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05:25AM: Encuentro alucinante con HombreFX

en Zoofilia

Cuando me desperté sentí una imperiosa necesidad de orinar.

Reflejado en los azulejos malva pude ver un rostro que me resultaba familiar. Un rostro enmarcado entre la espigas. Tiré de la cadena y me volví lentamente. Efectivamente aquellos ojos y las comisuras cosidas de su boca no dejaban lugar a dudas.

Me subí el pantalón del pijama y me abalancé sobre él fundiéndome en un cálido abrazo no correspondido:

¡HombreFX! – exclamé entre sollozos-

Su aparente frialdad y la ausencia de respuesta me hicieron retirarme prudentemente y retroceder unos pasos. Mi culo se encontró entonces con el gélido borde del lavabo y unas hormigas que por allí correteaban debieron introducirse en fila india en mi esfínter porque desde aquel día sueño con extensas praderas al sur de Wisconsin. Pero eso es otra historia.

HombreFX se acercó a mí y posó su mano sobre mi hombro desnudo. Por aquellos días yo sólo contaba con un hombro y me afanaba en atenderlo con los debidos cuidados si no quería correr el riesgo de que terminara desapareciendo, como ocurrió con su pareja simétrica. Estaba claro que HombreFX lo sabía bien porque enseguida se ofreció a aliviar el dolor de mi hombro con unas friegas de su esperma.

Le indiqué dónde podía encontrar un TupperWare de tamaño adecuado. Volvió al cuarto de baño con el pequeño recipiente de pvc entre las manos, lo colocó en el suelo y se agachó en cuclillas, sobre él, con la polla fuera. La agarró y comenzó a agitarla con rápidas sacudidas. El frenético ritmo con que manejaba su enorme polla provocó alguna pequeña fricción y pequeñas chispas saltaron desde el cuerpo venoso de su tronco en dirección a un juego de manoplas de Flandes que se amontonaban sobre la repisa. Prendieron con sorprendente facilidad. Es lo que tiene el tejido de nudo ancho. Pero aquello no supuso inconveniente alguno para ninguno de los dos ya que era de dominio público que tanto a HombreFX como a mí nos encanta el fuego y nos apasionan las quemaduras de tercer grado.

Cuando el fuego hubo devorado la mitad del cuarto de baño y me hubo arrancado los dedos índice y pulgar, convirtiendo mi mano derecha en un muñón ennegrecido y crujiente, HombreFX aún seguía inmerso en su labor masturbatoria, lo que puede dar una idea al lector de hasta qué punto es largo y curvado el pene erecto de HombreFX.

Yo, que si bien me alegraba enormemente del inesperado regreso de HombreFX, no podía dejar de pensar en las pocas horas que quedaban para que el despertador emitiera su infernal aviso, le indiqué a HombreFX, con un leve gesto, la premura de la situación.

Te entiendo, pero bien sabes que mi esperma se condensa en pequeñas bolas siliconadas en el tercio derecho de mi polla y esto no hace sino complicar aún más las cosas –me dijo-

Yo le quité importancia y le rogué que no se preocupara. Me bajé de nuevo el pantalón del pijama y me hice un ovillo entre el retrete y el bidé, de forma que mi polla quedara justo sobre mi boca de bebé mutilado.

Apreté un poco y unos tímidos hilillos de orina fueron a alojarse en mi garganta. Los mantuve allí dentro, sin tragarlos, y deshice como pude el ovillo de carne. Me coloqué sobre HombreFX y le pedí que abriera su boca. Carraspeé y mi orina, espesada ahora con mi bilis interna, salió expulsada en un certero disparo, desapareciendo en la negritud de la boca de HombreFX.

A los cinco minutos mi orina biliar hizo su efecto y las bolas de semen se fueron licuando una a una, como lo hacen las bolas de grasa sobre la loza al contacto con el poder desengrasante del lavavajillas.

Tal fue la descarga de semen que el recipiente se llenó en apenas un par de segundos. HombreFX, exhausto, se incorporó como pudo y vertió agua hirviendo en el recipiente provocando así una fórmula magistral de agua-semen que a buen seguro haría las delicias de los vendedores tuberculosos de niños de ambulatorio

Con la única manopla de Flandes que se salvó del incendio, HombreFX aplicó suaves friegas sobre mi único hombro existente con pequeños círculos dramáticos y triángulos de equivalencia cero. La sensación de alivio fue muy reconfortante. Sabía que esa cura de urgencia aseguraba la supervivencia de mi único hombro existente al menos un par de semanas más.

Yo quise agradecérselo acercando mis labios a la vagina satinada en la que se había convertido las fauces de HombreFX. Pero al contacto con la película protectora de mis encías HombreFX sencillamente desapareció.

A la mañana siguiente noté mi piel visiblemente más fortalecida. Más tersa. Más joven. Más suave.

 

Más asquerosa.