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Como mi marido, mi amiga y yo, nos follamos a Robe

en Bisexuales

Estábamos de vacaciones, otra pareja amiga, mi marido y yo. Habíamos podido obtener una buena oferta en un castillo escocés y todo estaba resultando genial, hasta que el marido de mi amiga tuvo que irse precipitadamente por culpa de su trabajo, inconvenientes de ser un neurocirujano eminente.

Intentamos que no nos estropease los buenos momentos que pasábamos los cuatro juntos, riéndonos, bebiendo, bailando y follando en la cama sin fijarnos en quien lo hacia con quien.

Nos dijo que siguiéramos igual sin él, que intentaría regresar antes de que se nos terminase el tiempo de estar aquí, pero ya no era lo mismo. Las dos últimas noches cada uno había dormido en su habitación. Ni siquiera mi marido y yo habíamos hecho el amor.

Así me encontraba, en esta especie de disgusto, mientras observaba la campiña escocesa desde mi ventana esa mañana. Entonces le vi a él, paseaba entre los árboles vistiendo tan solo una falda escocesa y unas sandalias. Me llamó poderosamente la atención y decidí bajar a verle más de cerca.

Cuando llegue cerca de él me fijé en su aspecto, me di cuenta de que la falda no era escocesa, sino femenina. Él era de complexión media, no le faltaba un gramo, pero tampoco le sobraba, moreno y completamente depilado, el tipo de hombre que a mí me gusta. Aún así me hacia gracia como iba, empezaba a reírme cuando me vio y sonrió.

(Díos mío que sonrisa más encantadora), me desarmó. Solo pude devolvérsela, embobada con su encanto.

_. Buenos días- me dijo.

_. ¿Disfrutando de un agradable paseo?

_.Ahora empieza a ser un poquito más agradable- le contesté

_. ¿Tú también paseas? ¿Qué te trae por estos campos? No te había visto por aquí estos días.

Me miro con sus ojos verdes sin dejar de sonreír.

_. Paseo por aquí, hasta que alguien me tome, soy un regalo.

Ya se me estaba poniendo el corazón a cien, y la parte baja se me estaba humedeciendo tanto que ya mojaba mis braguitas. (Joder que polvo tenia el hijoputa) la pena era la pena.

_. No sabes con que placer te tomaría como regalo, sino fueras gay.- Aunque esto último le daba más morbo si podía calzármelo.

Ahora no sonreía, se reía abiertamente.

_. ¿Lo dices por la falda y lo que llevo debajo? Juzga tú misma.

Toma mi mano y la acerca hasta él, la posa en una pierna y la hace ascender por ella. Ya no hace falta que me ayude, mi mano va sola, y la otra le sigue, sube por su pierna, llega hasta la falda, la otra mano levanta esta dejando ver que lleva unas bragas blancas, suaves y finas, que a duras penas tapan su duro miembro(vaya polla que se gastaba el andóbal).

_. Llevo esto porque estoy pagando una apuesta, pero de alguna manera me excita. Si no te estorba y quieres tu regalo, soy tuyo.

Claro que era mío, y no me estorbaba, sino que me ponía más cachonda aún.

Yo llevaba un vestido con botones por delante, y solo las bragas debajo. Arranque los botones como una furia poseída y le atraje hacía mí, mientras le gritaba.

_. Claro que quiero mi regalo, ven aquí mariconazo y follamé como un hombre, o como una mujer, ¡pero follamé!

Mi espalda estaba apoyada en un árbol, y él pegado a mi piel por el otro, quedando yo como un exquisito bocadillo en el medio. Me mordía el cuello, el pecho, las tetas. Se apretujaba junto a mí mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo. Tenía la falda levantada y su sexo, enfundado con las bragas, se rozaba con el mío, que también estaba cubierto con la prenda, que ya estaba empapada.

Como se rozaba, como me estaba poniendo. Me estaba echando un polvo sin penetrarme, pero yo lo estaba sintiendo como nunca lo había sentido. Acompañaba su roce con caricias y mordiscos, y yo ya no podía más.

Me corría, me corría, me corrí. Exploté de placer arañándole la espalda, pero el cabrón no paraba. Otra vez me estaba poniendo a tope, me estaba mandando al universo del placer, y no estaba segura de no perder el sentido.

Me corrí, joder como me corrí. Entonces el paro un rato, pero solo para bajar besándome el cuerpo hasta llegar a mi vagina. No le deje, ahora me tocaba a mi devolverle lo que me había hecho.

Me puse de rodillas junto a él, le levanté la falda con una mano, mientras la otra le acariciaba la pierna por el muslo y ascendía hasta su culo, que lo tenia muy prieto el jodido. Comencé a besarle por la rodilla, y subí hasta llegar a su miembro (que grande y duro lo tenía). Lo muerdo, arrancándole un gemido y mí mano ya está por dentro de su braga.

Busco el ano y mi dedo índice entra dentro del, haciéndole gemir de placer. Le gustaba, así que mientras no dejaba de morder su polla, fueron dos lo dedos dentro de su ano, subiendo arriba y abajo, lentamente, deprisa, más lento.

El tío gemía, gritaba y no dejaba de temblar. Me estaba pagando lo de antes con creces.

En un momento se corrió, dando mil gritos y temblando como antes hice yo con él. Su leche llega a mi boca, después de haber pasado por la prenda y yo la recojo, esta rica. Llevo mis labios a los suyos, para que con un beso pueda devolverle su semen, él acepta y disfruta con el beso.

Está claro que es mi regalo, y que puede ser un juguete con el que poder jugara a todo, y eso me encantaba. Mientras lo fuese lo aprovecharía, y lo compartiría como una buena chica, como así hice.

Encontré a mi marido tocándole el culo a mi amiga, mientras esta empezaba a moverse como una gata encelada.

_. ¡Que hijoputa, te la vas a follar sin mí!- le dije, mientras ponía morritos.

_. Yo os traía un regalo, pues ahora me lo quedo yo sola.

Estaba claro que no había enfado en mí, pero me divertía la escena y además podría aprovecharla muy bien.

-. Lo siento mucho cariño, dime que debo hacer para que nos perdones- me dijo mi marido.

Ya había caído_. Has de hacerme feliz, tendréis que hacerme feliz, y solo lo podéis hacer, si os follaís los dos a mi nuevo amigo Rober. Es mí regalo y quiero disfrutarlo y que lo disfrutéis.

Dicho esto, le hago pasar a la habitación donde estábamos nosotros.

_. ¿Cómo quieres que haga eso cielo? Pídeme otra cosa, fóllatele tú y yo miro, o las dos y yo colaboro un poco, pero eso no cariño- Decía mi marido, aunque poco convencido, porque siempre disfrutaba con mis caprichos.

Yo no dije nada, les mire, y ellos esperaron mi reacción.

Le quité la falda y las bragas a mi amiga y se las puse a Rober, retirándole las que él llevaba. Termine de quitarme el vestido e hice que mi regalo se acercara a mí y comenzara a besarme y acariciarme.

Yo sabía que eso excitaba mucho a mi marido, y mientras Rober me empezaba a poner calentorra, le levante la falda para que mi hombre le viera el culo enfundado en las bragas de mi amiga.

No se hizo de rogar, estaba excitadísimo y yo se lo había pedido. Se acercó a nosotros, aparto un poco a Rober de mí, y retirándole un poco a un lado la braguita, introdujo su pene en el culo de este, haciéndole gritar, primero de dolor y después de placer.

Que agitación, como se movían y como gemían los dos.

Entonces agarré a mi amiga y al obligue a ponerse a cuatro patas de frente de ellos.

_. Vamos puta, cómesela entera, que yo lo vea- Le dije mientras mi mano no dejaba de sobarla su coño que ya estaba bastante húmedo.

Toda una escena, mi marido se follaba a Rober mientras los dos no dejaban de gritar. Mi amiga se la estaba comiendo con mucho placer, puesta como una animalito mamando su comida, y yo se la chupaba a ella mientras la acariciaba las tetas, que siempre me gustó hacerlo, hasta cuando no hacíamos el amor y estábamos en público. Que duras las tenia la jodia.

Los orgasmos fueron simultáneos. Mi marido lleno de semen el culo de Rober, este la boca de mi amiga, mientras la puta no dejaba de llenar la mía de flujo y de pegar grititos de rata. Así era como se corría.

Estaban todos satisfechos y sus miradas eran de agradecimiento para mí. Así que les dije que tenían que devolverme lo que yo les había dado, y los tres a la vez, y empecé acariciarme yo sola incitándoles a que me poseyesen.

No hizo falta animarles más, ya estaban encendidos, ellos dos y la zorrita que siempre estaba dispuesta.

Tumbada en el suelo me hicieron un emparedado entre Rober y mi marido. Rober me la clavo hasta dentro, mientras mi marido bombeaba mi culo. Mi amiga de pronto me besaba la boca, los pechos, me acariciaba y me ofrecía sus tetas o su coño para que lo besase. No se como podíamos hacerlo los cuatro así, pero me estaban follando y yo estaba disfrutando como una loca.

Cada vez me estremecía más, joder, que me estaba corriendo, y de que manera. Una vez y no pararon, otra vez y tampoco, y los mamones seguían.

Yo gritaba cuando mi amiga me dejaba la boca libre, la muy pedorra se estaba masturbando delante de mí y a la vez me sobaba como podía. Ellos no paraban de follarme hasta que se empezaron a correr. Primero mi marido, que me dejo el culo libre, con gran pena por mi parte, luego Rober mientras se le escapaba la única palabra cariñosa que se pronunció en todo momento. Después mi amiga y yo a la vez, éramos tan amigas que hasta eso lo compartíamos. Me gustó mucho besarla después.

Los días pasaron, y las vacaciones también. El marido de mi amiga pudo volver y pasamos los últimos días como habíamos planeado todas las vacaciones. Y mi regalo ya no volvió aparecer por allí, pero nos dejó unos momentos muy placenteros a todos. Y a mí, las bragas que llevaba puestas y que olían y me recordaban a él, cuantas veces me he masturbado con esas bragas y el recuerdo de cuando mi marido, mi amiga y yo, nos follamos a Rober.