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Empezo en el metro

en Fantasías Eróticas

Todo empezó en el metro y acabó en un cine

Esa tarde pensábamos ir al cine mi mujer y yo, el cine se ubicaba en el centro de la ciudad y ese día era viernes por la noche, habitualmente se satura el tráfico tanto en las calles como en los transportes públicos

Por ese motivo decidimos dejar el auto estacionado un poco más lejos de la ubicación del cine y tomaríamos el metro unas cuantas estaciones

Como cuatro aproximadamente.

Al entrar mi mujer y yo a los andenes descubrimos que los trenes iban saturadísimos de toda la gente que a esas horas salían de los trabajos para dirigirse a sus respectivas casas abracé a mi mujer por la espalda y le pedí que no se separara de mi precisamente para evitar que algún otro hombre se le "ocurriera" quedar muy pegado a ella y aprovechar la cercanía y las aglomeraciones para manosearla y arrimarle el pene por donde pudiera, con esto en mente se abrieron las puertas del tren y la gente nos metió, nosotros no tuvimos que hacer ningún esfuerzo para entrar.

Fue en ese momento que vimos frente a nosotros a una mujer joven con sus dos hijos quienes ya venían por demás apretados entre todos los ocupantes del convoy, el menor lo llevaba en brazos y al más pequeño como de cuatro años aproximadamente lo tenía frente a ella a sus pies.

De forma automática mi mujer y yo nos abrimos para no aplastar sobre todo al niño más pequeño que por su pequeña estatura, quedaba prácticamente inmerso entre toda esa gente alrededor de él, así y todo ella quedó en un extremo de la mujer con sus hijos y yo en el otro

Como le había pedido esa tarde a mi mujer que se vistiera de alguna forma sexy pues tenía ganas de que en el cine ella y yo pudiéramos acariciarnos de manera placentera, (de hecho la película que pensábamos ver era sobre sexo), ella con la mejor intención de complacerme se puso unas pantimedias de color transparente que parecen liguero, es decir no cubre por completo las nalgas ni el frente sino que tienen unas tiras sujetas a la cintura similar a la de un liguero , adicionalmente se puso un bikini blanco muy pequeño que mostraba tanto sus nalgas por debajo como desde el principio donde inicia esa riquísima raya que separa las dos nalgas.

Su vestido era línea A no muy corto pero sí con mucho vuelo y de tela delgada de esos que se levantan con facilidad, además se abotonaba por el frente, ella cuando quería excitarme dejaba siempre un botón sin abrochar para mostrar sus piernas un poco más arriba al caminar o al cruzarlas cuando está sentada.

En pocas palabras ella iba esa tarde muy apetecible.

Volviendo al vagón de tren atestado de gente, mi mujer se inclinó un hacia delante para cargar al niño más pequeño y ayudarle un poco a aquella atribulada mujer que apenas podía con sus dos pequeños.

Fue en ese momento cuando se agachó que sintió como por debajo del vestido alguien le metió la mano y le empezó a acariciar las nalgas moviendo los dedos de un lado a otro desde la raya del culito hasta los extremos mas carnosos de la nalga, ella se levantó lo mas rápido que pudo ya con el niño en brazos y trato de girarse para evitar que aquel hombre siguiera con el manoseo, ella le lanzó una mirada inquisitiva pero este volteó hacia otro lado "como fingiendo demencia "

El giro resultó contra producente pues el tipo alcanzó a ver como al cargar al niño en brazos mi mujer (sin fijarse) levantó su vestido por el frente dejando sus pantaletitas al descubierto (de esta situación solo el tipo se dio cuenta porque el resto de la gente por lo apretado del vagón no se había fijado) el caso es que no perdió oportunidad y le metió la mano esta vez por el frente acariciando su monte de Venus y como el bikini era tan pequeño con facilidad pudo meter los dos dedos mas grandes por debajo de la pantaleta y así fue como comenzó toquetear sus labios vaginales (de todo esto yo me enteré hasta después que mi mujer me platicó pues yo había quedado en el otro extremo de la señora con sus niños)

Solo recuerdo que mi mujer hacia unas caras que no puedo explicar pues eran una mezcla de desagrado pero también de placer, trató en vano de alejarse de aquel tipo y sus manos largas pero por el contrario la gente se apretujaba cada vez más dejando sus cuerpos demasiado juntos para poder evitarlo, esta vez ella sentía como la mano iba de adelante hacia atrás acariciando las nalgas, hasta el culito, para después desplazarse hacia delante nuevamente y acariciar con la mano completamente extendida su conchita, por debajo del bikini, se dio el lujo incluso de bajar un poco hasta sus muslos segura que la sensación de la media, sus resortes y la piel desnuda era por demás excitante.

En ese momento el niño que mi mujer llevaba en brazos extendió su pierna un poco hacia abajo e hizo que el atrevido aquél separara la mano. Todo lo que ella no pudo hacer para alejarlo el niño con un simple movimiento lo logró aunque no por mucho tiempo, la gente siguió entrando y saliendo de vagón faltando una estación para bajarnos el hombre en cuestión se colocó por detrás de mi mujer y le arrimó su pene directo entre las nalgas, para esto ella tenia el vestido levantado así que lo único que la separaba del pene era el pantalón de el, tal vez no se lo sacó porque no pudo no porque no haya querido. Fue ahí donde me pareció sospechoso el hombre y por fin pude acercarme a mi mujer para poder salirnos del vagón entonces me di cuenta que tenía el vestido revuelto y un poco levantado de manera que me imaginé lo que había sucedido al salirnos del vagón la mujer agradecida se fue con sus dos hijos por su propio camino, mientras salíamos del metro mi mujer me contaba lo sucedido y yo lejos de enojarme comencé a sentirme excitado toda esa aventura de un manoseador sobre sus nalgas y su vagina realmente me estimuló las calles eran oscuras en las cercanías del cine así que cuando estábamos por entrar al vestíbulo me di cuenta que el vestido de ella tenía desabotonados dos botones por lo que se podía ver por momentos la puntita de las pantaletas y las pantimedias tipo liguero al caminar, seguramente fue aquel manoseador quién lo dejó así .

Antes de pasar al vestíbulo del cine le comente a ella sobre su vestido y me dijo – ya déjalo así- mejor nos metemos al cine rápido y ya en la oscuridad de la sala me lo arreglo. Compramos los boletos y mientras subíamos por las escaleras hacia la sala de proyección me di cuenta como un par de muchachos observaban con morbo las piernas de mi mujer que al subir las escaleras mostraba buena parte de sus piernotas y por momentos las pantaletas.

Entramos por fin a la sala que ya estaba a oscuras y ahí me di cuenta que el manoseo del tipo del metro rindió sus frutos a mi favor pues ella estaba muy caliente, apenas nos sentamos y ella puso su mano sobre mi pene y empezó a acariciarme y a apretármelo por encima del pantalón.

Por mi parte le deslicé mi mano por debajo de su vestido y al acercarme a sus bikini sentí la humedad de sus labios vaginales, esto me calentó increíblemente y sin mas rodeos le pedí que se le levantara un poco del asiento para poder bajarle las pantaletas y así lo hice comencé a meterle los dedos lo mas adentro que pude de sus labios vaginales ella cruzó la pierna derecha hacia mi y como llevaba desabotonado el vestido pude ver por momentos ante el resplandor de las luces de la película su conchita velludita y húmeda y el bikini ligeramente por debajo de su pubis.

En un arrebato de pasión le dije que quería que se sentara sobre mí para poder sentir sus nalgas a todo lo que da.

La sala estaba oscura pero por momentos se llegaba a iluminar un poco así que solo era cuestión de cierta discreción y podríamos seguir sin que se dieran cuenta. Ella hacia esfuerzos por no hacer mucho ruido pues sus gemidos eran inevitables mi pene se restregaba en sus nalgas con una fuerza que pensé que me lo iba a aplastar ella volteaba su cara hacia mi para besarnos con la lengua y con los dientes.

En un momento que la sala se iluminó casi por completo me di cuenta que los dos jóvenes de la entrada estaban sentados en la fila delantera y lo cierto es que ponían mas atención a lo que estábamos haciendo mi mujer y yo que a lo que pasaba en la pantalla, me sacó de onda por momento pero después decidí ignorarlos y continué manoseando a mi mujer por todos sus muslos, por la entrepierna y subiendo por el pecho hasta apretar sus chichis y pellizcar los pezones a esas alturas le desabotoné por completo el vestido.

Después ella regresó a su asiento y me bajó el sierre de la bragueta hasta llegar a mis calzoncillos metió su mano derecha y me saco el pene que estaba por demás erecto sin ningún temor a que alguien la viera (que además así era) comenzó a masturbarme, hasta casi hacerme eyacular, después le dije que era mi turno y se arellanó sobre el asiento abriendo las piernas descubriendo con el vestido completamente desabotonado su conchita húmeda y deliciosa la masturbé sin parar metiendo mi dedo hasta su clítoris y presionando al fondo para darle más placer, después de nueva cuenta ella se inclinó sobre mí y agachándose se acercó a mi pene comenzando por darle un pequeño roce con sus labios después abriendo más la boca se introdujo el glande y comenzó a succionarlo, en ese momento sentí que me venía abrí los ojos e hice un esfuerzo por contenerme observé que ella estaba empinada dándoles la espalda a los mirones así que en un último movimiento le corrí hacia un lado su vestido descubriéndole las nalgas que como además estaba empinada seguro le pudieron ver hasta los labios de la vagina. Lo cierto era que se habían deleitado con nosotros en aquél encuentro de sexo desinhibido.

El tiempo pasaba y no tardaba en terminar la película y ella además de tener el vestido desabotonado sus pantaletas llegaban hasta los tobillos, pensé que si de pronto encendieran las luces le sería tardado arreglarse.

Deslicé mis manos por las nalgas metiendo por momentos los dedos en el culito y le dije –mejor ya vístete – que no tardan en encender las luces

Regresó a si asiento y se subió las pantaletas, en ese momento mas calmada observó a los dos jóvenes que volteaban insistentemente hacia nosotros y me preguntó ¿tu crees que nos hayan visto? -No los se con certeza le contesté- yo estaba más atento a tus nalgas, chichis y piernas como para ver a mi alrededor.

Apenas terminó de vestirse, le pedí que saliéramos pues no quería que aquellos mozalbetes nos vieran de cerca la cara, después de todo lo principal ya lo habían observado.

Fin