EN EL TREN XXX
.El fin de semana ofrecía una magnífica oportunidad para
semanas no nos veíamos, eso si habíamos programado todo para disfrutar cada
segundo de nuestro encuentro, que tenía como destino un lindo pueblecito,
distante dos horas en tren.
..Para no levantar sospechas ni envidias, nos citamos en la estación principal
adquirimos los boletos y desde que nos vimos la necesidad de tener un contacto
más intimo se hizo intensa, un fuerte abrazo acerco nuestros cuerpos haciéndome
sentir sobre mi pecho sus senos que resaltaban por el escote de su blusa
mientras un prolongado beso no dejo ninguna parte de nuestros labios sin el
delicioso sabor del otro, ya en la plataforma la espera del tren se hacia más
agradable con cada caricia, cada roce provocador de su mano y su trasero sobre
mi pene, el sentir la respiración del otro junto al oído, acompañada de frases
como "quisiera comerte ahora mismo", o "mira como me tienes de excitado", además
el hecho de estar en un lugar público aumentaba nuestras hormonas y el deseo.
..Una vez se inició el viaje debimos permanecer de pie por la cantidad de
pasajeros, pero que cosa más emocionante que sentirse acosado por quien viaja
junto a ti, y al tiempo que buenos resultados se pueden obtener tocando a la
pareja bajo los abrigos sin que tu compañero de viaje lo note. Poco a poco el
tren se fue desocupando, y logramos un asiento en uno de los extremos, uno junto
al otro pero con muchos ojos observándonos, la excitación era grande y difícil
de ocultar bajo el pantalón, por otra parte Mónica ya me había comunicado que se
estaba humedeciendo mucho, y que si no llegábamos pronto sus jugos la delatarían
manchando su falda, esto me aceleró aún más y para comprobarlo nos despojamos de
nuestros abrigos y los colocamos sobre nuestras piernas y así podríamos
acariciarnos si despertar mucha suspicacia de los demás compañeros.
..En cada estación menos gente iba quedando en el vagón lo que nos permitía ser
mas audaces, mi mano ya habían recorrido la base de sus senos pero el brasier me
impedía ascender hasta sus pezones, así que Mónica lo desabrocho dejándome
libertad para acariciar sus sensibles aureólalas , entretanto su mano ya había
bajado la cremallera de mi pantalón y jugaba con mi pene, que a la vez luchaba
por salir para poder recibir todo el contacto de esa delicada mano que es
experta en ponerlo en su mejor forma para la faena.
Mas estaciones y menos pasajeros lo que permitió que Mónica se sentara frente a
mi y con una picara sonrisa me dijera que me tenia una sorpresa: muy despacio
fue subiendo su corta falda y abriendo muy sensualmente sus piernas hasta dejar
a plena vista ese pequeño triangulito de vello público que coronaba unos labios
turgentes, rosados húmedos cubiertos solo por el pantymedia, que era solo una
traslúcida mallita, sin ningún pudor se acarició la vagina para llevar sus
húmedos dedos hasta mi rostro, con ese delicioso aroma de una vagina excitada,
al tiempo que me decía que solo podría mirarla por ahora, lo que casi me hace
estallar allí mismo. Con muchas naturalidad se sentó de tal forma que me ofrecía
un fascinante panorama y muy lentamente empezó a acariciarse, yo podía ver como
su vagina se hacía más rosada, como sus labios se abrían para hacer que su
clítoris sobresaliera entre dos rosados y húmedos pétalos, su cara se
trasformaba por el placer que se estaba proporcionado, esporádicamente me miraba
para ver como luchaba contra mi tremenda erección, combinaba sus caricias
clitorinas por sensuales toques de sus senos que lucían espléndidos bajo su
delgada y ajustada camisa, con unos pezones rosados muy erectos que invitaban a
ser devorados en eses mismo instante, todo este maravilloso espectáculo gracias
a que su brasier ya había terminado entre su bolso.
Pasaron cinco interminables minutos viendo este morboso espectáculo, cuando nos
detuvimos en otra estación y entraron a revisar los boletos, y Mónica no daba
señales de terminar su show, por el contrario una vez llegaron a nuestros
asientos los inspectores con la mayor tranquilidad se levantó a buscarlos en su
bolso que estaba en el portamaletas sin ningún pudor en bajar la falda de tal
forma que podía ver sus magnificas nalgas, y cuando me levanté para colaborarle
en la búsqueda aprovechó para pasar su mano sobre mi pene, y al tiempo que
recostaba sus senos contra mi costado me dijo al oído que quería que la
penetrara en ese mismo instante, no sabia a quien atender si a mi chica o a los
inspectores, los que finalmente nos dejaron solos para poder continuar. Al
guardar los boletos nuevamente en su bolso los dejos caer y agachándose para
recogerlos me dio un completo espectáculo de sus nalgas y su húmeda vagina desde
otro ángulo, uno muy sensual y tentador faltándome poco para tomarla así, por
detrás y poseerla en ese mismo instante
Una vez sentada frente a mi, se inclino apoyando su cabeza sobre mis piernas
mientras sentía como desenfundaba nuevamente mi pene, en esta ocasión para
envolverlo con su lengua introduciéndolo en su boca una y otra vez hasta ponerme
al limite, sus labios era como una gran vagina húmeda y caliente que ajustaban
cada vez más mi pene queriendo exprimirle hasta la ultima gota de mi leche; al
levantar cabeza abrió sus piernas para permitir que mis manos juguetearan con
sobre su vagina, que más parecía un volcán, porque al primer contacto de mis
dedos sus gestos presagiaban un orgasmo ya incontenible, al tiempo quería
participar de su deliciosa corrida en un vagón de ferrocarril así que rompí sus
medias para poder acceder completamente a su inflamada almeja, creo que la
sensación de sentir como se rompía su ropa nos dejó a ambos en el punto de no
retorno, nunca había acariciado una vagina tan húmeda, tan suave y tan
inflamada, el clítoris no resistían ningún contacto si provocar los mas
deliciosos espasmos que Mónica no podía disimular, poco a poco deslicé un dedo
en su gruta y pude disfrutar de las contracciones de su sexo, al tiempo que me
deleitaba viendo sus ojos en blanco, sus manos apretando mis brazos para no
perder ningún movimiento de mi mano.
Después de este primer orgasmo me agache entre sus piernas para saborear el gran
manjar de sus jugos, creo que todo el tren olía a sexo y a orgasmo, mi rigurosa
exploración con la lengua de todos sus húmedos pliegues genitales creo que la
hicieron terminar otra vez ya que sentía sobre mi cara la presión de sus muslos
para que no abandonara esta posición.
Ya estaba imaginando como la penetraría con mi pene, sentándola sobre mi para
poder terminar la faena del tren cuando anunciaron la llegada a nuestro destino,
Mónica me dijo que no sabía si podría mantenerse en pie, porque sus piernas aún
le temblaban, y que muy seguramente en su falda habría evidencias de su
abundante lubricante sexual, así como en la silla de nuestro sexual tren. No
podrán imaginar lo excitante que resulto nuestra llegada al hotel donde nos
hospedamos, pero eso será tema de nuestra próxima entrega.