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Fin de semana en la finca

en Zoofilia

Aquel viernes mi marido volvió pronto del trabajo, antes me llamó al teléfono para advertirme que almorzaría conmigo y nuestro hijo. Pero se me olvidó por completo, así que cuando llegó nos pilló en plena faena. Cuando entró en la casa mi hijo me tenía a cuatro patas en medio del salón con la polla metida en mi culo.

Vaya, vaya, que bien os lo pasáis, ¿no?

Antonio...hola...espera...

Hola papá...¿me ayudas?

No, voy a cambiarme, avisadme cuando acabéis.

Mi marido subió al dormitorio y mi hijo siguió follándome un rato más, su padre bajó del dormitorio y aún me tenía enganchada, pero se corrió enseguida. Me incorporé y fui a saludar a mi marido.

Hola Antonio, ¿cómo te ha ido el día?

Muy bien, ya veo que a vosotros os va estupendamente.

¿Por qué no te animas papá y le echas un polvo a mamá?

No hijo, quizás después.

¿Cómo que has vuelto tan pronto Antonio?

No me digas que se te ha olvidado.

¿Me lo advertiste?

¡Claro mujer!

Vaya, no sabes cuanto lo siento, se me olvidó por completo.

No importa, ¿comemos?

Enseguida cariño, Pedro ayudame a preparar la comida.

Me fui a la cocina con mi hijo para preparar la comida. Hicimos una ensalada y unos filetes, cuando estuvo todo listo avisé a mi marido. Él nos ayudó a poner la mesa.

Antonio cómo que has vuelto hoy tan temprano.

Me he cogido el resto de la tarde y el fin de semana libres.

¡Qué bien! Podríamos hacer algún viaje, ¿qué te parece Pedro?

Por mi estupendo, no tengo nada planeado para este fin de semana.

Pues no sabéis cómo me alegro, ya que me ha llamado mi amigo Alberto y nos ha invitado a su finca.

¿Alberto? ¡Qué bien!

Entonces será mejor que yo me quede en casa.

No hijo, no hay problema, la casa de Alberto es bastante grande y así verás a tu madre en acción.

¿Qué quieres decir "en acción?

¿No te ha contado nada tu madre?

¿Contarme el qué?

Pues que tu madre fue la hembra del burrito de Alberto.

¿Cómo que fue "su hembra"?

Ana, no me digas que no le contaste nada a Pedro.

No, se me pasó.

Dejaros de tantas intrigas y contarme qué fue lo qué pasó en la finca.

Nada hijo, que Alberto tiene un burro que por lo visto es un semental y como en toda la comarca no hay ninguna hembra, yo me ofrecí para aliviar al animal.

¿Cómo que te ofreciste para aliviarlo?

Hijo, algunas veces pareces tonto. ¡Que el burro me folló!

Yo eso no me lo pierdo por nada del mundo.

Pues ya está todo hablado ahora mismo llamo a Alberto y le digo que vamos los tres.

Mientra que mi marido llamaba a su amigo por teléfono yo le conté a Pedro con todo lujo de detalles la follada con el burro, él no salía de su asombro.

Mamá, pero cómo pudiste meterte semejante polla.

Hijo, te recuerdo que tú me obligaste a follar con un perro.

Si, pero el perro no la tiene tan grande.

No, pero cuando me metió la bola de carne creí que me moría.

¿Acaso no te gustó?

Si, la verdad es que si.

Mi marido interrumpió la conversación.

Acabo de hablar con Alberto y me ha dicho que él ya se encuentra en la finca y que cuando queramos podemos ir.

Papá, ¿y si nos vamos ahora?

¿Ahora? Antes tendría que preparar algo de ropa.

Bueno, pues cuando tu madre prepare la ropa podemos marcharnos, voy a sacar el coche del garaje.

Está bien, mientras yo ayudo a mamá, ¿te parece bien?

Por mi estupendo.

Entre mi hijo y yo preparamos el equipaje, y mientras lo hacíamos le terminé de contar la follada con el burro. Antonio nos avisó que el coche ya estaba listo, y así cunado terminamos de prepararlo todo pusimos rumbo a la finca de Alberto.

Por fin llegamos a la finca, Alberto nos esperaba en la puerta y después de los saludos de rigor nos invitó a pasar a la casa.

¿Cómo os ha ido el viaje?

Muy bien, apenas había tráfico.

Pedro, ¿cómo te van los estudios?

Bien, bastante bien. ¿Podríamos ir a ver los animales?

¿Ahora quieres ir a ver los animales?

Esto...Alberto he de decirte que nuestro hijo está al tanto de todo y ha venido porque quiere ver a su madre en acción.

Por nada en el mundo me perdería semejante espectáculo.

Bueno como queráis, vamos a la cuadras.

Llegamos a las cuadras y Alberto iba explicando a Pedro cómo había conseguido los caballos. Por fin llegamos al establo donde estaba el burro, el animal parecía tranquilo, no se le veía "alterado".

Bueno Ana, aquí tienes a tu amigo.

Se le ve muy tranquilo.

Venga mamá, ¿por qué no lo animas?

No se, será mejor a que el animal reacciones por sí mismo, ¿no?

No es necesario Ana, si quieres lo puedes tocar, verás como enseguida se excita.

Está bien, Pedro ayudame tu.

Pedro y yo entramos en el establo, el animal no nos echaba demasiada cuenta. Yo empecé a acariciarle el lomo y las orejas, esto último no le gustó mucho y dio una encojetada, me asusté un poco, pero mi hijo sujetó al animal y consiguió que se calmara, nuevamente volví con mis caricias, pero ahora me centraba mas en su panza y lentamente me fui acercando a su miembro, lo tenia pequeño y cuando mi mano llegó hasta el, el burro volvió a dar un respingo, pero ahora no fue violento, solamente rebuznó un dio una pequeña patada en el suelo. Mi hijo lo tenía bien sujeto, además al animal pareció gustarle que le tocara el pene, ya que enseguida se le puso bien grande y duro.

Venga mamá meneasela un poco.

Masturbé un rato al burro hasta que éste se corrió, cuando lo hizo me agaché para limpiarle el pene con mi boca y así saborear su leche.

Mamá, te gusta cómo sabe?

Si, mucho.

Bueno Ana, ¿vas a dejar ahora que te folle el burro?

Preferiría hacerlo después.

Es mejor que le hagamos caso a tu mujer, de todas maneras el animal se ve tranquilo, así podemos aprovechar y comer algo.

Si papá, vamos a comer algo y luego volvemos.

Volvimos a la casa para recoger unas cosas que Alberto tenía que dejar en el pueblo y salimos a comer. Lo hicimos en el mismo restaurante donde comimos la última vez y cuando terminamos Alberto nos llevó a dar un paseo por unos parajes de los alrededores. Nos enseño unos sitios encantadores con unas vistas preciosas. Luego fuimos a tomar café.

Bueno, será mejor que volvamos a casa antes que se nos haga tarde.

Alberto, ¿crees que el burro estaré otra vez salido?

No se decirte Ana, cuando volvamos lo podemos comprobar, ¿por qué?

Me gustaría follar con el antes que termine el día.

Pues démonos prisa.

Regresamos a la finca y nos dirigimos directamente a las cuadras. El burro estaba tranquilo, pero ahora asomaba una semierección, a mi aquello me alegró.

Alberto, el burro parece que ahora está más "alegre".

Eso parece. Ana, ¿quieres intentarlo ahora?

Está bien, pero voy a necesitar que alguien me ayude.

Pedro ayuda a tu madre.

No, lo que quiero es que me dilatéis el coño, la otra vez me dolió un poco.

¿Y cómo quieres que lo hagamos?

Pues podríais follarme entre los tres, así tendré el coño bien abierto.

¿Qué te parece Alberto?

Es tu mujer, y si ella quiere y a ti no te importa, por mi no hay problema.

Mamá, ¿te importa que sea yo el primero?

No hijo, empieza tu mismo.

Nos desnudamos los cuatro y mi hijo se acercó a mi y comenzó a besarme y acariciarme, invitó a su padre y a Alberto a que se acercaran y entre los tres estuvieron un buen rato sobándome y dándome besos por todas partes.

Acabamos estando yo de pie con una pierna apoyada en las tablas del establo con Alberto de rodillas comiéndome el coño, mientras que mi marido me besaba y sobaba las tetas y mi hijo se había puesto detrás de mi y me refregaba la polla por el culo.

Parad...parad...que si no vais hacer que me corra. Venga Pedro follame ya.

Me incliné apoyando mis manos en las tablas y Pedro de un golpe me la metió hasta el fondo. Durante un rato estuvo follándome, hasta que cedió el sitio a su padre.

Venga papá, tu turno.

No hijo, no seamos descorteses, deja que Alberto lo haga primero.

Con vuestro permiso.

Alberto apuntó con su polla en mi coño y me la clavó de un golpe. Alberto la tenía bastante gorda y no pude evitar el tener un orgasmo, él no se llegó a correr y cedió su sitio a mi marido, quien me la metió durante un rato. Así estuvieron follándome los tres alternándose en la follada, hasta que mi hijo sugirió que ya debía tener el coño bien dilatado para el burro.

Entramos en el establo y Alberto me metió los dedos en el coño y se los dio a chupar al burro. Yo me agaché y le cogí el pene y me lo metí en la boca, lo tenía flácido, semierecto. El animal al sentir como se la chupaba dio un pequeño respingo, pero enseguida se quedó quieto. Poco a poco se le fue poniendo grande y cuando se le puso bien tiesa me incorporé y me incliné apoyándome en las tablas. Alberto me echó por encima una manta y el burro se subió encima de mi. Noté como su pene golpeaba mis nalgas, me abrí de piernas para facilitarle el trabajo, pero no acababa de atinar, entonces Alberto le agarró del pene y lo llevó a la entrada de mi coño, pero mi hijo le dijo:

No Alberto, deja que le burro lo haga solo.

Pedro no creo que el burro pueda por si solo.

Tu déjalo que pruebe, si no le ayudas.

Alberto dejó que el burro siguiera solo. Sentí como su miembro golpeaba en mis nalgas y sobre todo en la entrada de mi coño, hasta que de pronto noté como se abría paso dentro de mi. Sentí como su pene avanzaba sin freno, me la clavó hasta el fondo, sentí como golpeaba en las paredes internas de mi coño, y como la vez anterior se corrió enseguida. El burro se bajó y yo me incorporé y pude sentir su semen por mis piernas.

Ana, agachate otra vez que el burro estará listo enseguida.

Pues será mejor que espere un poco, ahora quiero que me dilatéis el culo.

Mamá, no me digas que pretendes que te la meta por el culo.

Al menos me gustaría intentarlo.

¿Estás segura Ana?

Si, venga follarme por el culo para que se me dilate.

Antonio, con tu permiso me gustaría ser el primero.

Por mi no hay problemas, ¿tu qué opinas Pedro?

Si, si que se la folle él primero.

Salimos del establo ya que el burro estaba otra vez excitado y me estaba "acosando". Alberto me hizo inclinar, se untó los dedos en saliva y me embadurnó el culo, luego apoyó la polla en la entrada de mi culo y poco a poco me la fue introduciendo. Me la clavó entera, podía sentir sus huevos golpear en mis nalgas, fue delicioso. Y así sucesivamente me fueron follando entre los tres y los tres acabaron corriéndose dentro de mi culo.

Bueno mamá, creo que ya tienes el culo preparado, ¿estás lista?

Si, creo que si, vamos a intentarlo.

Entramos de nuevo en la cuadra y el burro se acercó de nuevo a mi y se quiso subir encima, Alberto lo apartó para que yo pudiera coger la postura y mi hijo me pusiera la manta en la espalda, mi marido se había quedado fuera de espectador.

Alberto, ¿cómo crees que debemos hacerlo?

Tu le abres las nalgas a tu madre y le intentaré meter la polla.

Así lo hicieron, mi hijo me separó bien las nalgas y Alberto le agarró el pene al burro y lo guió hasta la entrada de mi ano. Sentí como el pene del burro intentaba abrirse camino dentro, pero no podía. El burro se bajo un momento, pero enseguida se volvió a subir y repetimos la operación. Ahora si hubo suerte y mi culo cedió a las embestidas del burro, noté cómo mi ano se abría, era doloroso pero a la vez muy placentero, podía sentir su calor dentro de mi, sentía como el pobre animal empujaba, pero sólo podía meter un poco, no me entraba más. Cuando se corrió me inundó el recto de semen, el burro se bajó y yo me quedé un rato inclinada, quería conservar se semen dentro de mi, estaba caliente y me aliviaba el dolor.

Mi hijo me ayudó a incorporarme, apenas podía andar y me tuvo que coger en brazos. Me ayudó a vestirme y me llevaron a la casa. Una veza allí mi hijo me preparó un baño y el mismo se encargó de lavarme.