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El viejito y la rana

en MicroRelatos

Sí, claro, como le ya le iba diciendo, era una apacible tarde de sol. Yo iba vestido con mis pantalones de vestir azules, mi camisa blanca, los zapatos negros recién lustrados, caminando por el parque aquella tarde primaveral.

La pareja de jovencitos se besaba apasionadamente, y yo recordaba mis años mozos, pero juro que esto no tiene nada que ver. No vayan a pensar que fue por eso.

Los jovencitos se besaban, él le abrazaba y trataba de disimular que una de sus manos acariciaba los pechos. El vendedor de globos, el vendedor de helados, todos estaban por ahí, pero cada cual en su rutina.

Entonces, mientras yo disfrutaba de la tarde de sol, del paisaje del parque, de la vista que todo aquello me ofrecía fue cuando escuché una voz aflautada que me llamaba desde lo bajo. Miré y miré, y no descubrí nada. "Señor, señor, acá, abajo", escuché una, dos y tres veces. No me percataba de donde venía la vocecita, hasta que, sorpresa…..una ranita me estaba llamando!!!

Creí haber alucinado, la visión de la pareja, el helado que se me antojaba, la tarde de sol, todo había influido para mi alucinación, pensé en voz alta. Y la ranita me contestó que no. "No, viejito, no, soy yo, la ranita la que te habla".

Flipando me sentí el protagonista de un cuento encantado, de brujas y duendes. Pero no, era la vida real, la mismita realidad!!!!

La rana me estaba hablando. Me detuve, me acerqué y comenzó la rana a explicarme que ella en realidad no era una rana, sino que era una guapa y joven mujer, dulce y buena, con un cuerpazo espectacular que había sido encantada y convertida en rana por una bruja. Que ella andaba con de novia con un chico y era muy feliz, pero que la madre del novio no la quería y para alejarla de su hijo la mandó hechizar y la convirtieron en rana. Y que para romper el embrujo ella debía ser besada.

Y me prometió ser mía, que yo podría hacerle lo que quisiera, que la podría poseer en las posiciones que más me agradaran, que ella me haría disfrutar como el que más por ayudarla a romper el hechizo y dejar de ser una rana para volver a ser una mujer.

Y así fue, Señor Juez, que esta menor de edad apareció en mi cama!