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Iniciándonos en el intercambio de parejas

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Iniciándonos en el intercambio de parejas

Se conocían hacía muchos años, desde la época del colegio y siempre se decían a la cara lo que pensaban, siendo esta vez el sexo su mejor confesor….

En primer lugar y para ir entrando en materia empezaré contando que las situaciones que voy a relatar y todos los momentos que hemos podido vivir los protagonistas de esta historia, han sido posibles gracias a la extrema confianza que existe entre los cuatro, esto es, mi mujer Lourdes y yo que me llamo Vicente por un lado, y Jaime mi mejor amigo y su esposa Nuria por el otro.

Mi amigo Jaime y un servidor nos conocimos en el colegio, ya desde pequeños y debo decir que juntos nos hemos corrido todas las juergas habidas y por haber que el destino nos ha puesto delante de nuestras narices. Nuestra amistad siempre se basó en la sinceridad, aunque ello conllevase en ocasiones que pudiera dolernos lo que pensara el otro.

La sinceridad que nos profesábamos llegaba hasta tal punto que nos decíamos las cosas tal como las pensábamos. Todo, absolutamente todo, nos lo decíamos a la cara y aunque ciertas cosas evidentemente nos dolían y escocían, ambos éramos conscientes de que el éxito de nuestra amistad se basaba precisamente en eso.

Nuestras respectivas mujeres, viendo cómo nos tratábamos y el alto grado de amistad que existía entre nosotros y sabedoras de que ellas no podrían hacer nada por intentar variar nuestros hábitos, fueron también asumiendo que deberían ser igualmente sinceras en todo.

Nuria tiene 29 años y es una muchacha muy maja y tiene un porte poderoso. Es una chica alta, delgada y tiene el cabello rubio, corto y rizado. Le gusta enseñar todo lo que tiene, lo cual es mucho, con grandes y arriesgados escotes que muestran un canalillo excepcional. Los pechos son de buen tamaño y suele llevarlos sueltos pues más de una vez he podido ver cómo se marcaban peligrosamente sus pezones por debajo de la blusa y de los jerseys de cuello alto que suele llevar. Las veces que eso ocurría mi mujer acababa pagándolo con un buen polvo con el que lograba relajar la tensión que me embargaba. Además debo decir que Nuria es muy lanzada y picaruela en todo lo que hace y siempre está de broma haciendo comentarios con doble sentido.

Por su parte, mi mujer Lourdes tiene 26 espléndidos años y es más recatada y discreta en sus actitudes. Es pequeñita y tiene una melena ondulada y de cabellos rojizos que le caen graciosamente a media espalda. Es muy guapa de cara pues parece mucho más joven de lo que es gracias a sus ojos achinados y al flequillo que le tapa la frente. Lourdes disfruta de un par de pechos igualmente grandes, aunque siente vergüenza de mostrarlos y enseñarlos yendo siempre con sujetadores que hacen que sus bonitos pechos resulten más pequeños de lo que realmente son.

Debo decir sin temor a equivocarme que lo mejor de mi mujer es su poderoso y redondeado culo. El trasero de mi mujer es para echarle de comer aparte, grande y echado hacia atrás con lo que cada vez que la veo me pongo completamente cardíaco sin remedio. En cuanto al culo de Nuria es más normal, ni grande ni pequeño aunque lo cierto es que rellena bien los tangas las veces que la he visto cuando hemos ido los cuatro a la playa.

Una vez estuvimos ya casados, empezamos a ir de vacaciones con nuestras esposas decantándonos unas veces por el mar y otras por la montaña. Nos gustaban tanto el turismo rural y el senderismo como las pequeñas calas donde se podía tomar el sol con tranquilidad fuera de la masificación de las grandes playas. Siempre que teníamos oportunidad y encontrábamos un pequeño hueco en el trabajo organizábamos algún que otro viaje para así poder relajarnos y olvidarnos de la rutina diaria.

De ese modo habíamos realizado las dos parejas ya alguna que otra escapada a la provincia de Teruel recorriendo la ciudad llena de su famoso arte mudéjar y también fuimos a Mallorca donde pasamos una semana entera visitando la isla y disfrutando de su paisaje mediterráneo y de sus espléndidas playas.

Cierto día, pasando por delante de una agencia de viajes pude ver una oferta que me llamó la atención. Se trataba de cuatro días visitando Cuenca y la Ciudad Encantada por un precio más que ajustado. Así pues tras hablarlo con mi esposa y con Jaime y Nuria y aprovechando que todos podíamos coincidir unos días, reservamos sitio en una pequeña cabaña dentro de un complejo formado por unas diez cabañas y que se encontraba a unos cuarenta kilómetros de Cuenca.

Al llegar a nuestro destino nos dispusimos todos a acondicionarlo yendo los hombres a buscar leña para encender la chimenea mientras las mujeres se dedicaban a colocar las ropas en los armarios y a barrer un poco pues el suelo estaba sucio y lleno de polvo y de hojas secas. Tras recoger bien todo y poner la cabaña en orden, entre Jaime y yo buscamos una ruta cercana para empezar a conocer los alrededores. Así pues nos cambiamos todos vistiéndonos con gruesos jerseys y gorros de lana, botas de montaña y guantes pues la verdad es que pese al sol hacía bastante frío.

Los dos hombres cargamos con las mochilas y pasamos toda la mañana haciendo una buena caminata pues estuvimos andando unas dos horas parando a comer en unas mesas de madera que encontramos junto a un río. Comimos con gran apetito los bocatas que habían preparado las mujeres pues los cuatro estábamos hambrientos después de la larga caminata. Lo cierto es que el paisaje era precioso lleno de pinos, alcornoques, robles y grandes encinas.

Al volver a la cabaña todos llegamos realmente cansados metiéndose Lourdes y Nuria cada una en una ducha y cayendo nosotros rendidos en el sofá tras encender la tele. Desde el salón podíamos oír canturrear a Nuria en la ducha gozando del agua bien calentita. Al fin salieron ambas mujeres bien fresquitas y tan solo tapadas con una pequeña toalla que apenas cubría lo imprescindible.

Chicas, estáis realmente encantadoras y muy sexys tan sólo tapadas con esa pequeña toalla. ¡Nuria, no sabes cuánto me encantaría quitártela y empezar a hacerte cositas! –le dijo Jaime a su mujer sonriéndole con mirada perversa.

¡Oh vamos, cállate zalamero y duchaos mientras nosotras preparamos algo de cena! Ya habrá tiempo de eso más tarde, no pensarás que vas a escaparte tan fácilmente –respondió ella riendo de buena gana y humedeciéndose los labios con la lengua en una clara invitación hacia su marido.

Tanto Jaime como yo nos duchamos con rapidez quedándonos bien relajados gracias al calor tonificante del agua. Salimos al salón encontrándonos con la cena en la mesa compuesta por dos tortillas de patata que había preparado Nuria y platos de embutido y queso además de una ensalada que presidía la mesa. Cenamos divertidos gracias a la sarta de chistes verdes que contó Jaime pues desde siempre había tenido una facilidad especial para ello. Todos reíamos a mandíbula batiente, sobre todo mi mujer la cual se lo estaba pasando realmente fenomenal.

Tras la cena recogimos las cosas y nos tumbamos en el sofá bien acurrucados y tapados con una buena manta pues aquella noche hacía bastante frío y la verdad es que no nos apetecía salir. En esas estábamos cambiando de canales cuando encontré uno de esos programas de debate donde salían varios periodistas y algún que otro famosillo de los que tanto abundan actualmente en los programas de la tele. En el programa se trataba del tema del intercambio de parejas y ya llevábamos una media hora viéndolo y comentando lo que decían cuando Nuria exclamó riendo tras uno de los comentarios vertidos:

¿Pues qué quereis que os diga? Yo no sé si sería capaz de hacerlo aunque lo cierto es que el amigo Vicente tiene muchos atractivos como para que cualquier mujer se sienta atraída por él.

Pues tu marido tampoco se queda atrás, picarona –le respondió mi mujer siguiendo con la broma.

Vaya, vaya con las nenas. ¿Has visto cómo se las gastan?, nos tienen super fichados –dijo mi amigo dirigiéndose a mí.

Cierto –respondí. Aunque creo que a alguna de aquí se le va la fuerza por la boca. Ya se sabe aquello de perro ladrador, poco mordedor….

Pues si quieres que te diga la verdad no me importaría nada echarme un buen polvo con tu mujer –soltó Jaime de repente sin cortarse un pelo. Lourdes es una mujer realmente atractiva y que a cualquier hombre haría volver la mirada.

Mira este….no te fastidia. ¿y qué te parecería a ti si me follara a tu mujercita? –pregunté mirándole a los ojos fijamente.

Siempre que a ella no le importara, no creo que me sintiera especialmente molesto por ello –contestó Jaime al instante dejándome un tanto cortado pues lo cierto es que no esperaba dicha respuesta por su parte.

Ya eran cerca de la una así que Lourdes cortó la conversación levantándose y diciendo que estaba cansada y que fuéramos todos a la cama. No había pasado media hora cuando empezamos a oír pequeños gemidos y risas que procedían del dormitorio de nuestros amigos. Los gemidos no tardaron en convertirse en claros jadeos y gritos de placer. ¡Aquellos dos se habían puesto a follar a apenas unos metros de donde nosotros nos encontrábamos!

Así…así Jaime, vamos dame más fuerte. ¡Fóllame….vamos cariño, fóllame y métemela con fuerza hasta los huevos! –pudimos escuchar decir claramente a Nuria antes de lanzar un fuerte grito de placer imagino que al sentir como Jaime la follaba.

Las palabras y gemidos de Nuria nos pusieron bien cachondos tanto a Lourdes como a mí así que no tardamos demasiado en empezar a acariciarnos, agarrándome mi mujer la polla con una de sus manos y llevándosela hasta su boca comenzando a chuparme a buen ritmo mientras iban creciendo los lamentos y jadeos en la otra habitación.

Cuando la tuve bien dura hice poner a mi mujer dándome la espalda y apoyada en el cabecero de la cama. Le abrí completamente las piernas y situándome entre ellas estuve un buen rato humedeciéndole el coñito y el agujero del ano pasando del uno al otro sin descanso. Podíamos escuchar perfectamente los fuertes chillidos que daba Nuria pidiéndole a su marido que siguiera dándole con fuerza pudiéndose adivinar la cercanía del orgasmo. Al fin los gruñidos de mi amigo y los gritos de ella acabaron silenciándose al llegar ambos al tan deseado clímax.

¿Estás cachonda cariño? –le pregunté a Lourdes al dejar de escuchar la fiesta que habían montado en la otra habitación.

¡Vicente, estoy muy caliente! Me he puesto tan cachonda que sólo deseo que me folles, quiero que me la metas y me folles brutalmente hasta hacerme correr.

Continué unos segundos más chupando los dos pequeños agujeritos de mi esposa haciéndola retorcer gimiendo como una loca hasta que logré hacerle alcanzar un buen orgasmo llenándome los dedos y la lengua con sus cálidos jugos vaginales.

Teniéndola así de entregada tras haberse corrido, me situé tras ella llevando la polla hasta la entrada de su coñito el cual absorbió mi dura herramienta con gran facilidad. Lourdes jadeó al sentirse penetrada de aquel modo tan lento y suave. Una vez la tuvo toda dentro empezamos ambos a movernos adquiriendo a cada paso mayor velocidad. Agarré sus caderas con fuerza mientras continuaba embistiendo contra ella una y otra vez.

Por un momento imaginé que era Nuria a quien follaba y lo cierto es que aquella idea me gustó. Hasta ese momento juro que no había pasado por mi cabeza la idea de poder tener algo con la mujer de mi mejor amigo. Sin embargo, por alguna extraña razón mi perverso cerebro empezó a fantasear con la idea de ser ella a quien me follaba en esos agradables momentos.

Acabé eyaculando sobre mi esposa en el preciso momento en que ella se quedaba completamente quieta estallando igualmente en un intenso orgasmo que la hizo caer rendida sobre la cama agarrándose con fuerza a las bonitas sábanas negras de raso que iban a acompañarnos en nuestros dulces sueños de aquella noche.

Durante el resto de días no volvimos a tocar el tema del intercambio de parejas pero estoy completamente seguro que dicha charla fue madurando en las cabezas de los cuatro. De hecho debo reconocer que, a partir de aquella noche, en más de una ocasión soñé con la posibilidad de estar junto a Nuria acariciando y comiéndole sus redondos y turgentes pechos que tanto me gustaban. ¡Aquella mujer me estaba sorbiendo el seso y cuando follaba o sodomizaba a mi esposa siempre imaginaba que era ella a quien se lo hacía!

La feliz oportunidad se dio cuando, tres meses más tarde y aprovechando las vacaciones de Semana Santa, Nuria nos invitó a pasar unos días en una masía que tenían sus padres en la provincia de Gerona. No nos hicimos de rogar y tanto Lourdes como yo aceptamos encantados su invitación quedando conformes en pasar unos días juntos los cuatro.

Al caer ese año la Semana Santa en Abril nos hizo un tiempo realmente extraordinario. Así pues estábamos a todas horas en la piscina que tenían en el amplio jardín pudiendo disfrutar de los rayos solares que caían a plomo bronceando nuestros cuerpos. La primera noche, dormimos habitación con habitación apenas separados por un tabique así que, estando en la cama, podíamos oírnos follar los unos a los otros. A primera hora de la mañana, hubo varios comentarios bien subidos de tono y muchas risas entre todos mientras tomábamos el desayuno.

¡No puedo más….estoy realmente muerta! –dijo mi mujer estirándose hacia atrás en la silla.

No me extraña querida, después de escuchar lo de anoche. Menuda fiestecita os montásteis –respondió Nuria rauda y veloz tratando de echar más leña al fuego.

La verdad es que no estuvo nada mal –exclamó Lourdes acariciándose el cabello con la mano. Aunque vosotros tampoco podéis quejaros. No puedes imaginar lo cachondos que nos pusisteis…..

Bueno, simplemente digamos que fue un buen inicio de vacaciones. Debo decirte que a Jaime le calentaron muchos tus gemidos.

Lourdes , me pusiste como un toro en celo, tanto que no pude menos que darle a Nuria por detrás –afirmó Jaime sin pensarlo dos veces.

Pues me alegro que lo pasaras tan bien por mi culpa –contestó mi mujer. Os diré que también Vicente disfrutó mucho oyendo a Nuria pedir más y más.

Ufff, se me pone dura tan solo de pensarlo –exclamé confirmando las palabras de Lourdes.

¿Y bien? ¿Alguno recuerda lo que hablamos en la cabaña durante el viaje a Cuenca? –preguntó Jaime cambiando de tema.

Sí cariño, pues claro que me acuerdo –dijo su mujer levantándose a coger algo de la nevera.

Y yo también me acuerdo –salté emocionado imaginando por donde podrían ir los tiros.

Yo también –confirmó mi esposa en último lugar.

En su mirada pude ver un brillo especial el cual no me era para nada desconocido. Sabía lo que aquella mirada significaba. Estaba completamente seguro que Jaime no le era para nada indiferente a mi esposa y que, si ambos estábamos de acuerdo, durante aquel viaje podía ocurrir cualquier cosa.

¿Y cómo lo veis? –continuó mi amigo dirigiéndose directamente a nosotros dos. Tu mujer es escantadora y muy guapa y debo reconocer que me gustaría hacer el amor con ella.

A mi también me gustaría probar. Si no hay engaño a la pareja no creo que haya nada malo en poder hacerlo –respondí ya completamente lanzado.

Muy bien dicho –dijo Nuria sin despegar su mirada de la mía.

Yo lo cierto es que no estoy segura del todo aunque supongo que me excita el hecho de imaginar a Vicente con otra mujer –dijo mi mujer con voz temblorosa.

¿Entonces todos de acuerdo? –interrogó Jaime para que no decayeran los ánimos.

Todos asentimos a su sugerencia con un movimiento afirmativo de la cabeza. Mil pensamientos recorrieron mi cabeza al imaginar lo que podía ocurrir al vernos desnudos y haciendo el amor con Jaime y Nuria. Siempre habíamos sido fieles el uno con el otro y jamás habíamos pensado en acostarnos con otras personas.

Pues si no te importa Vicente y como ya la tengo dura me pido empezar ya –escuché decir a mi amigo mientras se acariciaba por encima del pantalón.

Yo también estoy bien mojada, así que me apetecería probar –escuché con gran placer decir a mi mujer. Pero me gustaría que lo hagamos todos juntos. ¿De acuerdo?

Nuria, te voy a comer enterita –le dije a la mujer de Jaime viendo cómo le brillaban sus bonitos ojos de color ámbar al escuchar mis palabras.

Aún en la mesa y sin haber acabado el desayuno, todos nos lanzamos a un inicial ataque de locura aunque lo cierto es que esta primera vez resultó un tanto extraña. Ellas ni tan siquiera se llegaron a desnudar poniéndonos a follar directamente allí mismo, en la propia cocina sin ningún tipo de preparativo previo.

Jaime agarró a mi mujer apoyándola en el respaldo de la silla de espaldas a él y echándole el pelo a un lado comenzó a chuparle el cuello y la oreja diciéndole palabras bien subidas de tono mientras le subía la pequeña camiseta de tirantes que llevaba hasta dejar los pechos al aire. Se hizo con uno de los pechos el cual acarició al tiempo que la otra mano la tenía en el muslo de Lourdes masajeándoselo arriba y abajo hasta que acabó alcanzando la pequeña braguita negra de blonda haciéndola caer hasta las rodillas. Pude ver cómo mi amigo se bajaba el pantalón de deporte con cierto nerviosismo colocándose tras ella y empezándola a zumbar a buen ritmo. ¡Menudo morbo me dio ver a mi mujer siendo follada por otro hombre que no era yo!

Me quedé unos segundos ensimismado observando aquella escena antes de que Nuria me cogiese haciéndome sentar en la silla para después ser ella quien tomara asiento encima de mí. Me ofreció su deseable lengua la cual acogí dentro de mi boca abriendo levemente los labios hasta que acabamos mezclando nuestras lenguas en un beso profundo y apasionado.

Dime, ¿te pone cachondo ver a tu mujer y a Jaime follando? –me preguntó con voz entrecortada mientras se subía hacia arriba el camisón corto que llevaba y se quitaba con urgencia el tanga blanco.

Vi con placer cómo Nuria descendía lentamente hasta llegar a mi velludo pecho empezando a lamer y juguetear con mis sensibles pezones los cuales se endurecieron al momento con las caricias que mi nueva compañera les daba. Fue bajando con extremo cariño y cuidado por el abdomen hasta pasar de largo obviando el objeto que estaba seguro que tanto deseaba. Colocándose arrodillada entre mis piernas se dedicó a chuparme y lamerme los muslos arriba y abajo acariciándolos al mismo tiempo con sus bien cuidadas uñas. Finalmente se apoderó de mi inflamado miembro cogiéndolo con fuerza entre sus dedos para masajearlo arriba y abajo con gran lentitud.

Tiró la piel del prepucio hacia atrás liberando de ese modo el redondo glande el cual aparecía brillante y desafiante mostrando los primeros líquidos pre-seminales. Nuria se hizo con mis bien cargados testículos chupándolos y lamiéndolos con fruición hasta que logró hacerme lanzar los primeros gemidos de placer gracias al placentero tratamiento que me daba. De todos modos aún quedaba mucho más por gozar pues aquello no había hecho más que empezar…..

Mi hermosa compañera empezó a lamerme mi gruesa herramienta con una maestría que yo no podía ni tan siquiera sospechar. Abandonó mis colgantes para ascender por el duro tronco ensalivándolo por completo con su húmeda lengua hasta dejarlo bien reluciente. Yo, por mi parte, no paraba de retorcerme al sentir el roce de su lengua a lo largo y ancho de mi inflamado pene el cual recibía tan deliciosas caricias dando evidentes signos de placer.

De pronto abrí los ojos girando levemente la cabeza y viendo cómo mi mujer era sodomizada salvajemente por Jaime. Debo reconocer que aquella imagen tan cercana en vez de molestarme me gustó enormemente. No sentí celos ni nada parecido sino más bien un enorme placer viendo la cara de inmensa felicidad que ponía mi mujer mientras gritaba al recibir las fuertes embestidas de mi amigo. Los gruñidos y chillidos de ambos fueron silenciados en el preciso momento en que Jaime quedó completamente quieto tras ella empezando a eyacular en el interior de aquel estrecho agujero que yo tan bien conocía.

El roce de los finos dedos de Nuria me hizo volver a la realidad de mi propia pareja volviendo a centrarme en lo que aquella guapa mujer me hacía. Ella volvió a subir por mi inflamado miembro hasta quedarse fijamente mirándolo como si lo estuviera adorando. Al fin la vi abrir la boca tragándose la mitad de mi polla y estimulándola con su lengua para empezar a chuparla con ahínco mientras me masturbaba con su mano adquiriendo cada vez un ritmo mayor. ¡Aquella mujer sabía como comerse una polla! Sabía cuando chupar con rapidez y cuando parar evitando de ese modo mi posible corrida para, unos segundos más tarde, volver a tragarse mi duro instrumento acariciándolo con su lengua de manera magnífica. Lo mejor de aquella increíble felación fue cuando pude verla sacarla de su boca escupiendo con fuerza sobre ella lo cual me hizo estremecer de emoción.

Viendo aquella escena tan llena de erotismo que los cuatro montábamos, me puse a gozar como un perro. Entre los gemidos que daba mi mujer tratando de recuperarse del orgasmo alcanzado y los profundos suspiros que emitía Nuria con la fenomenal mamada que me estaba dando, no pude menos que cerrar los ojos dejándome llevar por el placer que sentía hasta que acabé avisándola de mi cercano orgasmo.

Sí, vamos cariño…..vamos córrete sobre mí –la escuché decirme tras sacarla de su boca mientras ella me masturbaba de manera brutal buscando provocar que me corriese.

No aguanté más de veinte segundos aquel frenético ritmo eyaculando al fin sobre ella cerrando fuertemente los ojos y enredando mis dedos en su cabello para, de ese modo, evitar caer encima de ella. El primer trallazo fue a parar a su bello rostro obligándola a cerrar los ojos mientras el resto de mi abundante corrida se desparramaba sobre su cabello, sus pechos y su barbilla de donde la vi recogerla llevándola a su boca para saborear mi leche con gran placer mirándome a los ojos con una tremenda cara de vicio.

Nada más acabar de correrme, se levantó Nuria separándose de mí y girando la vista hacia mi mujer la vi sonreírme demostrándome que no existía el más mínimo sentimiento de culpa en ella y que realmente había disfrutado a tope con Jaime.

¿Chicos, qué os ha parecido? No me digáis que no ha sido realmente fenomenal –dijo Nuria cogiendo un vaso del armario el cual llenó de zumo para acabar bebiéndoselo de un solo trago.

Para ser la primera vez la verdad es que ha estado muy bien –dijo Jaime demostrando con su mirada lo bien que lo había pasado.

Jaime, me has puesto como una moto –confirmó mi mujer con voz temblorosa.

Ambas mujeres recogieron sus ropas desperdigadas por el suelo y, dejándonos en la cocina fumando un cigarrillo, se metieron cada una en un baño para darse una buena ducha.

¿Y bien? ¿qué te ha parecido amigo? –pregunté a Jaime tratando de iniciar la conversación una vez nos quedamos los dos solos.

Uffff, ¿qué quieres que te diga? –respondió él al instante. Me ha encantado follar con tu mujer y ver cómo Nuria te la chupaba hasta hacerte correr encima de su cara. Para serte sincero me encantaría repetirlo siempre que no os sintáis violentos viéndoos con otro.

Jaime, nos conocemos desde pequeños y te diré que a mi también me ha gustado estar con Nuria. ¡Tienes una mujer que es una bomba follando! Pero dime…..¿no era vuestra primera vez, verdad? –pregunté poniéndome un tanto serio.

La verdad es que no…..Tanto a Nuria como a mí nos gusta experimentar con el sexo y hemos practicado todo aquello que hemos podido. Hemos hecho varios tríos tanto con hombres como con mujeres, de vez en cuando visitamos un club liberal participando en alguna orgía…..¡Me encanta la doble penetración y ver a mi mujer con todos sus agujeros ocupados, es algo que me pone como una moto! Ambos pensamos que al conocernos desde hace tanto tiempo, podíamos disfrutar los cuatro como así ha sido.

Ha sido sensacional, vuelvo a repetirte –le dije confirmándole mis deseos por continuar por aquel camino de vicio y perversión que los cuatro habíamos iniciado unos minutos antes.

Entonces perfecto. Veamos a ver qué piensan las chicas –dijo Jaime zanjando de ese modo la charla.

Cinco minutos más tarde oímos los pasos de Nuria bajando la escalera apenas cubierta con un diminuto tanga y un top que tan solo le tapaba lo imprescindible.

¡Pero que bien me ha sentado la ducha! Me voy a tomar el sol un rato –dijo poniéndose las gafas de sol mientras salía al jardín provocándonos con el tentador movimiento de sus caderas.

Al poco rato fue Lourdes quien bajó con la toalla al hombro y con una sonrisa de oreja a oreja.

Me siento como si hubiese cometido una pequeña chiquillada. ¿Está Nuria en la piscina? –nos preguntó mientras seguíamos sentados en la mesa de la cocina.

Pues sí, allí está. Hará dos minutos que bajó –dije yo.

Lourdes cariño, he follado contigo y todavía no he tenido la oportunidad de verte esas bonitas tetas que se adivinan bajo el bikini –añadió Jaime sin la menor vergüenza.

A saber en qué estarías pensando tú para que no te fijaras en mis pechos –dijo saliendo al jardín y dejándonos allí solos.

Ahora fuimos nosotros quienes subimos a las habitaciones entrando al baño a refrescarnos un poco. ¡La verdad es que necesitaba una buena ducha de agua caliente para relajarme después de la fiestecita que nos habíamos montado! Metí la cabeza bajo el grifo de la ducha tras cerrar la mámpara y empecé a llenar el cuerpo con la abundante espuma que formó el gel.

De manera inconsciente recordé la tremenda mamada que me había pegado Nuria y mi mano bajó hacia mi entrepierna empezando a masturbarme lentamente gozando con la suavidad de la espuma sobre mi polla. Sin embargo, viendo crecer mi miembro demostrando la terrible excitación que seguía dominándome, dejé de torturar a mi pobre instrumento abriendo el grifo de la ducha para que cayera la caliente agua sobre mi cuerpo hasta dejarme completamente relajado.

Una vez me hube secado y peinado bien frente al espejo bajé a la piscina reuniéndome de nuevo con ellos tres.

Y después de lo que ha pasado, ¿qué decís? ¿volveríais a hacerlo?

¿Quieres decir durante los días que nos quedan? –preguntó Lourdes. Yo sí, ¿y tú qué dices Nuria? –se dirigió directamente a ella sin mirar a su marido.

La tentación es demasiado grande como para dejar pasar de largo semejante oferta.

Entonces todos de acuerdo –corté guiñándole un ojo a Nuria con evidente complicidad.

Estuvimos bañándonos y tomando después el sol durante un buen rato hasta que, gracias a los rayos solares que caían a plomo sobre nosotros, me quedé un poco dormido en la toalla. Al despertar me levanté un poco empalmado recordando la mamada en la cocina. Me vino a la cabeza la idea de verle las tetas a Nuria en todo su esplendor y cuando observé que tanto mi mujer como Jaime me miraban con mirada escrutadora, me levanté de un salto yendo hasta donde se encontraba ella sentada y sin el más mínimo atisbo de vergüenza agarré el nudo que sujetaba el bikini tras su cuello y se lo desaté de una vez dejando sus bonitos pechos al aire. Me levanté poniéndome delante de ella y allí me quedé unos segundos disfrutando del par de buenas razones que tenía la mujer de mi amigo.

Perdona Nuria, tan solo fue un acto inconsciente. Simplemente me apetecía verlos –dije.

Gracias Vicente –respondió ella complacida antes de tirarse hacia atrás en la toalla apoyada sobre sus codos.

Vaya, vaya con la parejita. ¿has visto eso Lourdes? Tú también podrías quitarte la parte de arriba para que todos estemos en las mismas condiciones. Creo que también tengo derecho a ello…..-exclamó Jaime pasándose la mano por encima de su endurecido miembro el cual podía observarse perfectamente por debajo de la tela del pequeño slip.

Pues claro que sí, amor. Y la de abajo cuando te parezca conveniente –respondió mi mujer mesándose los cabellos con sus dedos para, a continuación y sin más dilación, pasar a desnudarse completamente delante de mi amigo.

¡Madre de Dios! Pues sí que estás buena ,bribona. ¡Menudo par de tetas que te gastas!

Muchas gracias. No sufras que pronto las tendrás a tu entera disposición para lo que gustes hacer con ellas –dijo ella agarrándoselas con sus manos como si las estuviera sopesando mientras provocaba a Jaime humedeciendo sus labios con la lengua.

De ese modo estuvimos pasando la mañana haciendo muchas tonterías de igual índole hasta que llegada la hora de la siesta, Nuria se acercó a mí susurrándome débilmente al oído mientras me ofrecía la mano para levantarme:

Vicente, ¿me acompañas al dormitorio? Tengo ganas de estar contigo.

Pues claro que sí –contesté al instante sin pensarlo mucho.

Chicos, nos vamos al dormitorio a echar la siesta. Tranquila que te lo devuelvo enseguida –dijo dirigiéndose a mi mujer.

Nada mujer, pasadlo bien y que descanséis un rato –respondió mi mujer riendo.

Juro que aquella tarde con Nuria fue una de las mejores de mi vida. Tanto tiempo esperando que aquella oportunidad se materializara y al fin la iba a tener entre mis brazos y además con total complacencia por parte de mi mujer y de Jaime. Nada más cerrar la puerta del dormitorio con el pie de forma nerviosa, la cogí de la cintura poniéndola contra la pared empezando a besarnos con extrema suavidad. Nuria entreabrió ligeramente los labios sacando la lengua como una clara invitación al pecado. ¡Dios, cómo me gustaba esa mujer!

Aproximé mis labios a los suyos besándonos ahora de un modo mucho más sensual y apasionado. Mezclamos nuestras húmedas lenguas en el interior de su boca al tiempo que aprovechaba su completa indefensión para hacerme con uno de sus redondos pechos acariciándoselo por encima de la tela del bikini para dejarlo en pocos segundos libre y totalmente entregado a mis caricias.

Nuria, por su parte, gemía tenuemente teniéndome cogido por las nalgas las cuales sobaba por encima de la tela del slip.

¡Hazme el amor cabrón! ¡Qué ganas tenía de quedarme contigo a solas y que me hicieras el amor hasta enloquecer!

Yo también me moría de ganas de estar contigo. Pero tranquila, que tenemos toda la tarde para pasarlo bien….No hay ninguna prisa así que disfrutemos cariño de nuestros cuerpos. Quiero que nuestra primera vez sea algo especial y que ambos la recordemos siempre que nos veamos.

Tras aquellas calientes palabras estuvimos besándonos sin descanso despojándonos al mismo tiempo de nuestras ropas hasta quedar completamente desnudos. Nuria respiraba con dificultad demostrando el terrible deseo que la dominaba. Llevó una de sus manos hasta mi entrepierna buscando hacerse nuevamente con mi dura herramienta la cual ya mostraba una tremenda erección.

Sin embargo, otras ideas recorrían mi cabeza en esos momentos de manera que me separé de ella para, cogiéndola de la mano, llevarla hasta el amplio lecho de estilo rústico donde la obligué a tumbarse. Me quedé unos instantes disfrutando con la imagen de aquella estupenda mujer a la que tenía completamente entregada a mis pies. Me tumbé sobre ella haciéndome con uno de sus pechos para empezar a sorber con auténtica furia el oscuro pezón el cual se erizó al tiempo que mi bella compañera lanzaba un pequeño lamento de placer. Fui pasando de un pezón al otro dedicándome a devorarlos de manera salvaje hasta que Nuria me apartó de ellos sin poder aguantar por más tiempo aquel dulce tormento que le propinaba. Siguiendo sus dictados dejé a un lado aquellos bellos frutos para bajar lentamente por su liso abdomen hasta llegar a su bien cuidado pubis del cual pasé de largo descendiendo aún más.

Me arrodillé ante sus piernas sumergiéndome entre ellas e iniciando un lento recorrido por uno y otro muslo notando como Nuria suspiraba levemente estremeciéndose al sentir el roce de mis dedos y mis labios sobre su bronceada piel. Rodeé en varias ocasiones su vagina pasando en todas ellas de largo, con lo cual logré hacer que el cuerpo de Nuria se fuera tensionando cada vez más y más. ¡Aquella mujer estaba deseosa de que la hiciera enloquecer de placer! Al fin me apiadé de ella separando con mis dedos los pliegues que cubrían su pequeño coñito y empezando a golpear ligeramente con mi lengua sobre su diminuto clítoris con lo cual observé temblar el cuerpo de aquella mujer alcanzando el primer orgasmo de aquella tarde.

¡Me corro Vicente….me corro! ¡Qué bueno…..qué orgasmo más rico me has sacado! –la escuché decir cogiéndome del cabello como si tratara de no dejarme escapar.

No la dejé disfrutar mucho de aquel ruidoso orgasmo pues sin descansar un segundo continué chupándole su endurecido clítoris acompañando aquella caricia con dos de mis dedos los cuales fui metiendo y sacando una y otra vez de su empapada vulva la cual veía palpitar cada vez que lo hacía. De ese modo tan estupendo estuve gozando de aquella hermosa hembra maltratándola durante diez largos minutos en los cuales conseguí que se volviese a correr dos veces más.

La pobre Nuria quedó sobre el lecho derrengada tras los orgasmos que le había hecho gozar. Me estiré junto a ella agarrándola de la cintura y nuevamente nos estuvimos besando y acariciando durante un buen rato. Los suaves besos iniciales se fueron trocando lentamente en besos poderosos con lengua glotona incluida.

¡Qué comida de coño más rica me has pegado! Me ha encantado. Gracias Vicente, muchas gracias. –me dijo con la voz entrecortada cuando se hubo recuperado mínimamente.

Estando abrazados en la cama, el sueño nos venció durante una media hora hasta que ambos despertamos súbitamente al escuchar un fuerte grito procedente del salón. Nos levantamos rápidamente de la cama yendo hasta allí donde nos encontramos con un espectáculo que tardaré mucho tiempo en olvidar.

Allí estaba mi mujer estirada completamente en la mesa con las piernas bien abiertas y siendo sodomizada salvajemente por Jaime quien la tenía cogida fuertemente por las caderas moviéndose con rapidez. Quedé impactado viendo la polla de mi amigo entrar y salir sin aparente dificultad del interior del estrecho agujero de mi mujer la cual berreaba cada vez que aquel músculo se introducía de aquel modo tan brutal.

Lourdes tenía los ojos completamente en blanco gozando como una perra de la follada que le estaba dando Jaime. Pude ver como lágrimas de dolor y placer caían de sus bellos ojos a través de sus rosadas mejillas. Jaime la cogió con fuerza del cabello llevándola hacia atrás y sin dejar ni un solo instante de martillear sobre ella. Cada vez que sus huevos golpeaban contra las nalgas de mi mujer se oía claramente el ruido que se producía al entrar y salir el pene del interior del pequeño culito de Lourdes.

No pude soportar por más tiempo aquella escena llena de erotismo que formaban aquel par de sátiros, así que hice apoyar a Nuria en el quicio de la puerta empezando a follarla por detrás con gran placer. De ese modo tanto Jaime como yo estuvimos gozando de los formidables cuerpos de nuestras respectivas parejas durante un largo cuarto de hora hasta que pude ver caer a mi amigo Jaime totalmente fatigado sobre la espalda de mi mujer la cual me sonrió con el rostro congestionado por el enorme placer acumulado. Yo, acabé corriéndome como un animal y golpeando con mi abundante leche las paredes del exquisito coño de Nuria.

Aquella noche y las siguientes estuvimos durmiendo todos los días con los cónyuges cambiados, pese a que el último día decidimos montar una pequeña fiesta de despedida en el salón en la que volvimos a follar con nuestras respectivas parejas, cosa que no hacíamos desde el primer día. Aquella fiesta resultó muy provechosa para todos pues a mitad de un polvo cambiábamos de pareja y nuestras mujeres nos hicieron una mamada a dos bandas cosa que me encantó. En fin, que la famosa noche de despedida fue todo un éxito.

Al día siguiente recogimos las cosas y nos fuimos para el aeropuerto, aunque no acabó ahí la cosa ya que, antes de salir de casa, no pude reprimir las ganas de encular a Nuria al mismo tiempo que Jaime estaba en la piscina con mi mujer echando el polvo del siglo, según confesión posterior de ella.

Tras esta excitante experiencia, nuestra amistad no se vio disminuida o truncada sino más bien todo lo contrario. Nos reuníamos a menudo aficionándonos cada vez más Lourdes y yo a estar con nuestros amigos. En ningún momento surgieron las tan temidas discrepancias por parte de nadie. Incluso creo que los continuos intercambios con ellos ayudaban a que la relación entre mi mujer y yo se fuera consolidando cada vez más y más.

Con el paso del tiempo fuimos descubriendo todo tipo de posibilidades dentro de sexo gracias a nuestros amigos. Aceptábamos cualquier posible variante de la forma más natural introduciendo los tríos en nuestras relaciones de forma habitual.

Así ocurrió la primera vez cuando Nuria se fue sola una semana a su pueblo porque su hermana había tenido una niña. Jaime no pudo acompañarla pues en aquellos momentos le era imposible dejar el trabajo, de manera que tanto Lourdes como yo le invitamos a pasar esos días con nosotros para que no se quedara solo. Aquellos días fueron fantásticos. Lourdes solía pasearse desnuda por casa sin el menor recato mostrando sus bellas formas con lo que puede imaginarse fácilmente como estábamos los dos viéndola de ese modo.

Por las mañanas solíamos amanecer con una buena mamada que nos daba sin salir tan siquiera de la cama. Luego ya en la ducha la follábamos o bien mi amigo o bien yo dependiendo del interés que tuviera Lourdes ese día por alguno de nosotros. Mi querida mujercita mantuvo una actividad frenética esos días en ausencia de Nuria, regalándonos fabulosas chupadas a uno y otro además de empezar a follar con Jaime cuando acababa conmigo dejándome agotado en cualquier rincón de la casa.

Chicos, esto es lo mejor del mundo. Estoy disfrutando como nunca –decía sonriendo como una auténtica gatita.

Lo mejor de todo fue la noche en que nos acostamos los tres juntos teniéndola a ella en medio acariciándonos nuestras flácidas pollas hasta conseguir ponerlas bien duras en cuestión de segundos. Jaime se dedicó a comerle las tetas mientras yo me introducía entre sus piernas lamiéndole con exquisito cuidado su ya mojado coñito. A mi mujer le gustaba que le hiciera eso, tenía un coño terriblemente sensible y necesitado de ser chupado a todas horas así que siempre que podía iniciaba nuestros escarceos amorosos calentándola de ese modo tan sensual. Lourdes suspiraba con fuerza gracias a nuestras caricias. Apretaba la cabeza de Jaime contra uno y otro pecho demostrando de ese modo lo mucho que le gustaba lo que le hacía.

¡Jaime, me encanta como me los comes, sigue…..sigue así! –la escuchamos decir echando la cabeza hacia atrás mientras continuábamos dándole caña de ese modo tan excitante.

La hicimos correr encadenando su orgasmo con un segundo, cayendo destrozada sobre mí pero con una cara mezcla de placer y deseo que tardaré tiempo en olvidar. Una vez se hubo recuperado fue ella la que tomó la iniciativa haciéndome estirar en la cama boca arriba para, agarrando entre sus dedos mi erecta virilidad, montarse sobre mí a horcajadas clavándosela en su vagina de un solo golpe. Empezó a cabalgar a buen ritmo agarrándose a mis brazos y arqueando y balanceando el cuerpo para sentirme de esa manera mucho más adentro.

¡Fóllame, vamos fóllame Vicente! –me pidió jadeando con dificultad al clavarse y desclavarse mi polla sin descanso.

Hacía tiempo que tenía una fantasía guardada en mi loca cabecita y que deseaba realizar fervientemente con mi esposa. Aprovechándome del hecho que Lourdes se detuvo unos instantes sobre mí la cogí de la cintura con mis brazos tirándola sobre mí para besarla furiosamente. Nos dimos las lenguas como dos animales en celo, mordiéndonos los labios hasta que pude notar manar un pequeño hilillo de sangre del labio inferior de ella.

Separé mis labios observando su bello rostro con los ojos cerrados disfrutando de aquel genial acoplamiento. Viéndola así de entregada miré a mi amigo que se estaba masturbando junto a nosotros y le invité a follarla por detrás. Jaime entendió al instante mis deseos poniéndose tras mi mujer empezando a chuparle su oscuro agujero posterior. Ella movía su culito ronroneando como una gatita en celo y animándole a que siguiera con aquel dulce placer. Yo, por mi parte, podía notar la lengua de Jaime acariciándome ligeramente el pene cada vez que el mismo salía del interior de mi esposa.

¡Ahora, relájate unos segundos que enseguida estaré dentro de ti! –le dijo Jaime antes de pasarle la lengua por el cuello tratando de encenderla aún más.

¡Oh sí….métemela de una sola vez y rómpeme el culito! –gritó ella abriéndose el ano con sus dedos.

Me quedé quieto debajo de ella a la espera de verla sodomizada por Jaime para empezar los dos a movernos dentro de ella. Al fin mi amigo se colocó sobre ella montándola de una sola vez para así desgarrarla completamente por dentro. El chillido que lanzó mi mujer me hizo creer que pudiera llegar a desmayarse debido al sándwich que formábamos los tres. La vi poner los ojos en blanco meneando ligeramente las nalgas para hacerse a la invasión que la atormentaba de aquel modo tan magnífico. Los lamentos de dolor de Loudes no tardaron en convertirse en grandes gemidos de placer al acostumbrarse a tener nuestras dos pollas dentro de ella tan solo separadas por la pequeña membrana que separaba ambos conductos.

¡Me relamí de gusto al verla así de entregada a mis más sucios deseos! ¡Mi sueño tanto tiempo deseado se había hecho realidad y allí estabámos mi amigo y yo empezando a follarla arrancándole terribles berridos de sus labios resecos!

¡Aquel sí que resultó ser el mejor polvo del siglo! El primero en correrme fui yo explotando dentro de mi mujer y llenándola con la totalidad de mi abundante carga seminal la cual rebotó con fuerza sobre sus paredes vaginales. Al sentir cómo me corría, Lourdes también alcanzó su último clímax cayendo exhausta sobre mi sudoroso pecho pero aguantando todavía los postreros embates de mi amigo el cual golpeó contra ella hasta acabar eyaculando sobre ella emitiendo un fuerte alarido animal y dejándose caer sobre ella totalmente derrotado.

¿Qué os ha parecido? ¿os ha gustado? –nos preguntó Jaime con grandes dificultades.

¡Estoy destrozada pero me habéis vuelto completamente loca! ¡No imaginaba poder gozar de este modo tan sublime! Necesito dormir un rato para poder recuperarme de semejante polvo.

Mi mujer se abrazó a mí una vez Jaime salió de ella tumbándose a su lado para de ese modo descansar un poco tras la perfecta unión que los tres habíamos llevado a cabo…..

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