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Nanny

en Jovencit@s

Nanny

Esta es la segunda historia que quiero publicar de las que he escrito. Como todas están ligeramente adaptadas pero son auténticas. Espero que os gusten por que con esa intención están escritas.

Mis amigos me llaman Gurú. Cuando tenía tan solo 9 años mi padre me envió a estudiar a un internado en Suiza muy conocido cerca del lago Constanza. Yo no hablaba ni francés ni alemán ni por supuesto italiano, ya que en casa solo se hablaba en español. Tampoco conocía a nadie pero todo el mundo parecía conocer a mi padre en aquel frío y oscuro lugar. El primer año fue un verdadero infierno pero rápidamente aprendí idiomas con fluidez. La rigidez y la disciplina eran tan férreos que algunos niños no lo podían soportar.

Lo que les quiero contar sucedió el primer verano que salí de allí en vacaciones. Mi padre envió a mi madre y a mi tía a buscarme para ir de vacaciones. En aquel verano yo ya tenía 10 años y por fin podía salir de aquella prisión. Viajamos a una ciudad de Alemania para coger otro avión que nos llevó a las Islas Seychelles donde estaba mi padre cerrando unos asuntos.

En cuanto puse mi pie en Victoria, la capital, me sentí liberado. Cambié mi ropa de lana por otra más fresca de lino. Cambié las institutrices y los patrones por bellas chicas jóvenes casi desnudas. Aquello era, y seguirá siendo, el paraíso. Mi sangre hervía como la gasolina en el infierno. En el hotel no paraba de correr, gritar, y liar miles de travesuras. Mi energía no parecía tener fin. Sin embargo todo aquello debió de ser demasiado para mi padre. Cansado ya de ver que su inversión en mi no tenía los efectos deseados tuvo una idea en principio terrible. Decidió llamar a Verlust Bruner, la institutriz más fea, ruda y grosera de toda Suiza.

Dos días después fui con mi padre al aeropuerto a buscarla. Puntualmente llegó su avión pero con una agradable sorpresa. Aquel ogro Austriaco enfermó milagrosamente y en su lugar enviaron a una adorable señorita. Nunca olvidaré su apellido por que nunca me dijeron su nombre. Para mi era Nanny Scherer. Una joven suiza de unos 25 años, con rostro angelical, de piel blanca y suave. Vestía casi como una monja pero no parecía ser voluptuosa. Me alegre mucho de verla aunque mi padre no acababa de creerse lo que había ocurrido. Pero al menos podía dedicarse a sus asuntos si preocuparse por mí.

Durante el primer día no volví a verla. Se metió en su habitación del hotel no la apareció más. Al día siguiente debía esperarla junto a la piscina. Íbamos a ir juntos a dar un paseo y después a la playa. Cuando llegó la hora bajé y la esperé un par de minutos justo al borde de la gran piscina central. Y entonces apareció ella. Con un pequeño bikini azul y un pareo blanco. Me miró. Me sonrió y yo creí estar en el cielo. Tenía un cuerpo precioso y nada tenía que ver con aquellas pesadillas grises. Llevaba las uñas de las manos perfectamente manicurazas y pintadas de forma muy elegante y discreta con un color blanco muy bonito. Me puso una mano en el hombro se agachó. Me dio un suave besito en la mejilla y me dijo al oído – Pórtate bien… - en un susurro casi imperceptible y con un dulce acento francés.

Caminando por el paseo marítimo era el centro de todas las miradas. Para mi era solo una mujer muy bella, casi sin pecho, pero nada más. Con esa edad el sexo no existía en mi vida. Llegamos a una cala casi sin gente. En ella jugaba una pareja joven con un gran perro labrador. Ella sacó una gran toalla amarilla y la extendió en la arena con cuidado mientras yo corría por la orilla. Se tumbo boca arriba y comenzó a darse crema protectora. Con la mirada me indicó que podía meterme ya en el agua. Sus ojos eran de un azul oscuro muy espectacular, y hacían que a pesar de su juventud impusiese lo suficiente.

Me desfogué en el agua y me dirigí hacia la toalla para secarme un poco, mi nanny estaba boca abajo. Alguna gota de mi cuerpo cayó sobre su espalda y reaccionó incorporándose. Se levantó y me ayudó a secar con otra toalla seca. Entonces me dijo - ¿Puedes darme crema en la espalda? Es que no llego… - yo accedí encantado. Me puse un poco de crema en la mano y la extendí con cuidado por el omóplato. Era la primera vez que tocaba a una mujer joven de esa manera y su piel tibia me pareció muy agradable. Empecé a notar que me ponía muy nervioso. Me estaba alterando. Acabé rápido de darle la crema. Y me puse otra vez a correr y a chapotear en el agua. Al cabo de una media hora me llamó para que no fuésemos ya de nuevo al hotel.

Esa misma tarde la pude ver hablando muy seriamente con mi padre en la cafetería del hotel. No se de que hablaban pero parecían preocupados por algo. Esta vez los dos llevaban ropa muy sería. Mientras yo tomaba un refresco se dieron la mano y mi padre se levanto. Se acercó a mi. Me atusó el pelo y me dijo que tenía que irse con mi madre un par de días a España y que me portase bien. Y así lo hice.

El primer día sin mis padres cerca fue bastante tranquilo. Volví a ir con la señorita Scherer a la playa y seguí poniéndome muy nervioso al estar cerca de ella. Cada día con un bikini distinto. El segundo y último día solos en aquella isla fue el más emocionante de cuantos había tenido hasta entonces. Como todas las mañanas la esperé en la piscina. Ella puntualmente apareció con un bikini blanco con pareo amarillo. Las uñas las llevaba pintadas de un color nacarado muy bonito. Pero esta vez me llevó a una cala totalmente solitaria. Era un lugar muy bonito. Había unas rocas con pequeños montones de arena y sobre ellos hierba. Nos acomodamos en un lugar recogido. Mientras colocaba las toallas yo me dirigí corriendo a la cristalina y calmada agua. Estaba tibia y casi no había oleaje. Enseguida, antes de que me mojase por encima de los tobillos me llamó a su lado. Me dijo que me tumbase junto a ella. - Hoy no te puedes mover de aquí. Mañana es un día importante para tu padre y deberás acostumbrarte a estar tranquilo y relajado. – Esto me lo dijo muy seria, parecía casi enfadada. Yo me sentí muy mal. Creí que iba a ser distinto. Y mucho más divertido. Sin embargo yo junto a ella cada vez estaba más nervioso. Me volvió a pedir que le pusiese crema en la espalda y lo hice. Mi tensión aumentaba. Y esta vez además decidió ponerme crema a mí. Primero por la espalda. Sus manos se movían rápidamente y con fuerza. Y después por delante. Embadurnó bien mi cuerpo pero según rozaba con sus manos mi cuerpo me ponía más y más tenso. Entonces noté un bulto entre las piernas. El bañador me molestaba. Y ella lo vio. Entonces me dijo – Ya se lo que te tiene tan tenso – mientras miraba aquel bultito en el bañador. Con suavidad me bajó el slip y mi pequeño pene saltó liberado. Me sentí muy cómodo y relajado. Ella lo agarró con suavidad y con un par de dedos retiro lentamente el prepucio. Aquello aumentaba exponencialmente mi excitación. Y comenzó un lento vaivén. Su pecho izquierdo se movía como un flan al ritmo de su mano. Mientras me miraba con tranquilidad. Intenté explicarle como me sentía pero solo me salían pequeños jadeos. Pronto sentí ganas de orinar y un liquidillo transparente salió por la puntita dándome un placer sin igual. Había tenido mi primer orgasmo con la nanny. Me sentí entonces muy relajado. Y me quedé dormido junto a ella mientras se limpiaba. Desperté en mi habitación del hotel justo para la cena.

Llegó la mañana siguiente. La señorita Scherer vino a mi habitación a buscarme. Me dijo al oído que no dijese nada de lo del día anterior a nadie y que me portase bien. Esa mañana mis padres habían vuelto con unos amigos de España he íbamos a ir todos a la playa. Tenían dos niños de mi edad más o menos por lo que aquello parecía divertido. Llegamos a la cala solitaria toda la compañía. Éramos unos diez y pronto nos metimos al mar. Cuando nos cansamos volvimos con nuestros padres y las nannies. Estaban cerrando un trato o algo importante y mi padre se estaba alterando con el ruido que hacíamos. Echó una mirada a mi madre y quien indicó a la señorita Scherer que se ocupase de nosotros. Nos pidió que nos tumbásemos en las toallas mientras nos secaba y nos daba protección para el sol. Mientras tanto nosotros como buenos niños seguíamos jugando y gritando. Entonces delante de todo el mundo. Se puso de rodillas junto a mi lado. Me miró fijamente a los ojos y me dijo con voz suave – Túmbate – Yo lo hice sin dudarlo. Volvió a bajarme el slip. Sujetó con delicadeza extrema mi pene y volvió a darle un masaje cálido. En poco tiempo estaba durito y yo cada vez jadeaba más fuertemente ante los ojos atónitos de mis compañeros de juego. Ella seguía con su movimiento sin inmutarse. Mi madre nos vio como si no pasase nada. Mientras mi padre seguía con sus tratos. Pude ver como su mano cubría completamente mi pene. Sus uñas nacaradas brillaban con el sol. En unos minutos llegó otra vez la sensación eléctrica del día anterior. Volvieron a salir las gotitas y me quedé de nuevo dormido.

Cuando desperté en el hotel los amigos de mi padre ya se habían ido. Mi padres se despidieron de mí. Las vacaciones de verano ya estaban acabando. Ellos volverían a España y yo con la nanny Scherer a Suiza. Seguramente tras esta experiencia fue cuando comenzó mi fijación por las manos bellas de mujer. Con las uñas bien arregladas. El placer que sentí entonces nunca más lo he experimentado. Pero seguiré buscándolo.

Otro relato en:

http://www.todorelatos.com/relato/38299/

Saludos del Gurú.

Dedicado a Yolandita.