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¡Mis padres le vendieron mi virginidad a mi abuelo

en Jovencit@s

El día que supe que mis padres saldrían de viaje, no pude ni concentrarme para mis tareas escolares.  

A mis 13 años era la primera vez que me distanciaría de ellos y creo que lo que mas me angustiaba, era el saber que estarían del otro lado del mundo. Hacia tiempo que soñaban con conocer el viejo continente y al final lograrían su ilusión de viajar 45 días a Europa.  

Yo solo pensaba en que seria de mi sin pode hablarles, si necesitara algo y hasta me llegue a alarmar pensando en alguna desgracia. El lado bueno de todo aquello, es que me quedaría en casa del abuelo, a quien me gustaba ir a visitar, por ser muy consentidor conmigo, cuando llegaba a casa de el, claro, siempre acompañada de mis padres. Me contaba chistes, que contaba a la hora de comer, después hacíamos competencias de chistes y lo pasábamos genial.  

El día de la partida de mis padres llego, y por más que les pedí que me llevaran, sus razones fueron mas de 10 para no hacerlo, decían que a mi edad no lo disfrutaría tanto y que ya tendría tiempo para viajar y disfrutarlo mejor, y que no podía faltar al colegio, además de que quien cuidaría a calcetín, nuestro perro. Aunque ninguna razón me convenció, tampoco pude hacer que me llevaran, así que llegue a casa del abuelo, quien me recibió mejor que nunca!  

Seguramente mis padres lo habían alertado de lo inconforme que estaba y del miedo que me daba que se fueran tan lejos. Jugamos a las damas chinas, me dejaba ver en la televisión lo que yo quisiera, después cenamos y me mando a dormir temprano, no recuerdo a que hora, me quede dormida, solo recuerdo que me desperté después de mucho rato de querer hacerlo, pues tenia una pesadilla horrible, soñaba que mis padres se perdían en un lugar muy extraño y yo les quería gritar y no podía. Desperté llorando y vino mi abuelo a ver que pasaba.  

Me abrazo y me tranquilizo y se acostó a mi lado diciéndome que mientras el, estuviese cerca de mí, no me pasaría nada. Me acostó de ladito, paso su mano izquierda por debajo de mi hombro y me rodeo con sus brazos muy pegadito a mí, llenándome de serenidad y me empezó a platicar cosas de cuando él era joven, para que me fuera durmiendo, cosa que logró.  

Al despertar estaba muy abrazada de mi abuelo, nos levantamos y cuando estuvimos listos me llevo al colegio. Después mi abuelo paso por mi a la escuela y me llevo a comer hamburguesas y me compro ropa. Ya en la noche, después de una buena tarde en compañía de mi abuelo me fui a dormir, mi abuelo me dio un beso en la frente y me dijo, que si algo me asustaba no dudara en llamarlo. Se volvió a repetir mi sueño, como si abriera un libro y retomara la pagina en la que me había quedado, de inmediato sentí al lado a mi abuelo, quien con todo su amor volvió a abrazarme y a platicarme cosas que me fueron llevando a un sueño tranquilo.  

No se cuanto tiempo pasaría, el caso es que volví a despertarme, pero esta vez con diferente sentimiento. Empecé a notar que las manos grandes de mi abuelo pellizcaban mis pezones, en la posición que nos habíamos dormido, me quede inmóvil, no di a notar que estaba despierta y espere que cesaran aquellos movimientos que me asustaban.  

Jamás había sabido nada de caricias sexuales y el conocer todo aquello por manos de mi propio abuelo me dejo confusa. Sus manos pellizcaban y pellizcaban mis pezones, que yo sentía cada vez mas duritos y empecé a notar la respiración de mi abuelo casi en mi oído, de pronto me rodó, para que quedara boca arriba, seguí con mis ojos cerrados y como la habitación estaba a oscuras, sabia que el no podía saber si estaba despierta.  

Sentí la mano de mi abuelo levantarme el camisón delgado y corto que me había regalado esa misma tarde y recordé lo mucho que se empeño en que eligiera este de entre muchos otros que llamaban poderosamente mi atención de esa tienda. Su mano empezó a recorrer mi cuerpo de niña y se metió dentro de la tanguita que venia en conjunto con el camisón, sentía como sus dedos me proporcionaban calor y como se incorporo un poco, para muy despacio, empezar a abrirme las piernas. Yo estaba muy angustiada, talvez debía despertar y enojarme, pero pensaba que no podía molestarme con la única persona, con la que me quedaban 44 días por pasar. Así que preferí fingirme dormida y esperar a que mi abuelo se fuera de ahí por si mismo.  

— Que se vaya, que se vaya! Pensaba  

Pero mi abuelo seguía, como invitado a continuar haciendo una fiesta de mi cuerpo sin estrenar. Cuando logro separarme bien las piernas, jalo el elástico de la tanguita y metió su mano en mi vagina. Primero sentí como que me apretaba y eso me llenaba de un placer, que yo no conocía, luego me sorprendí cuando sentí su dedo tocando detalladamente mis vellos pubicos aun escasos, recorriéndolos con mucha paciencia, así me tuvo un rato, hasta que empezó a meter un dedo dentro de mi colita. El placer lo hizo efervecer y me dio un beso en la boca y con deleite siguió metiendo su dedo, ahora pienso que me encontró mojada y eso lo enloqueció.  

No paso nada más esa noche, creo que una vez que conoció todo mi cuerpo virgen, quedo satisfecho y subió las manos para abrazarme y dormirse, antes de que yo pudiera olvidar lo sucedido y conciliar el sueño. Al día siguiente yo no quería verlo, me tarde mucho en bañarme y explorando mi cuerpo, interpretando lo que mi abuelo me había hecho la noche anterior, por fin salí y el muy contento me preparo el desayuno y me llevo al colegio.  

La siguiente noche no quise ver la televisión con él, y le dije que no se apurara, que ya no me daba miedo quedarme sola sin mis padres, que ya era grande y me iba a dormir tranquila, me dijo que le daba mucho gusto, se acerco a mi, me abrazo diciéndome que era una gran niña, que se estaba transformando en mujercita.  

Me acosté sin ponerme el camisón, me puse mi pijama de short que siempre usaba en mi casa, como si el camisón que me compro trajera la maldición. Recordé las caricias de mi abuelo y sentí que él estaba ahí, tocándome de nuevo, me di la vuelta y me acosté boca abajo quedándome dormida casi de inmediato y creyendo que mi abuelo no entraría si yo no le daba motivo con mis pesadillas.  

Pero mi abuelo ya se había encariñado con mi cuerpo de niña.  

Y otra vez desperté a media noche sintiendo sus caricias, como me encontraba boca abajo, me metió la mano entre el short y desperté justo cuando sus manos se metían entre mis dos nalgas y recorrían esa hendidura posterior varias veces, me seguí haciendo la dormida y él, con movimientos ágiles logro llegar a mi ano. Jamás pensé que alguien quisiera tocar esa parte de la gente, pero ahí estaban los dedos de mi abuelo como friccionándomelo y me daban muchas ansias, sentir aquel movimiento, no se cuanto tiempo lo froto.  

Hasta que abrió mis nalguitas e introdujo su dedo poco a poco mi colita. No podía moverme, sentía un profundo dolor en el trasero, mezclado con un intenso placer que brotaba de mi vagina a través de un liquido viscoso que mojaba mi entrepierna, mismo que cuando embarro sus dedos, le provoco una inmensa inquietud, que lo llevo a sobar con descaro mis nalguitas y a iniciar un mete y saca en mi anito, que me impidió seguir haciéndome la dormida, me di la vuelta suavemente, pero a pesar de abrir mis ojitos, mi abuelo no ceso de tocarme:  

— Ay !!  

— Sshhh, calla mi niña que te voy enseñar muchas cosa ricas que te van a gustar.  

— No, que me haces abuelito? Quieres lastimarme?  

— No digas eso, es solo que te vas a convertir en una mujer y nadie mejor que yo para enseñarte como.  

No me dejo hablar mas y se apodero de mis senos apretándolos con fuerza, después me despojo de la pijama y pronto me encontré totalmente desnuda y a su meced. El prendió una pequeña lámpara de buró y contemplo mi cuerpo virginal, mientras se despojaba de su ropa, me asuste al ver el grueso tronco que se erguía cada vez más, al cual bautizo como “mi pase a la felicidad”  

Se recostó a mi lado y manoseaba mis senos, piernas y nalgas. Lamió con lujuria desbordante todo mi cuerpo, desde la punta de los pies hasta los cabellos, mientras mi mente se revolvía de asombro y un exquisito deleite que nacía desde mi vulva y se fundía recorriendo todo mi ser y llenándome de un deseo incontenible de que no terminara.  

Abrió mis piernas lentamente, después mis labios vaginales y comprobó con deleite que estaba mojada, aunque yo no me explicaba, porque aquel liquido no dejaba de escurrir entre mis piernas. Era tanto mi deseo de que mi abuelo siguiera mancillándome que me deshice de mis temores y accedí completamente a sus morbosos manoseos.  

Él complacido con mi actitud se calentó muchísimo más y me acerco su tremendo falo, que también escurría un liquido transparente de la punta, y lo dirigió a la entrada de mi vagina, cada vez que lo deslizaba a lo largo de mi pepita yo sentía una especie de electricidad que me crispaba, no sabia que me estaba haciendo, solo deseaba que siguiera aunque sentí nuevamente temor cuando me dijo:  

— Talvez te duela un poco! Pero va a pasar, no te asustes.  

Ya no me importo, por inercia abrí las piernas al máximo mientras el se acomodaba entre ellas y pude sentir claramente como aquella verga se abrió paso entre mis pliegues. Cuando empezó el dolor automáticamente empuje las nalgas hacia atrás, para retirarme, pero él hizo lo posible por no separar su pene de mi vagina.  

De pronto aquello se había convertido en un juego, en la que yo evitaba a toda costa que me la metiera toda, aunque gozaba cada vez que sentía la punta, y él tratando de metermela hasta el fondo buscando no hacerme daño.  

— Espérate mi amor, nada más tantito, ahorita vas a ver lo rico que vas a sentir.  

— Noo, me duele!  

— Mucho?  

— Sí !  

— Va a pasar mi niña, déjame metertela poco a poco, vas a ver que rico es esto! Y no te gusta?  

— Eh..  

— Te gusta verdad? No quieres que me detenga!  

— No.  

— Ya vez? Entonces ayúdame para quitarte este dolor y convertirlo en el más delicioso placer que tu cuerpecito haya sentido.  

Me quede quieta, y ahora se que en ese entonces, yo estaba muy caliente! Deseándolo, necesitándolo! Y el lo comprobó a través de mi humedad.  

— Eso! Así que ricas estas, eres una princesa tienes unas nalgas deliciosas y unas chichitas muy grandes para tu edad, ningún cabron las va a gozar, solo yo! Que te he procurado y preparado para este momento.  

— Ahh.  

— Así mi niña, gózalo! Siente lo que es un hombre.  

— Ohh.  

— No te calles bebita, me excita escuchar tus primeros gemidos.  

— Mmm.  

— Ah que buena estas mi niña, solo una verga como la mía te hará disfrutar.  

Solo supe lo que era una verga, cuando por fin fue deslizándola por mis paredes vaginales que cedieron, no obstante, el dolor una vez completamente penetrada. Comencé a mover las caderas hacia delante y hacia atrás por reflejo, pues el cadencioso ritmo me hacia gozar infinitamente.  

— Ohh que bien te mueves chiquita, sabia que no me ibas a fallar, tu y yo! Vamos a seguir haciendo cosas muy ricas mi amor!  

Finalmente entre mis gemidos ahogados y sus profundos jadeos, sentí un torrente que inundaba mis entrañas, al mismo tiempo que mi vulva dejaba escapar un tremendo orgasmo mezclado con mi sangre virginal.  

En los días siguientes mi abuelo me cogió por el ano y realizo otras perversiones, que para una niña como yo fueron, su despertar a la sexualidad.  

En cuanto a mis padres, ellos nunca volvieron, pero ya no me importo, aunque a veces no comprendo como pudieron mantener la farsa, de que ese hombre, que ahora es el padre de mis dos hijos no era mi abuelo, sino mi padre!.  

Pues un buen día me entere de que yo no era hija de los que creía mis progenitores, sino una niña que fue abandonada en aquel lugar por el ama de llaves y que desde el momento en que el viejo lo supo, hizo un convenio con ellos a cambio de los ahorros de toda su vida, para que un día 13 años después me llevara a la cama.