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Apuesta perdida

en MicroRelatos

"¡Chinga tu madre!".

La cortante frase resonó enmedio de la oscuridad.

A la molesta mentada de madre se le agregaron dos, tres más, mientras las molestas víctimas miraban hacia el balcón del cine, frustradas por la penumbra apenas rasgada por la débil luminosidad de la pantalla. Justo en ese momento, una enorme verga de unos 12 metros, escupía su descarga en un desafortunado close-up.

Arriba, medio oculto entre unos cortinajes de la entrada al balcón, esforzándose por no soltar la carcajada, el muchacho terminaba de limpiarse conla aterciopelada tela los restos del esperma que segundos antes habían surcado, rápido latigazo tras latigazo, el espacio entre el balcón y la luneta. "Seguro le manché el pelo a Oscar", pensó.

Se escucharon pasos por las escaleras. "¿No hay nadie, lo ve? Es una confusión" -explicaba el gerente al percibir las butacas vacías. "Se ha de haber escapado"-alegaba una de las víctimas, tratando de limpiar con un pañuelo el disparo proferido contra su fina chaqueta. "Debe haber sido alguien de allá abajo", "¡Es que ya ha de haber escapado!", y toda suerte de conjeturas hizo el grupo de quejosos, encargado y empleados, mientras bajaban al vestíbulo sin haber capturado al osado onanista. ¿A quién se le ocurría eyacular desde un segundo piso y joderle la tarde a los calenturientos clientes del decadente cine?

Abajo, otro muchacho esperó a que el barullo terminara, y se levanta de su butaca con rumbo al balcón. "La llevo ganada"- pensó. "Este menso no llegó hasta la fila donde yo estaba. Le voy a decir que si nos esperamos a la próxima función, que él se siente donde yo estaba y entonces le demostraré qué tan lejos puedo llegar. Quiere competencia, se la daré."- planeaba, mientras llegaba en búsqueda de su amigo y cómplice. Pero éste había desaparecido. No estaba siquiera en los cortinajes en los que planearon se esconderían tras su fechoría.

Extrañado y aburrido, el joven bajó de regreso al vestíbulo y se decidió a salir, sintiendo el helado viento de la calle. Un par de dedos tocando su hombro lo hizo voltear:

"Joven, con la pena..."-le dice el hombre que recogía boletos a la entrada. Y Oscar se queda congelado y calcula mentalmente en medio segundo: no, no pueden darse cuenta que estoy en esto. ¿O sí? ¿O si ya agarraron a aquel? ¿O si lo hallaron con alguien que se la estaba mamando? No... no puede ser posible. ¿O nos vieron entrar juntos?.

Pero el hombre le sonríe burlonamente y vuelve la cabeza con pena. Oscar se queda con un signo de interrogación en la cara, y le suelta un "¿Cómo?".

"Así, joven", responde el hombre sin poder contener la risa, mientras señala la espalda del saco negro de Oscar.

"¡Pinche madre!"- atina a decir, cuando se vuelve y se contempla perfectamente, en el reflejo del cristal de la puerta: un hilillo de espeso semen ha escurrido desde el cuello hasta su espalda.