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Una auténtica sorpresa

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UNA AUTÉNTICA SORPRESA

Nos follamos a una chica que se había escapado de casa.

Soy Carlos, y no soy nada del otro mundo, es decir, que no soy muy atractivo, aunque en la medida de mis posibilidades intento cuidarme, pero aún no tengo novia (y mira que lo he intentado, pero las de mi pueblo son un poco estrechas o tienen novio, y las de la capital no consigo convencer a ninguna, aunque me porto como un caballero). Estoy estudiando derecho en Salamanca, y aunque soy de un pueblo, vivo en la capital durante la semana, compartiendo piso con otro estudiante. Somos dos chicos, y nos va bien por ahora, porque tenemos muy buen ambiente, y los fines de semana que me quedo, lo paso con mis compañeros (y con el que comparto piso), saliendo y pasando el fin de semana a tope, para desconectar de las clases.

Un fin de semana que me quedé en el piso, estábamos un poco desbordados Joel y yo. Joel es mi compañero de piso, un chico fuerte, de espalda ancha, y con pinta de bruto (y no tiene novia tampoco), y decidió que de ese día no pasaba, que aunque fuera, se compraba una muñeca hinchable, y lo hacía con ella. Yo me reía mucho de lo que decía, porque, siendo de un pueblo de Zamora, se le veía muy bruto. Cogió su móvil y llamó a un número que sacó de un papel de su cartera. Se fue a la habitación para hablar con más intimidad y yo me quedé en la sala, viendo la tele. Cuando salió de la habitación iba sonriente, y me dijo casi en un susurro que esta noche no acababa sin que nos folláramos a una tía, y al momento, tiró de mí, y nos fuimos a por provisiones, según me dijo.

Salimos a comprar bebida a un hipermercado cercano, y cuando volvimos a casa, nos sorprendió ver a una niña de unos catorce o quince años sola, sentada en las escaleras de nuestro portal. Nos sorprendió porque nuestro bloque es de seis puertas (tres pisos nada más), y no la conocíamos de nada. Estaba gimoteando, y se la veía un poco nerviosa. Al principio no hicimos ni caso pero iba anocheciendo, y la seguíamos oyendo en la escalera del bloque. Pasó más de una hora, y la niña no se movía de ahí, así que decidí salir y preguntarle si le pasaba algo, pese a las reticencias de Joel, que me decía que no me metiese en los problemas de los demás. Le obligué a salir conmigo, y cuando nos acercamos a preguntarle, nos dijo que estaba harta de sus padres, que la trataban como una cría, y que se había fugado de casa. Rápidamente la intentamos convencer para que llamase a sus padres de inmediato y que viniesen a recogerla, pero ella no quería, se negaba en rotundo, así que no tuve más remedio que invitarla a casa para ver si recapacitaba, pese a que Joel me negaba con la cabeza y con gestos ostensibles.

Mi amigo Joel no estaba conforme con la situación y me llevó hasta su habitación, dejando a la chica en el salón, sentada en el sofá en la misma posición que la encontramos en la escalera. Me recordó que esa misma noche habíamos quedado para montar una gran fiesta e incluso había contratado a una chica para pasárnoslo bien. Yo le dije que no podíamos dejarla tirada, aunque no supiéramos quien era, y que teníamos que solucionar aquello cuanto antes. La chica se dio cuenta de la situación y de nuestra situación. Cuando salimos a encontrarnos con ella, y decidir qué hacíamos, nos dijo que no quería llamar a sus padres y que se quería quedar a dormir, pero Joel le dijo que era un piso alquilado. Ella rebatió que pagaría su parte si la dejábamos quedarse, pero que en ese momento no tenía dinero. Joel estaba cada vez más furioso, porque sus gestos le delataban.

La niña nos dijo que haría lo que fuera por quedarse, que no le importaba nada, que quería comenzar una nueva vida y que le podíamos pedir cualquier cosa. La intenté hacer recapacitar, que volviera a su casa, que seguro que su familia la estaba buscando, pero ella seguía en sus trece. No quería volver. Joel me dijo delante de ella, que yo había comenzado el problema, y que lo tenía que resolver antes de que viniese la tía que había contratado. Al oír eso, ella dijo que podía sustituirla. Joel se rió y le dijo que una mojigata como ella no era mujer ni para empezar para él. Ella puso gesto furioso mientras miraba a Joel, y me dijo que como no tenía dinero para poder pagarnos la noche, pensaba dedicarse a la prostitución para ganar algo y así poder sobrevivir. La intenté volver a convencer de lo que estaba diciendo, y que volviese con su familia, pero ella seguía emperrada en que no iba a volver a una casa donde no se la respetaba. Mis intentos eran inútiles. Pero Joel, que estaba muy enfadado porque los planes se le estaban estropeando, decidió llevarla la razón (no sin antes consultármelo al oído en voz baja), y a ella le pareció que había triunfado y nos había convencido.

Estábamos diciendo esto entre nosotros, cuando nos mostró sus lindos pechos, muy tímidamente, como temiendo que no nos gustasen. A mí se me quedó una cara de espanto, y pensé qué estaba haciendo esa cría, pero mi demonio que llevo dentro se dijo que menudas tetas tenía para ser tan joven. La cara de Joel era distinta, de salido que acaba de ver a una tía a la que follarse toda la noche. Con cara de corderito degollado y con un hilito de voz, nos dijo que si la dejábamos quedarse nos ahorraríamos el dinero de la chica que íbamos a contratar y ella a cambio ocuparía su puesto. Yo me negué en rotundo, pero Joel me volvió a decir en el oído que era una oportunidad de oro para follar, que me olvidase que era una menor y desconocida, y que estaba bastante pillado de pelas para pagar a la puta que había pedido. Le pregunté cómo iba a hacer para que no viniera la chica que había pedido, y al momento, se fue a la habitación con el móvil, y quedamos en el salón, yo y la chica de la escalera, con la camiseta y el sujetador en los hombros, las tetas al aire y carita de pena. Al ratito vino Joel y dijo guiñándome un ojo que todo estaba arreglado, pero que para quedarse, tenía que mostrarnos la mercancía, si no llamaría a la policía para que sus padres la pudieran encontrar, y ella saldría perdiendo.

La niña nos bajo los pantalones y nos sentó en el sofá. Se sentó entre nosotros y se quito la camiseta, nos dijo que iba a intentar hacerlo lo mejor posible. Estaba muy buena, pensaba mientras mi angelito me decía que estábamos cometiendo una locura. Ella comenzó a sentirse más cómoda, y sus manos fueron a parar a nuestras pollas, que estaban comenzando a reaccionar. La mía es una cosa normal de unos 15 cm, pero era la primera vez que se la veía a Joel, y tenía una herramienta más grande que la mía, en grosor y en tamaño. (unos 19 cm creo).

Joel seguía enfadado ya que pensaba que esa niña no conseguiría satisfacerlo, y me hacía responsable de haber perdido una oportunidad única de poder follar con una profesional, y no con una niñata que nos haría una paja, o una mamada y ya habría cumplido.

Por su parte la chavala quedó muy impresionada con la polla de Joel, mientras yo disfrutaba de lo lindo ya que me ponen mucho las mujeres con piercings en los pechos, y es de lo que más miro en Internet, cuando tengo tiempo. Estábamos Joel y yo con los pantalones bajados, y ella desnuda de cintura para arriba, mientras nos acariciaba la polla con cada mano. Le pedí que empezase por Joel, para ver si conseguía excitarlo y que se le fuera pasando un poco el cabreo, pero la inexperiencia de la niña era evidente, apenas se tragaba un trozo del glande de Joel. Era demasiada polla para esa boquita, pensé. Ella sólo se podía meter un trozo de polla en su boca. Joel no se excitaba, y entonces cambié de estrategia. Continúa conmigo le pedí. Joder qué cambio, pensé, se esmeraba muchísimo mas conmigo que con mi amigo, me estaba poniendo a mil con esa boquita y con el roce de su piel. La iba acariciando la espalda mientras me la chupaba. Esta sí le entraba bien en la boca. Claro estaba que no era una profesional como la que quería Joel, pero me la estaba mamando de vicio (era mi primera mamada que me daban)

Joel llego al colmo de su enfado y la chica le dijo que su polla era muy grande, y que no le gustaba. También le dijo que yo le había caído mucho mejor, y que como mi polla era un poco más pequeña, me la estaba chupando más a mí que a él. Yo intenté tranquilizar a Joel, y le dije a nuestra nueva amiga que por qué no nos hacía un streaptease a mi y a mi amigo para ver lo buena que era. Eso la subió un poco más el ánimo y comenzó a desnudarse delante de nosotros, cosa que aprovechamos para poder quitarnos los pantalones y estar más cómodos.

De pronto se inclinó y se quito sus braguitas. Joder que coñito tan dulce, pensé mientras me pajeaba delante suya. Eso mismo debía pensar mi amigo, porque también se pajeaba igual, y la miraba con ojos de lujuria. Se sentó y siguió chupándomela a mi, parecía como distraída. Le pregunté si le pasaba algo, si no quería seguir, y eso cabreó más a Joel. Nos dijo que chupar pollas le aburría un poco ya que su novio la obligaba a hacerlo todos los días. Entonces Joel le dijo que o se esmeraba o la echábamos de casa ahora mismo. Ella puso cara de susto y volvió a chupar la polla de Joel, y ésta vez, parecía que tragaba más trozo que en la primera intentona. La niña era lista, porque enseguida capto el mensaje y empezó a chuparla con fuerza de nuevo, aunque ayudado por la mano de Joel en su cabeza, que la hacía subir y bajar más deprisa.

Joel estaba harto de esa situación, así que levantó de los pelos a la chica, y me cogió a mi por el brazo, y nos llevó a los dos hacia la cama de su habitación. Tumbó a la chica en la cama boca arriba y se puso a chuparle el coño. Ella estaba un poco asustada, y para que se calmara, me acerqué a ella y comencé a besarla y a acariciarla el pecho. Luego bajé por su cuello y ella parece que se relajó y empezó a disfrutar de la comida salvaje que le estaba haciendo mi compañero de piso. Cuando comencé a besarle y chuparle las tetas, ella estaba ya con la respiración jadeante, y fue cuando Joel decidió penetrarla. Se levantó de su posición, levantó un poco sus piernas, y de un solo golpe le ensarto la poya, sin condón ni nada.


Me sorprendió la frialdad con que la niña recibía las embestidas de Joel, quizás ella intentaba ignorarlo por haberla menospreciado, pero es que se la estaba follando como un bestia (lo que es). Le metía unas sacudidas, que la cara de sufrimiento de ella era todo un poema. Joel también se sorprendió de que ella parecía que lo estaba disfrutando, y sin mas le saco la polla de su virginal coño, la dio la vuelta en la cama, poniéndola boca abajo, y se la metió con todas sus fuerzas por el culo.

Ahí si que la chica no pudo más y emitió un grito desgarrador. La estaba penetrando sin apenas haberla estimulado o intentado agrandar su agujero. A ella se le caían las lágrimas del daño que la debía estar haciendo. A cada empujón de mi compañero de piso, ella daba un gritito de dolor. La folló el culo a lo bestia, sin compasión ninguna, porque para Joel, ella le había jodido el plan que tenía. Joel no dejó a la niña hasta que se corrió en su culo.

Cuando acabó con ella, después de una corrida enorme, le sacó la polla y le dejó un agujero tremendo. Jadeante y cansado, Joel salió de la habitación sin decirnos nada, pero a mí me miró con cara de decirme, ahí tienes a tu puta, fóllatela. Cuando se fue, ella se levantó y se dirigió hacia mi y se metió de nuevo la polla por su culo, se ve que en el fondo le estaba gustando todo aquello. Follábamos despacio, la cogí de las caderas y la dejé que ella se fuera penetrando, ya que quería disfrutar de ella y ella quería disfrutar de mí. Me miraba con deseo en cada movimiento lento que hacíamos, y su culo se acopló muy bien a mi polla, después de la fenomenal corrida que le había dejado en su culo Joel. Después de follarla así un rato, le dije que se girase hacia mí, que quería verle sus tetitas (y su cara disfrutando).

Nuestra nueva amiga demostró ser más obediente ante la dulzura que ante la dureza. Joel ya se había repuesto de la corrida anterior y parecía que a el también le estaba sorprendiendo la niña, la cual ya no le hacia ascos a nada, ni siquiera al pollón negro de Joel cuando se lo metió en la boca de un golpe. Con un gesto, le hice ver a mi amigo que si la trabábamos con dulzura, era mejor para los tres, y disfrutaríamos más. Joel comprendió mi gesto y le metía la polla en la boca despacio.

Y cuando menos lo esperaba, llegó el momento sublime, cuando Joel se la colocó encima la chica, y se la empezó a coger por el coño mientras yo aproveché y se la metí por el culo. La condenada niña se dejaba llevar por nuestro ritmo, parecía como si no tuviese bastantes poyas dentro. Entonces nos la follamos con todas nuestras fuerzas y decidimos darle gusto a la chica caprichosa.

Acabamos corriéndonos los tres al tiempo, y caímos en la cama, quedándonos dormidos. Cuando me desperté, Joel ya se había duchado y ella se había puesto otra vez su ropa. No hablamos en un rato largo. Luego ella dijo que tenía hambre. Yo saqué algo de comer y me puse en la mesa con ella. Al momento, Joel se sentó con nosotros, y le dijo que podía hacer lo que quisiera con su vida. Pero que si quería quedarse en ese piso, debía ser muy discreta, no dejarse ver por el bloque, que nosotros la dejaríamos vivir allí siempre que ella pagara el alquiler con su cuerpo. Su cara se puso seria, y dijo que lo mejor era que volvería a su casa, y que si queríamos nosotros, ella seguiría yendo por allí a vernos y a pasar otro rato tan maravilloso como ese.

Pasaron las semanas y los exámenes de junio. Llegó el verano y no volvimos a saber nada d e ella. Pero el día que la conocimos fue una auténtica sorpresa.