía muchos sentidos de sus hermanos los lobos y el olor a celo le llegó con facilidad. Tenía una boca amplia, de labios carnosos, una boca muy follable, como el resto de la mujer, pechos como melocotones, redondos y altos, ya se veía sosteniéndolos, notó el cosquilleo en sus dedos y sonrió, bajó la vista por el corto y ceñido vestido negro que llevaba hasta sus redondeadas caderas y sus largas piernas sin medias y tacones alto.

- Vuélvete para verte el culito- la empujó mentalmente con suavidad, ella respondió al golpe y se volvió mientras bailaba, Vice notó como su polla apretaba las costuras del pantalón, su culo en forma de corazón invertido era todo un hallazgo, aún mejor que sus tetas.

Dio un trago a su bebida mientras decidía que hacer con ella, no estaba sola, una mujer así nunca lo estaría, la acompañaba un pobre tipo que intentaba meterle mano sin que ella se dejase, demasiado feo y enclenque para una mujer como ésa, ella se lo merendaría en una follada, y ella lo sabía, seguramente la nena era una calientapollas de cuidado, sonrió dejando que una corriente erótica corriese por su cuerpo.

- Quítate las bragas y guárdalas en el bolso

Vince observó como la chica, sin siquiera, pensarlo se levantaba el vestido y se bajaba un tanga negro que llevaba para después guardarlo en el bolso, rompió en carcajadas al ver como el chico que intentaba tirársela se había quedado con la boca abierta mirándola y con la polla como una laza, debido a la cantidad de gente que había nadie más se había percatado.

Le cayó bien el infeliz, él más que nadie sabía lo que era estar sin comerse un buen coño durante años, a lo mejor le daba un poco de alegría, al fin y al cabo, ahora que su abstinencia tenía fecha de caducidad se sentía incluso generoso, o tal vez perverso, esa guarra se merecía que se la follara un tío que ella no miraría la cara un par de veces.

Miguel no podía creer lo que había visto, Vero se había quitado las bragas en medio de la pista, durante unos segundos, había visto su coñito rasurado, mucho más de lo que esperaba en esa cita, ella lo había llamado después de que su novio la dejase plantada unos minutos antes, ella sabía que él estaba loco por ella, tanto que era capaz de recoger las migajas de otros, y se daría por satisfecho si conseguía rozarle una teta esa noche, ver su coño había sido un regalo del cielo, estuvo tentando a salir de allí unos minutos y hacerse un pajazo de los que hacen historias, pero no iba a dejarla allí sola, y sin bragas, la miró a los ojos tentativo, sin saber si ella iba a estar riéndose de su empalme pero ella tenía la mirada desenfocada, como si no estuviese allí y no se hubiese bajado las bragas delante de cien personas ¿le habrían metido algo en la bebida?, estaba seguro que no, lo mismo sólo estaba en las nubes ¿o lo mismo quería que él le metiera mano?

Tímido pero muy caliente se acercó hasta pegar su polla dura hasta su culo prieto, y qué culo, ella no se movió sino que siguió bailando, permitiendo que éste se rozara continuamente por él.

- Abre las piernas un poco mientras bailas, guapa, vamos a dejar que tu amigo te toque el coño- murmuró Vice, mientras sacaba su polla del pantalón y comenzaba a masajeársela debajo de la mesa, no pensaba correrse, al menos hasta haber visto algo más del espectáculo.

Miguel notó cómo ella abría las piernas mientras él seguía con la polla pegada a su culo, esa señal sí era capaz de entenderla, disimuladamente y aprovechando que su vestido era tan corto apoyó las manos en el frontal de sus muslos calientes y subió un poco sin despegarse de su espalda.

Sus manos que habían estado vacilantes, se tensaron cuando vio que ella no se quejaba de la intrusión, su polla palpitó y su respiración se aceleró, pero sus manos no parpadearon, subieron sin miedo hasta encontrar sus labios vaginales abiertos.

- Joder- gimió Miguel al tocar su coño caliente y húmedo totalmente abierto para que él pudiese jugar con él.

- Relájate zorra- empujó mentalmente Vince, al notar resistencia en ella, se ve que el contacto directo de esos dedos intentaba llegar a su conciencia, sin piedad, la manipuló aún más- te sentirás más caliente que nunca, como si llevaras un año sin probar una buena polla y agradecerás cada toque de ese infeliz.

Vero gimió de placer al sentir los dedos tocar su clítoris, no notó las miradas curiosas de algunos tíos del alrededor ante su gemido, estaba tan caliente que se sentía por explotar, se movió buscando un contacto más directo y al notar un dedo cerca de la entrada de su coño, ella misma empujó hacia él para metérselo dentro.

Miguel casi jadeó al ver cómo Vero se follaba con su dedo y perdida la noción del lugar y la espera, le metió el otro dedo con dureza mientras dejaba que su calor húmedo lo rodease y le apretase palpitante, joder, cómo deseaba meter la polla donde ahora estaban sus dedos, miró a su alrededor y vio una esquina un poco más oscura, y con los dedos dentro su coño y su otra mano rodeando su cintura, la condujo hacia esa esquina.

Vero no podía evitar gemir a cada paso, esos dedos mientras caminaba le provocaban una fricción deliciosa, tenía los pechos hinchados, los pezones presionaban libremente su vestido ya que no llevaba sostén y no se daba cuenta de que sus mejillas coloradas y sus ojos brillantes mostraban a todo el que la veía que estaba más caliente que una perra en celo.

Vince observó divertido cómo el chico empujaba a la zorrita a la oscuridad del pub, así que no era tan tonto como parecía, estaba dispuesto a follársela allí en medio antes de que cambiase de opinión, él aplaudía esa idea, pero no se lo iba a poner tan fácil, a ninguno de los dos.

La oscuridad no fue problema para él, veía mejor en la oscuridad que con luz artificial, al fin y al cabo era un vampiro, así que pudo ver cómo el chico empotraba salvajemente a la chica contra la pared, de espaldas a él aún, imaginó que tendría sus dedos bien metidos en el coño de ella, lo dejó hacer y cuando vio que se separaba un poco bajarse la cremallera del pantalón, liberó el hechizo de la chica, divertido.

Vero tomó conciencia de sí misma en unos segundos, no podía dejar de gemir aunque no sabía qué hacía contra la pared, notaba su coño encharcado en jugos y unos dedos que la follaban sin piedad, un tercer dedo se unió martirizando su clítoris, en ese momento y a pesar de no saber quién se la estaba follando, se corrió mientras gritaba de placer.

Miguel sintió las contracciones en sus dedos, el orgasmo de ella retumbaba en sus oídos y su polla parecía que iba a explotar, no iba a durar mucho más, así que terminó de sacarla de sus pantalones y levantando la falda de ella se acercó a la entrada de su coño.

- No- gimió Vero, mientras intentaba recuperarse del orgasmo más fuerte de su vida, la conciencia volvía y casi tenía la certeza de que el que estaba follándola era el desgraciado de Miguel, un tío muy feo que sólo llamaba cuando le faltaba un plan, lo que no tenía ni idea es de cómo había acabado contra la pared, con el culo al aire y con una polla en la entrada de su coño.

- Ahora no me vas de dejar con las ganas- jadeó Miguel mientras con sus rodillas la abría aún más de piernas.

- Déjame, cerdo- gritó Vero- no voy a dejar que me folle un tío como tú.

- Ahí te equivocas, puta- le dijo mientras la apretaba contra la pared sin dificultad, al fin y al cabo, era más fuerte que ella y él estaba embravecido ante la cercanía del orgasmo- te acaba de correr como una zorra, gritando y empapándome- le dijo al oído- y ahora me vas a dejar que te folle delante de toda la discoteca.

Sin dejarla replicar hundió su polla caliente en el charco que era su coño, Miguel se apretó, sacudiéndola con profundas embestidas mientras ella se resistía en vano, por el contrario sus movimientos enardecían aún más al improvisado violador.

Vero gimió angustiada, la estaban violando delante de toda una discoteca y nadie se daba cuenta, notaba la polla de Miguel llegándole casi a la matriz y para su desconcierto se estaba excitando de nuevo, se revolvió intentando escapar y sólo consiguió que él le diera un fuerte cachete en el culo.

- Por favor... por favor- jadeó intentando separarse, con el culo ardiendo.

- Llevas toda la noche calentándome, guarra- le dijo sin control, sus caderas la golpeaban, su polla se hundía en ella y sus huevos arremetían contra sus muslos a cada embestida- te he dejado correrte, pero ahora me toca a mí.

Lo que no esperaba Vero es que su propio cuerpo se volviese contra ella, su cuerpo ya bastante caliente por la follada y el orgasmo de antes se sacudió cuando Miguel adelantó sus dedos y pellizco su clítoris, a partir de ese momento ya no pudo pensar, ella misma se hundía contra esa polla, deseando que la perforara, que la rompiera, mientras sus dedos frotaban sin control su botón ardiente entre los muslos.

Miguel perdió el control en cuanto ella comenzó a follarse sola sobre su polla, utilizándolo como si fuese un consolador, la siguió tocando mientras los dos gemían descontrolados, al sentir otro orgasmo de ella que apretaba su polla en su interior se corrió mientras arqueaba la espalda y gruñía de satisfacción. Quedaron apoyados contra la pared y jadeantes del esfuerzo, limitándose a recuperar la respiración.

Los aplausos de alrededor los desconcertaros a los dos, sin dar crédito se volvieron y vieron a media discoteca mirándolos entre divertidos y excitados, muchos tíos se tocaban las pollas sin recato mientras ellas se reían por lo bajo excitadas. Miguel miró hacia arriba impresionado por la luz que había en ese rincón, estaba seguro que antes había estado oscuro, pero ahora un foco estaba girado hacia ellos, habían follado bajo un foco en medio del pub.

Con la polla flácida aún fuera, se volvió hacia Vero que se bajaba el vestido mientras el semen de Miguel bajaba por sus muslos, ella lloraba sin dar poder creer lo que había pasado, se tomaron de la mano simultáneamente y corrieron hacia la salida.

Vince rió por su pequeña travesura, ese polvazo sólo lo había calentado, su mano inquieta seguía tocando su polla dura, ya estaba bien de mirar, ahora le jugar a él.