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Quince

en Jovencit@s

Iba siempre a lo de amigo Pablo, medio bobo, pero un buen pibe. Su familia estaba conformada por cinco hermanos: Tatiana, Alejandro, Martín, Pablo, y al fin, su hermana quinceañera: Camila.

Yo estaba muy excitado pensando en ella y siempre me masturbaba pensando en aquella adolescente. Sólo había un año de diferencia entre nosotros, ella era virgen, yo ya no. Cada vez que nos veíamos ella me cruzaba una mirada sexy y yo le respondía con un guiño de ojos.

Ya nos habíamos fichado; ella era una piba de un metro sesenta y cinco, aproximadamente, delgada, pelo castaño medio rubio y unos ojos verdes hermosos. Tenía una hermosa cola apretada en sus jeans que la hacían tan sexy y unas tetas bastante desarrolladas para las chicas de nuestra edad. En fin, era casi perfecta.

    Un día, mientras estabamos Camila, Pablito y yo en la pileta, a mi amigo se le ocurrió ir a ducharse, acto seguido, la hermosa chica y yo quedamos solitarios en la pileta. Inmediatamente nos pusimos a hablar, ella sabía que le tenía ganas y yo qué ella a mí. Nuestra charla concluyó en un apasionado beso que dió fin gracias a la llegada de su hermano que afortunadamente no nos descubrió. Ésto me abrió camino para pasar a cosas mayores, ahora yo podría estar convencido de que Camila estaba apasionadamente enamorada de mí.

Durante toda la semana siguiente iba todos los días a lo de mi amigo exclusivamente para ver a su hermana, ya no le daba bolilla al pobre Pablo.

Durante las noches sólo pensaba en ella, unicamente en ella. Apuesto a qué ella también haría lo mismo conmigo.

Intentaba no hacerlo pero era inevitable no tener fantasías con Camila, era en lo único qué pensaba, era algo que no podía esperar a qué se haga real, yo estaba muy caliente y quería descargarme.

Así fue que, pasado un mes de la escena de la pileta, una noche Pablo me invitó a dormir a su casa.

Estuve todo el día con él, Camila sabía que ese día me quedaría a dormir. Dudo que ella no estuviera pensando lo mismo que yo.

Como siempre ella me hechaba su mirada, yo le respondía guiñandole el ojo derecho.

A eso de las nueve y media de la noche empezamos a cenar. Estabamos Pablo, Alejandro, Camila, su mamá y yo.

Ella se hacía la callada y yo le seguía la corriente. Al terminar la comida, cada uno se fue a su respectivo cuarto, salvo Tatiana y Martín que no estaban en la casa.

Pablo y yo nos quedamos hablando una media hora mas o menos, hasta que él se durmió.

Sigilosamente me levanté de la cama, asegurándome de que mi amigo estuviera bien dormido.

Ya todos dormían, salvo quien ya saben. Y ahí me dirigí. Su habitación estaba arriba, no muy cerca de la de Pablo, pero al lado de la de Martín, que afortunadamente no estaba en
la casa. Abrí la puerta de la pieza de Camila y ahí estaba ella, como si supiera que estaba por ir.

"-Hola, le dije sonriendo.

-Hola, me dijo.

-Estaba ansiosa, sabía que ibas a venir."

Sonrió.

Enseguida la agarré y empezamos a tranzar, me la apreté a full. Ella me sacó la remera y yo la suya. Agarró mi mano y la apoyo sobre su teta, entonces con mi otra mano acaricié su otra teta, todavía

con el corpiño puesto. Le saqué el pantalón, tenía puesta una tanga azul y verde. Me quité los pantalones y luego el calzoncillo.

La tiré arriba de la cama y le chupé todas las tetas. Ella me ofreció chuparmela. Ni lo dudé. Apoyé la espalda en la pared y me senté en la cama.

Me masturbó y luego me hizo un increíble pete, luego ella agarró mi pija y con sus tetas me masturbó hasta que le acabé en el culo.

Rato después, para terminar, hicimos el amor.

Fue increíble, nunca más volví a ver a Pablo ni a su hermana, ellos se mudaron a Neuquén, y acá quedé yo, después de 6 años acordandome aun de ese increíble día.

Camila...Camila.