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¿Coca-cola o Pepsi?

en Textos de risa

¿Coca-cola o Pepsi? ¿Visa o Master Card? Son preguntas fundamentales que todos nos hemos hecho alguna vez en la vida sin dar con la respuesta definitiva y Sergio necesitó algunos segundos para decidir. La coca-cola nunca decepciona pero el nuevo Nestea al limón no dejaba de tener un gusto muy agradable. ¿O quizás un Red-Bull le revigorizaría en mente y alma? Finalmente apostó por la calidad de un clásico y no hay duda de que no podría haber hecho mejor elección: bebe siempre coca-cola.

Cogió la lata, muy fresca en su mano, y lentamente disfrutó de la sensación refrescante que tan sólo coca-cola puede ofrecer. El burbujeante líquido llenó su cuerpo con la energía perdida tras una agotadora jornada en la oficina, sin más paréntesis que el proporcionado por un Kit-Kat, la barrita de chocolate que tan deliciosamente se deshace en tu boca. A mediodía había comido en el Mac Donald’s para degustar el nuevo macmenú, con más carne picada, más lechuga, más patatas fritas crujientes y más colesterol que nunca… Y lo mejor es que ahora te regalan figuritas de la película Torrente IV: ya tenía el Cuco, un par de macarras, el Torrente con lanzallamas y otro Torrente más con bufanda colchonera...

Es más, ese día disfrutó de otro descanso adicional gracias a su amable Jefe de Personal, que le había llamado a su despacho. En la oficina decían que el Jefe de Personal tenía cara de perro pero no se daban cuenta de que eso no era posible en un hombre que utilizaba el tinte Just for Men, que termina con tus canas y te rejuvenece.

-Entra. Voy a hablar claro: hemos decidido que no te vamos a hacer indefinido... Aunque eso ya tenías que imaginártelo si no eres tonto del todo. Que sepas que en tres meses te echamos a la puta calle.

-Gracias, jefe -le respondió con la mejor de las sonrisas.

En fin, había sido una dura jornada.

Pero el trabajo había terminado por hoy y había que regresar al hogar, no sin antes pasar por el atasco de todos los días.

El calor sofocante hacía del coche un verdadero horno pero eso no importa mucho si conduces un Seat Ibiza, dinámico y moderno como tú, dinámico incluso aunque apenas avanzara unos metros de cuando en cuando. Se sentía pero que muy satisfecho de haber podido pagar la primera entrada gracias a Crediágil, que se lo había puesto realmente fácil. ¡Qué sencillo era conseguir dinero al quince por ciento de interés! No podía entender a la gente que estaba siempre preocupada por el dinero y hasta había pensado ya en cómo pagar el crédito. No tenía más que pedir algo de dinero rápido con Cofidis y con ello pagaría los intereses del préstamo. Luego ya pensaría en otra cosa, pues su subcontrato de trabajo apenas duraría tres meses más. No había que amargarse la vida por ello.

-¡Tarugo, pedazo de anormal, quieres mover el coche! ¡No se puede estar en el coche hablando por el móvil!

Así le habló el amable conductor que iba detrás de él y Sergio le devolvió la mejor de sus sonrisas. Conducía una furgoneta Kangoo y parecía muy desaliñado. El mal afeitado se habría resuelto fácilmente con la nueva cuchilla Guillette desechable con triple acción y además le habrían regalado un frasco de loción para después del afeitado.

-¡Pero quieres arrancar, gilipollas, y dejar el móvil!

-Tranquilo, buen hombre. Ya sé que no está bien hablar por el móvil, pero es que yo soy móvil y móvil es Vodafone...

La gente se irritaba con mucha facilidad. Mejor no ponerse nervioso y fumarse un pitillo. De Marlboro, por supuesto, porque si hay que morir intoxicado –inevitables inconvenientes de la vida moderna-, ¿no será mejor hacerlo con auténtico tabaco americano que con el humo de un vulgar tubo de escape? Aspiró el dulce aroma de las hojas de tabaco de Carolina de Norte y pensó que el tal Philip Morris tendría que ser alguien que se preocupara de verdad por el bienestar de la gente. Aspiró la nicotina y también el benceno, las nitrosaminas, el formaldehído, el cianuro de hidrógeno y hasta alquitrán como el de la carretera por la que conducía. ¡Luego decían que el tabaco era caro! ¡¿Cuántos alimentos tienen tantos nutrientes?!

¡Qué día tan maravilloso para un atasco en su Seat Ibiza! Aunque algún día confiaba en comprarse un todoterreno Freelander y correr por una carretera donde no hubiera más vehículos que el suyo, libre y potente cual rinoceronte galopando por la sabana infinita...

Apenas hora y media después estaba en su hogar, ah, dulce hogar. En tan sólo cuarenta años sería completamente suyo y todo gracias a la generosidad del BBVA, que no pensaba en los beneficios sino en el servicio a los clientes, y su nuevo plan hipotecario. Bendito capitalismo que le había proporcionado cuarenta metros cuadrados de intimidad y le había librado de compartir piso con ocho magrebíes como su hermano.

Ana, su mujer, le recibió con algo de tristeza.

-Tenemos que hablar.

-Por supuesto, cariño. Espera, que me apetece tomarme una cerveza.

Se fue hasta la cocina y de nuevo la vida se lo puso muy difícil. ¿San Miguel, Bückler, Duff o Mahou? ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? ¿Por qué había siempre que elegir? ¿Por qué no podía bebérselas todas de una vez? Se decidió por una lata de espumosa Mahou Cinco Estrellas.

-Me gustaría que te sentases antes –le sugirió ella.

¡Cómo la amaba! Casi tanto como a su equipo de sonido con CD Panasonic o a su Playstation. Se sentó pero no era nada fácil permanecer sentado en aquella silla de diseño. La había comprado en IKEA y era un trípode desnivelado, un producto de diseño exclusivo que además servía para ejercitar los músculos de las nalgas. Apoyó una mano en la mesa para no caerse y se llenó la jarra de cerveza... que acabó en el suelo: siempre se olvidaba de que también la mesa era de IKEA y tenía los pequeños inconvenientes del diseño.

-Bueno, ya se secará la cerveza en la alfombra. ¿Qué es lo que querías decirme?

¡Qué preciosa era! Su sonrisa Profidén con fluor; el aroma embriagador de Herbal Essence en sus cabellos, el gel orgásmico capaz de hacer feliz a cualquier mujer; el color natillas Danone de su pelo; y, ¿por qué no decirlo?, su cuerpo firme como un neumático Firestone...

-Sergio, tengo que decirte que hay otro hombre. Te dejo.

-¡No lo dirás en serio! ¡Con los buenos ratos que hemos pasado! ¿No te acuerdas de cómo nos comíamos los bombones Valor, sin azúcar y más premeditadamente voluptuosos que nunca?

-Estoy liada con mi jefe desde hace seis meses. Está divorciado y me voy a vivir con él.

-¡Pero, cariño, tenemos cuarenta años de maravillosa hipoteca para vivir juntos gracias al BBVA! ¿Qué tiene él que no tenga yo?

-Un trabajo bien pagado, un Audi con elevalunas y Ziritione, un apartamento en Marina D'Or, ciudad de vacaciones...

-¡Coño! ¡Pues sí que es un buen partido! Habría que ser tonto para no liarse con tu jefe. Qué pena que el mío no se deje tirar los tejos...

-Bueno, cariño, esto es el fin. Tengo que marcharme enseguida: en dos horas nos vamos de viaje a la Riviera Maya volando con Halcón Viajes.

-¿Y aquel viaje que hacíamos a Lanzarote con Marsans haciendo transbordo hasta Moscú y desde allí a Canarias?

-Fue maravilloso, cariño. Comí auténtico plátano de Canarias como nunca. Lo siento. Me voy. Pero quiero que recuerdes siempre que estudios recientes han demostrado que el detergente Ariel consigue una blancura extrablanca… No uses otro detergente para lavarte la ropa.

-Lo recordaré siempre, amor.

Y ella se fue.

Se sentía ligeramente contrariado pero no desapareció la sonrisa de su cara. Había que tomarse las cosas con calma. Apenas siete jarras de cerveza Mahou Cinco Estrellas y ya estaba bailando "Paquito el chocolatero". Catorce jarras después estaba viendo las cinco estrellas de Mahou orbitando alrededor de su cara antes de derrumbarse en la silla y acabar a continuación en el suelo...

A la mañana siguiente despertó con una fuerte resaca y en el suelo. En apenas tres horas la aspirina efervescente de Bayer terminó con la jaqueca. La vida debía continuar y desayunó un tazón de deliciosos cereales All-Bran fibra extra que te ayudan a regular tu organismo. Bien regulado su organismo después de vomitar los cereales All-Bran revueltos con la espumosa Mahou y todo lo ingerido en los últimos tres días, se dio cuenta de que ya todo le daba igual. Por suerte, le quedaba un bote de Cucal, que si dejaba las cucarachas bien muertas bien podía, combinado con unos yogures caducados Danone, dejarle bien muerto a él también.

Aunque en el último momento se lo pensó mejor y encendió la tele: quizás en la teletienda le dieran alguna solución para sus problemas. Mientras hubiera teletienda y le quedara una tarjeta de crédito Master Card habría un motivo para vivir. Porque la licuadora con seis aplicaciones de regalo podría costar ciento sesenta euros y el frigorífico solar otros doscientos euros más, pero la esperanza... no tiene precio.

Para todo lo demás, Master Card.