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Maledetto insomnio

en Confesiones

Maledetto Insomnio

 

- ¿Dios, qué carajo hice?

- Que inbécil fui

- ¿Por qué tuvo que pasarme justo a mí y a estas alturas de mi vida?

- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

- ¿Cómo le voy a explicar a Julieta?

- ¿Con qué cara les voy a ver a los chicos?

Eran preguntas que apuñalaban los pensamientos de Julián. Dr. En leyes con tres o cuatro postgrados en sociología, economía, filosofía y quién sabe qué más; diputado de la republica. Un hombre gordo, de mediana estatura, medio calvo de ojos castaños, barba y bigote. De distinguida presencia y una posición económica bastante bien acomodada permanecía sentado en el sillón de su despacho, mirando hacia el infinito a través del cristal de la ventana de tono verdoso, mientras se pasaba las manos por la cabeza escasa de cabello, que a juzgar por las canas denotaban su edad; alrededor de 60. Sobre los escritorios discretamente desperdigados yacían los papeles; con un casi imperceptible olor a desinfectante hospitalario; en los que se encontraban impresos los resultados de los exámenes de laboratorio que eran la causa su tortura mental.

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Seguían martillando su cabeza. De pronto por el intercomunicador se oye una voz nasal, aguda: - Doctor Riccho, su esposa al teléfono- Esto sacudió del ensimismamiento en el que se encontraba el hombre al tiempo que se le erizaba la piel. Presionando un botón del aparato responde con asustada, casi ahogada voz: -Pa… Páseme, gracias Lourdes- Tratando de recomponerse, se reacomoda en su asiento produciendo el clásico crujido del cuero que tapizaba el mueble al tiempo que con su mano derecha levantaba la bocina.

- ¡Hola! Querida, ¿cómo estás? (esbozó Julián emitiendo una casi risa entrecortada)

- ¿Qué tal mi amor?, Bien, bien; ¿Cómo van las cosas allá?; ¿estás ocupado? (acosaba la voz de Julieta muy chillona)

- Bien… bien sin novedad querida… pero dime que se te ofrece que estoy a punto de salir para una reunión (mintió Julián con apuro)

- A ya, ya; bueno mi amor; solo te llamaba para recordarte que hoy es aniversario de los Parducci y quedamos en ir a la cena en su casa (dijo Julieta con voz alegre)

- Si, si querida, no me he olvidado… bueno ahora te dejo querida; al medio día hablamos en casa (respondía Julián mientras pensaba en los resultados)

- Esta bien mi amor te espero para almorzar entonces; cuídate; un beso… hasta luego (replicaba Julieta denotando felicidad, ignorante de lo que le sucedía a su amado esposo)

- Hasta luego querida; ya nos vemos entonces (rezongó Julián)

Luego de cerrar el teléfono volvió a presionar el botón del intercomunicador y recostándose sobre el escritorio hacia el aparato; con voz carrasposa dijo:

- Lourdes… no me pase más llamadas por favor

- Está bien doctor; pierda cuidado… ¿se le ofrece algo más doctor? (respondió la misma voz nasal y aguda de hace unos minutos)

- No Lourdes gracias… eso es todo… ¡ah! y por favor no me interrumpa para nada; si viene o llama Verdaguer dígale que salí, que yo lo llamare por la tarde (contesto Julián con voz enérgica)

- Sí doctor; no se preocupe doctor; así lo haré doctor (agenciosa contesto la mujer)

Arrastró por el escritorio la papelería causante de su desconsuelo para echarle por enésima vez una ojeada; quizás como intentando creer esta vez que lo que iba a leer sería diferente. Como creyendo que ya despertó de una pesadilla y que volvía a la realidad. Pero no; solo fue para darse cuenta a los pocos segundos que todas las anteriores tampoco fueron sueño.

Lanzó los papeles sobre el escritorio y se llevó las manos a la cara juntas; palma contra palma; y pensando. Mas bien implorando:

- Dios ¿qué hago?; ¿qué digo?; ¿cómo les digo?

- Y si les digo ¿qué van a decir?; ¿qué van hacer?

- Dios ilumíname, se que es tarde para esto pero… pero no tengo a quien mas recurrir. Ayúdame dios; ayúdame.

Reaccionando por un instante se volvió hacia la ventana. Arqueando las cejas y apretando los dientes mientras lentamente apoyaba las manos sobre las piernas para levantarse del sillón y, caminar con pasos pausados y titubeantes recorriendo su amplia y lujosa oficina. Muy bien decorada con obras de arte autenticas y diplomas y certificados salpicados por las paredes; iluminada por un amplio ventanal de reflejos verdosos; cubierta de pared a pared por una alfombra beige de pelo largo; amueblada con muebles de finas maderas, bibliotecas llenas de libros de leyes, economía, sociología y quién sabe que otros temas, finamente encuadernados y meticulosamente ordenados. En una esquina una vitrina con cristales biselados en tres de sus caras conteniendo sobriamente ordenadas figuras de bronce, tal vez del medio oriente que denotaban su antigüedad.; su escritorio; de madera tallada, amplio, muy amplio protegido por un vidrio biselado; bastante despejado contenía un portarretratos, una carpeta de cuero, un cenicero de cristal de roca muy grueso; unos fólderes y una caja de habanos "Cohiba".

Recorría Julián mientras encendía un habano con su encendedor finísimo; de oro con sus iniciales incrustadas en plata, obsequiado por Julieta al cumplir 50. Miraba y revisaba los libros pero sin buscar nada en especial mientras su mente era asechada por nuevo pensamientos:

- Pero y si pido una segunda opinión. Si me voy a Suiza o Alemania.

- No, no tiene caso, me van a decir lo mismo… sería perder el tiempo que podría aprovecharlo con Julieta y los chicos… y gastaría dinero en vano… Dinero; de que me sirve ahora.

- Dios si pudiera tan solo volver… volver 20 años atrás, no estaría en este dilema.

- Rayos maledetto insomnio.

- rayos maledetto viaje.

- Rayos maledetta vida.

Se volvió al escritorio para nuevamente coger los papeles; esta vez no los leyó solo los sostuvo en su mano unos segundos y estrujándolos los lanzó nuevamente sobre su carpeta de cuero. Caminó hacia el ventanal y se detuvo, miro hacia la calle, luego al cielo y finalmente al frente mientras le daba una aspirada a su habano recién encendido; un gran anuncio de "Panasonic" destacaba en la terraza de un moderno edificio de la ciudad que contrastaba con las torres de la antigua catedral colonial; las quedo mirando fijamente mientras su mente se transportaba en el tiempo; 20 años atrás. Comenzó a recordar cual película en technicolor la noche del "maledetto insomnio". En un viaje de negocios a Brúcelas:

[i]Acostado en la cama del hotel de 5 estrellas en el que se hospedó no podía dormir

- Las once de la noche; carajo que calor hace, y no puedo dormir

Julián daba vueltas y revueltas, acomodaba la almohada, se descobijaba. Al fin al cabo de un cuarto de hora se levantó para refrescarse.

- Voy a prenderme un habano y fumármelo en el balcón de la suite, así me refresco y disfruto el paisaje.

Julián se coloco su fumadora de ceda color vino, se acomodo en una perezosa del balcón y dándole una fuerte chupada al habano se dispuso a contemplar el ambiente. Desde el segundo piso en el que se encontraba podía observar claramente a la gente en la calle, los automóviles, etc. Al poco rato se prendió y decidió mejor salir a caminar.

- saldré a dar una vuelta, a tomarme alguna cosa, en fin ya veré como se me presenta el panorama.

Se vistió de traje pero sin corbata con el primer botón de la camisa desabrochado, cogió su porta chequera la encajo en el bolsillo interior de la leva, casi al vuelo las llaves de la habitación y salió; el ascensor estaba en un piso alto y más a más iba de subida, así que decidió bajar por la escalera, entrego la llave a la recepcionista y salio por la enorme puerta giratoria. El botones del hotel se le acerco y muy solicito le dijo -un taxi señor; a lo que Julián respondió -gracias si por favor. El mozo se acercó al filo de la acera y estirando el brazo abrió la portezuela del vehículo amarillo, Julián le extendió un billete al botones y se embarcó.

- A donde le sirvo al señor (pregunto el conductor)

- ¿Conoce algún bar tranquilo donde pueda tomarme un whisky? (pregunto Julián mientras se arreglaba la leva)

- Si señor, hay un lugar justo para usted tienen música jazz en vivo y es muy tranquilo (respondió en chofer)

- Está bien, total para nomás de quitarme el calor y el aburrimiento (comento el pasajero)

A los pocos minutos llegaron al destino, un bar llamado "Racklette" algo lujoso, bien presentado. El taxi de detuvo, y mientras el mozo se acercaba a abrir la portezuela Julián cancelaba la tarifa y se disponía a bajarse del vehículo.

- gracias y buenas noches (dijo el hombre)

- ¿Desea que lo pase a recoger más tarde señor? (preguntó el chofer)

- No, gracias (contesto tajante Julián)

El mozo abrió la puerta del lugar inclinándose en son de saludo y Julián ingreso, se sentó en uno de los taburetes de la barra y con el dedo llamó al bar tender.

- Buenas noches; bienvenido a racklette; qué le sirvo al caballero (atento y cordial pregunto el empleado)

- Un whisky doble sin hielo (pidió Julián muy serio)

- Enseguida señor (contestó el mozo)

Al cabo de un par de minutos se acercó el mozo con la bebida mientras Julián paseaba la vista por el lugar buscando quién sabe qué.

- Aquí tiene señor (esbozó el mozo)

El hombre, para ese entonces de unos 40 sin decir nada tomó el vaso y le dio un gran sorbo. Haciendo una mueca lo tragó, asentó el vaso y sacó un habano, lo prendió y con la otra mano tomó el baso de escocés.[/i]

En tanto Julián en su despacho seguía contemplando las torres de la vieja catedral mientras por su mente pasaban los hechos carcomiéndole el alma, estrujándole el pecho en un puño. Al poco rato se aleja de la ventana para ir a sentarse en una de las poltronas que estaban dispuestas para recibir a sus invitados; apoyando el codo en uno de los brazos del mueble con la mano hacia arriba para apoyar sobre ésta ahora ya cerrada como puño su sien derecha; mirando a la nada continúa el desfile de imágenes pasadas.

[i]- ¡Hola!; ¿porqué tan solo cariñito?; ¿acaso te abandonó tu mujercita bebé?

La voz sensual, bien fingida de una rubia artificial altísima; con pestañas postizas bien pintarrajeada; enfundada en un vestido rojo encendido, largo muy estrecho de escote hasta la mitad del tórax y zapatos calados de tacos grandísimos; resaltaban la despampanante figura del mujerón. Un busto enorme que por el escote parecía que iba a estallar, una cinturita de avispa; unas caderas bien, bien anchas que por lo apretado del vestido; a este se le formaban unas arrugas verticales a los costados; un trasero redondo y bien duro; a juzgar por el vestido debía tener unas buenas piernas. Se le acercó a Julián agitando un bolsito negro cubierto de lentejuelas doradas y plateadas.

La joven se sentó en el taburete de alado inclinando el tronco hacia delante para que el hombre observara su delantera.

- ¿Te puedo hacer compañía mi amor? (esbozó la mujer haciendo todo tipo de muecas al hablar)

- Claro que si muñeca... bienvenida ¿gustas tomar algo? (con una gran sonrisa invito Julián)

- Si gracias; pede ser un martini (contesto la rubia)

Julián llamo nuevamente al camarero y ordenó el trago para su inesperada compañía.[/i]

Julián en su poltrona apretaba el puño muy fuerte mientras murmuraba:

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Su mente seguía en el pasado proyectando esas imágenes, ahora irremediablemente crueles, repulsivas, asquerosas si se quiere; que se reflejan en la expresión facial de Julián

[i]- Y cuéntame ¿qué te trae por acá?; ¿de dónde vienes? (pregunta la dama de rojo)

- Vine por negocios… Soy de Suramérica; y no tengo sueño así que decidí venir a tomarme un trago y ver que propone la noche (respondió el hombre muy contento)

Al rato se acercó el mozo con el cóctel de la rubia; lo asentó en frente de ella sin dejar de mirarla por el escote, la mujer casi sin dejar de mirar a Julián tomó la copa con una mano mientras con la otra tomaba el mondadientes con una aceituna y meneaba la bebida.

- Pero dime ¿tiene nombre esta belleza? (preguntaba Julián al tiempo que sutilmente rozaba con la yema del dedo medio de su mano derecha el brazo desnudo de la mujer)

- Catherine… ¿y tú mi vida? (respondió la mujer en ademán provocativo)

- Que bonito nombre casi tan bello como su poseedora…Jul… Julián (respondió él carraspeando)

- ¡Ay! Gracias que caballero. Pero ¿qué planeas para esta noche ahora que ya tienes compañía? ¡Ha! Dime guapo (comento Catherine)

- Pues no lo se; no conozco bien esta ciudad así que porqué no te conviertes en mi guía y me llavas a donde tú quieras… Esta noche soy todo tuyo (Riendo comento Julián)

- ¡Uy! que atrevido… entonces tendrás que atenerte a las consecuencias... ¿qué te parece si nos terminamos estos tragos y nos vamos a un lugar mas intimo? (con voz de complicidad y sonriendo espetó Catherine)

- ¡Ah! picarona… De acuerdo, me parece bien (contesto él pasándole el dedo rápidamente por la nariz respingada por la cirugía)[/i]

En tanto que el hombre hundido en la butaca, cada vez más iracundo murmuraba para sí en tono despectivo:

- Catherine, Catherine

- Esta noche soy tuyo

- Atenerte a las consecuencias

- Imbécil, imbécil, imbécil

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Sin poder hacer nada por evitar quitarse el recuerdo de su mente; dándole una chupada más a su habano que ya iba casi por la mitad, clavo la mirada al infinito nuevamente y se quedo jugando con la bocanada de humo que aún revoloteaba en su boca.

[i]Luego de un buen rato de estar conversando y riendo; derrochando alegría en el bar, la pareja estaba por terminar sus bebidas, que a estas alturas ya era la tercera ronda; así que Julián en un ademán más, levanto el brazo para llamar la atención del camarero. Este se acerco raudo y cogiéndose las manos dijo:

- Diga el señor

- Me pasa la nota por favor (pidió Julián sin dejar de mirar a su acompañante)

- Enseguida señor (dijo el mozo sin soltarse las manos y asintiendo con la cabeza)

El mozo se demoro menos que con los tragos en traer la factura mientras la pareja se alistaba para marcharse. Se levantaron, él primero para extender la mano a su compañera y ayudarla a bajar del taburete, una vez de pie los dos, ella le propino un beso en la mejilla mientras Julián sacaba de la leva su cartera de finísimo cuero italiano. Saco unos billetes que deposito en la bandeja de la factura, tomo la nota y puso en la mano del mozo otro billete de propina.

Al salir de aquel bar el mozo de la puerta se apuro a abrirles la puerta y luego a procurarles un taxi. Se subieron los dos, primero ella y luego él. La dama le dio una dirección al conductor y durante el viajecito continuaron charlando y haciéndose bromas. Al llegar al destino tras unos minutos. Que no era más que el hotel donde se hospedaba Julián; este pago la tarifa y bajaron de auto.

Ya en la habitación mientras la mujer se lanzaba sentada en la cama rebotando y apoyándose en los brazos estirados un poco hacia atrás; Julián se quitaba la leva y soltaba un par de botones más de su camisa en cuyo cuello había ya una marca de lápiz labial rojo pasión.

- Bueno que sea lo que tenga que ser (murmuro para sí mismo Julián al tiempo que un fugaz recuerdo de Julieta pasaba por su mente)

Catherine ya sin sus zancos se acerco a Julián y lo rodeo con sus brazos por el cuello mientras le daba un sutil beso en los labios al tiempo que el respondía de la misma manera.[/i]

El hombre en su despacho cada vez mas enfurruñado seguía con su habano haciéndolo rotar entre sus dedos mientras daba un suave soplido a la brasa para mantenerla viva.

- Detente imbecil, para, mándala al carajo

- No imbecil; no lo hagas

- ¿por qué?; ¿por qué?; ¿por qué?

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Julián se levanta y comienza a pasearse por la oficina llevándose las manos a la cabeza y mirando al piso, talvez las puntas de sus zapatos y continua atormentándose con el recuerdo del inicio de su desasosiego actual.

[i]La pareja en la habitación del hotel bromeaban, reían mientras Julián levantaba la bocina del teléfono para marcar el número de servicio a la habitación:

- Servicio de habitación buenas noches ¿en qué le puedo ayudar? (una voz masculina respondía)

- Si, buenas noches me trae una botella de champagne y dos copas por favor (pidió Julián casi entre risas)

- Muy bien señor Riccho, enseguida (contestó el camarero)

Julián colgó la bocina mientras Catherine continuaba abrazándolo y acariciándolo, dándole de cuando en vez un beso en los labios que cada vez eran menos disimulados. El hombre se volteó hacia la mujer tomándola por la cintura para propinarle un beso profundo al tiempo que deslizaba el disimulado cierre en la espalda de ese vestido al que no le cabía nada más que las carnes voluptuosas que contenía; aprovechando el movimiento para con los demás dedos brindarle una suave caricia en la espalda.

La mujer aprovechó las posturas para terminar de desabotonar la camisa de Julián. Ahora mucho más manchada de labial, rush y cuanto menjurje se habría empastado en la cara aquella mujer. Al termino de estos manipuleos se separaron no más del largo de los brazos de Julián; solo para que pudiera apreciar en mejor perspectiva y asombrado las tetas enormes rellenas de silicona. Redondas como trazadas con compás y pezones pequeñitos en todo el centro, rodeados por unas aureolas casi imperceptibles ya que Catherine no traía brasier.

Tres golpes seguidos en la puerta separaron por completo a la pareja y el hombre se dispuso a abrir.

- ¿Si? (preguntó con vos entrecortada)

- Perdón señor; servicio a la habitación (casi gritando respondió el camarero)

- ¡Ah! Si, si entre, entre… pórgalo en la mesa (dijo Julián abriendo la puerta mientras volteaba hacia Catherine que estaba terminando de enfundarse las tetas en el vestido)

- Perón señores (dijo el mozo llevando una charola redonda; con el champagne y las dos copas más una compotera con unas frutas)

- Listo señor (esbozó el mozo mientras esperaba cerca de la puerta casi en posición de firmes su propina; mirando de reojo la voluptuosa figura femenina)

- Aquí tiene, gracias (le dijo Julián poniendo en su mano un billete)

Luego de serrar la puerta él volvió a tomar a Catherine y con un beso en el cuello le dijo:

- Listo preciosa ya tenemos lo que necesitábamos

- ¡Caray!, ¡caray! Que bien la vamos a pasar mi amorcito (sorprendida balbuceaba la tetona)[/i]

Mientras Julián en su buró casi enrojecido por la ira continuaba dando vueltas con pasos muy pausados y cortos ahora con las manos por detrás y la mirada hacia el techo; seguía murmurando:

- Maldita, maldita, maldita.

- Que bien la vamos a pasar… mi amorcito

- Imbecil, imbecil

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Los recuerdos cada vez más agudos, más acuciantes, más no se; penetrantes acuchillaban la mente de Julián que ya estaba al borde de la locura

[i]- Si mi bombón; la vamos pasar de locura ya vas a ver (replicaba Julián)

En el cuarto de hotel la pareja de tórtolos retomaba las posturas de antes que llegara el waiter. Julián volvía a liberar las tetas de Catherine amasándolas a manos llenas mientras se dirigían a la masa para servirse unas copas; él intentaba coger la botella; ella jalaba de su camisa despojándolo completamente de ella; quedando su torso al descubierto.

- ¡Uy! Papi me encanta tu espalda, así toda ancha robusta (decía ella al tiempo que la acariciaba)

- Je, je, je no seas exagerada que tú también tienes un par de tetas que ponen a mil a cualquiera (replicaba Julián mientras hacia tronar el corcho de la botella)

- Mira lo que dices, cómo eres (riendo contestaba ella abrasando las carnes de Julián; pegando sus papayas a su espalda e intentando introducir unos pocos centímetros de sus dedos por la pretina del pantalón)

Julián se volteó con una copa servida en cada mano; ofreció una a la dama con las tetas al aire y el vestido arremangado en su cintura y brindaron:

- ¡Salud! preciosa por salvar mi noche

- ¡Salud! machote

Riendo entrelazaron los brazos y bebieron unos sorbos de la burbujeante bebida. Julián la tomó de la mano y de un tirón la llevo al baño; soltaron las copas por ahí y comenzaron a abrazarse y besarse al tiempo que Julián buscaba a tientas la llave del agua en la bañera. Apoyando a la mujer contra el mueble del lavabo se pego lo más que pudo a su pelvis para hacerla sentir su pene aunque aún no lograba ninguna erección importante. Ella a su vez le tomó de las nalgas estrujándolas de forma circular; empujándolo hacia sí.[/i]

- Imbecil, Imbecil, suéltala

- Mándala al diablo

- No sigas, para

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Seguían los murmullos de Julián que; rondando su basta oficina mientras seguía chapando fuertes bocanadas de humo a su habano; tornando el ambiente brumoso con un olor a tabaco y especias; que era su mezcla predilecta y que la conseguía con sus contactos en la aduana a menor precio. Se acercó al minibar y se preparo un buen baso de escocés sin hielo y se lo bebió todo de un solo sorbo, haciendo muecas lo trago en dos bocados mientras los recuerdos seguían viniendo a su mente.

[i]La pareja seguía intentando excitarse con caricias cada vez más osadas apretujándose, manoseándose, aún con las partes bajas cubiertas acompañados por el ruido del agua llenando la bañera de la que ya comenzaba a emanar vapor. Caminando muy juntos salieron del baño; tomaron sus copas de donde las habían dejado y mirándose a los ojos bebieron con caras de hambre de sexo.

A trancos, besos y caricias toscas llegaron a la cama. Él de un empujón la tumbo cayendo pesadamente sobre su espalda; se acercó en tono amenazante y tiró del rojo vestido; dejando expuesto todo el exorbitante cuerpo de quien más tarde iba a ser poseído por el hombre. Se lanzó sobre ella directamente a sus pechos dándole salvajes masajes; logrando sacar a la mujer unos gemidos mas fingidos que reales; acto seguido los empezó a besar, a morder, a zambullirse en medio del par de medias esferas casi perfectas; mientras en el interior de su pantalón comenzaba a sentir una erección. La exuberante mujer metió una de sus piernas entre las de él y pudo advertir su pene erecto, encarcelado dentro del fino casimir inglés.

Ella haciendo un poco de fuerza tumbó a Julián de espaldas sobre la cama, girando junto con él para que no le soltara las enormes masas de silicona; por fin se decidió a dejar de sentir el placer del manoseo y se levanto para desatar las amarras a ese falo que segundos antes había advertido con su muslo firme. Por fin con algo de esfuerzo ayudada por el barón libero el pene preso y sin perder tiempo se abalanzo a el, cual fiera hambrienta a su presa. La masturbó, besó, lamió, chupó; hizo cuanto quiso con el pene completamente erecto.[/i]

En el noveno piso del edificio "Crisálida" estaba instalada la oficina del hombre que hoy por hoy sufre a mares, arrepentido hasta los huesos por haberse dejado llevar por sus instintos lujuriosos en el pasado. Ahí, ahí estaba sufriendo lo indecible, enfurruñado consigo mismo, invadido por los recuerdos que hoy le resultaban aterradores, fumándose un habano de los caros, de los que desde hace treinta años fuma; ahí esta murmurando:

- Demonios, demonios, demonios

- Demonios; que imbécil fui

- Demonios; como pude ser tan… tan…

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Ya no sabe que hacer, que decir, como pedir perdón; lo único que pasa por su mente son los recuerdos del peor error de su vida

[i]Se escuchan los ruidos guturales de un fenomenal fellatio propinado por la experta. Tras sentir unas inevitables ganas de eyacular Julián retira a la mujer violentamente de su pene para evitarla, al menos por ese momento. De la forma que haya sido la subió sobre él y comenzó a succionar esas tetas monumentales al tiempo que comenzó a acariciar el sexo de la mujer, con sus dos manos completitas; finalmente Catherine no soporta más con voz muy entrecortada dice:

- Mi Amor, mi amor; chupamelo. Chupamelo

- claro mi niña venga (con la voz agitada respondió Julián)

- Ahora, lo quiero ahora

- Ven súbete un poco más

Catherine se encarama asentando ese enorme trasero, que nadie sabe como lo carga, en el pecho de Julián y este comienza a saborear, lamer, chupar, en fin; a hacer lo que pudiere para satisfacer a la mujer, incluso aprovecha la posición para jugar con sus dedos en el ano femenino, como preparándolo para una posterior penetración. Luego de hacer de todo para lograr que ella llegue al clímax, finalmente lo logra ella se derrama cuanto puede en la cara de Julián y este lo único que hace es relamerse los líquidos expulsados con violencia por la mujer. Julián invita a Catherine a la bañera, que él calcula que ya estará lista para ellos.

La pareja se levanta de la cama y en un abrazo caminan al baño, no sin antes pasar recogiendo las copas y la botella. Al llegar Julián prepara las copas mientras Catherine se sumerge en el agua caliente, el vapor la cubre toda y para Julián se hace complicado mirarla, con todo logra entrar al agua y ofrecer la copa a su pareja sexual. Él se sienta por delante de ella que, con sus piernas lo rodea, beben el champagne casi a pecho y vuelven a las caricias, besos, abrazos. Se excitan casi de inmediato y Julián la comienza a penetrar por detrás con mucha violencia, casi como un animal, siente que va tener su orgasmo en medio de los prácticamente alaridos de ella que también esta por tener su segundo orgasmo ayudada por sus manos. Julián acelera las arremetidas contra ese trasero enorme hasta que logra su eyaculación. Los dos sienten los espasmos de los dos y se quedan exhaustos sentados uno delante del otro.[/i]

Julián en su despacho ya no aguanta más, apaga su habano ya fumado en el cenicero de cristal de roca que tiene sobre su escritorio mientras mira fijamente los análisis. Los toma, les de una última lectura, esta vez es minuciosa, sin perderse ningún detalle de la terminología técnica que talvez ni entiende, pero la lee, al terminar corre una lagrima por su mejilla, dobla y guarda meticulosamente los papeles en sus respectivos sobres, los suelta como sea sobre el escritorio y se dirige a una de las bibliotecas; retira unos 4 o 5 libros falsos que debelan una especie de armarito, lo abre y se queda mirando su interior mientras murmura:

- Maldita sea

- Maldita sea la humanidad

-Que imbésil, que imbésil

- Maldito homosexual

- MALDITO HOMOSEXUAL

- Maldita peste rosa

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Toma algo de aquel armario y se aproxima al escritorio; casi con una violencia descomunal toma los sobres, con una mano mientras con la otra saca su encendedor de lujo. Los prende fuego sobre su cenicero de cristal, los queda viendo por un momento y luego camina hacia su sillón, se sienta haciendo crujir el cuero toma aquello que saco del armarito.

Entre tanto afuera de su oficina, en la recepción un decorativo reloj de pared marca un las 10:59. Ahí esta Lourdes en su escritorio ajetreada con papeles y un montón de documentos, instintivamente regresa a ver el reloj 11:00, escucha una detonación fortísima proveniente de la oficina del Honorable Diputado Dr. Julián Riccho Novola.