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Encuentro amistoso

en Trios

Encuentro amistoso

Desde hacía tiempo deseaba fervientemente montar un trío con su mujer, pero como ella le daba largas haciéndose la remolona, lo preparó todo para que pareciese una estupenda casualidad……

Mi novia, hoy día mi mujer, ha sido desde siempre muy esquiva en relación a los asuntos referentes al sexo y, si bien es toda una fiera en la cama y una vez puesta en materia goza muchísimo del sexo, la verdad es que es bastante tradicional y no muy amiga de buscar nuevos caminos con los que disfrutar de nuestros cuerpos. Somos de Barcelona y la historia que voy a contar sucedió hará aproximadamente un año.

Mi mujer se llama Nieves y es una mujer realmente preciosa, de rasgos físicos espectaculares que a más de un hombre hace volver cuando se cruzan con ella. Mide sobre un metro y sesenta centímetros, posee un par de pechos de buen tamaño, aunque todavía se mantienen duros y firmes. Las caderas son estrechas y rematadas por un trasero de ensueño que es la envidia de todos los hombres. Además, su estrecho coño al ser penetrado parece tragarse mi polla siempre que follamos. Pese a su estrechez logra dilatarse de tal modo que puedo entrar en ella con gran facilidad.

Su rostro es agraciado y tiene unos ojos, de tono verdoso, bastante grandes y expresivos. Tiene 26 preciosos años y yo 35, estoy dotado con una buena polla de la cual ella disfruta siempre que podemos. Soy más alto que ella pues mido 1,74 y mis ojos, los cuales Nieves me dice siempre que la enamoraron, son marrones. Hechas las presentaciones paso a contaros los sucesos de ese día.

Siempre he estado obsesionado por llevar a cabo ciertas fantasías que se ven, en ocasiones, en las películas porno como, por ejemplo, hacer el amor con dos chicas a la vez o hacer un trío con otro hombre para ver gozar a mi mujer con dos pollas al mismo tiempo. Debo reconocer que me encantaría verla chupándosela a otro con esa cara de putita que pone cuando está cachonda. Sin embargo, Nieves siempre ha sido contraria a estas aventuras que me rondaban la cabeza. Aunque acepta mis fantasías cuando hacemos el amor, siempre me ha dejado claro que no tiene la menor intención de llevarlas a la realidad. Y ya se sabe que cuando nos niegan algún deseo, más nos obcecamos hasta que lo conseguimos. Así que, debido a su manifiesta negativa me empeñé en atraerla poco a poco hacia mis deseos sexuales concibiendo un plan con el que poder follármela junto a algún conocido o amigo que cumpliera ciertos requisitos.

Conozco a un amigo desde pequeños el cual vive también en Barcelona y con el que, en alguna ocasión, habíamos hablado de ese tipo de temas y al que sabía gustaba de mis mismas fantasías. Una vez intentamos acostarnos con su mujer, pero las cosas no salieron como esperábamos y nunca más hubo posibilidad de tratar de repetirlo.

Mi amigo se llama Quique y es más joven que yo pues tiene 32 años. Siempre ha tenido bastante éxito con las mujeres pues es de rasgos físicos bastante agradables. Mide sobre 1,77 y es de cabello largo y de tono castaño claro. Aprovechando que le llamé para comentarle cosas del trabajo introduje el tema como por descuido:

Quique, ¿Recuerdas aquella noche que quisimos follarnos a tu mujer, pero al final no pudimos?

¡Cómo no voy a acordarme! Claro que me acuerdo. Después de eso estuvimos mucho tiempo sin hablar….Varias veces se lo he propuesto y siempre acabamos discutiendo pues no quiere ni hablar del asunto.

¿Y qué me dirías si lo intentamos con Nieves? No me dirás que no te da morbo follarte a mi mujer.

Creo que estás loco, muchacho. ¿Follarnos a tu mujer? Hace años que me gustaría follármela por delante y por detrás. Tu mujer siempre ha sido una de mis debilidades. ¡Menuda suerte tuviste con ese bombón!

Te contaré un secreto que seguro que te gustará. Nieves también se siente atraída por tí aunque nunca se ha atrevido a decirte nada y menos desde que se casó conmigo. Así que ya sabes, si sabes trabajartela bien seguro que lo pasamos fenomenal con ella. Ya la estoy preparando poco a poco, aunque es difícil. Sólo hay que hacerla beber un poco y seguro que se anima a jugar un rato con los dos.

Pues chico, si a tí no te molesta que me tire a tu mujercita, yo me apunto a la fiesta –contestó Quique un tanto agitado ante mi oferta.

Estaba completamente lanzado, y solo de pensar que mi sueño podía hacerse realidad, se me puso la polla como una barra de hierro. Imaginaba a Nieves follada por Quique y aquella idea me ponía tremendamente caliente. Finalmente acabé diciéndole:

Si te parece bien y puedes escaparte de casa, pásate el sábado por casa como por casualidad para que Nieves no piense que es algo preparado. Yo me encargo del resto.

Perfecto, el sábado sobre las ocho estaré en vuestra casa –respondió brillándole los ojos de manera especial.

Quedamos de acuerdo y nos despedimos. Llegué a casa y al besar a mi esposa no pude evitar que mi polla se pusiera dura pensando en el encuentro que había planeado. Aquella noche en la cama, en mi cabeza seguían rondándome las ideas que deseaba que sucedieran si tenía éxito el encuentro entre los tres. Me puse caliente como un burro cosa de la que Nieves se percató al instante.

Al dormir mi esposa desnuda aproveché para acariciarla sin parar. Le chupé con gran placer las tetas hasta hacer que sus pezones se pusieran bien erectos gracias al contacto con mi húmeda lengua. De ahí bajé hasta su coño el cual me recibió totalmente empapado. Me sumergí entre sus piernas ahogándome entre sus abundantes jugos. Nieves se retorció como una gatita corriéndose varias veces hasta que se puso de espaldas a mí pidiéndome que se la clavara hasta el fondo. No pude ni quise negarme a su reclamo y al momento empecé a follármela embistiéndola primero despacio para adquirir poco a poco mayor virulencia. Nieves gritaba como una desesperada mientras recibía las acometidas con las que tan placenteramente la follaba.

Asi, así….vamos fóllame más fuerte. ¿Qué te pasa hoy que has venido tan caliente? –preguntó mientras se agarraba con fuerza a la bonita y sedosa sábana de color azul celeste.

No respondí a su pregunta sino que me dediqué a moverme en su interior disfrutando de aquel polvo enloquecedor. Aprovechando que Nieves se corría nuevamente, se la saqué para colocarme delante de ella ofreciéndole mi polla para que me la chupara. La fue metiendo y sacando una y otra vez de su linda boquita hasta que acabó introduciéndola por completo hasta golpear su garganta. Parecía mentira pero había logrado tragársela por entero. Finalmente acabé explotando sobre su cara llenándosela de espeso y cálido semen el cual fue cayéndole por los labios y el mentón hasta acabar reposando sobre sus senos sobre los cuales lo fue esparciendo con sus manos.

Por fin llegó el tan deseado sábado. Durante la mañana aprovechamos para dormir hasta tarde y por la tarde fuimos al centro comercial para hacer la habitual compra para toda la semana. Pasamos por delante de una tienda de lencería y la animé a entrar. Nieves se encaprichó de un precioso conjunto de color negro formado por un sujetador y unas braguitas las cuales no dejaban lugar a la imaginación. Mi mente calenturienta fantaseó con la idea de que mi esposa iba a alegrarnos la vista a mi amigo Quique y a mí con aquel conjunto tan provocativo y sensual. Juro que me la hubiera follado allí mismo……Nieves, tonta de ella, tan solo me agradecía el regalo que le había hecho diciéndome que aquella noche pensaba estrenarlo conmigo.

Llegamos a casa sobre las cinco y media de la tarde. Nieves fue a darse una ducha y a cambiarse. Al no haber hecho ningún plan para salir, se puso cómoda para estar por casa. Se vistió con una larga camiseta de tirantes y una falda corta negra con la que mostraba por completo sus piernas y sus rotundos muslos. Al aparecer por el salón la verdad es que lancé un silbido de admiración pues estaba muy bonita y pese a no haberse maquillado podía advertirse lo bella que es.

Preparamos una cena suave compuesta por una ensalada y embutido y algo de queso y cuando nos disponíamos a cenar escuché sonar el timbre de la puerta. En ese momento mi corazón se alborotó empezando a latir con fuerza. Nieves me preguntó si esperaba a alguien y mintiéndole mientras me dirigía a abrir la puerta le dije que no. Se fue a la cocina diciéndome que la avisara si era alguien para arreglarse mejor.

Al abrir la puerta me encontré con la esperada visita de mi amigo el cual traía un ramo de flores para mi mujer. Venía vestido con una camisa blanca de algodón y un pantalón azul marino de vestir. Le hice pasar al salón sin decirle nada a mi esposa. Nieves, al vernos atravesar el pasillo camino del salón, se disculpó ante Quique mientras se dirigía a mí exclamando:

Te dije que me avisaras para subir a cambiarme. ¿No ves que estoy hecha una facha? ¿Qué pensará Quique de mí viéndome así?

Mi amigo intervino diciendo que había venido a saludarnos pues hacía días que no pasaba por casa. Tras darle dos besos a Nieves le ofreció el ramo a mi mujer la cual agradeció las flores diciéndole que no debía haberse molestado. Mi esposa le preguntó a Quique por su mujer y mi amigo respondió que había ido a pasar el fin de semana con sus padres por lo que se encontraba solo en casa. Tras cinco minutos de charla, Quique dijo que nos dejaba pues no quería molestarnos. Nieves le cogió con fuerza del brazo y le invitó a cenar con nosotros aceptando mi amigo al instante.

Toda mi estratagema marchaba a la perfección pues había sido mi propia esposa quien había invitado a mi amigo a quedarse a cenar. Cenamos con ganas y al acabar preparé unas copas para tomar mientras veíamos la tele. Nos sentamos en el amplio sofá mi esposa y yo mientras mi amigo se dejó caer sobre el sillón. Me levanté un momento a poner un cd de jazz y al volver con ellos nos pusimos a charlar de diferentes cosas. La noche fue avanzando, el alcohol fue haciendo su efecto sobre todo en mi mujer la cual parecía un tanto achispada. En dos ocasiones la animé a bailar conmigo y no pude menos que pegarme a su cuerpo haciéndole notar mi creciente hinchazón. De vez en cuando y, como por descuido, le agarraba con fuerza el culo siempre cuando Nieves estaba de espaldas a Quique.

¡Estate quieto! ¿No ves que no estamos solos? ¿Qué va a pensar nuestro amigo de mí? –me dijo débilmente al oído.

Tranquila cariño. Hace años que conocemos a Quique y sabes que es de completa confianza. Déjate llevar por la música –le dije uniendo mis labios a los suyos en un suave beso.

Al acabar la canción nos sentamos en el amplio sofá. La verdad es que había conseguido poner caliente a mi esposa pues se mostraba un tanto nerviosa y turbada. Empezaron a sonar los primeros acordes de "Rehab" de Amy Winehouse y le dije a Quique que sacara a bailar a mi mujer. No se lo hizo repetir dos veces y se acercó a Nieves ofreciéndole la mano para que se levantara. Yo, mientras tanto encendí el primer canuto de aquella noche. Quería que fuera una noche especial, sorprender gratamente a mi querida esposa.

Vi con envidia como mi amigo agarraba con fuerza a mi esposa de la espalda bajando lentamente la mano hasta su cintura mientras se apretaba sin vergüenza alguna a ella. Poco a poco fue bajando la mano hasta sus nalgas empezando a sobarselas con ganas. Ella, en un último momento de lucidez, lo apartó levemente, pero él volvió nuevamente al ataque tratando de derribar las últimas defensas de mi esposa. Observé con agrado como Nieves se entregaba finalmente a Quique sin mostrar el más mínimo rechazo hacia él.

Mi sueño se estaba haciendo realidad, el alcohol y el cachondeo estaban haciendo que mi esposa empezara a desmelenarse. Cuando se sentaron, Nieves me dijo que la acompañara a la cocina y allí me contó lo sucedido con nuestro amigo. Le contesté que ya lo había notado pero que aquello no le hacía daño a ninguno de nosotros. Le dije que lo pasara bien y mi esposa se sorprendió de mi respuesta pero, al fin, acabó no dándole ninguna importancia.

Volvimos al salón donde nos esperaba mi amigo tomándose la última copa. Mi esposa le ofreció una más y mi amigo la aceptó dejando reposar la mano sobre la de Nieves. Yo me encontraba muy cachondo viendo como Quique trataba de seducir a mi mujer. Propuse que jugáramos a la oca y en pocos segundos teníamos el tablero encima de la mesa. A medida que ibamos jugando seguíamos bebiendo empezando a estar realmente eufóricos. Los comentarios empezaban a ser bastante subidos de tono, incluso los de mi querida esposa.

De pronto dije que aquello empezaba a resultar un tanto aburrido y propuse que quien cayera en la prisión debería despojarse de una prenda. Mi mujer se mostró sorprendida ante mi atrevimiento pero yo la tranquilicé diciéndole que sólo hiciera lo que deseara. Aceptó a regañadientes pero, sin embargo, noté como sus ojos brillaban de un modo especial. Conocía aquella mirada y sabía que no sería capaz de negarme nada, ahora estaba seguro de que había caído en mis redes. Pronto estaría follando con mi amigo…..

La acerqué con fuerza hacia mí obligándola a besarme y, sin darle tiempo a separarse, le introduje sin ningún disimulo la mano por debajo de la falda notándola completamente mojada por debajo de la braga. Quique se dio cuenta del estado de mi esposa y pude ver como su entrepierna abultaba por debajo del pantalón. No pudo evitar acariciarse por encima del pantalón mientras me veía metiéndole mano a mi excitada mujer.

Empecé perdiendo el juego para que mi esposa se relajara. Haciéndome el difícil me deshice de la camisa. Ellos se reían, en especial Nieves la cual me incitaba a quitarme la camisa. No tardó en cambiar de opinión pues la siguiente en perder fue ella. Nos costó convencerla pues no quería quitarse nada. Me miraba con ojos de cordera degollada y yo sabía perfectamente cual era la causa.

Al fin logramos que se quitara los zapatos los cuales dejó a un lado. La siguiente vez que perdió no pudo volver a negarse y empezó a quitarse la camiseta. Mi amigo le ofreció otra copa mientras fijaba sus ojos en el escote de mi esposa. Nieves acabó con el contenido de la copa de una sola vez como tratando de buscar fuerzas para seguir con aquel peligroso juego. Ya estaba bastante bebida pues no era habitual en ella que bebiera tanto, así que le dije a Quique que no le sirviera más pues no se trataba de emborracharla sino que deseaba que fuera consciente de lo que iba a ocurrir en pocos minutos.

Al sacarse la camiseta por la cabeza nos permitió ver un par de senos deliciosos cubiertos por el bonito sujetador que horas antes habíamos comprado en el centro comercial. Tanto mi amigo como yo nos recreábamos con el espectáculo con el que nos obsequiaba mi esposa. Ambos nos relamíamos de gusto imaginando lo que podríamos hacer con ese par de pechos.

Tras unas cuantas jugadas volvió a perder Nieves y, entre risas ahogadas, preguntó si nos habíamos puesto de acuerdo para que yo viera la adquisición de la tarde. Nos echamos a reír los tres y Quique se colocó junto a ella para que no se cayera al deshacerse de la pequeña falda. Nieves bajó la cremallera del lateral dejando deslizar la tela, pero al levantar la pierna perdió el equilibrio cayendo sobre mi amigo el cual la agarró del primer sitio que pudo el cual fueron aquel par de rotundos pechos que mi esposa mostraba.

Ella trató de separarse de él gritando débilmente al tiempo que yo me acerqué aprovechando para empezar a tocarle sin remilgos las nalgas. Mi esposa trataba de separarnos de ella, trataba de retirar nuestras enloquecidas manos pero, debido a la bebida ingerida, sus movimientos de defensa no resultaban ser los mejores. Mi amigo Quique al igual que yo, nos excitábamos gracias a la disputa que manteníamos con mi mujer. Nieves me miró y con voz apenas audible me dijo:

Pero, ¿te has vuelto loco? Dejadme, por favor….dejadme –suplicaba cada vez más débilmente perdiendo las pocas fuerzas que le quedaban.

Ya no hacía caso a sus palabras, estaba lanzado hacia un camino sin retorno. Sólo deseaba que nos la folláramos y que mi esposa gozara con los dos. Deseaba que disfrutara tanto del poderío masculino de mi amigo como del mío. De un fuerte tirón Quique le quitó el sujetador apareciendo sus poderosos pechos en todo su esplendor. Se hizo con sus gruesos pezones haciéndola gemir de placer. A mi esposa le encanta que le coma los pezones así pues no tardó en excitarse con la caricia que le prodigaba nuestro compañero de juegos sexuales.

Intentaba resistirse débilmente ante nuestros ataques en un último intento por escapar. Decía que no quería, que la dejáramos y cosas así pero, en un leve descuido, dejó sus mojadas bragas a mi disposición. Se las bajé con prontitud y empecé a manosearle su lubricado coñito. Eso la calentó aún más y comenzó a protestar pataleando como una furia. Sin embargo, pronto vio que toda lucha era inútil así que acabó resignándose a su suerte sin preocuparse por seguir resistiéndose a nuestras caricias.

Mi amigo unió sus labios a los de ella respondiéndole Nieves al beso sin ningún tipo de oposición. Quique la obligó a abrir los labios para conseguir que su lengua se alojara en la boca de ella. Ambas lenguas se mezclaron luchando a brazo partido en una lucha placentera y feroz. Ahora sí la veía completamente entregada, lanzada al abismo de placer que ambos hombres podíamos ofrecerle. No paraba de gemir, de jadear con fuerza con cada uno de los roces que le daba con mis dedos sobre su inflamado clítoris. Lo tenía duro como un garbanzo y gracias a mis caricias sobre él acabó aullando mientras se corría como una loca.

Los dejé besándose mientras me acababa de desnudar mostrando mi pene terriblemente erecto. Me sumergí entre las piernas de mi mujer empezando a chuparle el clítoris para ir bajando hacia la entrada de su coño el cual empezó a soltar gran cantidad de jugos vaginales los cuales lamí sin descanso.

¡Vas a hacer que me corra, maldito cabrón! ¡Qué bien sabes lo que me gusta! –gritaba mientras agarraba como una desesperada mi cabeza haciéndome chupar la totalidad de los jugos que su hambriento coño expulsó.

Sí vamos, córrete cariño. Lléname la boca con tus jugos. Me encanta verte gozar y ver cómo te retuerces como una perra.

Sí mi amor. Ahora quiero que me folles. No lo soporto más, ¡qué bueno es esto!

¿Y no preferírias que te folláramos los dos? ¿Sentir dos pollas dentro de tí haciéndote gozar como una puta? –le dije cruzando mis ojos con su mirada perdida.

Seguí chupando su empapado coñito durante unos breves minutos hasta que conseguí hacerla explotar en un largo orgasmo que la hizo vibrar por completo. Sus gritos resonaban en toda la habitación, una mezcla de placer y dolor animal.

Por su parte, Quique no perdió el tiempo y también se desnudó por completo ofreciéndole su larga y gruesa polla a mi mujer la cual, entrecerrando los ojos, se la introdujo en la boca empezando a chuparla con gran maestría. Agarró entre sus dedos el grueso miembro de mi amigo y, tras observarlo durante unos segundos, empezó a lamerlo con glotonería. Comenzó por el grueso champiñón para ir bajando lentamente a lo largo del tronco hasta llegar a los cargados testículos de su amante. Los lamió durante un buen rato hasta hacer que Quique se retorciera gracias al tratamiento que mi esposa le prodigaba. Aquel majestuoso falo bombeaba sangre sin parar, las venas se marcaban como si fueran a explotar de un momento a otro.

¡Joder Quique, menuda polla tienes! ¡Cuánto tiempo he deseado hacer esto! Menuda suerte tiene tu esposa con un macho como tú –pronunció humedeciéndose los labios con la lengua.

¡Así Nieves, así! ¡Joder, qué bien la mamas! Menuda mamona estás hecha…..-exclamó mi amigo agarrando el cabello de mi esposa como si tratara de que no abandonara aquel delicioso regalo que le entregaba.

Yo me encontraba en estado de trance viendo como mi mujer le chupaba la polla a mi amigo. El miembro de Quique creció de manera descomunal hasta adquirir un tamaño amenazante. El amante de mi esposa podía destrozarla con semejante herramienta. Nieves debía sacar de su boca de vez en cuando el miembro de Quique para no ahogarse con el mismo. Se mostraba entusiasmada con semejante aparato entre sus manos.

Podía observar como de la vagina de mi esposa emanaban líquidos sin parar demostrando lo excitada que estaba. Abandonó por unos segundos la polla para dirigirse hacia mí y agarrándome con decisión mi erecto miembro lo apuntó hacia la entrada de su lubricada cavidad empezando a sentarse poco a poco hasta quedar completamente ensartada. Todo mi músculo se introdujo en su interior sin la más mínima dificultad. Los huevos golpearon abruptamente contra sus nalgas.

Te siento….te siento….¡cómo te siento! –apenas pudo balbucear arqueando el cuerpo y dejando caer la cabeza hacia atrás.

Apoyó las manos sobre mi pecho mientras trataba de relajar el cuerpo. Sollozaba, gemía, jadeaba con fuerza al mismo tiempo que pasaba la lengua por los resecos labios tratando de humedecerlos. Tenía los ojos en blanco disfrutando de la totalidad de mi miembro en sus entrañas. Aquella imagen me volvió loco y abandonando sus poderosas caderas empecé a golpear con fuerza sus nalgas arrancándole gritos de placer. Golpeé y golpeé varias veces su trasero hasta conseguir que mostrara un color encarnado a consecuencia del tratamiento que le propinaba.

Así cariño, as텅golpea con fuerza. Me encanta que me lo hagas, sigue, síiiiiiiiii.

Una vez que acabé de manotear sobre su trasero nos quedamos quietos unos segundos hasta que Nieves abrió ligeramente los ojos mirándome con cara de agradecimiento. Empezó a cabalgar lentamente sobre mi enhiesto eje emitiendo leves gemidos de placer. Volví a agarrar sus caderas con energía comenzando a moverme para así ayudar a mi querida esposa en tan estupenda cópula.

Puedo jurar que estaba preciosa con el cabello cayéndole sobre la frente y los ojos, con la cara sudorosa y brillante. Abracé su espalda haciéndola caer sobre mí y me apoderé de sus senos empezando a lamer sus oscuros pezones los cuales se endurecieron nada más notar el calor de mis labios…..

Fóllame…fóllame cariño. ¡Dios, qué bueno es esto! Jamás había gozado de este modo…..-jadeó mientras se abrazaba con fuerza a mí.

Empezó a cabalgar con furia buscando el mejor placer para ambos. Tuve que detenerla con gran dificultad pues aún no quería correrme con ella. Tenía pensado algo con lo que iba a disfrutar más…..Nos quedamos quietos unos segundos y mirándola fijamente a los ojos le dije con voz ronca:

Tranquila querida….no tengas prisa. Disfruta de cada segundo. Te tengo reservado algo mucho mejor y que sé que te va a gustar. El pobre Quique está muy solo….¿No te gustaría gozar de dos pollas dentro de tí?

Es la segunda vez que me lo preguntas. ¿Realmente estás seguro de querer verme follando con otro?

La verdad es que me encantaría. Sólo deseo verte feliz y que goces hasta decir basta.

Bien, pues si eso es lo que quieres, te vas a enterar –exclamó mirándome con cara de puta.

Volvió a moverse arriba y abajo clavándose mi polla en el interior de su vagina sin ninguna dificultad, como el cuchillo en la mantequilla. Apoyó ambas manos en mi sudoroso pecho adquiriendo a cada paso mayor velocidad. De pronto se quedó completamente parada y, mirando a mi amigo el cual se estaba masturbando viéndonos follar le dijo:

Quique, ven con nosotros. Quiero disfrutar de esa polla. Siento envidia de la cabrona de tu mujer. Cómo debe gozar la muy puta contigo….

Nunca la había oído hablar de aquel modo tan grosero y vulgar. La agarré del cabello y la hice caer sobre mí empezando a besarnos de manera salvaje. Pude degustar los jugos de la polla de mi amigo que habían quedado en la boca de mi ardiente esposa. Salí de ella y estuvimos intercambiando posiciones varias veces. Nos comió la polla a ambos, le comimos el coño y el culo dejándoselos bien mojados. Nieves disfrutaba como nunca la había visto. Mi fantasía estaba resultando aún mejor de lo que la había planeado.

Se corrió una vez más y al fin me tumbé sobre la alfombra haciéndola sentar a horcajadas encima mío. Una vez estuvo cabalgando unos minutos dirigí mis dedos llenos de sus jugos vaginales hacia su estrecho agujero posterior. Se quedó degustando aquella caricia durante unos segundos. Lanzó un largo gemido y mirándome con mirada satisfecha me dijo:

¿Quieres follarme el culito? ¿Es eso lo que pretendes, verdad?

Nunca lo hemos hecho…¿No crees que va siendo hora de probarlo?

Estás loco pero creo que tienes razón. No puede una morirse sin probarlo así que pienso que al fin ha llegado el momento.

Se separó de mí y colocándose apoyada en el respaldo del sofá de espaldas a mí abrió bien las piernas y moviendo sus nalgas de manera provocativa me animó a que la follara. Me acerqué a ella y apuntándola amenazadoramente con mi erguido miembro apreté sobre su estrecho agujero el cual se resistía a permitir el paso a tan enorme visitante. Fui plenamente consciente de que para conseguir follar tan deseado agujero debería hacer que se relajara convenientemente para que se dilatara y autorizara el acceso de mi duro instrumento.

Cambié por unos instantes mis reales intereses así pues dirigí mi polla hacia su vagina presionando sobre ella hasta que logré introducirme dentro de ella. Al mismo tiempo empecé a estimular su clítoris con dos de mis dedos haciéndola gemir nuevamente. Nieves agradecía mis caricias moviendo el pubis de forma circular tratando de excitarme aún más. La follé con lentitud extrema haciéndola que alcanzara el límite de su capacidad orgásmica.

Escupí sobre la entrada de su rosado ano y con los dedos esparcí la saliva por toda su entrada posterior. Gracias a mis movimientos mi esposa pareció olvidarse de lo que le hacía en su bonito trasero. Pareció relajarse mientras era follada por delante así que pude observar con gran placer como su anillo anal permitía la entrada primero de uno de mis dedos el cual fue acompañado por otro más.

Me gusta…..me gusta. ¿Cómo he podido estar tanto tiempo sin conocer una sensación como esa?

Una vez pronunció esas palabras, extraje ambos dedos y ahora sí apunté con fuerza tratando de penetrar en su estrecho agujero anal. Agarrándola con fuerza del hombro la llevé contra mí notando cómo aquella oscura flor se abría dejando que mi rígido aparato entrara dentro de ella. Nieves aulló, lanzó terribles alaridos sintiéndose ensartada por completo. Pareció perder el sentido por unos segundos….Logré hacer que se acomodara a mi grueso glande y una vez éste hubo entrado el resto fue fácil. Seguí acariciándole su empapado coñito del cual no paraban de salir jugos vaginales. Me dio la sensación de que se estaba meando de gusto y realmente así era pues encadenó un orgasmo al otro cayendo derrengada sobre el respaldo del sofá.

Me separé de ella y entre Quique y yo la ayudamos a montarse sobre mí. Suspiraba débilmente, parecía completamente agotada, como si estuviera ida. Sin embargo, faltaba la prueba definitiva, el examen culminante de aquella reunión de sexo y perversión……Apenas podía moverse; tuve que ser yo quien empezara a golpear una y otra vez arrancándole pequeños ayes lastimeros.

No iba a tardar mucho en reventar así que guiñándole un ojo a mi amigo le animé a que profanara el oscuro tesoro posterior de mi apreciada esposa. No necesité decírselo dos veces pues Quique se situó tras ella y abriéndole las nalgas arremetió contra ellas sin la más mínima compasión. Debo reconocer que aquel enorme miembro producía pavor así que me sentí tremendamente satisfecho de que mi esposa se encontrara ensartada por semejante animal.

Sácala….sácala, maldito cabrón. Me quema, me quema por dentro….¡es demasiado grande! –chilló mientras echaba la vista hacia atrás tratando de rogar a su apasionado amante que parase.

Pude ver como de sus bonitos ojos escapaban las primeras lágrimas. La sujeté con ambas manos para que no intentara escapar de aquel placer desconocido que le ofrecíamos. Según me contó más tarde se trataba de una mezcla de dolor y placer la cual le recorría todo el cuerpo desde los pies hasta el cerebro. Aquel formidable placer nacía en lo más profundo de su ser y subía a lo largo de la espina dorsal hasta explotar en un millón de sensaciones en el interior de su fatigado cerebro. Su figura femenina trató de acomodarse a la doble presencia masculina.

Aquel punzante dolor no tardó en trocarse en un intenso placer que invadió la totalidad de los músculos de mi esposa. Fue ella la que empezó a mover sus caderas incitándonos a follarla. No perdimos el tiempo y tanto mi amigo como yo comenzamos a golpearla sin descanso haciéndola sollozar como una loca. Entrábamos y salíamos una y otra vez notando en ocasiones cómo nuestros duros instrumentos se unían en el interior de Nieves. Tan solo nos separaba la breve membrana que separaba ambos conductos.

¿Te gusta putita cómo te follamos? –le preguntó Quique a mi esposa excitándola con sus palabras para hacer que Nieves enloqueciera.

¡Sí, me gusta…me estáis volviendo loca! Sois un par de sátiros, un par de cabrones que vais a hacer que reviente –contestó uniendo sus labios a los de él besándose de manera apasionada.

No pude soportarlo más y acabé explotando en el interior de mi esposa llenándole su hambrienta vagina con mi blanquecino líquido. Eyaculé dentro de ella varias veces descargando la totalidad de mi semen el cual rebotó con fuerza contra las paredes de su lubricado agujero.

Sí, córrete así….vamos, quiero sentir como tu leche me llena por completo –gritaba estimulándome para que le entregara todo el semen almacenado en mis doloridos huevos. ¿Y tú a qué estás esperando? Quiero que me des toda tu leche….¿Así se lo haces a tu mujercita?

Quique continuó machacándola sin darle un solo momento de respiro. Nieves me contó que aquella había sido la mejor sensación que había sentido nunca. Aquel tremendo aparato hacía que sus entrañas ardieran con el contacto de aquella exquisita carne. Mi esposa sentía cómo aquel músculo palpitaba dentro de ella bombeando sangre sin parar.

¿Te gusta lo que te hago? ¿Te gusta sentir cómo mi polla golpea contra tí?

Me encanta, sí. Eres un gran amante; sigue follándome, vamos. Sigue asi y harás que me corra de nuevo.

Me senté en el sofá masturbándome con ganas mientras les veía follar como dos bestias en celo. Los chillidos de mi esposa resonaban sobre las paredes haciéndome disfrutar con aquella imagen. En toda mi vida la había visto gozar de ese modo. Había logrado convertirla en una auténtica puta y debo decir que aquello me gustaba. Se agarraba a la tela de la alfombra aguantando las horribles acometidas de mi amigo.

Vamos, córrete cabrón. Córrete de una vez. No aguanto más tanto placer.

Quique salió de ella sujetando su polla con la mano y se colocó delante de la cara de mi mujer. Nieves agarró aquel mástil que giraba hacia la izquierda y empezó a masturbarlo con terrible rapidez hasta que acabó expulsando grandes cantidades de esperma el cual fue a parar sobre el cansado rostro de mi mujer. Varios chorretones blanquecinos cayeron sobre su rostro llenándole los labios, la barbilla…..incluso uno de ellos fue a parar sobre su sedoso cabello. Mi mujer cogió los restos de semen con los dedos llevándolos hacia su boca para irlos degustando con gran placer. Realmente parecía una auténtica zorra disfrutando de aquel modo tan fenomenal.

El tiempo se nos había ido volando pues ya eran cerca de las dos de la mañana. Les propuse darnos una ducha fría para refrescar nuestros cuerpos sudados y de ese modo nos metimos los tres a la ducha remojando nuestros agarrotados músculos. Ahí vino el plato fuerte de la noche pues Quique aprovechó para descargar su cálida orina sobre mi mujer la cual se corrió nuevamente gozando del abundante chorro de su amante. Jamás en mi vida la había visto tan entregada, gozando de un modo tan completo como aquella inolvidable noche.

Al acabar la reunión mi amigo se despidió de ambos aprovechando para darle un ardiente y apasionado beso a mi satisfecha mujercita prometiéndole volver a repetirlo. Nos fuimos a dormir cayendo rendidos al momento. Necesitábamos recuperar fuerzas con urgencia, en especial Nieves. Desperté sobre las doce de aquel soleado mediodía notando cómo mi mujer me acariciaba la entrepierna animándome para un nuevo combate. Le entregué mi leche la cual extendió sobre sus bonitos pechos mirándome con rostro complacido.

Una vez terminamos nuestras carantoñas, Nieves se abrazó con fuerza a mí. Le pregunté si le había gustado lo de la noche anterior y ella, sin remilgos, reconoció que la situación le había producido un enorme morbo y que no había podido resistirse a nuestros masculinos encantos. Lo que no le había gustado tanto es que le dio la sensación de que todo había estado preparado y añadió que la próxima vez le gustaría que también participara la esposa de Quique pues no iba a ser sólo ella la puta del grupo.

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Amantes (3)

Amantes (2)

Amantes (1)

Casting porno (1)

Poder caribeño

La prima Aroa

El verano

Calor de verano

La encontré en el supermercado

Polvos rápidos (10)

Polvos rápidos (9)

Polvos rápidos (8)

Polvos rápidos (7)

Polvos rápidos (6)

Polvos rápidos (5)

Polvos rápidos (4)

Polvos rápidos (3)

Polvos rápidos (2)

Polvos rápidos (1)

Recuerdos del pasado (2)

Recuerdos del pasado (1)

Conociendo a Pedro (2)

Conociendo a Pedro

Pecando con mi hijo (2)

Pecando con mi hijo

Refriegas entre chicas (2)

Refriegas entre chicas (1)

Dos para una

Unos días en casa de su tía (4)

Unos días en casa de su tía (3)

Unos días en casa de su tía (1)

Unos días en casa de su tía (2)

Dulce despertar (3)

Dulce despertar (2)

Dulce despertar (1)

Con mi tío Roberto

Interesante compañía

Navegando por el Cantábrico (8)

Navegando por el Cantábrico (7)

Navegando por el Cantábrico (6)

Navegando por el Cantábrico (5)

Navegando por el Cantábrico (4)

Navegando por el Cantábrico (3)

Navegando por el Cantábrico (2)

Navegando por el Cantábrico (1)

Entregada al hijo de mi vecina (5)

Entregada al hijo de mi vecina (4)

Entregada al hijo de mi vecina (3)

Entregada al hijo de mi vecina (1)

Entregada al hijo de mi vecina (2)

Nenitas lascivas (7)

Nenitas lascivas (6)

Nenitas lascivas (5)

Nenitas lascivas (3)

Nenitas lascivas (4)

Nenitas lascivas (1)

Nenitas lascivas (2)

Nenitas lascivas (1)

La mujer de la verdulería

Asistencia en carretera

Hermanita viciosa

Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Montándomelo con mi querida tía

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

¡Fuera prejuicios!

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Deseos húmedos

Amando a mi compañera del instituto

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (2)

Seduciendo a una mujer madura (1)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo