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Vida de Lola (02)

en Jovencit@s

Vida de Lola (02)

Era sábado por la mañana. Ángel y yo desayunábamos en pelotas en la mesa de la cocina. Él devoraba panecillos con mantequilla, sin dejar de mirarme las tetas. Yo no paraba de hablar de la noche anterior.

Nunca antes había dejado que me la metieran por el culo, tío.

No te preocupes, Lola. Sólo te metí la puntita. Es normal que te escueza un poco, pero pronto se te pasará.

¿Dónde coño te corriste la última vez? No noté que me mojaras ni nada.

Ya veo que te dejé el ano insensible… Te eché la lefa en el ojete, tonta. Pero tú estabas como en el limbo. Creo que te estabas haciendo un dedito, ¿eh?

Me sonrojé y asentí con la cabeza baja.

¿Has enculado a muchas tías?

Sólo a jovencitas salidas como tú. -Me sonrió burlonamente.- Un caballero nunca habla de esas cosas.

Claro, claro. Pero a alguna la habrás taladrado hasta el fondo, ¿no?

Sí, por supuesto, con un buen lubricante.

Noté como a Ángel le brillaron los ojos, recordando la experiencia.

¿Te gusta mucho meterla por el culo, ¿verdad?

Es lo que más me excita. Pero comprendo que no le guste a todas las tías.

Yo… No tengo problema si me avisas primero, ¿vale?

Lo intentaré. Pero si me pones muy cachondo no te prometo nada.

No se pudo controlar y me sobó las tetas. Nos reímos y nos comimos la boca un buen rato.

Decidimos quedarnos el resto del día en casa de Ángel. Él se sentó en la mesa del salón con su portátil para redactar una memoria. Yo me dediqué a cotillear entre sus cosas, con su consentimiento tácito.

Ahora yo llevaba puesto solamente la parte de arriba de un pijama de hombre, sin bragas. La de abajo la usaba mi amorcito, que aprovechaba cualquier oportunidad, cuando pasaba por su lado, para tocarme los pelos del chocho.

Revolviendo su estantería de libros, descubrí unas cintas de vídeo semiocultas. Antes de que Ángel pudiera reaccionar, ya había metido una en el reproductor. Lo que vi me dejó con la boca abierta.

Aparecía un negro en pelotas en mitad de la misma habitación en la que nos encontrábamos. El mandinga estaba de pie con las piernas separadas. Debajo, arrodillada, una morenaza tetuda la lamía el culo con devoción. Con una mano la tía se agarraba de un muslo del maromo. Con la otra, le sostenía el rabo, estirándole bien el pellejo.

Noté que Ángel se acercó por mi espalda. Detuvo la cinta con el mando a distancia y lo lanzó sobre el sofá. Me rodeó con sus brazos. Mientras me frotaba el clítoris, me susurró al oído:

Has descubierto una de las actuaciones de Erica, mi hermanita.

Joder, qué pollazo tenía el negro. Por cierto, ¿quién estaba filmando esto?

Creo que deberías seguir viéndolo para salir de dudas.

Ángel volvió a accionar el vídeo. Me mandó que me sentara frente a la tele.

Ábrete de patas, zorrita. Voy a mi habitación por un juguetito que te encantará.

Volvió enseguida con un pequeño vibrador. Se sentó a mi lado, pasándome un brazo por detrás de la cintura. Empezó a masajearme el coño entero con al palma de la mano. Me presionaba los labios del chochito con un movimiento circular acompasado con el vaivén de mis caderas.

El negro se había echado boca arriba en el sofá en que Ángel me estaba masturbando ahora. Tenía el nabo durísimo. La morena le propinaba una mamada de profesional, exponiendo su culo y su chumino al objetivo. Poco a poco la cámara fue desplazándose hasta la mesa de la sala, para quedarse allí fija. El tipo que grababa se incorporó a la escena. Era otro negraco con una tranca descomunal, más gorda incluso que la del anterior. La agarró por las caderas y se la folló a 4 patas, sin más preámbulos.

Hey, pensaba que eras tú el otro. Me alegra que no lo fueras. Aunque por quien más me alegro es por tu hermana ¡Ja. Ja!

El "trabajito manual" de mi chico y la visión de esas pollas de 25 cms me tenían totalmente mojada. Yo misma me lamía las tetas y me pellizcaba los pezones. Agarré el consolador y lo ensalivé con ganas. Ángel hizo un gesto para que levantara un poco el culito. El dildo entró hasta el fondo. Yo lancé un suspiro de placer.

El trío interracial no perdía el tiempo. Erica se sentó encima de la polla del primer negraco. Le costó metérsela, pero una vez dentro, su coño se amoldó perfectamente al pedazo de carne. El de la pija gorda empujó bruscamente a la tetona, pegó un salivajo y apuntó la cabeza de su capullo a la entrada de su blanco culito. La muy puta chilló de gusto cuando la empalaron por detrás. Se quedó estática, mientras los "brothers" la bombeaban por ambos agujeros con sus larguísimas mangueras.

Yo no podía más. Le supliqué a Ángel que me follara por donde quisiera. Permanecí sentada con el consolador en el culo. Mi amorcito se colocó encima mía. Me abracé a él y eché la cabeza a un lado para seguir visionando la cinta. De vez en cuando Ángel acercaba su cabeza a mi oído para decirme guarradas.

Eres una putita envidiosa. Has visto a mi hermana con una doble penetración y a ti también te han entrado ganas, ¿verdad?

Sí, sííí,… Soy una guarra como la perra de Erica. Pero a ti también te gustaría clavársela a tu propia hermana so cabrón. Ahhh… Me corro…

Ángel sacó el rabo de mi chochito y me lo metió en la boca. Sin perder tiempo empecé a pajearlo con fuerza. Él se encargaba de agarrame la cabeza para que no se me escapara ni un milímetro de su picha.

De reojo, comprobé que los morenitos bañaban a Erica con leche calentita. La zorrona quedó con el pelo y la cara totalmente empapados. Apenas podía abrir los ojos, pero los sementales no dejarían que se limpiara hasta que ella no hiciera lo propio con sus pollazos negros.

El cerdo de Ángel me tiró del pelo. Gritó como un loco.

¡Toma, puta, toma! Cómete mi sabo. Disfruta el aroma de tu coño. Te prometo que pronto probarás el sabor de tu culo.

Se marchó al baño a secarse la polla. Yo me quedé tirada, con la boca pegajosa y el consolador todavía en el ojete. Fue curioso, porque Erica miró a la cámara y sonrió.