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Mi sensual inquilina y el cornudo de su mozo (2)

en Hetero: Infidelidad

Mi sensual inquilina y el cornudo de su mozo ( Segunda Parte )

ADVERTENCIA: No lea éste relato si no quiere acabar masturbándose en su casa u oficina copiosamente, tiene un alto contenido erótico y un morbo especial y si eso mismo es lo que desea, por favor lea desde el comienzo primero la parte uno publicada en ésta misma página. Que tengan buena paja, afablemente. El autor.

 

Pasaron ya algunos días de lo ocurrido en el apartamento de Viviana cuando Hernán su marido nos encontró con ella disfrutando de una jornada amatoria con epicúreo deleite y yo en realidad con el miedo de que el tipo vaya con el chisme a mis suegros ya que con ellos sí tenia contacto casi todo el tiempo, cada tarde que yo llegaba del trabajo especialmente los primeros días entraba a casa preparado para todo, a afrontar el tremendo lío que se iba a armar si ese día se le daba la gana de abrir la boca, pero pasaron los días con total normalidad aunque yo en mis adentros sí temía que se arme un relajo muy fuerte al enterarse ellos de mi infidelidad a su hija con la inquilina, ya cuando pasó más o menos un mes y el tipo ya pagó la renta de su apartamento y habló con mi suegro y no le dijo una sola palabra de lo ocurrido ya se me asentó el alma al cuerpo y tuve la certeza de que no iba a decir nada, todo esto yo me enteraba en conversaciones ajenas de oyente y yo como que nada, durante todo éste transcurso de tiempo a ella no la vi, pues luego supe que se había ido a pasar una temporada en casa de sus padres al campo ya que iba con dinero fresco que Hernán les daba para su manutención y se daban ciertas comodidades.

Luego de vernos un día los dos solos en la entrada de la puerta principal de la casa cuando yo salía y ella entraba y como no nos pudimos decir ni media palabra ella me llamó a mi celular y me citó en un parque que es bastante camuflado y discreto a pesar que está muy cerca de la casa por su majestuosidad en vegetación, es un lugar muy tranquilo para poder hablar y ahí suelen ir las parejas de enamorados adolescentes después del colegio, llegué cinco minutos antes de la hora acordada y dirigiéndome al lugar de encuentro dentro del parque en dónde había una casita de madera en el aire sostenida de dos árboles me cercioré de que no había nadie alrededor que me conociera y subí por las escaleras con sus pasamanos de madera y era una suerte de que no estaba ocupada, para matar el tiempo me puse a leer un sin número de graffitis que los muchachos se inventan cuando a lo lejos por la ventana de atrás de la casa divisé a mi criolla bonita acercarse con ese aire de mujer garbosa, subió a la casa regresando a ver a un lado como al otro y la recibí con un rico abrazo enroscando mis brazos en su diminuta cintura y un beso sonoro en los labios que lo recibió con emoción y esmero.

Teníamos mucho de que hablar así que los dos sabíamos que ahí nos habíamos reunido para conversar y no para coger aunque en realidad con esa mujer al frente mío y a solas ganas no me faltaron.

Con nuestros sentidos agudizados nos sentamos en unos taburetes frente a frente mirándonos a los ojos atentos a lo que teníamos que contarnos.

Yo tenía muchas preguntas, de la emoción no sabía ni por dónde empezar, quería saber cómo le hizo para que su esposo no les cuente nada a mis suegros, cómo arregló semejante lío si el tipo estaba más bravo que un toro en lidia, en fin, lo mejor fue que ella mismo como sabía todo tal y como había sucedido agarró el hilo de la conversación y de principio a fin ella me contó todo y fue lo siguiente:

 

 

Cuando tú te fuiste el día en que nos encontró amándonos Hernán estaba furioso, me comenzó a insultar y me hizo una escena de celos y yo le planté desde un principio por que yo ya sabía que desde hace algún tiempo ya se olía algo entre nosotros por que me decía que te quedo mirando mucho y de cierta forma coqueta e insinuante y le dije:

-Vamos, amor mío … No te pongas bravito. Si en el fondo te ha gustado verme arrecha como una perra, ¿Verdad? Lo pensé fríamente y llegué a la conclusión que definitivamente le había gustado, yo le conozco a pesar de su ataque de celos yo sentí que le gustó. Noté cómo se le ponía dura al recordar la deliciosa escena contigo Papi.

-¿No es verdad, mi amor? – Le dije a Hernán dulcemente, cogiéndole el pene y empezando a masturbarle.

¿No es verdad que te ha gustado verme desnuda entregada, arrecha y hambrienta, y que todo el mundo de esta casa se dio cuenta de ello? ¿No es verdad, mi cielo? Su incipiente erección creció inmediatamente mientras le bombeaba y le hablaba tan cariñosa y dulcemente.

-Es verdad, mi amor, te ha gustado – continué -. No puedes ocultarlo, mírate el pito, lo tienes como nunca. Vamos, confiésalo.

-Es verdad – gimió – Me ha gustado verte desnuda y poseída por ese hombre, cachonda y abierta para él.

-¿Sólo eso? ¿Sólo te ha gustado eso?


-No, mi amor.

-¿Qué mas te ha gustado?

Estar allí para verlo, todo desnudo, bien erecto hecho un semental con su cuerpo encima y dentro tuyo, sí querida. Y que todos los vecinos lo supiesen.

-Ya veo, mi amor. ¿Y no es verdad que eres un pajero de peso ?


-Es verdad.

¿Y que sientes mucho placer masturbándote mientras piensas en tu mujer desnuda y cachonda, entregada a un hombre esbelto viril y bello.

-Es verdad, mi amor.

-Entonces voy a dejar de masturbarte para que acabes tú solito – y así lo hice…

 


-Piensa en ti, en mí y en Tato juntos en ésta casa transformada en un templo del placer.

¿No te da más placer?

-Es verdad. Me lo da.

-¿Vas a correrte?

-No tardaré mucho

-¿Y yo, mi amor? ¿No puedo disfrutar yo?


-Claro que puedes.

-Entonces tienes que consentir en que me culeé Tato, ese macho que he conocido en ésta misma casa y que me vuelve loca con su manera de ver, ser y poseer.

¿Consientes?

No, respondió.

 

Le gustaba y le disgustaba la idea. Siempre fue por naturaleza muy convencional, y ésta propuesta última ya era demasiado fuerte para él. Pero no sé de dónde me salían tan morbosas ideas. Estoy perdidamente loca por ti Tato y soy capaz de todo por que me sigas poseyendo como lo haces siempre…

-Podrías mirar y masturbarte – le dije – Yo te dejaría. Estaré muy cachonda y muy puta para ti pero lo haré con Tato y mientras tú te pajeas él me penetrará con esa enorme verga suya, haciéndome correr una y otra vez, y los dos disfrutaremos. ¿No te gusta la idea?


-Sí – dijo, a punto de terminar.

-Dímelo.

-Me gustaría mirar y masturbarme mientras ese Tato te culea con su enorme verga.

-Entonces, ¿consientes en que me la de?


-Sí, consiento.

-Y serás tú quien introduzca su pene dentro de mí, ¿verdad cariño?


-Verdad.

-Y no sentirás celos ni te quejarás, porque eres tú el que me lo pide y el que mete esa enorme barra en mi jugoso coño…

¿Verdad que no?


-No sentiré celos, mi amor.

-Y te convertirás en cornudo consentido dándolo por sentado, ¿No es verdad?


-Es verdad – dijo, acelerando su ritmo masturbatorio.

-¿Por qué?


-Porque quiero introducir el pene de Tato en tu chucha para poder mirar y masturbarme rico mientras te coge.

-¿Y lucirás tus cuernos con dignidad y orgullo?

Viviana me contaba y yo simplemente no podía creer su osadía, su valentía y astucia de llevar y encaminar las cosas tal como ella quería que sucediese y de tal modo, con cara de asombro seguí escuchando su acústica voz que hacía eco en las paredes de madera de la casa de los árboles…

 


-Sí, mi amor. Los luciré con orgullo.

-¿Lo juras?


-Lo juro.

-Te quiero, mi amor.

-¡Te quiero! – gritó Hernán, eyaculando en sus manos irremisiblemente. Fue una corrida escandalosa, larga, espesa, en conmemoración de su futura condición de cornudo.

Cuando acabó fue dando tumbos hasta la cama, desplomándose sobre ella en completo estado de agotamiento. Al rato sentí que se quedó dormido y me metí en la cama con él y me abrazó tiernamente. Nos dormimos excitados por lo que iba a suceder.


Al otro día despertamos y Hernán me dijo que quería que todo entre nosotros esté normal y que quería que aproveche mi sexualidad al máximo.


-¿De verdad quieres que todo esto lo tomemos con normalidad? –pregunté.


-A mi no me importaría si no te quisiera tanto pero Viviana por qué me haces esto.


¿Qué ya te echaste para atrás maricón?

Viste que no puedo confiar en ti maricón ?

¡¡¡ Lo juraste anoche !!!

Entérate que ese macho me encanta y así hagas lo que hagas o digas lo que digas yo seguiré con él, no renunciaré a Tato, ese si es un macho que sabe como tratar a una mujer como yo, no como tú.

Lo juraste anoche y quedamos en que a ti no importa que tire con Tato siempre que puedas pelártela mirando desde un rincón, ¿no es así?

Asintió con la cabeza. Estaba desnudo y no hizo nada para controlar una nueva erección, ya estaba habituándose a empalmarse escuchando cómo su mujer hablaba de chingar contigo papi rico.

-Me parece bien –sentenció, solemne-.

Pero ha de quedar claro – le dije - que tú no puedes acostarte con nadie; es más, que ni siquiera podrás compartirme con Tato cuando me tire. Deberás, en todo caso, seguir mis indicaciones al pie de la letra, pero nunca podrás penetrarme por lo menos hasta después de unos días después de haber sido cornudo. Durante ese intervalo de tiempo, ni siquiera dormirás en mi misma cama. Y cuando quieras aliviarte, pondrás el vídeo que quiero que tú mismo filmes y te la machacarás viendo cómo me ha complacido Tato.

¿De acuerdo?


-De acuerdo –respondió - automáticamente.

-Y que quede claro que todo esto me lo pides tú. Luego no me vengas con ataques de celos ni cosas por el estilo, ¿ Vale ?


-Vale – accedió, con una erección agrandándose por momentos.

-Vamos a pasarlo muy bien los tres, ya lo verás –le dije a Hernán, dándole un beso en la mejilla y regalándole unas caricias en su cabeza y frente despeinando su pelo.

Me lo acabó de contar con su naturalidad innata tal y como les he narrado, y yo con una erección dentro de mis pantalones sólo de imaginarme lo que a futuro iba a pasar, iba a poder beneficiarme de la inquilina más rica de todos los barrios de la ciudad con la complacencia y consentimiento de su marido,ésto no estaba planificado en mis morbosas fantasías en realidad yo casi no había hecho nada para que sucediera, ella se había encargado solita de hacer todo lo necesario para prepararme el chance de darle verga siempre que cualquiera de los dos quisiéramos en su propia casa.

Se quedó viendo mi bulto y con una sonrisa picaresca y regalándome una mirada penetrante a mis ojos, mientras observaba sus pupilas agrandarse y dilitarse en momentos ella con la rapidez propia del deseo desenfrenado sacó y tomó mi brillante pene y se lo engulló de golpe hasta la garganta para luego de prodigarme un placer inmenso me la comenzó a lamer como paleta de helado desde el escroto hasta la punta, con su lengua por la parte de afuera de mi uretra iba sacando mis líquidos pre seminales que ayudaban a lubricar aún más mi glande mezclándose con su saliva. La quise acariciar la chepa pero deteniendo mi mano me dijo que estaba menstruando y que ese día era el último, era miércoles y que ya necesitaba sentirme lo más pronto como ya estaba acostumbrada y que vaya a su casa el sábado por la noche que ella ya tendría arreglado todo para nuestro primer encuentro con un invitado más de espectador…su marido. Sólo el pensarlo más su mamada estupenda hizo que saliera de mi una cascada de semen la cual fue a dar a su boca, mejillas y pelo y encharqué el seco piso de madera con otros gruesos chorros, me vació hasta la última gota y luego me dio un beso muy morboso haciéndome saborear mi propio semen. Me abrazó me acarició y besándonos como adolescentes de secundaria nos disfrutamos por encima de nuestras ropas, dándome un beso en la punta del glande a manera de despedida en dónde tengo un lunar íntimo el cual a ella le encanta y le causa mucha arrechera, guardó mi verga semi flácida indicándome que me esperaba la noche del sábado en su casa.

A mí me cayó de perlas la fecha de la cita, por que precisamente el sábado siguiente toda mi familia incluyendo los políticos tenían planeado un fin de semana de campo en la quinta de mis suegros a la cual yo no estaba apuntado por cuestiones laborales.

Todo se me estaba dando a pedir de boca sin hacer mucho, me puse a pensar que ni teniéndolo planeado me podría haber salido mejor.

Llegó el sábado y pasó muy rápido el tiempo trabajando en mi oficina, en la tarde tipo seis y media de la tarde llegué a mi apartamento encima del de ellos y me bañé, me perfumé y vestí para tan peculiar cita que era pa’culiar a mi sensual inquilina delante del cornudo de su mozo. A las 9 de la noche bajé las escaleras y toqué su puerta.

Salió a abrir ella enseguida excedida en belleza y me hizo pasar a la sala en dónde estaba su marido viendo televisión, saludamos y me senté en el sillón.


-¡Qué ganas tenía de que llegases Tato! –exclamó Viviana-. Estás guapísimo. ¿Te gusta cómo me he vestido para ti? – preguntó, girando sobre sí misma para ofrecerme una perspectiva completa de su cuerpo, observando con auténtica fruición su culo y sus tetas me quedé paralizado viendo a semejante hembra con una micro falda blanca y una blusita tipo top rosada que hacía resaltar el color de su piel canela la que me iba a coger después de unos momentos a placer en presencia de su maridito.

Luego de muy poca plática ella se abalanzó sobre mí en el sofá metiendo su inquieta lengua con mucha pasión en mi boca, comenzó a sacarme los botones de la camisa al tiempo que iba besando mi pecho y tomando mi verga por encima del pantalón la sintió dura y realmente se descontroló y bajando mi cremallera sacó mi verga y llevándome casi arrastrado a su habitación conyugal tomándome de la verga como si fuese mamá elefanta, mirando a su marido que nos había seguido atrás habló:


-Tú siéntate allí, cornudo mío, con aplomo, señalándole una silla que había en un rincón. Mientras nosotros nos calentamos, tú puedes masturbarte si quieres. Cuando te haga una señal, te acercarás e introducirás el pene de mi Tato en mi zorrita para que él me la empuje hasta el fondo.


Obedeció desnudándose al instante sentándose en la silla. Viviana no perdió el tiempo y se lanzó sobre mí como una leona. Empezamos a meternos mano y a acariciarnos de forma salvaje, prácticamente arranqué su blusa mientras ella me quitaba los pantalones. En un momento dado, VIvi se arrodilló ante mí y le dijo a Hernán con malicia.

-Ahora voy a chupársela como jamás has imaginado - en tono desafiante mirándole directamente a los ojos - y me bajó de golpe los calzoncillos. Mi falo erecto, golpeó con violencia en la cara de Viviana. Ella se lo metió en la boca inmediatamente y comenzó a chupármelo hambrienta y con auténtica desesperación.


Yo nunca había visto a Viviana en semejante estado. Se puede decir que su coño chorreaba, y ni siquiera le había todavía topado ni excitado el clítoris. Agarraba mi tranca con las dos manos mientras se la metía en la boca tanto como podía.

Hernán al verla así, tan cachonda y puta, arrodillada ante mí y desesperadamente lubricada, no pudo contenerse por más tiempo y se corrió por primera vez entre gemidos inaudibles. Nosotros revolcándonos en la cama, tocándonos, chupándonos y acariciándonos mutuamente.

Durante un buen rato su marido se quedó olvidado en su rincón, pero nuevamente erecto, hasta que por fin de nuevo Viviana le pidió que hiciese lo que habían acordado.



-Ahora cornudo mío –le dijo mirándolo a los ojos-. ¡Méteme ahora esta rica verga bien parada y bien tiesa en el coño! Obedeció inmediatamente. Viviana se puso a cuatro patas y Hernán agarró mi miembro, duro y suave, desde su base. Su mujer me ofreció su vagina y Hernán se encargó de introducirle y encaminarle mi carajo casi por completo, entre los grititos de placer de su moza. Después se retiró de nuevo a la silla, satisfecho, mientras yo seguía dándole verga hasta el fondo y ella bufaba de tanto placer y acariciaba mis bolas que era lo único que no entraba en su cuevita del placer provocándome oleadas de sensaciones estimulando mi escroto.

 

 

 

 

Nuestros cuerpos estaban hechos para gozar el uno del otro, tan calientes en la penumbra de la habitación. La embestía con potencia gimiendo de placer, mientras ella que se había metido el dedo pulgar en la boca, gritaba cada vez con más violencia.

Permanecí con la misma acción extasiado de la perfecta armonía de las penetraciones, haciéndole a Hernán un cornudo consentido más en el mundo, estaba entretenido y agradecido masturbándose hasta eyacular dos veces más.

Nuestros cuerpos empapados en sudor gozaban de mil y una posiciones en su cama matrimonial la cual ya antes había conquistado, sólo que ahora con la diferencia de que su marido nos miraba coger masturbándose perplejo como un mono desquiciado.

Te gusta como me cojo a tu mujer mariquita? Mírala como goza con un hombre de verdad. Te gusta que te haga cornudo mal parido?

Sí me encanta verla como le coge un semental como tú, estoy muy orgulloso de verla a ella gozando con un hombre con el cuerpo como el tuyo y cómo la posees, no dejes de cogerla nunca por favor, ven y atiéndela cuando quieras ésta ya es tu casa.

 

 

-¡Este semental está partiéndome en dos! –gritó muy fuerte VIviana, los demás inquilinos estoy seguro de que escuchaban sus alaridos, siempre estuve agradecido con ellos por que a pesar que tengo la certeza de que sabían que yo le daba verga a nuestra sensual inquilina ellos nunca hasta la fecha de hoy han dicho nada de nada a nadie en la casa.

Que rica verga tienes mi amor y como me la clavas, enséñale a mi marido a ser un hombre real, cógeme rico para que él aprenda, mira cornudo de mierda como me hace gozar un macho bien puesto, mira como me parte la concha y me hace vibrar, eso es lo que yo quiero un macho así que me mate de placer, aaaaaaaayyyyyyyyyyyyy, ayyyyyyyyy

Hijo de puta que rico me estoy viniendo, esto es un hermoso orgasmo ayyy

Era un orgasmo más durante ésta sesión que Viviana experimentaba de forma violenta, la colcha de su cama ya estaba empapada de tantos meados de ella, se notaba espuma y trocitos como de gelatina o una especia de silicona regados o pegados a la orilla de la cama, en cada orgasmo emanaba enorme cantidad de líquidos y semilíquidos un tanto más densos.

Ella se quedó reposando un momentito de su brutal orgasmo mientras mi verga palpitante esperaba pacientemente su oportuno alivio.

Viviana en tono de superioridad absoluta regresó a verle a Hernán y le dijo.

Desde que nos unimos has sido muy dulce conmigo, siempre respondiste a todos mis caprichos, siempre me obedeciste. Eres para mí como mi mejor amiga, como mi hermana. Pero en la cama eres un desastre, nunca he podido gozar así contigo.


Hernán escuchaba con la cabeza gacha, como un niño que esta siendo castigado, por una travesura de la que sabe que es culpable.


Quiero que veas como actúa un hombre real, como me somete, como me hace suya, para que aprendas y lo imites. Solo así tendremos un matrimonio completo, créeme lo hago por tu bien.

En un momento dado viendo mi monumental verga que palpitaba como con vida propia se incorporó y colocándose en posición de sesenta y nueve, se metió de nuevo en la boca mi tieso obelisco que desafiante quería ya algo más yo como campanero daba movimiento con mi lengua a su colgado clítoris haciéndola gemir de placer y saltar como con ataques de epilepsia cada cierto momento que atinaba el punto exacto de la locura.

Al cabo de un rato, Viviana se dirigió a su esposo nuevamente y le dijo:



-Ven, cornudo mío. Ahora vas a meterme esta enorme y jugosa verga por el culo.


Y ahora a mí, repentinamente, me pedía que le metiese mi palpitante cosa por el culo (con evidentes posibilidades de desgarro). No me parecía bien, y ella debió notarlo porque me miró con cara de muy pocos amigos.


-¡Cornudo, méteme inmediatamente esta verga por el culo, o serás la última vez que me veas fornicar con Tato! – le ordenó a gritos. La eventualidad de la amenaza y la contundencia con que se formuló le hicieron poner inmediata acción a la orden recibida:

 

Hernán tomó mi pene y lo introdujo en el estrecho culo de su mujer y yo acomodándolo muy dentro hasta el fondo a ella en su carita pude notar que se encontraba en perfecto trance, a pesar de todo, y por mucho semental que fuese, con todas esas escenas, el morbo de la situación, su culo que apretaba como un guante mi agrandada verga y como la culiada era de campeonato ya poco más iba a aguantar para encontrar mis ya merecidos alivios después de unas horas de sexo fuerte y salvaje.


Así que me la cogí por el culo, despacio y cuidadosamente primero y sin más contemplaciones ni misericordia a ella le dolía, eso seguro, pero no se quejaba, y lanzaba gritos ahogados que culminaban con cada embestida en un sollozo.

 

Ahora estás sintiendo una verdadera tranca dentro tuyo, no como la del afeminado de tu marido…

 

Hernán se sentó en su silla y disfrutó del espectáculo masturbándose como un mono.

Curiosamente, al notar que llenaba el rebosante culo de su esposa con mi espesa y abundante leche llegó al clímax al mismo tiempo que Yo.

Antes de que me corriese por completo Viviana se la sacó del culo y me ofreció el rostro (cosa que nunca había hecho con él eso lo supe después)

 

No desaproveché la oportunidad y descargué una buena cantidad de esperma también en su boca, cuello y tetas.

 

Luego, caímos desplomados mientras él se corría por enésima vez.


La noche acabó en este punto, yo agotado medio adormitado pero pude ver, no obstante, a Viviana refrotándose el semen de su macho por todo el cuerpo, tomarlo con los dedos y saborearlo con fruición.

 

Le pidió a su mozo que la limpiase con la lengua y lo hizo.

A pesar de que al principio se lo vio que le daba mucho asco, ella lo agradeció con sus movimientos circulares de chepa lo cual acabó por gustarle.


Cuando la dejó completamente limpia y aseada, yo me he quedado adormitado en la cama, y él había querido penetrar a Viviana y por ello se ganó una puteada que me hizo despertar del alboroto y le recordó que durante quince días no podría ni dormir ni copular con ella.

-Es lo que hemos convenido, mi amor – le dijo -. Y piensa que, de este modo, podrás verme garchar con Tato cuando quieras, todas las veces que quieras.

¿Verdad qué te gusta la idea? ¿Verdad?

Lo ves…. Claro que te gusta.

 

Anda, duerme en el suelo junto a la cama si es que quieres…

Al fin y al cabo, ella era la dueña, él su cornudo y quería seguir siéndolo por mucho tiempo.

Cuando le quitas la hombría a un hombre esta no desaparece, tú la absorbes. Su humillación es un pedestal que te sirve a ti para elevarte y mientras más le humillas más te adorará.

Quiero premiar a mis lectores con dos fotos de mi sensual inquilina las cuales se las tomé en mi último culeo en su cama en reciprocidad por seguir mis relatos y escribirme de todas partes del mundo.

En fin – Viviana sigue recibiendo su dinero para ella y su familia y yo me la sigo tirando cuando me da la gana y tengo una zorrita muy caliente muy cerquita sólo debajo de mi apartamento esté él o no…ella está perdidamente enamorada de mí y hace lo que yo le pido o digo, me complace en todo lo que quiero al igual que el cornudo de su marido.

Lo que más me excita en la vida es darles verga a las esposas delante de sus esposos o novios o que sean casadas infieles y atenderlas en la misma casa y cama en dónde duermen con sus mariditos.

Si tienen una historia similar que contarme no duden en escribirme, si eres una mujer de Ecuador o de cualquier parte del mundo espero tus fotos, e-mail y número de contacto, no dudo que escribirán muchos cornudos que quieren que me las goce a sus esposas, siempre lo hacen, también espero sus comunicaciones y todos los que leyeron éste relato no se vayan sin dejarme sus comentarios sean buenos o malos para mi son muy importantes, por favor háganlo en reciprocidad del agasajo visual que les di al poner dos fotos de mi rica inquilina.

 

Tato

Quito / Ecuador

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