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Cena de negocios

en Sexo con maduros

Tengo 38 años y desde hace 10 estoy felizmente casada. Mi marido, además de estar buenísimo es un hombre maravilloso, por lo que me cuesta perdonarme lo que le he hecho hace unos días. Confio en que nunca llegue a enterarse.

Hasta el momento en que todo ocurrió nunca había sentido tanto placer por una persona que no fuera mi marido. Todo pasó cuando mi esposo, Marcos, me comentó que habían programado una cena de empresa en su trabajo para anunciar un cambio de cargos que se iba a llevar a cabo. A mi no me hizo mucha gracia porque sabía que era una fiesta coñazo a la que había que ir super arreglada y manteniendo el tipo pero evidentemente no podía faltar.

Esa misma mañana salí a comprarme un vestido para la ocasión y nada más probármelo sabía que ese era el mío. Compré un vestido negro largo de una tela algo ajustada que dejaba ver todas mis curvas. Cuando llegué a casa me lo probé y Marcos, nada más verme no pudo hacer otra cosa que no fuera follarme, en plan broma me dijo que no sabía si dejarme ir así porque todos se pondrían cachondos.

La fiesta fue un sábado noche en un lujoso restaurante de Madrid. Cuando salimos de casa mi marido me susurró al oído en el taxi que necesitaba follarme y nos reímos, le miré la entrepierna y noté la tremenda erección que tenía, eso me hizo ponerme muy cachonda a mi también, pero no había tiempo para meternos en faena. Cuando llegamos a la fiesta podía notar el aire de deseo con que todos los hombres me miraban, eso me hacía sentir bien, pero mi calentura aumentaba por momentos. Marcos me condujo a una mesa en la que estaba sentado su nuevo jefe y compañeros. El Sr. Esteban, su jefe, era un tipo cincuentón de esos que te hacen seguirlos con la mirada cuando pasan a tu lado. Es de tez morena, pelo canoso, un bigote blanco muy sensual, cuerpo robusto, labios carnosos…. En fin, un ejemplar de hombre. Después de presentarnos nos sentamos a la mesa y comenzamos a cenar, todo estuvo muy bien, una velada menos estricta de lo que esperaba. El Sr. Esteban era muy campechano y en ningún momento nos hizo ver que estábamos ante el "gran jefe". A lo largo de la cena me pude dar cuenta que el jefe de mi marido no podía dejar de mirar mi escote.

Cuando terminamos de comer pasamos a una sala de baile, comenzamos a tomar copas y el ambiente se fue haciendo cada vez más amigable. Marcos estaba hablando con la esposa de su jefe cuando éste se me acercó y comenzamos una conversación. En ese momento pusieron una pieza lenta y mi esposo pidió permiso a Esteban para bailar con su mujer. Éste asintió con la mirada a la vez que extendió su mano para pedirme que lo acompañara a la pista. Yo acepté encantada. Cuando cogí su mano pensé que me iba a derretir de gusto, era muy grande y carnosa. Comenzamos a bailar cada vez más pegados, Esteban tenía una de sus manos en mi espalda y cada vez la bajaba más. Cuanto más abajo estaba ésta más caliente estaba yo, y más me acercaba a él, llegó un momento en el que nuestros cuerpos estaban tan pegados que noté como iba aumentando el tamaño de la polla de Esteban entre mis piernas. Fue entonces cuando me susurró al oído

"- no te separes porque si lo haces todo el mundo se va a dar cuenta de mi erección"

Al decirme estas palabras rozó con su bigote mi oreja y noté como mi tanga se empapaba.

El baile seguía y el se las ingeniaba para moverse sobre mi pubis de forma que nadie se diera cuenta. Volvió a susurrarme:

Quiero follarte.

Yo no podía dar crédito a lo que estaba pasando pero mi único deseo en ese momento era el poder tener a ese hombre dentro, aproveché una bajada de luz para rodear con mis manos su fuerte culo y empujarlo hacia mí, sintiendo su polla como un palo juguetear con mi raja. Lo único que nos separaba era la ligera tela de mi vestido y tanga y ese sensual traje de chaqueta, pero podía sentir el calor de su miembro, juro que ahí mismo me hubiera agachado y se la hubiera chupado. Le dije que pensara de que forma podíamos hacerlo. En ese momento terminó la canción y nos separamos, él se fue a la barra a pedir para que nadie se diera cuenta de cómo estaba. Pasado un momento se acercaron mi marido la mujer de Esteban y entablamos una conversación. Esteban desapareció por un momento y cuando regresó me dijo nos dijo qué queríamos tomar desde la barra y yo me acerqué con el pretexto de ayudarlo con las copas y me dijo;

Junto al servicio de señoras hay una sala de exposiciones, he conseguido la llave. Te espero allí en un cuarto de hora.

En ese momento Esteban se puso a charlar con otros compañeros haciéndose el despistado, mi marido también comenzó a relacionarse con otra gente y pasado un tiempo le dije que no me encontraba bien, que iba al servicio a intentar vomitar. El quiso acompañarme pero logré que no lo hiciera, le dije que no se preocupara si tardaba, que necesitaba tomar el aire y estaría un tiempo en el baño. Así fue como pude despistarme.

Cuando bajé las escaleras ví la puerta de la que me había hablado Esteban, tras asegurarme de que nadie me veía entré. Cuando estuve dentro se cerró la puerta y vía a la persona que buscaba. Esteban se había quitado la chaqueta y corbata. Se abalanzó hacia mí y comenzó a besarme. Me empujó contra la pared y noté de nuevo su polla entre mis piernas. Lo separé un instante, lo justo para dejar caer mi vestido al suelo. Le desabroché la camisa y sentí su vello blanco sobre mis pechos. En ese momento me di la vuelta, lo puse a él contra la pared y comencé a chupar su pecho. Bajé con mi lengua hasta llegar a sus pantalones. Los desabroché y se los bajé, llevaba un boxer azul claro con el que luchaba su polla por salir. No pude esperar si quiera a quitárselo, metí ese pedazo de carne cubierto de tela en mi boca y el comenzó a jadear. Se desabrochó el botón y sacó ese pedazo de polla. Me la metí de nuevo en la boca y mientras pasaba mis manos por su pecho lo chupaba como si se me fuera la vida en ello. Esteban se tiro al suelo y yo sobre él. Me abracé a él para sentirlo más, no paraba de moverse y jadear, comenzó a comerme la oreja, no os podeis imaginar lo que sentía, su lengua estaba carnosa y caliente, los pelos de su bigote me hacían cosquillas, en ese momento sentí que me corría, se lo dije y el aceleró la marcha de su penetración, cuando no podía más separé mi torso del suyo, me eché para atrás para sentir toda su polla dentro y aceleré aún más la marcha. En ese momento sentí su semen caliente dentro de mí.