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El tercero en escena

en Bisexuales

Nunca pensé que un relato de nuestra historia bisexual les podría gustar tanto, pero ante la insistencia de algunos de los que lo leyeron, voy a contarles otro hecho que nos ocurrió a mi esposa y a mí, no hace mucho tiempo y ya con mi bisexualidad totalmente asumida y disfrutando de ella cada día más.

De más está decirles que lo que aquí les cuento es totalmente real y extraído de nuestras experiencias sexuales con otras personas, a lo largo de casi cinco años de compartir nuestra sexualidad.

Esto ocurrió en el mes de marzo de este año aproximadamente, como de costumbre, yo hice un contacto en la red, ya que a mi señora no le gusta mucho el tema de las interminables charlas y respuestas y bla bla bla que se dan en el chat o en el correo electrónico.

Apareció un hombre de 36 años que decía ser bisexual, con experiencia, buena facha y etc, etc, etc., todos atributos que lo hacían candidato posible de nuestra búsqueda, salvo por un solo problema…, él era sólo y no tenía pareja, ni esposa, ni nada parecido.

Aunque en el aviso que nosotros pusimos indicaba claramente que buscábamos parejas en las que ambos fueran bisexuales, él decidió escribirnos aún a sabiendas que cumplía solo con el 50% del requisito.

Y aunque no lo quieran creer, ése fue el detalle que nos movió los ratones a mí y a mi mujer, y nos pusimos a hablar acerca del tema imaginando posibles escenas de un encuentro en el cual esta vez solo fuera un tercero el que se integraría a nuestra pareja.

Tuvimos dudas al principio pero a medida que ambos chateábamos con él, esas dudas se fueron despejando una a una y quedó el panorama bastante claro como para decidirnos a un encuentro para conocernos.

Eso ocurrió un viernes a la noche, nos vimos en un bar en el centro de Montevideo, él era un muchacho que representaba menos edad de los 36 que decía tener, pelo corto, sin barba ni bigotes, cara media redondita pero con rasgos bien definidos como varón.

Lo que dejaba ver su camisa, era un torso bien formado, casi lampiño a la altura del pecho y sus jeans denotaban una cola bien formadita, piernas duras y una entrepierna bastante carnosa.

Nosotros como de costumbre estábamos prontos para la acción, siempre hacemos lo mismo, vamos predispuestos a que ocurra lo máximo, y si eso falla, nos consolamos entre los dos yéndonos a bailar a algún boliche y luego a matarnos con todo en nuestra casa o en algún telo.

Como el lugar no era el más adecuado para tener una charla que iba subiendo de tono, decidimos irnos a un lugar un poco más apartado en el cual pudiéramos seguir charlando y por supuesto hacer el ambiente más propicio para que el encuentro prosperara. Nos subimos los tres a nuestro coche, él dejo en un garage el suyo, y de allí partimos rumbo hacia un lugar que nos cobijara para continuar charlando, tomando tragos y preparando el ambiente.

A un poco más de la mitad del camino, veo por el rabillo del ojo que José (ése fue el nombre que nos dijo) estaba apoyado en los dos respaldos de nuestros asientos y charlando animadamente con nosotros, pero noté un movimiento raro que no pude darme cuenta de que se trataba, ya que cuando miré no vi nada.

Seguimos adelante y esta vez, iba más atento a posibles movimientos rápidos, cuando en eso me doy cuenta que la mano derecha de José estaba justamente debajo de la axila de mi esposa, supongo yo con toda certeza que estaría amasándole una teta por sobre sus ropas y la muy bandida no me dijo absolutamente nada.

Y quiero hacerles una aclaración, no me dice nada cuando ocurren cosas así porque yo le pedí que no lo hiciera, ya que al descubrirlas por mí mismo me excitan muchísimo más que si ella me lo indica.

Me hice el que no había visto nada, pero casi al instante sentí que unos dedos fuertes hacían presión sobre mi zona cervical, en un intento de masaje relajante y en ese mismo instante sellamos el compromiso de irnos a un telo a pasar mejores momentos.

De camino al telo pasaron algunas cositas más de toqueteos y manitos que van y que vienen, pero nada más que eso. Nos reservamos lo mejor para cuando estuviéramos en la habitación.

Llegamos al lugar, subimos a la habitación, pasó mi esposa al baño y nosotros nos quedamos charlando un poco acerca de cómo actuar de aquí para adelante, a lo cual José me dijo que él permanecería al margen hasta tanto nosotros dos se lo indicáramos.

Entré yo al baño en donde estaba ella y allí más o menos le comenté lo que habíamos acordado con José antes, y ella estuvo totalmente de acuerdo, es más, empecé a sospechar de que ella estaba disfrutando muchísimo de la relación tal cual se venía dando.

Salimos los dos del baño y entró José, quien todavía estaba totalmente vestido, solamente se había quitado los zapatos, y nosotros dos, parados a un costado de la cama, comenzamos a abrazarnos y besarnos como en las mejores épocas de novios.

Al momento sale José del baño, se acomoda en un sillón al lado nuestro y nos observó durante varios minutos sin acercarse un centímetro, pero sí me di cuenta de que se estaba frotando la pija por sobre el pantalón.

Mediante una indicación que yo le hice con la mano, el se incorporó y se colocó detrás de mi esposa, refregándose contra el culo de ella y metiéndole las manos por donde hubiera un lugar disponible. Yo mismo sentí sus manos tocando las tetas de mi esposa al mismo momento en que yo lo hacía. Sentí también que ella se acomodaba para sentir en su culo la dureza de la pija de José que continuaba refregándose de arriba abajo y de derecha a izquierda.

Al instante siento que mi esposa iba perdiendo sus ropas de a una y cuando quiso darse cuenta, estaba totalmente desnuda entre nosotros dos, que estábamos vestidos totalmente.

Eso aceleró aún más los latidos de ella y por supuesto los míos, y supongo que también los de José.

Al próximo segundo, siento que las manos de mi mujer comienzan a buscar el lugar donde se alojaba semejante bulto que la comprimía desde atrás y me di cuenta que le estaba bajando el cierre para meter su mano dentro de la bragueta y después de allí continuar el trabajo de dejar al desnudo lo que más pudiera.

Cayeron los pantalones de José y no llevaba calzoncillos entonces el contacto a partir de ahí fue pleno con el culo de mi mujer, ella volvió a abrazarme y le ofreció todo su trasero para que él lo recorriera con su aparato a piacere.

Me fue desnudando a mi de a poquito, mientras se escapaban de su boca suspiros de gozo y placer que le estaba dando tanto franeleo.

Lo que vino después fue cantado, se agachó entre los dos y se mandó la pija de José a la boca de una, sin pedir permiso y sin decir "va pelota". Allí fue que quedamos José y yo cara a cara, nos miramos a los ojos y él enseguida se inclinó para lamer mi pecho. Allí comenzó uno de los momentos de mayor calentura que yo recuerdo porque fue algo totalmente espontáneo, sin el menor ensayo ni aviso.

Me lamió con la puntita de la lengua en los pezones y a la vez me agarró la pija y me empezó a pajear lentamente.

Para compensarle tal favor, yo me agaché y compartí junto a mi esposa de aquel delicado bocado que hasta ahora solo había disfrutado mi mujer. Tenía una pija de tamaño normal, de esas que no destacan por su porte pero si por su dureza y su forma. Además estaba totalmente depilado arriba y debajo de la pija, no tenía un solo pelito que molestara el pasaje de la lengua por toda la zona.

Me quedé un buen rato intercambiando con mi esposa de tan hermoso pedazo de carne dura que cada tanto derretía en nuestra boca jugos de sabor un tanto salado pero delicioso y que compartíamos como sedientos.

En eso estábamos cuando me incitó a pararme y fue él quien se agachó para comenzar a chuparme la pija en sociedad con mi mujer. Fue un encanto de momento, ya que los dos estaban gozando como locos mezclando sus salivas y sus lenguas alrededor de mi pija y mis huevos.

Todo a la perfección pensé, qué podría salir mal? Nada me autocontesté, estaba en el momento justo con el estado anímico y físico justo, disfrutando al máximo en compañía de mi amada esposa, y gozando de una relación física impresionante.

Era hora entonces de seguir adelante.

Les dije a los dos, que les parece si vamos a la cama un rato y hacemos algo más interesante?

No dudaron un solo instante y si bien no me respondieron con palabras, lo hicieron con la mirada y con los gestos.

Ella se tiró sobre la cama y él se puso sobre ella haciendo un 69 delicioso que yo complementé chupándole las nalgas y jugueteando con los dedos en su agujerito.

De repente empecé a sentir los quejidos típicos de mi mujer cuando está por acabarse y me agaché para sacarle de su boca la pija de José y así poder sentirla quejarse hasta el final de su orgasmo.

Hasta que eso pasó, yo le seguí mamando la pija sin parar pensando que él también podría acabarse, pero no pasó, resultó ser aguantador el hombre.

Cuando ella se acabó en la boca de José, casi al instante se paró y se fue al baño a refrescarse supongo, por lo que quedamos los dos tirados en la cama, al repalo y mirándonos a la cara, entonces yo le agarré la pija, se la acaricié y luego empecé a hacerle una paja suavemente, casi con delicadeza podría decir. Eso llevó a que él hiciera exactamente lo mismo conmigo y así estuvimos un buen rato de placer manual los dos.

Yo no pude contenerme y quise volver a chupársela, pero él con mucha suavidad me apartó y buscó en sus pantalones un condón. No faltó ninguna explicación para que yo me diera cuenta que estaba a punto de ser penetrado por José o al menos esa era su intención.

Me sentí solo, ya que en anteriores oportunidades siempre estuvo mi señora presente cuando alguien me penetraba y era ella quien incitaba a que lo hicieran.

Esta vez no, fue distinto, José se ponía el condón y yo trataba de ganar tiempo para que mi mujer volviera del baño de una vez. Pero eso no ocurrió.

Cuando ya me dí por "perdido", simplemente me puse en cuatro patas, José se acomodó detrás de mí, y con una delicadeza digna de elogios, comenzó a mojarme y a dilatarme con sus dedos húmedos y sin darme real cuenta del momento exacto, sentí que la cabeza de su pija estaba abriéndose paso en mi cola.

Me aflojé al máximo, traté de facilitar la entrada y con gran habilidad él comenzó un suave movimiento de adelante y atrás para permitir total lubricación y así llegar a lo más hondo.

Cuando los dos estuvimos a gusto, comenzó una real cabalgata sobre mis caderas con toda su pija dentro de mi culo. Creí que estaba a punto de entrar a las puertas del cielo. Hacía tiempo que no cojía con un hombre, pero también hacía tiempo que no cojía tan bien como lo estaba haciendo ahora.

Fue brillante la manera en que estaba gozando, sentía toda la dimensión de su pija entrar y salir en mi culo, y a pesar de que no era de las más grandes, tuvo la suficiente habilidad como para hacerme sentir del primer al último milímetro de verga dura y caliente.

Cuando se retiraba, la sacaba hasta ver mi culo totalmente dilatado y cuando éste naturalmente comenzaba a cerrarse, me la volvía a poner hasta el fondo haciéndome sentir el golpe de sus huevos contra las nalgas.

Era todo un experto, me estaban haciendo la culeada más grande de mi vida y yo no daba crédito de aquella maravillosa experiencia.

Estaba totalmente extasiado, me sentía como una verdadera puta que le taladran el culo y le hacen sentir la fuerza de un macho vigoroso y dulce a la vez.

En eso estaba, cuando levanto mi cabeza que la tenía pegada al colchón, y veo por uno de los espejos de la habitación a mi mujer que desde la puerta del baño nos espiaba y estaba pasándose los dedos por la concha que a esa altura supongo que estaba pronta para una segunda instancia.

La llamé y le dije que se uniera a nosotros, pero ella me dijo que era tan perfecta la situación en la que estábamos que le daba pena llegar allí y estropearla, entonces prefirió quedarse como espectadora de lujo de una cojida espectacular que tuvimos José y yo.

A lo sumo se limitó a mojarse un dedo e introducírselo a José por el culo con movimientos que acompasaban el ritmo con el que José me cojía a mí.

Estaba visto que esa situación no podía durar mucho y de repente se empezó a escuchar un jadeo profundo de José, se le entrecortaba la respiración y sus músculos estaban cada vez mas tensos.

Le pedí que cuando fuera a acabar, la sacara y me acabara encima mío, a lo que accedió sin contestar, ya que de golpe siento que la sacó y me dejó lugar para que yo me diera vuelta y pudiera apreciar su pija que estaba sumamente hinchada y roja a punto de reventar en una explosión de leche que vino y llenó mi pecho y parte de mi cara y pelo con ese néctar caliente y con olor a hombre.

Me refregué todo el cuerpo para poder sentir ese olor fuerte en mi pecho y brazos y luego nos reunimos en un fuerte beso los tres, como sellando un gran momento de placer que nos fundió a todos en un vuelo maravilloso.

Así quedamos los tres, tirados en la cama, totalmente flojos por un rato, sin decir palabra.

Era el cielo que había llegado a tocar la tierra. Estábamos exhaustos pero muy felices.

Totalmente empapados en transpiración, pero gozosos por el momento vivido.

Me paré, me fui al baño a ducharme y entre el agua tibia y mis pensamientos estaba absolutamente extasiado recordando todo lo vivido hasta ese momento.

Me quedé como quince minutos gozando de aquella paz de agua y recuerdos, hasta que un ruido me sacó de mi éxtasis. Me quedé atento y volví a escuchar lo que pareció ser un quejido seco, casi sin ruido.

Me seco, y salgo del baño como investigando lo que había del otro lado de la puerta y me encontré con la grata sorpresa de tener una mujer absolutamente cogida por la concha y gozando como loca en una cabalgata sobre nuestro común amigo.

Yo no podía creer que a los diez minutos de acabarse conmigo, ya tuviera otra erección fuerte para que se estuviera cojiendo a ella.

Pero me tuve que convencer a la fuerza porque a partir del momento en que mi hice presente en la habitación, ya no ocultó mi esposa los quejidos como antes, sino que los descargó con brutal fuerza, gritando como cuando goza conmigo en la intimidad.

José me estira la mano y me acerca a la cama colocando hábilmente su cabeza en posición para poder chuparme la pija. Eso hizo que mi mujer se inclinara hacia delante y entre los dos hicieron un sándwich de mi pija entre ambas bocas.

Mi erección no se hizo esperar mucho, no era tan intensa pero llegó, y casi sin decirle nada, me coloqué a espaldas de ella, la incliné hacia delante y le apunté directo al culo que por otra parte era lo único que tenía libre.

Se la acomodé, se acomodó ella, y allí comenzamos de nuevo con un ejercicio de mete y saca que le arrancó gritos de placer como nunca la había sentido gritar.

Ella me decía a mí que le encantaba ser muy puta para que yo la viera, y que además le gustaba coger con otros delante de mí y así hacerme cornudo en el momento.

Se imaginan que cada cosa que ella me decía al respecto, era respondida por una estocada de mi pija en su culo, a lo cual ella gritaba y se quejaba de que la iba a romper toda y esas cosas.

Lo cierto fue que ni la rompí, ni se achicó, gozó como una verdadera mujer tiene que gozar, ensartada por dos pijas y pidiendo por una tercera para tenerla en la boca.

Eso hizo que rápidamente llegara al orgasmo José, acabando dentro de mi mujer toda su leche que quedó contenida en el condón.

Al instante me acabé yo, pero esta vez fue sobre los cuerpos de los dos, mojándolos con mi leche caliente.

Y cuando le tocó el turno a ella, lo hizo de la manera más puta que se le puede ocurrir a una persona que vuela de calentura.

Se bajó de arriba de José, le sacó el condón y comenzó a chuparle la pija toda mojada de leche para luego hacer lo mismo conmigo. Y como si esto fuera poco, volvió a hacer algo que a ella siempre la calentó y fue que con la leche de ambos en su boca, vino a besarnos a ambos y de esa forma compartir con nosotros la leche que ella tenía de los dos.

Si alguien que llegó hasta aquí leyendo este relato, piensa que es fantasía pura o mentira directamente, me gustaría poder probarle todo lo real que es este relato.

Espero sinceramente que así lo entiendan, ya que nada de lo dicho aquí está alejado de la verdad. Esa es nuestra experiencia de vida.

Esperamos que les guste a todos y me lo hagan saber si así fue.