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El pene de mi primo (2)

en Bisexuales

¡Hola! ¿Que tal?

Después de un tiempo, retomo mi relato de lo sucedido en mi juventud, que con tanto agrado guardo en mi memoria.

Para los que no hayan leído la primera parte, les aconsejo lo hagan para ponerlos en situación.

Tras el incidente en la playa, cambio nuestra vida totalmente, ya que nuestra sexualidad pudo completarse con experiencias con el sexo contrario, que tengo que decir fueron deliciosas.

Ese mismo día caminando, de vuelta a los chales, empezamos a contarnos nuestras mutuas experiencias, con la complicidad que nos ofrecía saber que dichas palabras siempre quedarían entre nosotros cuatro.

Si entre mi primo y yo habían sucedido situaciones muy excitantes, estas chicas tampoco habían perdido el tiempo.

Primero de todo describiré a Ángela y Lucia, que así se llamaban.

Ambas eran de nuestra edad, año arriba, año abajo.

Ángela era de tez blanca, cabello rubio y ojos verdes, muy alta, un metro setenta centímetros y un cuerpo proporcionado, cintura estrecha, culo respingon y pechos pequeños pero muy bien formados.

Lucia era una morena despampanante, de ojos oscuros, más bajita que Ángela pero también, muy bien proporcionada. Si cabe con unas formas mas terminadas de mujer que su amiga, pechos exuberantes, cintura perfecta y culo de los que ponen enfermo.

Para sus 15 o 16 años ambas apuntaban a mujer, guardando algo muy especial, que ahora a mis 40 años valoro, su frescura, su niñez recién perdida.

Omito lo que les contamos pues fue, con algo mas de corte, lo que relate en mi primera entrega. Y paso, con detalle, a lo que ellas nos dijeron.

Ambas, tras habernos visto, parecía deseaban contar sus experiencias, atropellándose y complementando las descripciones, y conforme nosotros nos habríamos a ellas, ellas daban mas rienda suelta a sus manifestaciones, sin dejar nada en el tintero.

No tenían parentesco alguno pero, como nosotros, se conocían desde chicas. Lo que les había dado una confianza mutua, compartiendo todos los momentos del despertar al sexo que se producen con la pubertad.

Se habían tenido cerca y habían compartido sus descubrimientos, dándose mutuamente el placer que el cuerpo les pedía.

Nos dijeron que deseaban experimentar un beso y que tras muchas dudas comenzaron a ofrecerse la boca la una a la otra, siendo muy placentero el encuentro de sus lenguas mientras se acariciaban su clítoris.

También nos confesaron que como nosotros se habían masturbado mutuamente, de muchas formas y con distintos objetos.

Todas estas confesiones que nos hicimos los cuatro caminando por la playa, nos pusieron a mas de cien y solo los juegos dentro del agua, atemperaban nuestra calentura. Ellas se reían de nuestros bultos y nosotros de sus pezones; les dijimos que podíamos hacer todo lo que habíamos practicado con nuestros respectivos, entre los cuatro, para así conocer al sexo contrario, para comparar y ver si nos daba mas placer.

Fueron remisas, al menos lo aparentaron, manifestando que les daba reparo compartir algo mas que palabras, pero tras varios días compartiendo relatos y calenturas, paso lo que tenia que pasar.

La noche de antes, había mantenido con mi primo, otro delicioso encuentro de sexo, que fue más encendido al recordar todas las situaciones que Ángela y Lucia nos habían relatado. Nos planteamos, que no sabíamos besar, que nunca habíamos besado, como ellas y que ante la posibilidad de que nos pidieran un beso, no sabríamos dárselo.

Ni corto ni perezoso acerque mi boca a la de mi primo y comencé con la punta de mi lengua a acariciar sus labios, a lo que el sin reparo contesto ofreciéndome su lengua con abundante saliva. Fue un beso que aun hoy recuerdo. Si nos habíamos chupado el ano y el pene, porque no darnos un pico.

Pico que termino en un 69 chupándonos mutuamente nuestras pollas, terminando ambos a la vez, tragando el semen y derrumbados el uno encima del otro, sin fuerzas, pero con una sonrisa y una felicidad indescriptible.

La mañana siguiente, tras desayunar en la terraza, salimos a nuestro habitual paseo por la playa hasta las dunas que se adentraban en una pinada. Habíamos quedado con ellas, como en los días anteriores, por lo que fuimos caminando por la orilla, contándonos nuestras ultimas experiencias.

Se pusieron muy cachondas cuando les dijimos que nos habíamos dado un beso y que nos habíamos chupado el uno al otro las mingas, y al proponerles que hoy nos bañaríamos desnudos, parecieron dispuestas.

Al llegar al sitio de nuestras intimidades, lugar apartado, al que solo se accede caminando, y encontrándonos en lo que era ya para el grupo como un campamento, tras las dunas, entre los pinos, lejos de posibles miradas, repetimos la proposición de tomar el sol desnudos y luego bañarnos, y lo que en un principio había sido un si rápido, se torno en una ardua tarea para convencerlas.

Mi primo y yo tomamos la decisión de desnudarnos para ponerlas en un compromiso y caldear el ambiente, por lo que nos quitamos nuestros bañadores tipo bóxer, quedando ante ellas con nuestros penes en erección.

Conseguimos se quitasen la parte superior del bikini, mostrándonos sus hermosos pechos que lucían mas blancos que el resto de su cuerpo.

Eran perfectos, como ya describí, y si ya estábamos empalmados, terminaron por ponernos a cien.

Yo empecé a decir que me comería sus conejos, pero que si no querían, me comería la zanahoria de mi primo, y sin dudarlo mas, agarre su pene y me lo trague entero, lamiéndolo con lascivia, a lo que ellas no pudieron resistir, quitándose primero Lucia la parte de abajo del bikini y luego haciendo lo propio Ángela. La visión de aquellos pubis con el pelo recortado, aquellos montes de Venus tan divinos, a nuestra disposición, nos volvió locos y se formo un batí burrillo de cuerpos entremezclados, de difícil descripción, pues lo mismo teníamos unos labios en nuestra boca como, un pene, una concha, un culo o cualquier otra parte de nuestros cuerpos.

Fue una orgía maravillosa, que termino con sendos orgasmos de los cuatro, pese a que en ningún momento las penetramos con nuestros penes, solo las acariciamos con la lengua y los dedos, cosa que ellas también se daban la una a la otra y nosotros también nos ofrecíamos nuestra bocas, cuando las de ellas estaban ocupadas. Era placer por placer, darse sin miramientos ni perjuicios.

Tras aquel día, no tengo que decir que repetimos todos los que pasamos aquel verano. Fue maravilloso y me ofreció, o nos ofreció una visión del sexo que hasta hoy no ha cambiado, es algo en el hombre o la mujer que esta para disfrutar, y todo aquello que nos proporcione dicho disfrute, sea hombre o mujer, es bueno.

Continuara